Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 29 de diciembre de 2008

El Espíritu

REDONDO.

El Espíritu.
The Spirit (Frank Miller, 2008).

Hay un problema lo suficientemente básico en la nueva estrategia que da salida al mercadeo del cómic en el cine como para replantearse futuros proyectos, y es que este medio (de fanáticos de culto) trata de ganar terreno a un campo que no le pertenece, y sin tener las bases fundamentales para, siquiera, dar con un intento de obtener un sello en particular. En los últimos años nos hemos visto abordados por diversos personajes de naturaleza gráfica con resultados por mayor ambivalentes, por un lado hemos visto grandes sorpresas, que se reciben de alegre manera, claro, pero por el otro ha habido grandes decepciones. No puedo decir que The Spirit sea una más de ellas, y es que personalmente nunca creí del todo en el proyecto, pero sí creo que debe serlo para el que en realidad lo haya visto con esperanza.
Algunas cosas quedan muy claras al ver The Spirit, una de ellas es que no importando su naturaleza primaria, lo que debe suceder en una pantalla de cine es, natural y lógicamente, cine. Y no es que sea el más grande de los puristas en el campo del séptimo arte, en ocasiones he defendido aportaciones de ciertos movimientos que tratan de innovar sobre el lenguaje del cine, pero es porque se nota un oficio y conocimiento de uso de ese lenguaje en aquellos que lo intentan. En The Spirit se nota la mano amateur y falta de conocimiento que se suponía.
A los amantes del cómic les debe quedar claro que si bien se comparten ciertos elementos visuales entre el cine y su lenguaje gráfico, no lo es del todo igual en cualquiera de las versiones, no se puede llevar una película a un cómic como una cómic a una película sin una adaptación real hacía el lenguaje que va a predominar. En estos casos, hablando de novelas gráficas a filmes, se deben perder ciertos detalles que no sirven dentro de una puesta escena, fuerza vital, de una película.
No importando que el señor Frank Miller sea uno de los más elogiados y amados creadores en el arte del cómic, se debe de indicar que el cine lo realizan gente dedicada al cine. Si bien auxilió a Robert Rodríguez en Sin City, después de ver esta película queda clara su aportación, mera creativa, a esa cinta. Si bien para muchos es cuestionable la carrera del Sr. Rodríguez por sus incursiones en diversos géneros, no queda duda que su manejo del lenguaje es siempre el acorde para con el mensaje a enviar, cosa ya en sí complicada. Al parecer, el señor Frank Miller quiso llevar esa escuela aprendida - a medias - de Sin City a otro cómic que podía competir estéticamente con el suyo.
El problema es básico, como ya he dicho, y aquí no deben caber las dudas de si alguien ha leído o no la obra, si bien conoce del todo la novela gráfica llevada a la pantalla. La naturaleza en el origen de las historias de la pantalla son diversas y siempre ajenas al cine; si no es un relato escuchado, termina siendo un cuento corto, novela o bien una mera idea de alguien que no sabe nada de cine, en grandes ocasiones. Pero este es es el primer paso para convertir una idea a una obra audiovisual, pues esta deberá ser estudiada y llevada bajo cierto rigor a un planteamiento cinematográfico, ¿cuántas veces no hemos ido al cine sin leer la novela, cuento o relato al que se versiona? En el cine existe la adaptación, y una buena adaptación, como se debe saber, no es la que le es más fiel a la “partitura” original, sino la que lleva la esencia de ésta a su campo, uno distinto en las maneras de expresión.
