Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

martes, 29 de octubre de 2013

Black Sabbath. Foro Sol. México. 2013.


Black Sabbath. Foro Sol. México. 2013.
26/Oct./2013


La tarde fue propicia para la llegada del ocaso; después la oscuridad… La tan anunciada y pronosticada lluvia por los vendedores no arribó y cierto candor originado en el ambiente atenúo la espera para que dos de las escuelas más importantes en la historia del Heavy Metal; la vieja (y original) y quizá la última de relevancia, rompieran la calma bajo el cobijo de la experticia de los años y una energía que, lejos de la lógica de los cansino, se encontró explosivamente renovada. Quizás por la conjunción de los pilares que se habrían de encontrar sobre el escenario: el pasado y su futuro en un presente que concluía su más reciente gira.

Faltaban 10 minutos para las 20:00 horas cuando las luces del foro detuvieron su brillo y cedieron su paso a los watts del escenario. Megadeth, con una energía rica en sustento y nostalgia; sabedora de que su último álbum dejó muchos oídos insatisfechos, planificó su participación en base de clásicos que hicieron a más de uno dar un viaje a sus pretéritos adolescentes y primerizos en el rock; contextuados de manera inteligible en estos tiempos multimedia bajo una serie de videos al ritmo de su fuerza y base que mostraron brío, carácter y sobre todo contemporaneidad (a pesar de haber bastante pietaje de su generación). Su paso por el escenario despertó no sólo los oídos y miradas sino también una que otra conciencia adormilada por el paso de los años. El foro rugió por aproximadamente una hora con todo y los encores. El candor ya roto como copa de cristal por la potencia de Mustaine y compañía dejó  inquietud en el aire, estacionó por encima nuestra la espesura que habría de caer en pocos minutos. El asunto quedaba más que claro; la noche estaba en pleno, pero a la oscuridad aún no la habíamos visto de frente todavía.

Durante unos 20/30 minutos los oídos se mantuvieron turbios, aún se encontraban en la cúpula los riffs poderosos y veloces, los ecos de una época distante traída de tajo hasta las sienes. Bastó entonces sólo un par de palabras, aún con el escenario encendido, para que las últimas barreras temporales se rompieran –era Ozzy llamando a la ceremonia. Black Sabbath, la banda que sacara un disco homónimo hace 43 años y que cambiara el mundo de la música originando toda una ramificación de géneros y estilos a través de sus canciones, se encontraba frente a nosotros. El árbol creador se dejo sentir en pleno con la densidad que creara el concepto del Heavy; lo pesado, lo espeso: la negrura. El abrazo de la historia nos acogió y se respiraron aires de tiempos inmemoriales.

Tonny Iommi con su siempre estilo de “intelectual” (pelo medianamente largo, lentes, gabardina de cuero) y siendo más bien el cura relator de los primigenios riffs y ritos del metal, se postró sobre el escenario junto a la imagen de su primera iglesia, Ozzy Osbourne –que lejos de las pasadas desdichas mediáticas y largos años de malogrados proyectos musicales se notó alegre y centrado en su labor, recitar algunas de las primeras grandes frases en la historia oscura del Rock– al igual que con Geezer Butler como la portentosa base que hizo retumbar los pechos de todos los asistentes al ritmo de su bajo cuasi hasta el agotamiento y la detención, así como el nuevo integrante/colaborador de los Sabbath para esta gira, Tommy Clufetos, quien no sólo hizo su parte de forma decorosa, sino que se hizo notar en cada una de las interpretaciones –de sobra el solo que encaminó hacía uno de los momentos más emblemáticos de la noche.

Ni tan alejados de los elementos multimedia; denotando eso sí las diferencias generacionales con sus predecesores en escena, Megadeth, Sabbath utilizó las pantallas sobre el entarimado para mostrarse junto a pietajes de películas que denotaban y explotaban en la sociedad; en lo oscuro de ésta. Repeticiones y escalas dispares fueron el vestido de una noche de alta consistencia. De un grosor tonal y musical que entonó severos gritos ahogados de generaciones que enmarcan, en si, el legado de una de las bandas más importantes en la historia de la música popular.

Un par de horas más tarde al primer grito que desafiara el silencio que había dejado tras de si la herencia, los murmullos se hicieron escuchar al compás de la canción más tranquila del último álbum de la banda. La gente salía aún sin reconocer el momento y el sitio en que se habían encontrado y sumergido. Pasados los vendedores de playeras, tasas, encendedores, promesas y nostalgia, en las calles los transeúntes se unían sin rumbo fijo; acaso por que no deseaban tenerlo. Quedaba claro, el pasado estaba siendo, literalmente, dejado atrás. En las pupilas y las miradas de todos los asistentes quedaba impreso un sello que entonaba una verdad futura; las noches a partir de ese momento serían mucho más claras. Habían estado en conjunto con Black Sabbath.


