REDONDO.
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Múltiples: La Máquina Loca
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Múltiples: La Máquina Loca (Emilio Maillé, 2012)
Gabriel
Figueroa no es sólo el mejor y más importante cinefotógrafo en la historia del
cine nacional, sino que es uno de los más notables e influyentes directores de
fotografía en la historia del también llamado séptimo arte. Su legado
trasciende las fronteras y ha sido, desde sus años en activo hasta el presente:
académica, cinematográfica y lúdicamente la escuela de muchos adeptos al cine y
la técnica de la luz; una de sus razones de ser y existir.
Su
obra no sólo enmarca un estilo sumamente personal y fuertemente distinguible
que ha causado a lo largo de los años la imitación como tributo, sino que se
alza como relatora; cronista y creadora. Sus encuadres, en conjunto a las
acotaciones y sugerencias de Eisenstein sobre el territorio mexicano, trazaron
un territorio ficticio en el que todos creían vivir o haber vivido. La fantasía
de su cámara se convirtió no sólo en la realidad de las masas, sino en los
sueños de generaciones que le relevarían y un simbolismo nacional. Según se
relata, fue el primer director de fotografía del mundo cuyo nombre aparecía en
los carteles de las películas al ser un indicativo de lo que la gente quería
observar y sentir; un estilo apegado a un deseo nacional.
Ahora,
a 16 años de su fallecimiento, el realizador televisivo Emilio Maillé
le rinde un homenaje más –de todos los que ha tenido (y merecido)– al
entrevistar a diversos fotógrafos de alcurnia en el cine del mundo bajo dos
vertientes muy claras: su personal oficio dentro de la construcción
cinematográfica y el portento y herencia del propio Figueroa. Desde
Haskell Wexler hasta Vittorio Storaro, pasando por Janusz Kaminsky, Javier
Aguirresarobe, Phillipe Rousselot, Shoji Ueda, Luciano Tovoli y una serie de
nombres que han trabajado con directores de la talla de Kurosawa, Kubrick, Bertolucci,
Godard, Coppola, etcétera, se dan cita de una manera sumamente simple y franca
para hablar sobre estos temas de manera sencilla y esclarecedora.
Junto
a algunas de las tomas más poderosas del fotógrafo (la mayoría de ellas
sumamente bien remasterizadas) y bajo las entonaciones de la característica
música de Michael Nyman, el resultado es un documento que desnuda por un lado
el siempre debate combatiente de la labor de un director de fotografía dentro
de la escritura de una obra cinematográfica (¿hasta dónde debe llegar su
poder?), al tiempo que asombra; no nostálgicamente sino prodigiosamente, a
través de los fotogramas (imágenes vivientes) que Figueroa realizara durante su
carrera.
Miradas
Múltiples: La Máquina Loca es una obra realizada con simpleza y pulcritud, con
cariño y honor ante un realizador que bien puede ser la excepción de la regla
ante aquellos que mitigan el acercamiento en la importancia de la belleza
fotográfica al de la obra fílmica como un todo. “No sólo puede ser bello el
campo visual sino todo el conjunto”. Figueroa bien puede ser ese nexo que
existe entre estos campos siempre secuaces que a oscura suelen atacarse… Queda
claro, pues, que el “arte” de realizar la fotografía en una cinta ha ido
cambiando brutalmente con la tecnología; lo ornamental y la técnica ha sido
cedido a la prontitud y la práctica. El mundo hoy se mueve y maneja de una forma
distinta. No obstante, observar estos pequeños fragmentos ensombrecen la
novedad al presenciarse en ellos algo que no es más que la Total Belleza.
Gabriel
Figueroa, es pues, uno de los más grandes maestros de la luz. Trabajó con gente
de la talla de John Ford, Luis Buñuel, John Huston, Roberto Gavaldón, El Indio
Fernández, Fernando de Fuentes y demás. Fue pedido por la industria
Hollywoodense en varias ocasiones pero decidió quedarse en México para poder
retratarlo de una forma tan especial, que aún al ver su obra en una de esas
nostálgicas cintas, se nos aparece en la pantalla como lo que es cinematográficamente y más allá: nuestro hogar... Siempre
es y será un buen momento para recordarlo.
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Múltiples: La Máquina Loca de Emilio Maillé
Calificación:
3.5 de 5 (Buena).
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