El señor Frank Miller como buen artesano de su medio, se ha dejado vencer por su vena creativa y ha confundido los ritmos de un lenguaje distinto al suyo, el manejo de planos queda rebasado por una historia que en si, tarda en tomar coherencia y se complica dando a conocer su conflicto principal (básico y elemental en una película). Y es que es algo tan sencillo como darse cuenta que una película no se lee de la misma manera que una novela, como una novela de un cómic o novela gráfica.
Elementos primarios dentro del cine como el uso de emociones bajo ángulos de intención, movimientos de cámara y ópticas (etcétera) han quedado al uso de una estética que nunca logra despegar del todo, una estética que intenta no repetirse para con Sin City, nos dicen (a pesar de su gran parecido) y que no se logra del todo, pues en el filme donde colaboran Rodríguez y Miller sí se denotaba un uso claro a favor de una historia. En The Spirit el lenguaje cinematográfico queda reducido a una prueba fallida de dirección.
El trabajo actoral no es para nada destacable, se nota que todos los participantes en la cinta se pasaron un tiempo muy entretenido mientras se filmaba la cinta, pero que nadie preparó un personaje ni puso mucha seriedad al proyecto. El género de la cinta también causa un poco de ruido, no se mezcla en conjunto, sino que se viaja entre una comedia negra, en ocasiones, donde el uso de la violencia contenida en ocasiones (se nota esa parte del aporte que se quería dar) es mal lograda, con otro estilo de mínima comicidad, una muy sosa que no deja de parecer exagerada.
El cine, pues, siempre lo será, será cine, para bien o para mal. Cuando uno se adentra a una de sus salas, así sea para ver una versión de cualquier ópera, uno no espera ver un sólo plano de una orquesta que interpreta lo que escuchamos, así como unos cantantes lejanos que no cambian en escala de tamaño nunca, lo que se quiere es observarle hasta los ojos, de detallar ese mundo que sólo el cine puede dar. Tampoco se pide esto cuando la situación es contraria, cuando se va a una teatro operístico a escuchar la misma obra. Es una lógica aprendida, un respeto de espacios entre artes y formas de expresión.
The Spirit se interna en un campo peligroso al querer rebasar esas reglas sin mucho peso bajo la manga, lamentablemente sale perdiendo. Al final resulta una película dispar, difícil de observar, y no por el hecho de la temática de la novela gráfica, sino por su hechura misma, cojea de varias partes básicas y nunca logra cuajar del todo en algo que se nos quiera contar. Algo me queda claro al ver The Spirit, lo dije, y es que al ir al cine uno espera ver cine, así como también queda más que claro que Frank Miller, mago, hechizero, genio o demás, no es un director de películas. No es un director de cine.

