Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

viernes, 25 de mayo de 2012

Carlos Santana – Shape Shifter (2012)


REDONDO.

Carlos Santana – Shape Shifter

Al final de cuentas resulta agradable que un músico de la talla de Carlos Santana presente un disco con la eficacia de ésta su última producción. Más si pensamos en su más reciente etapa (esperemos ya concluida) donde las colaboraciones, muchas de ellas sumamente cuestionadas, eran el sello más férreo de sus producciones. Y es que claramente se aleja de ese pretérito sonido, que en realidad no había perdido su esencia pero que en efecto se dejaba influenciar por el estilo de aquellos “colaboradores” (que ocasionalmente lo rebasaban en pos de las ventas), y se ciñe a lo que mejor sabe hacer desde los albores de su carrera. Claro que todo esto va de la mano con un poco de modernidad; tanto en el rubro técnico (la grabación) como en la ejecución.

Alejado pues de lo anteriormente conocido y escuchado, Santana nos ofrece un viaje de atmósferas sumamente cuidadas en lo que respecta al balance de fuerza y religiosidad, haciendo uso predominante de su instrumento –y su alta aptitud para en el– como voz principal sin opacar a la banda que lo acompaña. En su gran mayoría instrumental, este nuevo material de Santana realza su legado como músico de amplia trayectoria,  justifica el camino y ennoblece un estilo definido y bien conocido por el público nacional.

“Shape Shifter” termina siendo una amplia, atrayente e interesante sorpresa con fuertes señas al rock de finales de los 60s, el Jazz Fusión, ligeros gestos a la Salsa y hasta un tributo a Gabor Szabo (unos de sus ídolos en su primera etapa como músico). Una placa honesta, madura y muy bien producida que debe ser escuchada para creer, sinceramente, que el Santana de décadas pasadas ha vuelto a sus viejas andadas.
Faltará, claro, refinar un poco el sentido total de su música a la que acostumbró a una generación ya encarecida por los años. Pero la calidad está, no se ha perdido; ha vuelto y con “Shape Shifter” deja un muy buen sabor de boca. Un sabor fuera de la nostalgia sino de un estilo re-encontrado en la contemporaneidad.

TRACK: La selección no me fue muy difícil. He optado por 4 canciones que resumen los estilos que se encuentran en el disco: “Shape Shifter” canción abridora y homónima al álbum que muestra la vena rockera de este, “Never The Same Again” donde el Jazz Fusion se encarrila de buena manera, “Macumba In Budapest” por los ritmos que se acercan encarecidamente a la Salsa y “Canela” porque recuerda sus primeras producciones.

Shape Shifter de Santana
Calificación: 4 de 5 (Más que Bueno)

Tedeschi Trucks Band - Everybody's Talkin' (2012)


REDONDO.

Tedeschi Trucks Band - Everybody's Talkin'

Aún más conectados que en su disco “debut” es como se encuentran y escuchan los miembros de ésta fusión matrimonio-musical. No obstante, hay que decirlo acertadamente, resulta más que obvia la conclusión. Y es que cuando “Revelator” salió al mercado, ciertos fanáticos de la “Derek Trucks Band” se sintieron un poco relegados ante la poca explosividad de energía en el sonido del nuevo proyecto, energía –cabe destacar– a la que ya nos tenía acostumbrado el conjunto. El sonido suave, manso y que personalmente califiqué como fino y ciertamente maduro, no fue muy del todo aceptado con agrado. Pero no hay paso del tiempo que se suscite en vano y muchos comenzaron a tomarle su verdadero sabor. Resultó, pues, claro, que la “Tedeschi Trucks Band” no era el conjunto de uno u otro, que era una fusión y que el amor, como muchas veces ocasiona en el idilio, hace que las cosas tomen un balance. De ésta manera, “Revelator” denotó una sorpresa para bien y para regular.

Pero ahora el tiempo ha pasado y una gira creciente de buenos comentarios se ha materializado en éste su primer disco en vivo. El cual resulta en una más que agradable sorpresa a mitades de año; el sonido es de alta calidad y por fin ese sabor de carácter y fuerza se denota en sus interpretaciones, las cuales, cabe resaltar, se dejan llevar por la improvisación y un estilo alejado a los lados propios de los lideres de la banda. Resultan evidentes los guiños al Soul, al Jazz y el Gospel así como  las magnificas interpretaciones de los músicos que forman parte del proyecto. Un collage de moods, ritmos y exigente aptitud y disposición.
Resulta ahora más claramente que el conjunto tiene cada vez más personalidad e independencia, que no es sólo una fusión de miembros de anteriores bandas sino un conjunto nuevo, con sonido y estilo propio. Hecho significativamente más que justo y honesto.

Ahora bien, quien se acerque a ésta atractiva producción en directo buscando el sazón de Susan Tedeschi o Derek Trucks en vivo no las obtendrá del todo, sino que se hallará frente a un resonancia de ambos como ejecutantes de excelsa música en compañía de otra gama de músicos de alcurnia que no dejan sin llenar de calidad cada segundo. “Everybody's Talkin'” resulta un disco para los gustosos de ese sonido preparado y bien ejecutado que se funde con los géneros musicales de origen negro y la espiritualidad. Es evidente, más que ello, que los integrantes se la han pasado muy bien interpretando estas melodías. Es un disco, al fin, para los verdaderos amantes de la música.

