Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 20 de julio de 2009

Y como Tributo al Duque.

VÍA LIBRE.

Este es otro de los ejercicios que hemos realizado en los talleres de relato corto. En este caso se nos pidió la creación express de un cuento sobre la irascibilidad de un personaje. Yo basé esta ficción en una vieja anécdota mental que me había regresado a la mente un día antes, al asistir a un concierto de Jazz.

Y COMO TRIBUTO AL DUQUE.

A. Güiris V.

Me le eché encima cuando cuando interpretaban Prelude to a Kiss de Ellington, la última canción que aparecía en el mediocre programa que me habían obsequiado en la entrada -me había decidido a asistir a la presentación tan sólo media hora antes- los platillos salieron disparados por todos lados mientras los que emulaban a Thelonius Monk y Ray Brown se quedaron en sus puestos sin hacer nada, protegiendo quizás sus instrumentos, manteniendo la vista en los golpes que le propinaba al pobre líder del trío mientras le insultaba internacionalmente (cabrón, mama-huevos, gilipollas) supongo que tampoco les caía bien del todo; el público expectante, ecos de sus impresiones. Me mantuve a nivel durante todo el primer bloque de canciones, las de su disco, su primer disco; el mismo lo dijo, lo pidió de buena gana: “Son canciones mías, de mi único disco, cómprenlo. Ahora con la crisis los músicos también necesitamos ayuda”, y yo de imbécil que le hago caso y que la ayudo. 15 malditos euros gasté en el intermedio por tenerlo, en realidad las dos últimas canciones que habían tocado me sorprendieron, el contrapunto entre el cencerro, el bombo y la tarola me había dejado con la boca abierta. La calidad musical siempre va aparte, siempre, muy a lado del corazón.
En la portada su rostro, no tanto él en realidad como su representación, entonces recordé por lo que había ido, por las deudas a saldar, por todas esas indagaciones mentales, pesadillas de medio día, en que lo imaginaba encima de ella. Miren que ya estaba grandecito en esos años y ahora más, y si yo era ya grande para ella en ese tiempo; no, no, no. No quiero ni pensarlo, no otra vez. Aún no comprendo que le pudo haber dicho, con que palabras la habrá atraído. Casi estoy seguro que ni siquiera tuvo que abrir la boca, sólo dando golpes burdos con sus palitos de madera a las membranas de su DW de colección la mantuvo cautiva, pero ¿por cuantos años?, ¿los mismos que a mi? Juro que no vuelvo a enamorarme de una tipa que le guste lo mismo que a mi.
Y miren que es bueno el cabrón; volver en el segundo bloque con standards de jazz y hacer con ellos tal maravilla; no cualquiera. Prelude to a Kiss, preludio a un beso, la última del programa, ni siquiera di tiempo para las exigencias de los encores. No, pude contenerme; en la mente la imagen de él rozando su cuerpo después de improvisar de esa manera, en privado, y ella como yo, con la boca abierta. No, no, no. No esperé ni siquiera a que avanzará su improvisación cuando ya me encontraba encima de la tarima-escenario y me le aventé, mis manos tratando de llegar a sus hombros para safarselos y jamás pudiera volver a tocar, ni a ella ni a nadie, mi cabeza hacía su pecho para ver si de una vez por todas se le detenía el corazón; y de paso a ver si así dejaba de quererla, de amarla, de llamarla con los latidos de su tambor. Unas manos negras, las manos del guardia de la sala pudieron conmigo a la primera, aunque también le di un par de golpes a esa bestia, fue más por inercia que por efecto pensado, con tres cachetadas bien puestas pudo conmigo totalmente. Cuando me retiraron del lugar, o más bien cuando me votaron a la calle como bolsa de papel, aún tenía en las manos el disco de la banda, iba ya un poco doblado y ensangrentado. ¡Miren que en vivo lo hacían muy bien!
¡Pero que buenos son!, le digo a Rocío, la mujer que me cuida desde entonces, ella también les ha ido cogiendo gusto. Claro esta que no me deja ponerlo muy seguido, por salud (mental y física), y es que justo en la última canción, cuando siento que ya va a terminar el disco y no quiero que haga una vez más de la suyas, me aviento estrepitosamente a los altavoces y termino con el cuerpo ensangrentado. ¿Qué siempre he de terminar con el cuerpo dolorido cuando la recuerdo? ¿Por cuantos años?, ¿los mismos que él? La calidad del amor siempre separada de la musical, siempre.