SETLIST MEGADETH: Hangar 18. Wake Up Dead. In My Darkest Hour. Kingmaker. Sweating Bullets. Tornado Of Souls. She Wolf. Symphony Of Destruction. ENCORE: Peace Sells. Holy Wars.

SETLIST BLACK SABBATH: War Pigs. Into The Void. Under The Sun. Snowblind. Age OF Reason. Black Sabbath. Behind The Wall Of Sleep. Nativity In Black. End Of The Beginning. Fairies Wear Boots. Rat Salad. Iron Man. God Is Dead. Dirty Women. ENCORE: Children Of The Grave. Sabbath Bloody Sabbath (Intro)/Paranoid.

viernes, 4 de octubre de 2013

Miradas Múltiples: La Máquina Loca


REDONDO.

Miradas Múltiples: La Máquina Loca
Miradas Múltiples: La Máquina Loca (Emilio Maillé, 2012)

Gabriel Figueroa no es sólo el mejor y más importante cinefotógrafo en la historia del cine nacional, sino que es uno de los más notables e influyentes directores de fotografía en la historia del también llamado séptimo arte. Su legado trasciende las fronteras y ha sido, desde sus años en activo hasta el presente: académica, cinematográfica y lúdicamente la escuela de muchos adeptos al cine y la técnica de la luz; una de sus razones de ser y existir.

Su obra no sólo enmarca un estilo sumamente personal y fuertemente distinguible que ha causado a lo largo de los años la imitación como tributo, sino que se alza como relatora; cronista y creadora. Sus encuadres, en conjunto a las acotaciones y sugerencias de Eisenstein sobre el territorio mexicano, trazaron un territorio ficticio en el que todos creían vivir o haber vivido. La fantasía de su cámara se convirtió no sólo en la realidad de las masas, sino en los sueños de generaciones que le relevarían y un simbolismo nacional. Según se relata, fue el primer director de fotografía del mundo cuyo nombre aparecía en los carteles de las películas al ser un indicativo de lo que la gente quería observar y sentir; un estilo apegado a un deseo nacional.

Ahora, a 16 años de su fallecimiento, el realizador televisivo Emilio Maillé le rinde un homenaje más –de todos los que ha tenido (y merecido)– al entrevistar a diversos fotógrafos de alcurnia en el cine del mundo bajo dos vertientes muy claras: su personal oficio dentro de la construcción cinematográfica y el portento y herencia del propio Figueroa. Desde Haskell Wexler hasta Vittorio Storaro, pasando por Janusz Kaminsky, Javier Aguirresarobe, Phillipe Rousselot, Shoji Ueda, Luciano Tovoli y una serie de nombres que han trabajado con directores de la talla de Kurosawa, Kubrick, Bertolucci, Godard, Coppola, etcétera, se dan cita de una manera sumamente simple y franca para hablar sobre estos temas de manera sencilla y esclarecedora.

Junto a algunas de las tomas más poderosas del fotógrafo (la mayoría de ellas sumamente bien remasterizadas) y bajo las entonaciones de la característica música de Michael Nyman, el resultado es un documento que desnuda por un lado el siempre debate combatiente de la labor de un director de fotografía dentro de la escritura de una obra cinematográfica (¿hasta dónde debe llegar su poder?), al tiempo que asombra; no nostálgicamente sino prodigiosamente, a través de los fotogramas (imágenes vivientes) que Figueroa realizara durante su carrera.

Miradas Múltiples: La Máquina Loca es una obra realizada con simpleza y pulcritud, con cariño y honor ante un realizador que bien puede ser la excepción de la regla ante aquellos que mitigan el acercamiento en la importancia de la belleza fotográfica al de la obra fílmica como un todo. “No sólo puede ser bello el campo visual sino todo el conjunto”. Figueroa bien puede ser ese nexo que existe entre estos campos siempre secuaces que a oscura suelen atacarse… Queda claro, pues, que el “arte” de realizar la fotografía en una cinta ha ido cambiando brutalmente con la tecnología; lo ornamental y la técnica ha sido cedido a la prontitud y la práctica. El mundo hoy se mueve y maneja de una forma distinta. No obstante, observar estos pequeños fragmentos ensombrecen la novedad al presenciarse en ellos algo que no es más que la Total Belleza.

Gabriel Figueroa, es pues, uno de los más grandes maestros de la luz. Trabajó con gente de la talla de John Ford, Luis Buñuel, John Huston, Roberto Gavaldón, El Indio Fernández, Fernando de Fuentes y demás. Fue pedido por la industria Hollywoodense en varias ocasiones pero decidió quedarse en México para poder retratarlo de una forma tan especial, que aún al ver su obra en una de esas nostálgicas cintas, se nos aparece en la pantalla como lo que es cinematográficamente y más allá: nuestro hogar... Siempre es y será un buen momento para recordarlo.

Miradas Múltiples: La Máquina Loca de Emilio Maillé
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).