Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

martes, 21 de octubre de 2008

Quémese después de Leerse

REDONDO.

Quémese Después de Leerse.
Burn After Reading. (Ethan y Joel Coen, 2008)

A final, los dos personajes que se nos presentan en la última conversación no encuentran palabra o forma alguna de explicarse, lógicamente, todo lo acontecido. La verdadera y única consecuencia al jugar el peligroso, impreciso y sobre todo doloroso juego de la mentira no parece llevar a otro lado más que a los pasillos homogeneizados de los ojos que observan, escuchan y “entienden todo” ¿Es acaso una critica mayor a los procesos de entendimiento de la inteligencia estadounidense (lo que nos llevaría al campo de una fina ironía), o simplemente un filme que desencadena en el soso pensamiento de que todos estamos sobre el mismo cielo, sobre la misma vista y podemos perderlo todo, tenerlo todo, de la manera más vulgar e infame; dígase humana? Para este humilde escritor es por bien la primera con una entretenida lectura inicial de la segunda. Una película que critica siendo bastante divertida (cuan difícil como sea crea que esto pueda llegar a ser para usted querido lector).
Los Hermanos Coen, en esta su nueva película (la no muy despreciable no. 13 como largo), hacen lo que mejor saben hacer; cine. Un cine distinto al acostumbrado en el ámbito comercial pero con guiños importantes a este. Con un reparto que ímpacta de primera vista, con personalidades del main stream que pocas veces convergen bien dirigidas para con el sentido de un filme que nunca trata de sobreponerse a su naturaleza; la de una comedia con miras a una critica lo bastante cómoda y bien intencionada (para con los fines de la mente de los creadores de Fargo, Miller´s Crosing, Barton Fink, Big Lebowsky, claro esta) y nunca llegar al campo de la presunción, como creo, nunca han hecho.
Es obvio que después de una respuesta un tanto sorprendente, un tanto no, de su anterior filme; No Country for Old Men, esta película parezca un peldaño más suave, menos sofisticado para aquellos que han comenzado a observar el trabajo de estos hermanos realizadores, pero para los ya seguidores de los Coen no se puede augurar un altibajo mayor (como lo fueron sus dos comedias después de The Man Who Wasn´t There) ya que si bien su oscareado filme fue una revisión soberbia de su opera prima Simple Blood, a ésta última le siguió uno de sus trabajos más ligeros; Raizing Arizona; lo que para algunos situó en el pensamiento la duda de si esta sería una segunda revisión. Pues bien, ahora se sabe que no fue del todo así, pero en efecto hay un tacto acercado a la ligereza de su entonces segundo trabajo protagonizado por Nicolas Cage en uno de sus personajes más extraños, algo característico de cualquier actor en las manos de estos directores de culto (ahora tal vez ya con más claridad) pues siempre los han de acercar a una extravagancia para con lo que nos tienen acostumbrados, tal es el caso aquí del buenrostro Brad Pitt.
Y es que Quémese Después de Leerse no trastoca, es cierto, la genialidad de estos hermanos, empero sí roza su virtud en la forma de contar una historia revuelta de situaciones enteramente posibles en un universo contemporáneo (tal vez el más contemporáneo de su carrera) mezcladas de manera por mayor inverosímil. Al salir del cine uno puede hacer el ejercicio de tratar de explicar el enredo a otro para poder llegar a una resolución y nada sería efectivo; los Coen nos convierten, una vez más, en un personaje privilegiado, el más privilegiado, pues somos nosotros los únicos que tenemos a la mano todos los cabos sueltos y alejan, no alejándose de... a todos sus personajes de la certeza. Convierten su historia, tal vez como nunca antes lo habían hecho, completamente incomprensible para cada uno de ellos sin excepción. Nadie entiende, jamás, nada; aún para los que lo saben todo (o casi), tan vago como pueda sonar lo anterior descrito. Así es el mundo de la mentira, dicho anteriormente; peligroso, impreciso y sobre todo doloroso.
¿Que más Coeniano puede ser una historia donde lo muertos, gente inocente claro esta, es asesinada por el simple factor de un descuido y dos que tres mentirillas piadosas en pos de conseguir una cantidad “burlona” de dinero para una acción de lo más banal y estúpida?
Al más puro estilo de estos creadores, podemos observar lo mejor de sus atributos en pantalla, la forma lineal de contar todas sus historias (el desarrollo); la inteligencia y por demás elegancia en que cada uno de los personajes van sumándose (no integrándose) a los universos de los otros, pues desde el principio lo sabemos sin haberlo resuelto del todo. Los personajes se van atendiendo en cada uno de los campos que comparten. No se abordan, se complementan para acabar en el fatídico idilio en que termina todo. Los Coen regresan a un estilo humorístico de espesa negrura, al más puro estilo Fargo (con un auto-tributo incluido), sangre y risas de la mano aunque se extraña, debe decirse, un tanto la mano de Roger Deakins como su operador principal. Si bien el Mexicano Lubezki sale bien librado, se hechan de menos los pasajes lentos y cautelosos de Deakins, sobre todo en los momentos en que vemos a los amantes buscarse en el camellón de las bancas siempre ocupadas y árboles a medio deshojar; Washington D.C. Aunque como paso lógico, se sabía que un fotógrafo de la calidad de nuestro conacional daría en parte su toque y no imitaría. Un reto importante para este operador acostumbrado a acciones mucho más ágiles y menos dilatadas. El montaje y las inteligencia de los dialogo tienen en su haber, algo de los mejores efectos Coen, sobre todo en filmes como el ya mencionado Fargo y The Big Lebowsky.
Burn After Reading, pues, es divertida, sarcástica y elegantemente irónica, es una comedia que si bien no es, ni será de las mejores películas del año, sí es una de los films más inteligentemente divertidos de los últimos años.
Quémese después de leerse es una trama tan sencilla como compleja, tan desenfrenada como hilarante, tan alocada como elegante y cruda a la vez. Es una película Coen, claro, no está por demás decirlo. Vale la pena, el tiempo elegido para gastarse al entrar a la sala se quemara después de haberse vivido.