El Espíritu de Frank Miller.
Calificación: 2 de 5 (Prescindible)

viernes, 26 de diciembre de 2008

Australia

REDONDO.

Australia.
Australia (Baz Luhrmann, 2008).

Hablar sobre Australia resulta un tanto complicado, ya que se pueden encontrar diversos matices dentro de esta cinta - eso sí - un tanto alargada. Es la película que como ya he mencionado en anteriores ocasiones, fue la apuesta de la temporada para aquellos que buscan algo más que sorprendentes secuencias de efectos especiales en pos del asombro popular. Es la clase de película donde, en efecto, y al igual que las anteriormente mencionadas, hay un alza increíble en el presupuesto, pero que se propone por una manejo más tenso de las acciones, con un reparto “más serio” o bien también en su caso, más popular, y se vende desde meses antes como una película que dejará algunas cicatrices en el respetable.
No fue sorpresa que su salida al mercado se haya centrado en estas fechas para que grandes números de personas se acercaran a los las salas a degustarla, me refiero tanto a gente con gusto y tacto para el cine, como para aquellos que siempre, no se cómo, tratan de reencontrarse con ese sentimiento anudado en sus pasados. Hablar de Australia resulta difícil porque si bien no es la mejor película del año, ni de la temporada, creo, sí logra ese objetivo de sentimiento que se propone.
La historia no resulta del todo lo más complicado del mundo, lo que el señor Luhrmann ataca presentando a otros tantos personajes, sumando cabezas (hablando de ganado creo que puedo utilizar este termino) a la formula de romance ya conocida. Ahora no sólo tenemos a chico y chica, sino a hijo en una semi-adopción (con cierto esquema que hace una referencia pobre al imperialismo) y un abuelo-mago-nativo que sabe todo lo que ha de terminar por ser lo bueno y malo en esa tierra, realmente desconocida, para todos los personajes del filme. Al final, claro, reina el amor y la libertad.
Es cierto, el final de Australia, a pesar de ser el obvio, es tal vez de lo mejor de la cinta, y no deja de ser fresco. Es la libertad por el amor, el discurso que indulta (o intenta disculpar) los errores y deja que las cosas tomen el curso que se requiere para beneficio de esos sentimientos que por fin pueden dejar de defenderse y empezar a disfrutarse. Que deja que las riendas sean tomadas como debieron de ser; y es que si las cosas son de cierta forma, eso no indica que deban ser así; nos repiten en un par de ocasiones claves dentro del filme.
No podemos negarnos que para el final de la cinta esta ya nos ha ganado, y disfrutamos el desenlace, el cual nos parece justo y aceptamos los abates que todo este conflicto tuvo. No así, podemos mencionar que el principal error de este película es uno muy básico y que no debe de existir en películas de estos niveles, el inicio. La primera media hora, incluso un poco más, es tal vez lo peor de la cinta, es por eso que comencé dictando que hablar de Australia resulta complicado, y es que en efecto, a la mitad de la película todo está ya centrado en una cinta de su categoría, pero ese comienzo a estilo de cuento (tal vez navideño, que sé yo) es algo muy débil y mal logrado. El ritmo, estilo y manejo de planos con que se nos empieza contar la película no son la presentación de lo que será después el filme, y esa narración por parte del niño que tendrá al cabo de ciertos minutos un regreso para cerrar ese primer movimiento en que ya debimos de centrarnos en el espacio físico y temporal de la cinta, es muy frágil. Todo se basa en un mural paisajista para dejarnos entrever la belleza de ese lejano país, cosa que la cinta siempre intentará alrededor de su duración, pero que en los primeros minutos hace que todo parezca un poco vago y que esa primera muerte, en la que se basa parte de las primeras complicaciones a vencer, se pierda en emotividad y fuerza.
Australia cojea debido a este primer paso, algo relevante. Después, claro, podemos decir que el señor Luhrmann supo unir las piezas y nos fue centrando en una historia de amor, lo suficientemente fuerte para estas fiestas, disfrazando una aventura ganadera a través de las terrenos de Australia.
El filme, pues, acaba por no dignificar del todo la temporada, queda corto pero elegante. No puedo negar tampoco que tiene sus momentos de tensión muy bien logrados y que al final te da gusto que, después de todo lo sufrido, la pareja, eterna compañera de nuestra historia, logré ser feliz.
No se puede decir que el director, quien ya nos ha acostumbrado a melodramas de cierta altura, no logré sacar las emociones del auditorio y que este se deje llevar por las tentaciones de un historia que debe concluir como lo que es, una historia de amor que juega entre el drama, melodrama y guiños de comedia.
Baz Luhrmann se la ha jugado esta temporada con uno de los escaparates más vistosos del año y sale bien librado, no podemos decir lo contrario, aunque debemos acentuar que tampoco es la mejor cinta de su carrera.
Por la parte actoral no hay quejas mayores, el señor Jackman está solido y desde hace tiempo se encuentra en su etapa de madurez. Nicole Kidman, por el contrario, le cuesta emprender el vuelo, pero es que creo que aquí el caso es que Baz Luhrmann no tenía contemplado un personaje tan complejo, no obstante al final deja en pantalla un buen sabor de boca. Los personajes del niño y el anciano mago creo que se quedan a medias y, por lo menos, el niño, no logra sacar lo que debía de la historia.
Australia es una película ajena a la critica, creo que habrá a quien no le guste y quien la ame, es difícil hablar de ella, se encuentran elementos de buena manufactura y errores que no se podían permitir. No así, es una cinta que se puede ir a ver sin mucho temor, no habrá sido tiempo perdido, el espectador no saldrá con las mano vacías. Se llevará, por lo menos, una bella parte de Australia (el país) en la mirada.