TRACK: En un disco en directo como éste, con severas y grandes improvisaciones de diversos estilos, resulta complicado señalar un tema en especial. Sin embargo, haciendo uso del encanto personal con que me afectaron algunas de las melodías, me decido por: “Midnight In Harlem (Swamp Raga Intro With Little Martha)” la cual me había cautivado desde el “Revelator” y “That Did It” y su excelso toque de Jazz a cargo de Susan Tedeschi.

 Everybody's Talkin' de Tedeschi Trucks Band
Calificación: 4 de 5 (Excelente)

A Mis 30


A MIS 30.
A. Güiris V.

          Me dijo Pablo que tuviera cuidado con la última vela, que era esa la que solía explotar; la que frecuentemente definía el destino de los sueños otorgados, u obtusos, ante el suspiro tardo de los años. Le sonreí cortésmente, le di la espalda e hice caso omiso –oídos sordos. Digamos que simplemente me ofrecí a extinguir el infierno que había desatado ese pretexto cíclico que nos tenía reunidos allí, en mi hogar, para después secarme la nostalgia con un poco de Ron.

La noche comenzaba a vencer el ocaso frente a la ventana principal, por encima de la puerta y todos aquellos cristales que siempre me han defendido de las inclemencias del tiempo, sueño y el violento devenir de las pasiones y los sentimientos. Por mi camisa blanca se paseaban rigoristamente todos esos tonos áureos, ámbar, ocres; calmos que igualmente inundaban la duela bajo nuestros píes como la futura leña sin apolillar que comenzaba a sonar y estar hueca por encima nuestro. Las grietas, desde hace meses, dejaban ya entrever –cada vez más peligrosamente– los venenos de las resacas. Recordé cuando únicamente vestía playeras negras, era casi religiosamente un embalsamamiento.

Unas horas atrás había pedido amablemente a Armando que viniera y trajera una botella de licor, un par de refrescos de cola, agua mineral y una bolsa grande con hielo. Quería conservar las ataduras, no escaparme de las consecuencias del festejo pero tampoco dejarme guiar por el ofrecimiento del pecado. Deseaba sentarme en mi casa y descansar, repasar el anecdotario colectivo e individual junto a las etiquetas de los trajes que nunca he usado en compañía de los amigos, escuchar algunos Blues, quizá algún Folk y abrazar la tarde… Conmemorar a todos aquellos que sin pensarlo de algún mal modo, aunque algunos sí, me han mirado por encima de los hombros calificándose como mejores. No obstante, rememorar las risas, los llantos, las penas y las áreas de sombra, colocarme bajo las alas de todas las palabras que he malgastado y tragarme la saliva acumulada del día. No sé si ya lo haya llegado a entender del todo, pero creo que con el paso del tiempo todos nos vamos acomodando a cierta distancia, uno del otro en una larga fila alrededor del mundo, para que latigazo del diablo sea parejo y plano cuando la hora del castigo llegue y sea bienvenida.

No habían pasado ni diez canciones cuando el timbre sonó y la sonrisa tersa y endemoniadamente coludida de Armando delataba todo el plan… Quince minutos después Pablo me advertía de la última vela a apagar; hacía caso omiso… Dos, tres, cuatro o cinco copas después –quizá media botella– y la noche hacía mover las piernas de todos hasta con el más popero folclor sueco tan de moda. La  platica se tornaba agitada, fluida, amorosa. Me encerré en la cocina esperando que Adriana se percatará y fuera hasta la barra a buscarme y todo terminará en un beso, un buen beso, por aquello de los buenos años, la candidez y las cenizas de la fogata nuestra del pasado. Tuve que besar primero a Mariana, Martha y Marisela para percatarme que el mentado mágico momento no llegaría… Fue entonces que le solté la bomba a ese pequeño sujeto que Marcos había invitado pasada la media noche y cuyo nombre nunca supe: Dejaría de beber, de amar y querer. No recuerdo bien el orden, si es que hubo alguno…

Desperté al otro día observando la nueva gotera de mi cuarto. El ambiente inundaba mis oídos junto a la penumbra de las cortinas. No hice más que respirar durante quince minutos… Es curioso, hace tiempo me preguntaba que se sentiría llegar a viejo, hoy puedo decir que lo permanezco haciendo. Es más, ahora me cuestionó si alguna vez podré darme cuenta de serlo cuando llegue el momento o si bien hace tiempo que ese rostro se ha enmarcado ya en mis sienes. Supongo que todo el tiempo es un misterio, un enigma más allá de las solapas que se le han ido empolvando al saco que ha de ocupar la muerte cuando venga a robarme la mano con la que he de firmar todos mis divorcios. Es sólo un pensamiento. Ya lo iré viendo con los días