Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

domingo, 25 de enero de 2009

Sólo un Sueño

REDONDO.

Sólo un Sueño.
Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008).

Si bien Sam Mendes ya había emprendido un viaje hacía un estilo con mayor inteligibilidad en Jarhead (con respecto a sus dos primeros filmes), donde la tensión se desarrollaba en una gala de gran manufactura con respecto al manejo del tiempo y los instintos adquiridos de sus personajes durante casi todo el metraje, explotando en aquella ya memorable escena de los soldados disparando al are cuasi como pubertos tocando sus cuerpos en una necesidad expresa de violencia y recibiendo como respuesta el petróleo de los pozos quemados, en una analogía perfectamente lograda de los sinsabores de la guerra, ahora este mismo sentido estricto de un cine tenso, dramático e inteligible le revienta en las manos como a aquellos personajes suyos, recibiendo tal vez la calificaciones regulares por parte de varios críticos.
Al observar Revolutionary Road no podemos negar que existe un director serio y conocedor en Sam Mendes, se ha convertido con tan sólo 4 largometrajes en uno de los directores más fiables de la industria, cosa nada fácil de lograr ante la critica y el público, no obstante, creo que en esta su última película, ese aire de inteligibilidad que ha adaptado ya a su estilo se le escapa un tanto de las manos, revolviendo las lecturas básicas de una película, cosa no alarmante, claro, pero que sí encierra más su mensaje, enmarcándolo a un público menor. A lo que si bien le otorgamos el beneficio de la duda , cabría la cuestión de si lo errado no esta en como ha sido vendida.
Revolutionary Road no es una cinta fácil de ver, hay que decirlo con claridad, los entramados que va creando exigen de un público un criterio y un conocimiento especifico, una neutralidad de parte suya ante ciertos abates que ocurren impulsivamente ante un ritmo constante que divaga entre una serie de guiños arrítmicos que creo, hacen una película con mucho color para cierto tipo de audiencia (por lo menos yo lo disfrute así), tiempos que recorren una habitación fílmica de manera monótona en un aire de patetismo constante y que revientan de la nada ante la ira contenida de la costumbre no vencida o el humor sardónico de la locura. Sam Mendes se ensimisma en el arte de su cinta que la devela, la desnuda ante esa segunda lectura que un espectador siempre busca en los subtextos de las unidades dramáticas que conforman un discurso fílmico, es por eso que esa segunda lectura no existe, puesto que es lo que vemos frente a nosotros, lo que, repito, crea ese aire de inteligibilidad, sí, pero que rebasa en ciertas partes a la cinta misma, lo que conlleva a que ciertas partes de esta se alcen ante el todo de manera estricta y visible, reduciendo la cinta a una categoría que bien pudo ser mayor, estamos pues ante una cinta que no termina por ser enteramente redonda debido a ese estilo y aire que la sobreprotege, es una cinta con escenas de una calidad mayúscula pero que deja al espectador con ánimos de una sutileza más tangible, que confía toda la humanidad de la obra a la desarrollada de manera notable mediante sus personajes, hay que recordar aquí el génesis teatral de Sam Mendes