Australia de Baz Luhrmann
Calificación: 3.5 de 5 (Buena a Secas).

martes, 23 de diciembre de 2008

El Sustituto

REDONDO.

El Sustituto.
Changeling (Clint Eastwood, 2008).

En los último años el cine mundial se ha manifestado por un discurso visual (estético llanamente) que se aleja un tanto de ese lenguaje purista que declara, ante los ojos de cualquier espectador, el verdadero asomo de las emociones que se pueden crear a través de los elementos que tiene el artista de esta rama para atacar al espectador; una hoja en blanco donde detallar ciertas acciones, y una pantalla virgen, sin nada en ella, donde se reposarán encuadres, únicamente encuadres y movimientos (falaces realmente); que bien ordenados - y con la duración precisa - deben aparentar una realidad, más nunca ser ella.
El señor Clint Eastwood no sólo se ha inclinado por este sentido clásico y estricto de la cinematografía cuando se encarga de llevar a cabo sus proyectos, sino que alcanza limites que pocas veces se tocan ya en un cine cada vez más alzado al espectáculo de un marketing establecido; estilos propios de una generación que se vive, ya lo he dicho en anteriores ocasiones.
El Sustituto (Changeling), última entrega de Clint Eastwood, es una muestra vil de un cine duro, pensado y sobradamente realizado desde el punto de vista de la creación, desde el lenguaje cinematográfico. No se abraza de artilugios de relleno y hace lo que toda película debe de hacer - y nunca dejar de hacerlo - contar su historia, no se exagera a si misma en pos de la sobre-expresividad tan de boga en estos tiempos (como en los últimos comics llevados a la pantalla por ejemplo) y se centra en sus funciones vitales, explorándolas y explotándolas con inteligencia, fuerza y sobre todo elegancia.
No deja de ser el discurso y estilo de un director que ya nos ha acostumbrado a un cine de buena manufactura, no es obviedad decir que el señor Eastwood muestre en las planificaciones de sus entramados una madurez real.
Changeling es una historia que se va entretejiendo de a poco, no podemos decir que conozcamos los caminos que se van a ir sugiriendo en su entorno. Los indicios que se van creando, y acompasando lentamente en esta amalgama de subtramas trabajan únicamente, y a través, del canal de la historia principal, como deben hacerlo., como siempre debe de ser. Y, apoyándose en su personaje principal, en una buena (a secas) interpretación de Angelina Jolie, como un ser vacío, atacado y dejado sin esperanza, flirtea con un temor generacional actual, algo que se agradece ante tanto intento de analogías actuales.
Changeling es una bocanada de aire ante ese ensombrecimiento de espectacularidad actual, y es que, irónicamente, esa espectacularidad le quita su grado de espectáculo al cine, ante la técnica que se requiere para llevar a cabo un mensaje por medio de este arte grandilocuente ya en si (como lo denotan esas escenas casi al final de esta misma película), así como de la honestidad que requiere el auditorio para dejarse creer en que lo que se nos enseña.
No podemos discutir tampoco esta cinta como la mejor en la carrera del Director Clint Eastwood, es claro que lo alcanzado en The Unforgiven, Mistyc River o Million Dollar Baby (para muchos), sobre todo en la primera, queda un poco alejado de esta puesta en escena, pero es que creo, debo indicar en primera persona, que en está película dejo llevarse más por otro tipo de conflictos, lo que enrudece su estilo y le auxilia a tener una estructura que si bien, es lineal, es un poco fuera de ese orden al que nos había acostumbrado, y es que el mundo, allá afuera, nos tiene tendidas varias sorpresas, y esas sorpresas logran salir a la luz aqui de manera más que eficaz.
La escenas donde se nos muestra ciertas muertes son de un tacto, gusto y conocimiento tanto del plano como del montaje, que hacen que todos en la sala sientan un horror ante algo que en realidad no muestra nada. Y a eso, se quiera o no, en mi tierra y las demás, se le llama cine, cine en la forma más pura.
Changeling es una opción que se deja entrever comercial y sabiamente por estos meses, preludio a los premios de nuestros vecinos del norte. No me sorprendería verla en algunas categorías, pues el look que contiene es uno de los que más agradan a la academia, la fotografía es impecable, muy bien cuidada y la edición puede decir lo mismo. En su parte musical, como también ya es costumbre, el señor Eastwood nos regala su minimalista manera de componer para la pantalla, pero en esta ocasión, creo personalmente, aquí sí muy personalmente, que ha dado en el blanco con toda esa sensación anudada en su película. Es sin duda uno de los mejores scores que nos ha brindado.
Changeling se aproxima a las carteleras de nuestro país, su estreno se vaticina para el 22 de enero. Yo he podido ya observarle gracias a la distancia y es por lo mismo que no ahondo en ciertos temas que requerirían de desnudar más la trama. El señor Eastwood ataca de nuevo, con esas ganas de hacer buen cine. El espectador debe y puede responder de la misma manera al acercarse a esta cinta, con ganas de ver buen cine.

