REDONDO.
Hell Or High Water
Enemigo de Todos (David Mackenzie, 2016)
El cine siempre ha tenido cierta fascinación por el Sur estadounidense; una marquesina cuyos horizontes parecen alejarnos de una lógica moral convenida pero que al final de cuentas nos escupe a rajatabla la naturaleza humana a través de todos sus elementos y en todas direcciones: su puesta de sol, su noche, los parajes cuasi incrustados en la carretera y sus personajes: actitudes, sacrificios, anhelos, acentos y malsano entretenimiento.
Con “Hell Or High Water” nos encontramos, pues, en terreno ya explorado, en una radiografía ya revelada en buena o mala medida pero que no obstante, resulta refrescante: bien actuada, vibrante y hasta cierto punto honesta. Después de un recorrido nada corto, el realizador escocés David Mackenzie encuentra una vía para rastrear de nueva cuenta –en esos desérticos espacios– los motivos y razones, las manías y las fronteras del afán, el ansía, el porvenir y las aspiraciones. De paso, claro, empotrarse en un cine que acapara las ventanillas más importantes del circuito. Y eso, claro, es hasta cierto punto justo. Su trabajo es pulcro, minucioso, al servicio de la historia y sus histriones. No acapara, su mano es imperceptible y deja que el entramado se vaya desarrollando con una naturalidad plena cuyas consecuencias, también ya de sobra conocidas, nos llevarán al arrebato, la furia, el atropello y la impotencia.
Los sucesos son claros desde el arranque; nos enfrascaremos en el viaje de un par de hermanos que han decidido robar pequeños bancos. El ritmo queda entonces marcado desde la secuencia inicial. Los motivos y objetivos de ambos bandos (el policía veterano que intentará detenerlos), irán develándose de tal forma que la implicación con nuestros personajes sea emotivamente contrastante hacía el final de la cinta. Y si bien el pretexto inicial no queda asentado claramente en su primera parte, es hasta cierto punto dibujado a través de las acciones y los diálogos, mismos que nos toman de la mano y no nos sueltan. Serán la guía durante este viaje dividido al presente texano, donde el machismo estadounidense reina entre bromas racistas, rostros cansados, miradas furtivas, actitudes reacias, facciones rugosas, caminos cuasi vacíos y la siempre obstinación por las armas.
El resultado, si bien es parte de ese ya celebre imaginario conocido, atrae y convence. El director no trata de jugar con las formulas sino que apuesta por revestir y delinear a sus personajes de manera clara y coherente; con cierta humanidad, con cierto humor, con cierta desesperanza. Ayuda por supuesto la fotografía de Giles Nutggens, que sin tampoco querer cambiar la convención visual y estética de este tipo de cintas, nos regala retratos potentes y sumamente bellos. Igualmente el montaje de Jake Roberts, cuya precisión nos hace sumergirnos cada vez más en el pico consecuencia de las situaciones. Razón aparte cabe dentro de la banda sonora, cuya elección musical y partitura compuesta por Warren Ellis y Nick Cave acompaña; abraza cálida y nostálgicamente a lo largo del trayecto.
“Hell Or High Water” es, pues, una cinta que se inscribe plenamente en ese estilo sureño de los Estados Unidos. En su geografía, en sus personalidades; fortalezas y debilidades. No asume y presume de más sino que nos adentra sencilla y eficazmente dentro de sus atardeceres. Grita quedamente que ese sueño americano tan vendido ya no existe, que quizá jamás lo haya hecho. Que de ser medianamente cierto, únicamente es parte de un quimérico anhelo que sólo se logra aplastando los del prójimo y denotando que la justicia es y siempre ha sido parcial ante los deseos de un mejor destino.
Enemigo de Todos de David Mackenzie
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena).
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