Las Cosas que he de Ser

VÍA LIBRE.

Desde hace ya un par de semanas, mientras el verano se acercaba y las actividades cesaban un poco, ingrese a un curso de relato corto; para ejercitar esa vena que nunca debe dejar de emplearse, y de paso para conocer a más gente encantada por la fascinación del leer y escribir. He aquí, pues, un pequeño ejercicio que realizamos para conocernos entre los miembros del grupo. Un pequeño ensamble de cosas que nos gustan y disgustan. Este es el mío.

LAS COSAS QUE HE DE SER.

A. Güiris V.

Aún no sé del todo como sucedió pero ahora ya está hecho y en síntomas de recuperación, así que puedo decirlo - uno debe, o debería más bien, decir las cosas cuando ya han sucedido y no cuando están a punto de - porque ya no recuerdo bien como es que se dio: mi capacidad visual fue perdiendo su fuerza, o vitalidad, o que sé yo, el caso es que me gusta, no deparo en ello con ahínco de terror y antipatía: siempre quise tenerlos y ahora, ya pasados los años, puedo recordarlo; de niño siempre quise utilizar anteojos, quizás porque siempre me han gustado (los artefactos), o más bien porque me han llamado la atención las personas que los llevan, sobre todo porque son ellas las que me han alentado a ser “yo”, cualquiera que sea el significado de eso (muy a pesar de lo que se pueda o decir o suponer, que siempre es errar y viceversa). Me agrada utilizar gafas, sí, alguna vez incluso llevé algunas de pasta gruesa porque me gusta como se le veían a Elvis Costello en sus primeros discos, hay un par de canciones que me gustan más de lo suficiente, aunque no me agrada del todo que se haya casado con Diana Krall, sobre todo porque hace de una mujer bella e interesante algo ya ajeno a la propiedad del sueño colectivo, no así del anhelo, que no me interesa en lo más mínimo, incluso de mis sueños, pero no soy muy soñador; no me gustan las fantasías que me hacen vencedor sino los retos, me gustan las pruebas que me imponen los limites a los que me ha llevado el transcurrir de los días. Me gustan los atardeceres, sentado en algún rincón de un un parque, o plaza, seguido construyo conversaciones largas (más largas de lo apetecible) sobre y “de” personas que tienden sus vidas para desnudar el pasado que pesa; me gusta escribir y relatar, me gusta imaginar, que no es lo mismo que soñar, no para mí; no me gustan por ende los sinónimos, cada palabra tiene su poder y sus significado, no me gustan los parecidos, me gusta en todo caso deshacerlos con impropios ficticios; suelo convivir con personajes que me invento y recapitulo; algunos de ellos no me gustan pero sí el definirlos ¿por qué no? Me gusta subirme al servicio público, encontrar un par de víctimas, no más de 4 individuos - entre más coloridos y folclóricos mejor - e inventarles una historia; responderme de dónde vienen (¿qué génesis los ha colocado aquí?), a dónde van (¿cuál es su dirección?), que misterio los aqueja (¿qué oscuridad se oculta bajo ese manto de humanidad?), que tragedia les está por suceder (¿como terminarán?), ¿cómo se les ha de echar a perder la vida por alguna peripecia trágica?, un drama griego o casi griego, pero del cual uno puede salir riendo, o por lo menos no aquejado - como una comedia igualmente griega - si no es a uno, claro, al que le atañe el pesar: esto es en si una regla de oro en los guiones del cine norteamericano, no así el del cine de Europa del este, que es más intimista; de tesis le llaman algunos - no obstante, como buen latinoamericano que soy, y no me quejo de ello; no me apetece hacerlo ni la gente que lo hace; siempre he de terminar buscando en los recovecos de mis personajes que siempre optan bajo mi obligación de autoria, a dedicarse a labores que enriquecen los bajos mundos y empobrecen la bella ilusión de un mundo más sofisticado: me gusta inventar, crear de lo ya creado, no genero sólo construyo. Me gusta el humor negro y un tanto desenfrenado, me gusta contar y no mucho ser contado (pero esto es