El Sustituto de Clint Eastwood
Calificación: 4 de 5 (Muy Buena).

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El Día que la Tierra se Detuvo

REDONDO.

El Día que la Tierra se Detuvo.
The Day The Earth Stood Still. (Scott Derrickson, 2008)

Al parecer, muy a mí parecer, en estas temporadas de estima polar (por aquello de lo polarizado de cada quien en su cada cual) todo se puede. Se puede dar un abrazo sin pensar en el amor, se puede descansar con desvelos continuos (y progresivos), se pueden crear esperanzas sin estados de calma y sobre todo, se puede hacer una recitación al pasado, creando, de por medio, una mediana pieza de ciencia ficción basada en una de las obras más conocidas del género. Todo es posible, es navidad.
He elegido reseñar esta cinta por la exquisita razón de que todo en su entorno daba por sentado un resultado de mediana envergadura, además porque era - y soy - un asiduo a la historia original. He optado por centrarme en la película de ciencia ficción de las navidades porque fue la apuesta de la temporada, la heredera de los Harry Potters y Señores de los Anillos de fines de año anteriores. Y es que si en todo caso resultara cierto ese mito en la industria de que un director no es sino más que su última película, pues el público no se ha de quedar atrás, de alguna manera obtiene lo que exige en otras tantas actividades. En esta temporada tenemos pues, desde vampiros enamoradizos (que en otras ocasiones fueron ángeles) hasta ultimátum(s) a la tierra (que en otras ocasiones fueron pura fantasía rodeada de amistad). En efecto, el mundo se está agotando.
Ésta es, pues, la cinta de este fin de año, de un año que todos habremos de poner en la balanza dentro de poco, si la supuesta bella costumbre logra ganarle a aquella otra de beber. Lejos han quedado esos fríos decembrinos, he dicho, donde uno salía con trucos de magia bajo el brazo o un mundo fantástico que cada vez nos encariñaba más con la desconfianza hecha carácter. Ahora todo recae en la supuesta conciencia del entorno ecológico tan cantado ya desde hace años. América siempre queriendo salvar al mundo a su modo, a base de golpes.
Y es que el discurso de El Día que la Tierra se Detuvo es por más obvio y no deja en duda el juicio del estudio productor y el director, un realizador que ha pasado por breves etapas en la manufactura de un cine apegado a la catástrofe, el oscurantismo y la fantasía. Si bien la cinta original recae en esa ciencia ficción que ha envejecido mal por la azarosa creciente de efectos especiales a favor de un impacto visual, dejando de lado las exigencias dramáticas y narrativas que se exige como parte básica del cine, no deja duda de su fuerza y de su calidad, superiores a este remake que termina por quedarse inconcluso.
La película que dirigiera Robert Wise a principios de los 50 recaía en el discurso de toda una generación, en las emociones de esta, en los miedos extrapolados en una serie de cuentos de índole extraterrestre, analogías hoy claras de una verdad incipientemente escondida bajo una dura política por parte de un gobierno que desaparecería las opciones de un camino diferente, de un futuro que podría venir después y reclamar el sitio. Es por eso que ese final gris, esas pocas palabras de carente aliento de Klaatu ante las mentes más brillantes del mundo dejan certeza del hecho vivido, esa nave que se aleja sin respuesta, ese futuro que se va.