Quémese después de leerse de Ethan y Joel Coen
Calificación: 3 De 5 (Buena a Secas).

viernes, 10 de octubre de 2008

Hasta Luego

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Esta es una ocasión especial, es por eso que dejo esta columna antes de tiempo. S
aldré de viaje, fuera de esta ciudad y la columna del diario se cancela en pos de atender otras necesidades. He aquí, como dice el titulo de la misma, un hasta luego. Nos volveremos a leer y, querido lector, este espacio sigue abierto y seguirá concibiendo nuevas ideas así que no se den por vencidos. Este blog está más vivo que nunca.

HASTA LUEGO.

Una de las mayores afectaciones que se le ha hecho a nuestra cultura popular mexicana es el mismo, y por tanto irónico, factor que nosotros mismo hemos empleado para con cierta parte de la cultura de otros países. Aquí debo centrarme en las sociedad nuestra y la de nuestro vecino del norte, los estadounidenses.
En cierta parte de la historia, la juventud de esta nación se vio enfrascada en un movimiento cultural más que masivo, global. Durante de la década de los 60s los estudiantes de universidad y preparatoria (así como sus equivalentes en otros países) unieron voces para hacer un llamado a la apertura de ciertos tabúes que debían cancelarse, derogarse y enfrentar una realidad, valga la redundancia, más real y menos fantasiosa como la que dictaminaba las versiones oficiales. Dentro de los conductos que se tomaron y retomaron (podemos verlo así) para hacerse notar, como un medio directo de expresión, fue la música. En aquellos años el Rock Inglés, naciente de el Blues Americano pero con una energía y fuerza mayúscula y el Rock N’ Roll Americano como un incipiente inicio de la juventud que buscaba mayores lugares de esparcimiento y que derivaría en un movimiento si bien aplastado por corrientes contraculturales de mayor envergadura como los “Beatnicks” y los “Hippies”, si con mayor fuerza en cuanto al grito colectivo que buscaba relacionarse con sus allegados de manera más libre y sin ocultamientos, derivaría en el libertinaje que llegaría, pues, con una segunda ola de jóvenes.
México no se quedo atrás y los movimientos de libertad no se hicieron esperar, pero no nos centremos, por favor, en lo que todos lamentablemente conocemos, alejémonos por un instante de aquel ataque de pena internacional e histórica con la que hemos de cargar siempre por ser mexicanos, sino enfoquémonos en el ámbito meramente popular, mercantil, en ese sonido efímero que de igual forma se catalogaría como Rock N’ Roll o Rock Mexicano (siendo que debería ser una división). Me refiero a eso que todos ya sabemos, a esas interpretaciones mexicanizadas de los éxitos del momento – de otro lugar. Muchas de las canciones con que las fueron creciendo generaciones enteras, se refieren a otras con un lenguaje que es completamente antinatural, y esto aunado a la falta de educación con la que crecieron otras, hace que no tengan las referencias exactas, que se extrañen al escuchar esas melodías con las que crecieron con una calidad mayor en su producción y en inglés. Una muestra más del debilitamiento cultural gradual por falta de instrucción de calidad y amplio margen de libertad por parte de la globalización.
Es así como el otro día pensé que no faltará quien se alarmé o levante el grito al cielo, en su afán de ser o parecer nacionalista (nunca falta), y se le hiciera saber que una de las canciones más “sonadas” en Inglaterra, cantada por un estadounidense (herencia inmediata) fue aquella llamada “She Wears My Ring” de Solomon King, que también cantase en su ocasión el Rey, Elvis Presley y que sea una versión americanizada de nuestras afamadas “Golondrinas”. Técnicamente es lo mismo que hicimos y seguimos haciendo con algunas composiciones de allá, pero lo repito, nunca faltará quien quiera sólo verlo de un lado de la moneda, del que nos convenga.
Traje a colación esta historia por el factor de que ésta, querido lector, es mí última columna en un buen rato. Debo culminar esta etapa por hechos meramente personales, por retos y metas que uno debe ir haciendo y rehaciendo, todo esto con el afán de crecer y seguir paso a paso firme, con un camino. Me alejaré un tiempo de estas tierras y traeré más experiencias, más sonidos y visiones.
Agradezco de antemano a todos aquellos que alguna vez tocaron estas hojas y se entretuvieron leyendo las palabras de un servidor. Esto es sólo un hasta luego, como bien he colocado como titulo de esta columna. Agradezco de nueva cuenta y auguro mejores tiempo por venir si es que la educación y la paciencia reinan en estos lugares. Hasta Luego.