No dudo que el director hubiera tenido esta visión desde el inicio, que apostará por componer esta película de esa manera, que haya tomado ciertos riesgos personales que se ven enfrentados ahora ante la mirada cautiva de la critica y la gente, cosa normal. Sí, lo he dicho, Revolutionary Road no es una cinta del todo fácil de degustar, tampoco ofusca del todo, pero que bien merece la pena.
Rodeado de su equipo habitual, Sam Mendes nos entreteje como espectadores ante la verdadera vida del idealismo, nos coloca dentro de la verdadera razón de lo bien visto, lo bien vivido; los anhelos, las crisis, los sueños pedidos y perdidos, los temores y los sacrificios, los sacrificios de una vida real que sólo la conocen sus habitantes, sus prisioneros. Con una edición notable va cortejando esa pesadumbre para con nosotros, haciendo que los momentos de traición sean justificables, incluso antes de haberlos mostrado o bien acercado a ellos. La siempre eficiente cámara de Roger Deakins auxilia en esta ocasión de manera seria al discurso de Sam Mendes, denotando en sus movimientos y encuadres relaciones que después serán de relevancia en la trama, denotando de manera, igual de inteligible, emociones que dentro del marco de la cinta, los personajes son incapaces de hacerlo por su propia humanidad pueril, cosa que a mi parecer, corto un poco el estricto estilo de la mano de Deakins (haciendo cosas que pocas veces se le ve hacer). El caso de la música termina por ser uno de los más pobres de la cinta, y no es el caso que la partitura del también ya colega constante de Mendes, Thomas Newman, este errada o bien que el director no la haya sabido utilizar, no, podríamos decir todo lo contrario incluso, pero bien, es algo que también se debe decir de igual manera; desde su primera cinta, todos los fondos de Mendes son de una similitud más que evidente, al parecer ha exigido a su compositor un leit motiv para la obra de toda su vida. No dejan de ser pedazos que parecen salidos de su cinta primera. No obstante, ayuda como ha ayudado a todas sus anteriores cintas, cosa lógica, obvia y que no termina por convencer, ahora menos ya en un cuarto filme.
Revolutionary Road logra el cometido, cumple el objetivo de enfrascarte en una situación incomoda y repensarte varias situaciones que acontecen, uno no sale de la sala completamente resuelto a la primera, tarda un poco el sentir de los sinsabores de una vida social y culturalmente ideal como la que se trataba de justificar una sociedad ya perdida en el tiempo, signo de debilidad y ocultamiento, como lo fue la de los Estadounidenses en los años 50s.
Sam Mendes se atreve, maquilla su cine y lo empolva más de ese aire de inteligibilidad ya descrito antes que ya hacía emerger en su anterior cinta, no sale del todo victorioso; esto en el sentido de que una obra puede -y/o debe - llegar a cualquiera, aquí esto se reduce de manera tangible como he mencionado, eso sí, siempre a conciencia del director, eso se entiende claramente; fue su apuesta, su estilo, su gusto, por tanto tampoco es el derrotado, ha brindado una alternativa a un entramado de difícil acceso. Revolutionary Road es una cinta que debe de verse, experimentarse, sentirse, incomodarse y reacomodarse. Es una cinta que lleva el sello de Sam Mendes y que, como uno de los directores más serios en la escena actual, debe de acercar a gente habida de cine.