El principal error de este remake concierne a este enfoque, y es que todo lo enseña, nada se calla y en verdad no dice mucho (la homónima de décadas atrás decía bastante más) y termina con la magia del cine, esa de poder decir más de lo que se muestra, esa construcción subtextual con que en aquellos años la ciencia ficción denunciaba ciertos hechos que se suscitaban ante los ojos de la sociedad, que atroz, veía tanto la realidad como las películas. Y es que el tema no da de si, todos sabemos del problema por diversos medios de información. No hace falta el golpe.
Tratar de revalorizar una trama que en sus años fue considerada de pacifista y con elogios por parte de ese devenir generacional, no debe nunca ser parte de un debate. Si se tratan de configurar ciertas escenas claves de la cinta original en esta nueva versión, uno puede percatarse de un guión débil y una dirección en pos de llegar a las grandes escenas de efectos especiales, tratando de disfrazar todo con cierto oficio en un suspenso no logrado. A veces pareciese que Scott Derrickson creyese que toda la gente se conoce el filme original y deja ciertos caminos sueltos que se pueden cerrar recordando elementos de la cinta de Wise. Los elementos fuertes en la original como el profesor (líder real del mundo, usando plena acción de su razón y alejado de la estrategia política siempre cercana a la violencia) y la legendaria secuencia donde la prueba mayor de poder de una inteligencia superior es el solo hecho de hacernos ver lo que somos en un mundo que se detiene ante nuestros ojos, son mal leídas y erradamente presentadas. Una se queda bien como una anécdota que se pudo eliminar sin mayor dificultad, y la otra no logra jamás entenderse en el sentido en que se debía. Lo peor es que así se llama la película, en fin.
Estamos ante una cinta débil, no podemos negarlo, es una cinta débil incluso para aquellos que no conocen la película original, una trama que se marea a si mismo tratando de volver moderno un filme de culto, de rendirle tributo y al mismo tiempo de crearse un look de cinta de miles de millones de dólares, de dejar huella en escenas de alta tecnología y de crear cierta conciencia en el auditorio. Aunadas estas razones, se suman obvias razones del porque este trabajo queda inconcluso en la mayoría de sus facetas. Este filme remake de aquel legendario de 1951 no es del todo digno y bien podría dejarse pasar si es que se tiene una opción medianamente semejante. Y es que ni las escenas de efectos especiales son tan espectaculares, las actuaciones son sosas y la trama se ofusca entre varias subtramas que no despegan, que no se logran explicar del todo. Hay guiños, guiños de lo que podría ser la cinta original llevada al tema de moda, pero sólo se queda en eso, guiños.
El día que la Tierra se detuvo es, como ya he mencionado, el filme de este fin de año, un acercamiento a esta visión de baja estima y discursos de índole autoritaria, violencia y catástrofe que se exige y reclama, no lo podemos negar. Por supuesto vendrán otras producciones grandes como The Spirit (la siempre “alternativa” sangrienta decembrina que ahora tiene cabida por la creciente boga del cómic de culto en el cine), Australia (el drama obligado de la temporada) y The Changeling (otro dramón) que se presenta como una opción que se antoja mayormente, sobre todo porque el señor Eastwood nos ha mostrado que es uno de los mejores directores desde hace muchos años; su técnica, visión y puesta en escena son impecables.
Se nos ha ido el año y la tierra sigue, pues, moviéndose de un lado a otro, con muertes y guerras y asuntos ecológicos que se denuncian y se quedan en eso, mera denuncia. El destino aún no nos alcanza, pero ya le tocará su turno.