lunes, 6 de octubre de 2008

Burdel

EL BOLSILLO IZQUIERDO

En está ocasión no tuve más remedio que repudiar las acciones que embargan a esta sociedad local, esa de querer una notoriedad pública a toda costa. Alejada de los elementos serios y concretos que se requieren para que la cultura sea en efecto y en alto grado de importancia, la herencia nuestra.

BURDEL.

Antes que nada debo reprobar el fastuoso evento de que una de las instituciones “educativas” a favor de nuestra sociedad se haya rebajado, sobajado, reducido a un grado de carestía tal que da pena ajena.
Allí, en una de las calles principales de esta capital, se encuentra un monumento a la mediocridad, a la insuficiencia y la pequeñez. En una esquina, literalmente, se encuentra este edificio de buena vista (pero que es tan sólo una fachada, ahora más que en otros tiempos) donde uno puede encontrar un gran “mantel” – algunos les dicen publicidades – haciendo alusión a un par de alumnas suyas que se encuentran en uno de estos, más que vulgares, reality shows. Apoyándolas a mente abierta, a grito tendido y sin sentir culpa alguna; ¿qué es lo que pasa?, ¿acaso esta institución académica, que debe procurar por la educación de los ciudadanos de este país alarmado a cada día, presume que en vez de fomentar los principios de una cultura amplia dentro de su alumnado, ha avivado el anodino deseo de la fama pasajera? Repito: ¿qué pasa?
Esto es sólo una muestra real de lo que pasa en dos sectores primordiales de este mundo contemporáneo, irónicamente desbalanceados, lamentablemente mediados y contrapuestos; la mercadotecnia y la educación.
Por una parte tenemos el factor formativo, que es lo que más nos debería importar, pues es fácil, duro, conciso y complejo (a la vez); es esto lo que se debe atacar para que este país empiece a cambiar. Solamente esto, no hay de otra, en esta nación se debe empezar a enriquecer las mentes de su gente si queremos empezar a ver cambios reales, sustentables, fundamentales, REALES. No existe otra opción más que hundirnos más.
Por otro lado está el entumecido mundo de la mentira, la farsa y el disimulo. Hoy por hoy las cosas deben de comercializarse en un mundo que nos dicen, está divido en sectores, en mercados, en públicos metas y mentalidades clasificadas de manera imberbe como el metódico, el aventurero, etc. ¿A dónde se quiere llegar con esto? Bien creo que el factor es que no se quiere llegar a nada, estancarse en un mundo de fantasía donde nadie sale bien librado, pues inmersos en esa podredumbre hasta los creadores están clasificados.
Paseaba el otro día por esta afamada calle y lo vi, admito que como profesionista de la comunicación veo por cierto tiempo (15 minutos por mucho) estos programas que enraízan mí efervescencia a prepárame más. Son de una comedia involuntaria brutal y uno, quiera o no, debe formar parte de un mundo que obliga a resquebrajar más la falla. Uno no puede darse el lujo de no darse por enterado de las cosas que suceden en la nación que encara al mostrar sus credenciales.
Al verlo no tuve más que sorprenderme por el hecho; acepto, tal vez, que las personas en cuestión hayan decidido irse por decisión propia y buscar su mundo de gloria y notoriedad porque su ego y capacidades intelectuales no daban para más, pero de eso a que la escuela se abanderé por el acto hay una gran distancia, trayecto que sólo los que se encuentran en el mismo abismo enfrentan. Señores, padres de familia, educandos y educados, ¿qué es lo que se quiere cuando encaramos el exigente e importantísimo factor de la educación? Queremos medias tintas, cómo se dice. No, exigimos una seriedad al enfrentar esta labor, necesitamos de una notoria recuperación en los campos del arte y las ciencias, necesitamos a un pueblo dispuesto a crecer, capacitado para estar por encima de las trivialidades. Olvidemos la mercadotecnia como herramienta para la venta, pues se venden las cosas, los artilugios, no las capacidades. Esas son derechos de todos por el hecho de estar en este mismo lugar. La educación no se debe vender y tiene la obligación, valga la redundancia, de educarnos, de hacernos mejores personas y crecernos como individuos, no como gente pasajera y ridícula en una pantalla que nunca se acercará a nuestros corazones. Eduquemos, eduquemos y nada más. Todo cambiará.