Sólo un Sueño de Sam Mendes
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).

lunes, 12 de enero de 2009

En Búsqueda de un Beso de Medianoche

REDONDO.

En Búsqueda de un Beso de Medianoche.
In Search of a Midnight Kiss (Alex Holdridge, 2007).

El fenómeno independiente es un caso curioso dentro de la industria del cine mundial, su concepto es obvio, se basa en el factor único de la libertad creativa buscada a través de recursos propios (alejados de los estudios de mayor renombre y poder) para desarrollar un proyecto. A su vez, no deja de ser una etiqueta que se coloca en algún sitio y cierto público hace un despliegue extraño para acordonarse y arropar cierto estilo manierista.
El Cine Indie, como le llaman, es en si - en la mayoría de las ocasiones - una mescolanza de cierto humor alternativo o violencia inusitada explícita (en ocasiones juntos estos elementos), bajos recursos (casi siempre visible en el look del filme, lo que le da, según, una frescura inusitada) y una inocencia en su hechura que en ocasiones enternece a cierta audiencia, o bien nos hace preguntar si en realidad lo independiente está casado con lo que alguna vez un critico mexicano dijo, de nuestro cine por cierto, está como mal hecho apropósito, esto tal vez para la defensa posterior.
Ahora bien, el cine independiente de nuestros vecinos del norte tiene las concernientes ventajas de una industria mucho más desarrollada, lo que no significa que exista por ahí la oportunidad de recubrirse de las etiquetas antes dictadas y no salir airoso de ellas y su critica. Tal, creo, es el caso de este filme aún sin nombre oficial en nuestro país, por lo que me obligo a traducirla tal cual. Como suele suceder con películas de este corte, las criticas se han polarizado, y creo que por vez primera debo inclinarme por el lado negativo de ellas. Si bien el cine indie había ya ganado terreno en casi toda entrega importante de Estados Unidos, teniendo año tras año una cinta participante (que casi en la mayoría de los casos se llevaba el Oscar a mejor Guión Original; Lost in Translation, Little Miss Sunshine, Juno) este ha sido un poco dejado a un lado para los cineastas independientes que han crecido y siguen realizando sus proyectos con mayor ambición y cine, sin perder, claro, esa frescura en su visión, como debe de ser, no en un look, repito, que denote la mal nombrada etiqueta indie.
In Search of Midnight Kiss es una película demasiado singular, ya vista, y es este tal vez uno de sus principales errores; dentro de esta etiqueta indie - que si bien está llena ya de artilugios clave que se deben seguir (dictados anteriormente), sí deben requerir a una alternativa de visión y genio por parte de un director en vísperas de oportunidades de mayor envergadura (como cualquier profesional) y es que es una historia de amor y relaciones de parejas como ya hemos denotado en diversos estilos, desde lo clásicos dramas y melodramas que siempre existirán, hasta los alternativos actuales que hacen alusión a los nuevos foros de conexión entre individuos que existen en nuestra sociedad. Es una historia de amor que trata de envenenar las calles menos conocidas de Los Angeles y mostrarla como lo que es, la ciudad desesperanzadora donde el sueño americano casi nunca se logra, una especie de infierno donde al final, las metas del día se pueden lograr a medias. No me asusta el blanco y negro con que se presenta, nunca he sentido, como tantos otros, que el uso de la escala de grises sea símbolo de presunción, es estilo, me queda claro. Es gusto por parte del director. Aún así, el error fundamental de esta cinta es su localista forma de llevar la historia, se deja llevar únicamente por un discurso encerrado y circular (sin mucho a donde abrirse y dejar sentir algo al espectador foráneo a la ciudad o la cultura estadounidense) que se enmarca en la ciudad de las estrellas. No somos más que testigos de dos perdedores caminando por las calles en busca de un capricho socio-cultural; un beso a finales de año que debe llegar para sentirse menos jodidos, eso sí, haciendo con su andar, jodidos a uno que otro en el camino.