P.D. Y para aquellos, como yo, que queríamos ver de nuevo a Gort en pantalla, pues no hay las grandes sorpresas. Un decepción mayor, tanto en su aparición como en función.

El Día que la Tierra se Detuvo de Scott Derrickson
Calificación: 2.5 de 5 (Regular).

martes, 2 de diciembre de 2008

El Segundo Verano Menguado

VÍA LIBRE.

En esta ocasión dejo aqui un texto pedido por mis amigos de Roots México, que puntualmente, a veces un poco apresurados, me solicitan mí ayuda en ciertos textos relacionados con el cine. Como no es de extrañar, en esta ocasión me propusieron lo usual, un tema de actualidad. Como no me he decidido a desmenuzar algunas de las propuestas de estas fechas expuestas en el cine, me he enfrascado en una síntesis de lo que es para mí, el cine de la época navideña.

EL SEGUNDO VERANO MENGUADO (NAVIDAD & CINE).

A. Güiris V.

Para nadie es de extrañarse que la industria cinematográfica, a cargo de nuestros vecinos del norte, así como de una nueva ola de productores nacionales y de otras tantas regiones que han abierto un poco los ojos al negocio y lo han comprendido en todas sus facetas, considera esta época de fríos y regalos como manos dispuestas a “donar” parte de su salario al entretenimiento del cine veraniego, aunque suene a ironía o bien a una mala broma. Lo anterior lo menciono a colación del presente texto y de manera sincera, pues no hay tal fin más que el de la silueta de una sonrisa. Déjenme explicar, esta vez, con menor tenor de rebusqueda en los sentidos: Todos sabemos que navidad, para el cine, es el segundo verano.
Empecemos por reconocer las pautas de las películas que son entregadas en gran parte en la segunda estación del año (el original verano): grandes producciones (referencia obvia al presupuesto) donde las escenas de batallas, persecuciones, explosiones y súper héroes (aún sesgados a ese estilo de mercado) se encuentran para dar satisfacción a los asiduos asistentes en esa temporada de vacaciones y pretensiones de mayor relajación, lamentablemente aún en nuestro país el relax no forma parte de la lectura cultura, es un trabajo más. Pero sin adentrarnos a esta y otras quejas que sin duda resultarían del tópico, el cabo se amarra en la presente temporada; pues no es sino un eco de la anterior, así como también sus asiduos asistentes, en esta ocasión padres lo demasiado cansados para luchar y que deben entregarse a la democracia familiar y sortear los obstáculos presupuestales para dar gusto y cabida a los menores y los ya no tan menores que han de creer que la vida es más fácil de lo que aparenta, reuniones de amigos en pos de la bebida pero que antes deben de encontrarse en el sitio donde las fotos en el diario se originan, así como de amigas que si bien acabaran bailando sobre los sillones de alguna disco, primero deben sentir la banal pretensión de ver a su actor favorito (centrado en el valor de la belleza) actuando sobre la pantalla y sentir la fragilidad del amor en sus pequeños corazones, o bien, un poco de terror para hacerse sentir un poco más alternativas. La navidad comienza, señoras y señores, comienza y debemos aprender a valorarla como lo que es, ¿por qué no?
Asistir al cine en navidad es una experiencia reducida a un mes y un par de semanas más en enero, películas que retratan el poder de la industria antes dictada, un fuerte imperio que disfraza (y con cada año de manera menos creativa o bien más cínica) los entramados repasados por años: comedias románticas y cintas de terror que se pelean el valor, ya perdido (realmente nunca dictado ni existente) de las acciones buenas (no buenas acciones), de esta época de pedimentos y más pedimentos. Géneros, por que no decirlo, de mero tramite en una temporada sin mucha exigencia, no me inclino así por decir que siempre son de esta