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martes, 12 de febrero de 2013

El Padrino


REDONDO.

The Godfather
El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)

Tal vez uno de los más grandes aciertos en “El Padrino”, cinta históricamente inserta de ellos, sea el respeto ante las distintas lecturas que debe tener toda obra que se inscribe bajo el cobijo de las actividades artísticas, bajo las disposiciones de un formalismo académico (con dejos de ciertos elementos modernistas), así como de un personalísimo sello que la convierte no sólo en discurso, sino estilo. Y que a falta de una escuela eficiente en tiempos presentes sobre el caso, representa mayúsculamente el total respeto a una parte fundamentalmente substancial en el mundo del cine: La audiencia.

El Padrino, pues, no sólo representa una trama para los “letrados” del cine, sino que se aboca a todas las visiones (humildes, tiranas, sencillas y rebuscadas); las atrapa y las mantiene durante un metraje largo con interés –sin enredos mayores– en una formula que lejos de absorber y absorberse en el sugestivo tema de la mafia, nos atrae bajo el refugiante tema de la familia. En sus crisis, altibajos y sentimientos encontrados que van desde la traición al amor, pasando por la (dulce y amarga) mentira, la cruda verdad, la decepción y el orgullo.

Coppola pues centra su cinta en ello, en una no tan “común y corriente” familia que tiene en esencia los mismos problemas e inquietudes que cualquiera pudiese enfrentar –o enfrenta– en momentos de quiebre. En las diferentes personalidades y valores de sus miembros; en los hechos que los llevan a tomar buenas o malas decisiones para con ellos mismos, o bien para el resto. En el lazo sanguíneo y el lazo de honor, en la obediencia, la confianza y la ética de sus actos… Temas cuya universalidad han mantenido fresca, coherente y joven a una de las películas más emblemáticas del cine estadounidense.

Con mano firme, Coppola dirige su drama con cierto grado de comodidad debido al trasfondo elegido. Debido a que su cine siempre representa el calor que tiene para con los suyos; porque encarna un fino retrato de ellos, porque asume su rol principal y teje los hilos de un encantador y eficiente conflicto que nos muestra los lados más brillante y más oscuros de un grupo de personas que se aman hasta cierto punto (cine noir puro), y hasta que ciertos intereses lo permiten. Porque humanamente sufren y hacen sufrir hasta que las medidas han sido rebasadas.

El Padrino, entonces, nos va develando con gran cautela ciertos secretos de su trama al tiempo que nos oculta otros tantos, manteniendo una tensión que se degusta paso a paso hasta que las resoluciones son mostradas con un alto grado de belleza y elegancia. No juega a las “vueltas de tuerca” sino que se mantiene seriamente estable en su camino dejándonos respirar, ocasionalmente, con guiños de un negruzco humor fino y delicado.

Coppola, tajantemente, origina desde la obra de Mario Puzzo –y en gran parte con su ayuda– un entramado que se da paso de manera tan honesta como natural. Auxiliado de la bella, imperceptible y exquisitamente subexpuesta cámara de Gordon Willis (creadora también de un estilo), así como del uniforme montaje de William Reynolds & Peter Zinner (ligeros detalles) y la más que legendaria partitura de Nino Rota, El Padrino no rompe paradigmas sino que se mantiene en la ya perdida tradición de un cine hecho a la medida; con cerebro y con pasión. De un cine realizado con sapiencia y tacto; elegante y firme. De un cine respetuoso con la audiencia que hoy, a 40 años de su estreno original, se alimenta merecida y dignamente del juicio de la historia como una de las películas mejor realizadas en la historia del llamado séptimo arte.

El Padrino se nos presenta entonces como un recurso académico, teórico y lúdico ante las brechas generacionales. Es una película tan actual como sus universales temas. Una cinta que se siente y emociona... Sin lugar a dudas, uno de los filmes que obligatoriamente se deben revisar tanto por los amantes del cine, como por los que no lo son. Quién sabe, quizás después de ella se vuelvan adeptos a la mejor versión de éste.


El Padrino de Francis Ford Coppola
Calificación: 5 de 5 (Un clásico).

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