No podemos negar las consecuentes similitudes en cuanto a trama, no estilo ni forma de llevar la historia, sino a origen del conflicto, que conllevó a otros directores, hoy ya más hechos, a realizar su primer paso como Kevin Smith, Jim Jarmusch o Richard Linklater. En todo caso, las comparaciones no hacen que la presente cinta se elevé.
Y es que la cinta comienza un tanto floja, queriendo sorprender de manera burda, diría yo (que no soy un puritano) al espectador con una idea del todo agotada en otro tipo de cintas de corte más juvenil y cómico. El inicio, pues, es flojo, lo que lleva a la película a cojear del todo hasta pasada un poco la mitad de esta, donde, hay que decirlo, logra en ciertos momentos una fuerza inusitada - y en partes claves para su fortuna - ayudándose en ocasiones de la siempre presente y también indie música melancólica que le impregna eficazmente ese look independiente que rodea a las películas de este corte. Es tal vez por estas escenas que la cinta no termina por desfondarse y logra edificarse en el tercer cuarto de su duración, en su último movimiento, único que vale la pena. No obstante, ahondado en su estilo, la escena final cae de nuevo en el cliché y recae en la clásica escena de una conversación de amigos que se resuelve con la cantada de un himno generacional del rock de estadio, esta vez, no lograda al cien como otras tantas cintas de directores que saben colocar con mucha rabia y conocimiento la canción exacta.
Los diálogos, siempre más que presentes en este cine, aparecen de la manera acostumbrada, por medio de conversaciones largas, voces en off mediante mensajes a los celulares de uno de nuestros personajes y bromas que en está ocasión recaen a una generación de poca fe para con los sueños dorados de la cultura norteamericana, cercana a los 30 y que ven todo de manera opaca, cosa que el director intenta ingresar a cierto humor pocas veces logrado. Los elementos de tristeza, bajeza emocional y depresión los logra con mejor mano.
Estamos, pues, ante una cinta de corte independiente que no trastoca un devenir más que el suyo propio, una cinta local que nos encierra de mala manera en una cultura que no termina por ser estructurada debidamente para el entendimiento de un espectador que no la viva; es tal vez, por eso, que la mayoría de las criticas que la alzan como positiva sean de esa nación y casi ninguna de otro lado. El cine independiente no tiene un símbolo más, eso se notaría ya en otras partes del orbe, repitiendo cierta parte del estilo o generando tributos por alguna parte. El cine indie queda igual, alejado este año de los premios, alejado de las glorias vividas en los años pasados. Es tal vez, así lo creo fervientemente yo, porque los directores predestinados a alzarlo se han dado a la tarea de concentrarse en proyectos de mayor reto, lo que no les quita el sentido de lo independiente, sólo de la etiqueta, como lo es este filme, esperando, claro, que el director proponga cosas de diferente manera, apuntalando sus aciertos vistos en esta trama, pues no se puede negar tampoco que no tenga una madera solida para continuar en esta carrera.
En está ocasión el cine indie no ha obtenido uno más de sus aciertos, se ha quedado bajo y callado, pero sólo me refiero al cine de etiqueta, pues el cine independiente ha logrado más que contaminar las mentes de nuevos directores, o bien de una nueva generación que se enfocará en el cine. El cine independiente se ha despegado de las etiquetas, la mayoría de las encuestas dictaminan como las mejores cintas del 2008 a There Will Be Blood y No Country For Old Men, cintas duras y difíciles para un cine comercial, basta ver el valor que tuvieron los realizadores para con los finales de ambas cintas. Sencillos planteamientos en temas que recaen en una sociedad venida a menos. Muchos analistas han dictaminado una sorpresa mayor porque estos discursos provengan no del indie (indie etiqueta diría yo) sino de la clase mayor, pero es que acaso no recuerdan el origen de estos creadores. No es que estemos ante un devenir de lo independiente, sino en la madurez de este cine que ha demostrado vivir y exige el oficio que se requiere para hacer realmente un cine diferente, que es siempre su propósito.