manera, ambos tienen su valor y sus valuartes que han derribado cadenas de gustos y han pasado a la historia, pero en consecuencia de este segundo verano, debo insistir en su trabajo de etiqueta. Uno encaminado para los que no gustan de los villancicos y deciden sentirse originales con la siempre presente cinta de Horror (un poco de lúgubres y sangre para teñir el clásico rojo), y otro enfocado en tramas traídas al público habido de reencontrar su fe en el amor y sentirse decidido a comer su uva con la promesa de encontrarlo en el año entrante. Terror y amor, no como antítesis sino como complementos. La navidad siempre con sus milagros.
Asimismo, y cada año con menos acierto, el cine de animación, tan bueno en otras épocas, se ha reducido a historias parecidas, sin la originalidad característica de otros años. Sectorizándose a encontrar más personajes que vendan en el mercado que en historias entrañables así como en secuelas que regularmente dejan mucho que desear y que pensar. ¿Será que el cine de animación es en sí un hijo supradesarrollado de la historia del cine mismo y se ha contagiado de le epidemia industrial con mayor rapidez y avidez? ¿Cuanto tiempo faltará para el primer remake de animación? Poco, muy poco, pienso pero sin tanto cinismo, claro, eso vendrá después, casi lo puedo asegurar. Por ahora me conformo con las peculiares similitudes entre compañías.
Diciembre, siempre diciembre, el navideño, símbolo de promesas que caen en forma de nieve, diciembre veraniego, diciembre de familias y multitudes, de películas mas o menos trazadas, mas o menos degustadas, mas o menos dibujadas, mas o menos, mas o menos.
Y al contrario de las esperanzadoras fechas, el cine no da espacio a las sorpresas; se sabe desde antes que películas serán las mejores, no hay sorpresas en el cine de navidad, los estudio inteligentemente agregan a estas fechas ciertas renombradas cintas que han de captar la atención del clásico auditorio que se dirige con recelo y mirada cautiva a seguir su carrera de cinéfilo purista. Cintas que van del drama bien establecido al ya establecido - lastimosamente - como estilo con look independiente; donde las bandas sonoras de nostalgia y las historias un tanto revueltas son el tema a perseguir. No hay sorpresas en navidad.
Y así, sin sorpresas, con milagros esperados y debacles cada vez más evidentes, es como se activa la cinematografía nacional; que al caso es lo mismo pero que aplaudo que cada vez tenga más presencia. Nos nos dejemos vencer aquí por lo egos, es obvio que aún falta un poco de trabajo para empezar a redondear los trabajos, pero en navidad, navidades como dijera un buen compañero, es sólo el trámite. El tener en cartelera algunas cintas de la misma calidad que la etiqueta gringa, ósea mas o menos, es un mérito dado. Si queremos bien un cine de calidad, este no aparecerá de la nada, debemos ir creciendo poco a poco, acostumbrarnos a observar distintos géneros dentro de la visión nacional, sean trabajos pobres, bien intencionados o presuntuosamente logrados a medias (como creo que es la clasificación que ahora impera). El cine mexicano crece, es notorio, aún no con las producciones que muchos querrían pero es evidente el crecimiento en aportaciones, ¿cómo creen que se hace el cine? Con dinero, y ese dinero sale de otros tantos proyectos realizados con la proposición de hacerlo. El cine mexicano empezará dentro de poco su ciclo de madurez, que será largo es cierto, pero como regalo de navidad y año nuevo, veo con animo, como rayo de sol que entra por mi ventana para delatarme la primavera - donde no existe ni el verano ni la navidad.
El cine de navidad no está a la vuelta de la esquina, ya se encuentra en carteleras. Es hora de el último verano del año. ¿Alguien ha visto a los espíritus rondar?