algo que a muchos no gusta, está claro, es en parte lógico y obvio), soy introvertido en suma; me gusta ser mexicano, lo soy, claro, y mí país: y sus colores, y sus fantasmas y demonios, y sus risas, sus burlas a la muerte (siempre colorida o de colores, que no es lo mismo pero suena igual), y me gusta la muerte, y el pasado, y la soledad; me gusta estar solo y escuchar jazz, soy un melómano consumado y redimido pero me inclino siempre por este genero negro norteamericano en mis ratos de vaguedad. Me gusta el bop y más el bebop, también el swing y el sonido “Chicago”, me gustan las baladas de Chet Baker, y saber que fue un adicto y murió porque su cuerpo ya no pudo más con las inyecciones, me gusta la técnica de Joe Pass a la guitarra, y también saber que murió, al igual que Baker, porque sus entrañas habían ya sido rebosadas del etílico veneno de los fines de semana. No es que yo sea como ellos, es sólo que me gusta saber que aún los “perdidos” encuentran el sentido de la belleza para el mundo y así se hacen un lugar en la historia, me gusta saber que los perdidos aún encuentran. Casi nunca escucho el “fusion” de mediados de los 80s, no le encuentro mucho sentido al sonido de los bajos electrónicos de aquellos años, me gusta la guitarra y el piano, me gustan los metales y sobre todo la trompeta, más que el saxofón - Gillespie, Farmer y Terry antes que Miles - soy vernáculo y amante del sonido puro de los instrumentos hechos a mano y con sonido a manufactura rudimentaria. También las voces de las negras damiselas que avivan la noche como Sarah Vaughan me agradan; me gustaría algún día encontrar a una mujer con ese afín, con ese sentido musical, como Elvis Costello ya lo ha hecho, y del cual también me gusta su música, ya lo he dicho, porque me gusta el rock de décadas pasadas - por mis hermanas: por herencia - no me gustan las nuevas tendencias de las culturas populares y masivas, no me gustan esos términos: lo popular y lo masivo, todo lo es. Me gustan los pequeños placeres de la vida, o lo que yo llamó los pequeños placeres de la vida; comer una buena pasta y tomar un buen vino, pero eso ya casi le gusta a todo el mundo y no me puede adjetivar más que en en lo popular y lo masivo, ¿pero qué no lo es? Me agrada escuchar la música que me gusta, básico, y hacerme el occiso cuando no resuena la que me agrada, no me gusta discutir ni criticar lo que no es de mi entero agrado con gente sin criterio en la que siempre imperan los axiomas, porque a lo mejor nunca han estado siquiera cerca del amor a la composición vertical que es la música: no me gusta andar robando corazones, ni ser infiel - ni pensar en serlo - ni que me lo roben, ni que me digan que el amor está a la vuelta de la esquina, me gusta amar lo que amo; porque lo amo, porque sé lo que no siento con tal pasión, lo que no me gusta: porque lo he comprobado: cómo decirlo, no lo sé, lo dubitativo es siempre negación, quizás me gustan más las películas en blanco y negro porque conozco ya las de color; ¿así estaría más claro? Me gustan las cosas dejadas al aire que con un poco de razón caen en la verdad. Amo el cine y los libros, no veo la tele, no me gusta, no me llama la atención, tampoco me gustan los videojuegos ni todos esos pasatiempos que considero inútiles y que siempre se parecen, más cada día, pues han pervertido a mis mejores amigos cuando mas creía que en realidad terminarían siendo gente de bien, o así he oído mencionar a los viejos, y sobre todo porque van dejando ciego, paso a paso y poco a poco, o por lo menos porque hacen que la visión de los sujetos activos a estos, como mis amigos, vayan - irónicamente - observando como decrece, como a mí me sucedió pero no por las mismas razones (me gusta vivir, que conlleva en sí lo que agrada y lo que no, ¿pero quién osa negarlo?), pero de eso ya hace tiempo, sólo que no recuerdo como, tan sólo que paso y ya es un hecho. Soy parecido a todos, igual que como soy de particular, me gusta más así.