Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

martes, 21 de febrero de 2017

Manchester by the Sea

REDONDO.

Manchester by the Sea
Manchester Junto al Mar (Kenneth Lonergan, 2016)

Desde los primeros minutos de Manchester by the Sea, los elementos nos indican claramente la línea del filme y nuestra posición como espectadores en el: somos testigos –más no compañeros– de una peregrina cápsula del tiempo que irá develando de a poco un mundo donde el pasado y sus tragedias continúan dominando. Donde la decepción y la culpa juegan un rol que no ha encontrado salida y abraza sofocando las acciones y actos de quienes han tenido que seguir andando en el. 
El realizador apuesta por un uso pausado del ritmo, una mano uniforme y hasta cierto punto sencilla en la presentación de los temas para ir narrando su historia. Enfoca su drama en situaciones comunes para implicarnos en la cinta; llama a una tragedia para ir develando un tiempo que había sido puesto a un lado. Acerca las cicatrices y las abre sin mucha espera para conocer las respuestas a todo aquello que flota pero que no se quiere respirar: muerte, desamor, apatía y responsabilidad como losas de carga.
El entramado en si es sencillo: después de la muerte del hermano mayor, el menor debe volver al pueblo del que ha huido para hacerse cargo de los asuntos legales, el sepelio y, sobre todo, del hijo de este: un adolescente que no tiene mayor horizonte que lo vivido día a día. Es de entender, claro, que las pesadillas irán apareciendo, que los protagonistas de estas se presentarán de manera incomoda para ponerle un poco más de presión a todo el asunto. El camino es hosco, nada ayuda a nada, nadie ayuda a nadie. La aparente desconexión entre la familia y allegados, así como la elemental relación con terceros no es otra cosa más que la humanidad; exigida por sus deseos, necesidades, privaciones y carencias. No obstante, el caos no reina y todo sale a flote con una naturalidad que se agradece y pone los acentos estilísticos más notorios a la obra.
Estamos, pues, ante un devenir de sensaciones y razones que le dan sentido a la catarsis obligada por la que se verá obligado a pasar –junto a su áspera y ceñuda personalidad– nuestro personaje central; Cassey Afleck en una eficaz actuación contenida que sostiene la naturalidad del drama, así como permitiendo la apertura de un umbral de humor negruzco y elegante que pocas veces se ve funcionar tan en equilibrio como en este filme. 
Los elementos técnicos quedan en un plano secundario. El montaje de Jennifer Lame en ocasiones resulta un tanto brusco, su manejo en las elipsis no suele ser constante y el ritmo en ocasiones se rompe y varía en el campo emotivo que se ha logrado en escena. La fotografía de Jody Lee Lipes es funcional, favorece a la cinta pero tampoco amplía el espectro de la trama; sus planos son bellos por el origen natural de ellos pero su potencia recae en las actuaciones. Caso aparte es el uso de la música, no tanto la partitura original de Lesley Barber (que pasa un tanto, o mucho desapercibida) sino a la elección de las composiciones de Handel como base para el drama, compañía que une los tragos amargos y las cavilaciones dentro de ellos. 
Manchester by the Sea resulta, entonces, en una cinta sujeta al paso de un ensimismado personaje que se percata que, en ocasiones, las buenas intenciones no son las mejor manera de solucionar las cosas. Es un viaje vencido desde el inicio, una reducción de la tristeza, una coartada para seguir adelante sin pedirle respuestas a nadie. Es un camino que enseña negando y muestra que tirando la toalla también se pueden lograr los mejores tratos si es así como la vida nos ha ido llevando debido a nuestros actos. El secreto, claramente, recae en siempre ir un paso delante de ellos. 

Manchester junto al Mar de Kenneth Lonergan

Calificación: 3 de 5 (Buena).

miércoles, 15 de febrero de 2017

Hell Or High Water

REDONDO.

Hell Or High Water
Enemigo de Todos (David Mackenzie, 2016)

El cine siempre ha tenido cierta fascinación por el Sur estadounidense; una marquesina cuyos horizontes parecen alejarnos de una lógica moral convenida pero que al final de cuentas nos escupe a rajatabla la naturaleza humana a través de todos sus elementos y en todas direcciones: su puesta de sol, su noche, los parajes cuasi incrustados en la carretera y sus personajes: actitudes, sacrificios, anhelos, acentos y malsano entretenimiento.
Con “Hell Or High Water” nos encontramos, pues, en terreno ya explorado, en una radiografía ya revelada en buena o mala medida pero que no obstante, resulta refrescante: bien actuada, vibrante y hasta cierto punto honesta. Después de un recorrido nada corto, el realizador escocés David Mackenzie encuentra una vía para rastrear de nueva cuenta –en esos desérticos espacios– los motivos y razones, las manías y las fronteras del afán, el ansía, el porvenir y las aspiraciones. De paso, claro, empotrarse en un cine que acapara las ventanillas más importantes del circuito. Y eso, claro, es hasta cierto punto justo. Su trabajo es pulcro, minucioso, al servicio de la historia y sus histriones. No acapara, su mano es imperceptible y deja que el entramado se vaya desarrollando con una naturalidad plena cuyas consecuencias, también ya de sobra conocidas, nos llevarán al arrebato, la furia, el atropello y la impotencia. 
Los sucesos son claros desde el arranque; nos enfrascaremos en el viaje de un par de hermanos que han decidido robar pequeños bancos. El ritmo queda entonces marcado desde la secuencia inicial. Los motivos y objetivos de ambos bandos (el policía veterano que intentará detenerlos), irán develándose de tal forma que la implicación con nuestros personajes sea emotivamente contrastante hacía el final de la cinta. Y si bien el pretexto inicial no queda asentado claramente en su primera parte, es hasta cierto punto dibujado a través de las acciones y los diálogos, mismos que nos toman de la mano y no nos sueltan. Serán la guía durante este viaje dividido al presente texano, donde el machismo estadounidense reina entre bromas racistas, rostros cansados, miradas furtivas, actitudes reacias, facciones rugosas, caminos cuasi vacíos y la siempre obstinación por las armas. 
El resultado, si bien es parte de ese ya celebre imaginario conocido, atrae y convence. El director no trata de jugar con las formulas sino que apuesta por revestir y delinear a sus personajes de manera clara y coherente; con cierta humanidad, con cierto humor, con cierta desesperanza. Ayuda por supuesto la fotografía de Giles Nutggens, que sin tampoco querer cambiar la convención visual y estética de este tipo de cintas, nos regala retratos potentes y sumamente bellos. Igualmente el montaje de Jake Roberts, cuya precisión nos hace sumergirnos cada vez más en el pico consecuencia de las situaciones. Razón aparte cabe dentro de la banda sonora, cuya elección musical y partitura compuesta por Warren Ellis y Nick Cave acompaña; abraza cálida y nostálgicamente a lo largo del trayecto. 
“Hell Or High Water” es, pues, una cinta que se inscribe plenamente en ese estilo sureño de los Estados Unidos. En su geografía, en sus personalidades; fortalezas y debilidades. No asume y presume de más sino que nos adentra sencilla y eficazmente dentro de sus atardeceres. Grita quedamente que ese sueño americano tan vendido ya no existe, que quizá jamás lo haya hecho. Que de ser medianamente cierto, únicamente es parte de un quimérico anhelo que sólo se logra aplastando los del prójimo y denotando que la justicia es y siempre ha sido parcial ante los deseos de un mejor destino. 

Enemigo de Todos de David Mackenzie

Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena).