Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

lunes, 14 de octubre de 2019

Joker



REDONDO 

Joker
Guasón (Todd Phillips, 2019)


Válvula de escape, sinfonía atonal que condensa claramente el caos bajo las claves de la crook story para discernir sobre las causalidades de su figura central –hilo conductor de una serie de viñetas que se afanan fundamentalmente en la estética y el fervor popular– para constituir el intrínseco heroísmo de un “villano”; reflejos presentes del coral escepticismo, del recelo político, de la sospecha como cultura del cotidiano vivir… del entretenimiento como única ventana de un rapaz control oligárquico del cual, se debe decir, la misma cinta pertenece y hace uso.

Retablo social, construcción ligada a las necesidades ornamentales y vacilantes de la actualidad, quid del confuso sazón de los días. El Joker de Todd Phillips, sirviéndose claramente del notorio estilo realista con que Nolan proyectó la figura de Batman en su trilogía (2005, 2008, 2012), resulta ser el seguimiento de una necesidad propia de nuestros tiempos, la naciente alegoría de un líder carismático que en búsqueda de un espacio se pierde en sus ilusiones más profundas: que al ir tras la vaguedad de la justicia se encuentra luchando contra lo que se pretende de esta… que en su trazado de pesquisas trastocará los caminos de cientos a los que les pertenece ese mismo sentir de olvido, descuido y abandono. Se trata, obviamente, de un inadaptado que cohabita en callejones y transportes que le son ajenos, cuyos apuros son impuestos, cuyos pasos no le pertenecen y que en su camino habrá de toparse de frente con la verdad y toda su cruenta y dubitativa naturaleza. El Joker proyectado resulta una fantasías social, una representación de nuestros anhelos más oscuros, de nuestros aprensiones y nuestras miras para lo que subjetivamente creemos es lo mejor. 

Centrada plenamente en la interpretación de su protagonista, la apuesta resulta eficaz y se sostiene casi en su totalidad aunque la estructura de su guion es un tanto heterogénea. Su primer acto no presenta de la mejor manera el descontento social, el enervante sentimiento que cohabita y asfixia a los habitantes de la ciudad; la carestía y privación que ha tomado posesión como un gobernante más. Si bien se trata de enlazar en una apología con nuestro personajes principal, una manifestación más clara, o bien presente, de la cosmovisión del director haría de las acciones multitudinarias de su ultimo acto algo mucho más potentado. La irregularidad de la personalidad central queda acordonada a sus propias manías, aunque algunas de las licencias que se toman bajo elementos cuasi operísticos evidencian un tratamiento en busca de beneficiar más la plástica que una complicidad de todos los elementos que están en juego.

Filmada competentemente, la edificación cinematográfica de la cinta de Todd Phillips se trasluce en planos que en ocasiones contienen y en otros intentan explotar sin llegar del todo a la fuerza requerida. La fotografía de Lawrence Sher dispone un look a tono con el urbanismo cual atmósfera pretendida aunque no es del todo constante, el montaje de Jeff Groth es efectivo, académico –quizá un poco de bravura le hubiera dado más carácter. El diseño de Mark Friedberg resulta atrayente y junto al Arte de Laura Ballinger juega a esconder datos para los más recalcitrantes fanáticos. Por su parte, la partitura de Hildur Guðnadóttir es de una expresividad bella pero su uso es en ocasiones exacerbado, tanto en duración como en la mezcla final. 

El Joker, al final, es película y fenómeno mediático –cual Hollywood desea y educa a una nueva generación de espectadores– es una trazado que explora pero primeramente explota. Compra, vende y mantiene la linea esperada por los más fieles seguidores; en este balance recae quizá su mayor logro. Su temperamento se nutre de la ironía, tanto fuera como dentro de su diégesis. Lo que muestra a través de su lienzo es también lo que la constituye en su popularidad; su expresividad es maquillaje. Su propósito es social. Su obtención es el percance de que nadie en realidad es héroe o villano en esta tierra sino aberrantes que compilan ambos espectros y con los que coexistimos todos los días, en todas partes, bajo todos los reflectores, sobre todas la miradas y a través de todos los reflejos.


Guasón de Todd Phillips
Calificación: 3 de 5 (Buena a secas).