En Búsqueda de un Beso de Medianoche de Alex Holdridge
Calificación: 2.5 de 5 (Regularmente Buena)

jueves, 8 de enero de 2009

Cafe Tacvba. Joy Eslava. Madrid 2009.

REDONDO.

Cafe Tacvba en la Sala Joy Eslava, Madrid. 2009.

EL OLOR DEL ROCK & ROLL.

Para las 12:15 estábamos recogiendo nuestras chamarras, abrigos, guantes y demás artilugios que habrían de protegernos del duro frío que nos acogería al salir del recinto, estábamos a -1 grado y la noche comenzaba tan sólo a sentirse por el hecho de que al caminar nos encontrábamos cada vez más unidos en las calles solitarias del centro de la ciudad. Eramos tan sólo 4 caminantes nocturnos con dirección a la última cerveza de la noche que tardaron en darse cuenta de ese frío pesado que golpeaba sus cuerpos. La realidad es que mucho de ese calor encontrado dentro de el pequeño y galante escenario con los Tacvbos, como se les dice más animosamente, recorrería con nosotros más metros, más cuadras, más días, en un año que se espera, más que animosamente, sea el más musical para los 4 individuos que salimos encarnados con un poco de rock mexicano.
Hay que decirlo bien, con las palabras exactas; hace años que Cafe Tacvba dejó de ser la bándita independiente que sólo agradaba a los iniciados del rock nacional, de aquellos que crecieron de su mano y de otras tantas bandas que se quedaron ahí (la lista es enorme). No son el grupo de culto folk que sólo trastocaba los gustos de algunos cuantos, hace tiempo y un par de producciones atrás que forman parte del main stream mexicano, algunas de sus canciones han sido adoptadas como parte de una banda sonora individual por todo tipo de personas, son el momento de la noche donde los trajeados y lo desaliñados de pelos largos comparten garganta. De eso no se les puede acusar, son la voz que cualquier grupo debería ser (o bien con intenciones de llegar a serlo, el rock es tan sólo uno más de los medios de expresión de todas las generaciones), así como tampoco de haberse dejado vencer por la implícita evolución que se requiere en el mundo de la música mundial. Si en todo caso hubieran seguido con sus tonos basados en los estereotipos del mexicano, posiblemente ya nos hubieran cansado. Cafe Tacvba ha dejado hace tiempo de ser esa pequeña banda que engrandecía el patrimonio del Rock hecho en México, en nuestro idioma y tiene ya reservado su lugar en la historia. Es, pues, una banda grande que se da el lujo, y le da la oportunidad a sus seguidores, de vez en cuando, a verles en una sala pequeña, breve e intima como lo fue en está ocasión. Son una banda que domina todo tipo de escenarios.
Cuando uno observa su ultimo DVD en vivo, con el que celebraron sus 15 años en el palacio de los Deportes, uno se percata de como han crecido en el sentido de dominar un estadio, y aquí, en una pequeña sala de menos de mil personas hicieron que ese estadio se transportara a los sentidos de todos los que estábamos ahí, desde los que ya iban rendidos a medir el concierto como algo maravilloso, hasta a gente como yo y mis tres acompañantes que aún manteníamos un sentido critico a la presentación. La verdad es que la última producción de la banda no se nos hace del todo a su nivel y temíamos que se basará la mayoría del reparto en estos temas.
Las sorpresas empezaron desde temprano, cuando la banda apareció sobre el escenario unos 20 minutos antes de lo marcado en nuestros boletos, haciendo uso de un muy buen sonido, un juego de luces preciso para cada emoción y una pequeña pantalla que con gráficos más que sencillos daban una pequeña atmósfera de estar en un concierto más grande del que nos encontrábamos.
