Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

viernes, 31 de agosto de 2007

Saludos, Terrestre...


Los saludos nunca han dejado de ser para mí parte de un ritual ya fatigado, chispeante por el roce cotidiano de un par de manos – e ideas ocasionalmente sudorosas – y gastado por lo escueto de su real significado, indicativo no mayor al incesante y coqueto temor del olvido repentino.
Ocasionalmente aplico un ligero movimiento de cabeza, acompañado de un muy inadvertido cambio de actitud en el rostro, para darle la bienvenida a quien se me acerca con cariño, repentino, a preguntarme con respecto a esa bofa duda de que no ha sabido de mí. ¿Cómo te ha ido? me dice, ¿cómo me ha ido? me digo; descubriendo la temible – y risible – verdad de que, en efecto, jamás me pongo a pensar, diariamente, como es que me va. En mi perenne suposición de hechos en que deambula mi cotidiano rolar y vago pensar, siempre he sospechado que me va mejor que a ellos, digamos que soy, que es mejor que estar.
Y es que en la imagen objetiva de un público - testigo siempre - de la realidad, no hay más que dos cuerpos con una muy pequeña brecha de distancia. Uno se cuestiona la vida y destino falaz (de un inmediato pasado) del otro - ya sea por que en verdad tiene la mísera duda, o bien porque la tradición popular ha hecho estragos en su mente y no tiene más que seguir un parámetro más que indica la moral social - mientras el segundo, en este caso yo, no deja de manifestar en su indocta mente, una apatía total al rito. ¿Para que saludarlo?, ¿para saludarlo en otra ocasión? ¡Que flojera! A mí que me saluden cuando muera, juro que en ese momento hasta me despido de beso.
Y es así, con un beso calido y tierno, símbolo de un amor dosificado y reciclado; primeramente porque no es ni sexo ni calor de hogar, y consecuentemente por el hecho de que se han realizado actos de bravura para poder tocar estos con los que hablo (por parte de las más feas del barrio claro), con los que los saludo. ¡Ah cuántos labios han besado estos cachetes Clapet!
Doy, pues, la bienvenida a un Blog más que no impera circundante bajo la idea de causar originalidad alguna dentro del género, sino más bien dentro del texto en sí (díganse relatos nada originales pero que escribe uno más de la bola); a un estilo más – generado por otros tantos – de un individuo ocasional que relata parte de esa realidad que nunca alcanza a cuajar del todo - insipientemente debido a la imaginativa colectiva. Bienvenido a este mí Blog, uno más de divagues, serenidad (y no), sinceridad y locura. Cosa vista, sí, pero que yo encajo en el entramado de estos desgastados lentes de uno más que se ha cansado de correr detrás de la infame que lo abandona, poco a poco, y ha decidido subirse al tren.

A. Güiris V.