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jueves, 7 de enero de 2010

Låt Den Rätte Komma In

REDONDO.


Låt den rätte komma in
Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008)

Si somos honestos, el cine es en parte, lejos de una teorizarción de la narrativa audiovisual, una estrategia temática que se basa en el “drama” para contar una historia. Los elementos que lo conforman deben tender siempre a favorecer la explicación de los hechos en la dialéctica del filme. Ahora bien, que en la mayoría del cine veamos fragmentos que se unen con cierta lógica concordante no nos indica que el producto que estemos viendo sea de calidad. Asimismo, no podemos afirmar que por hacer uso de los temas de moda, el producto carezca de jerarquía.
Todo esto nos lo hace notar, y bien lo podemos observar con claridad, en la película Låt den rätte komma in del sueco Tomas Alfredson. Pues lejos de hacerse partidario a la temática tan de moda en la industria americana del Vampirismo, da rienda suelta a un cine fresco, intimista, inteligente y bien llevado a la pantalla haciendo un excelente uso de dos códigos genéricos que de primera se podría pensar que se contradicen; el romance y el terror. Claro está que ejemplos de que esto último ya ha sido llevado a la pantalla de manera eficiente sobran, por lo que tal vez no podamos referirnos a la combinación utilizada por el director como vanguardista o moderna, claro, ¿qué lo es? (desde los 70s el cine no muestra una evolución clara dentro de su lenguaje o cuerpo interno, como de su técnica), pero en efecto podemos afirmar las cualidades de este filme, que dicho sea de paso, se basa en el best seller del mismo nombre escrito por John Ajvide Lindqvist, como algo vivaz y sumamente atrayente.
La trama no es por lo demás compleja, es una bella y atractiva historia de atracción y amor por dos entes olvidados de la sociedad. El primero, un estudiante de educación básica que se ve dominado y negado por los demás del clan educativo (tanto profesores como alumnado) y una bella niña que distando mucho de la naturaleza humana, se encuentra encerrada en un constante devenir de ciudades, eterna mudanza, y sus laberínticas posibilidades en busca de la sobrevivencia. Acompañando a esta, y en un ejercicio de personajes por demás enriquecedor, se encontrará un individuo adulto tan misterioso como débil, caracter que imposibilitado de una vida “normal”, catarticamente deberá de realizar los actos más hostiles con el fin de ofrecer el dilema en que al recurre esta trama: la búsqueda del amor eterno. Todo esto en un tratamiento serio, fino y por demás elegante (cinematográficamente) que dista mucho de otros intentos actuales como la saga “Crepúsculo”, que está de más decir, es misógino y chantajista.
No debemos dejar de hacer notar tampoco que este cine se acerca muy cómodamente más a un ejercicio de autor que al de un ámbito más abierto comercialmente, aunque debería (insisto). Es una película con un ritmo pausado que logra valiosamente el paso del horror a la justificación amorosa. Los hechos que se presentan dentro del universo del drama son de una naturaleza firme dentro del código del terror. No obstante, el director toma los elementos del lenguaje cinematográfico de tal forma que los cubre con toda esa virginidad que envuelven sus personajes principales.
La fotografía de Hoyte Van Hoytema, en conjunto con el diseño de Eva Norén brindan un espacio tan minimalista como enriquecedor a esta relación que crece en base a la inocencia de dos –al parecer– niños que se abren paso por el difícil camino del amor. La edición de Dino Jonsäter y del mismo Tomas Alfredson brindan ese ritmo antes descrito que balancea a la película de manera por demás correcta entre la acción y lo contemplativo. La música de Johan Soderqvist no se queda atrás, su combinación de composiciones con sonidos industriales y melodías de cadencias largas y tempos lentos embisten a la trama de una manera casi invisible, dejando que el espectador se acerque lo más posible a la atmósfera de la película. Por último, la dirección de actores es tan acorde a la trama y tratamiento temático que es muy difícil alejarse en algún instante de la historia. Lo que Tomas Alfredson logra en esta película es de admirarse, más a sabiendas que en la actualidad hay discursos similares dentro de una industria que sólo busca sacarle dinero a la vaguedad juvenil.
La calidad, por más está decir, se define dentro del cuerpo de la película. No nos mareemos con los tan nombrados premios que está ha recibido. Siempre hay que adentrarse a lo elementos y la lectura de estos para poder hacer valer esa manifestación con la que se ha comenzado este texto. Asunto que dentro del estudio mismo es mucho más complejo, basta decir.
Låt den rätte komma in, pues, es una película donde las pruebas de amor en efecto traen consecuencias graves a aquellos que son sus testigos; inmiscuidos o no. Es una trama fascinante que lejos de acercar de nueva cuenta dos códigos que se contradicen por hechura, roza lo fantástico. Y sobre esto, sobra decirlo, es un excelente ejemplo.

Låt den rätte komma in de Tomas Alfredson
Calificación: 4 de 5 (Muy Buena).