Con inteligencia los miembros de la banda escogieron los temas necesarios para dar una velada única a sus seguidores, su estilo ahora con más apego a ser una banda de núcleo los ha hecho dar un giro más rockero a todo lo que les rodea, incluso lo dijeron en una entrevista previa al concierto. Y la verdad es que el concierto de Cafe Tacvba fue eso, fue un concierto de Rock, algo extraño de pensar para quienes han visto a estos con sus invitados predilectos en violines, guitarras, etc. Cafe Tacvba es ahora una banda de rock, y es una banda de rock como pocas veces se ve una sobre un escenario, disfrutando a cada momento el amor de su público y dejándose rendir por el cariño dado, dando todo de si en cada uno de los temas que ahora encarnan con su nuevo estilo. Lejos quedaron en esta presentación las guitarras acústicas que jamás aparecieron y nunca se extrañaron. El poder de un rock eléctrico hizo mover y saltar a toda la sala por horas. El paseo por algunos de sus temas más clásicos llegaron en el momento exacto, no cuando uno predecía que podrían venir. El ritmo fue el exacto, tan sólo 4 temas de su nuevo disco, aliviándonos ese temor inicial, cosa agradecida por todos. Canciones como Ingrata, Las Flores, Chilanga Banda, El Fin de la Infancia, No Controles, Alármala de Tos, La Locomotora, Cero y Uno, Eo, Mediodía y otros de la gran lista de clásicos que tienen ya llegaron siempre a momento de sorpresa y dejando cansados a todos en la apretada pero mexicanizada sala. Sorpresa mayor y que se llevó la nota de la noche, fue el momento cuando en una muy movida versión en directo de La Chica Banda, dejaron subir a más de 30 mujeres al escenarios para echar un desmane muy improvisado.
Obviamente y como era de esperarse, dejaron para el único encore que harían (de más de 30 minutos) una lista de temas que ya fueron menos sorpresa, pero que para ese momento ya no importaba de todo, el latir estaba conquistado; Eres, El Baile y El Salón, Déjate Caer (con el ya infaltable bailecito) y una versión instrumental de Pinche Juan casi al final y que se repitió en ocasiones para el disfrute del slam, acabaron ya con el poco aliento de los que comenzaban ya a volcarse en estampida hacia el frente. Como te Extraño fue el tema final y uno de los más coreados de la noche, no sin antes de que el multi-nombrado cantante mandara un mensaje para todos aquellos que estamos lejos de la tierra. Palabras de aliento de alguien nunca esperado pero que siempre son bien recibidas, a lo que se desató un cántico muy nacional con el clásico México, México, que le saco una muy honesta sonrisa a la banda, pero es que en ese momento, puedo decirlo, todos nos sentimos más cerca de Latinoamérica (pues había muchos compatriotas) que en lo que lleva toda nuestra estadía en esta ciudad. La banda se marchó, no sin antes dejarnos disfrutar cada momento de su presentación, con las clásicas bromas del cantante, pidiéndonos oler el sudor del tipo de alado, pues dijo, todo en esa sala olía a rock and roll. Y es que en realidad eso fue lo que experimentamos los afortunados en conseguir boleto - pues se agotaron en días y mucha gente esperaba afuera para ver si lograba entrar - un verdadero concierto de rock, de ese que no ha muerto.
Cafe Tacvba está vivo, de eso no me queda ninguna duda, es una banda que comenzó siendo pequeña, tuve la oportunidad de verles en la gira de su primer disco, y hoy son unos gigantes en el escenario, cálidos, entregados per sobre todo divertidos. Es un prueba de que la calidad puede tenderse de la mano con lo comercial, con lo masivo, con lo multitudinario.
Me desperté al otro día, detallando las reseñas en los diarios locales, todos hacían alusión a la pasión entregada por la banda. En una de las fotos de unos los diarios principales de estas tierras se ve al cantante señalar al público y varios manos alzadas, siguiendo el ritmo que imperaba en todo el recinto. ¿Alguno de ustedes, queridos lectores, han escuchado esa famosa anécdota de rock, que más bien es una especie de chiste, donde un amigo dice conocer a otro que jura que en una de las fotos de un concierto masivo logra encontrarse? Pues bien, yo casi puedo asegurar que una de esas manos es mía. Ahora a esperar las sorpresas de esta banda en su 20 aniversario.

Cafe Tacvba en la Sala Joy Eslava, Madrid, 2009.
5 de 5 (Pocas veces).
  

miércoles, 7 de enero de 2009

RocknRolla

REDONDO.

RocknRolla.
RocknRolla (Guy Ritchie, 2008).

Un director es sus constantes, sus fantasmas internos, es algo innegable en el mundo adquirido por el cine, que es el del arte. Un creador manifiesta en sus hallazgos, repeticiones estilísticas que van originando su firma a través de una obra que se forja únicamente a través de los años. De esta manera, aunque no se le considere estrictamente como un autor, podría no estar tan lejos del concepto, puesto que ha creado un universo detallado que muchos pueden ya reconocer. Es así como Scorsese, por ejemplo, basa su entramado central en la lucha de los días, utilizando a sus personajes como luchadores y la vida como un ring. Spielberg, por otro lado, siempre nos ha relatado la historia del niño perdido, acaso tal vez porque de niño se extravió dentro de unos estudios de cine y allí fue donde encontró su pasión en la vida. No podemos negar que estos dos directores (buenos o malos, no lo diré), poderosos, eso sí, y famosos, pero sobre todo, con oficio (algo cada vez menos visto en este campo) han repetido su discurso hasta el cansancio - un director es su discurso, siempre - pero sus películas, la mayoría de ellas, son distintas unas de otras, incluso a veces haciéndose guiños para con ellos mismos; autoparodiandose, rindiéndose un merecido homenaje, ¿por qué no?
Guy Ritchie entra en el contracampo de lo dicho anteriormente, es un director que al parecer está predestinado a no explotar sus fantasmas sino a plasmarlos del todo sobre la pantalla, no a re-dirigir su entramado central o discurso (no creo sea el caso) sino a contar la misma historia en si. Ya ha tratado de adaptarse a distintos géneros y ha fallado de manera notoria, al parecer pertenece solamente a un sólo estilo, género y tipo de película, muy enmarcada en un breve núcleo que tiene sus pros y contras. Al parecer debe resignarse a siempre regresar a su primera película, lo curioso del asunto es que, por más irónico (o lógico) que parezca, ya está hecha.
No se puede afirmar que Rocknrolla sea una película mala, aburrida, mal realizada, o mucho menos. Cumple con su objetivo de ilustrar cómicamente un enredo de gángsters ingleses con algunos que otro altibajos, cierto, pero al final uno sale de la sala de cine con todos los elementos con que se nos afirma hemos de experimentar; Sexo, Drogas y Rock and Roll, (aunque en lo personal me quedaron a deber en esto último, pero que se le va a hacer, supongo que a un junkie también le faltaron más referencias a sus sagrados alimentos). Y es que no se le puede quitar lo ya aprendido al señor Ritchie después de tantas veces de realizar la misma cinta. Rocknrolla logra adecuadamente situar cada uno de esos elementos en la cantidad necesaria para que no se vayan por encima de la cinta, es tal vez el mejor acierto de este relato, algo que confirma la citada experiencia del señor Ritchie. Cualquier otro director hubiera caído en la tentación de hacer una película de Sexo, Drogas y Rock and Roll disfrazada de gángsters urbanos y junkies perdedores - o peor aún, intentar una y obtener la otra. No es el caso aquí, lo que le da méritos al director, ex-esposo de Madonna. Sí, jamás se quitara esa referencia.
Estamos pues, ante una cinta más de mafia inglesa con el típico humor negro de los británicos que ya nos ha abordado en otros entramados como Layer Cake del colega de Guy Ritchie; Matthew Vaughn, o Gangster No. 1 de Paul McGuigan (creador de Acid house), así como de las otras tantas versiones de la misma cinta del realizador y un largo etcétera. El asunto es que no se muestra nada nuevo, no refresca la formula y en ocasiones se libera de más en ciertos encadenamientos ya establecidos por aquellos que se dedican a este tipo de cintas. Si ya sabemos que al entrar a ver una cinta de estas características la replanteación en estilos de música, fotografía y sobre todo de edición van dando saltos por más bruscos y anímicos para con situaciones especificas, cosa que no debería de suceder pero que en está ocasión concedo el beneficio de la duda ante la teoría por un estilo logrado, aquí el señor Ritchie comete un poco de errores y replantea de sobremanera estilos en corte, ritmo y lenguaje, cosa que hace que ciertos bloques claves de la cinta no logren la fuerza necesaria para cuajar con todo el enredo. El inicio es demasiado abrupto, incluso para este tipo de cintas, asimismo el final, que carece en ciertas partes de sentido, saltando a la vista un desarrollo incompleto de la historia en pos de un sentido estético, en pos de brindarle un look llamativo al entramado, un error cada vez más habitual en el cine actual.
La película es lograda, sí, gracias a que ciertas escenas logran ese efecto de ironía, humor negro y sentido del absurdo que se espera. El Sr. Ritchie aún tiene diálogos punzantes que a mí parecer, le han quedado de sus películas anteriores, o mejor dicho de su película primera en todas su versiones. Uno puede ir a ver Rocknrolla con reservas, es una película con sus detalles y con sus brillos, es una película de momentos, no así de escenas. El Sr. Ritchie manifiesta aún un buen uso de los recursos de una formula ya por más conocida. La volverá a hacer, de eso estamos seguros, esperemos por lo menos que la próxima vez le quede mejor, porque esta no es la mejor versión que le conocemos de su película.

RocknRolla de Guy Ritchie
Calificación: 3 de 5 (Buena a Secas)