Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 24 de febrero de 2014

Robocop


REDONDO.

Robocop
Robocop (José Padilha, 2014)

En el clímax de su segunda y más reacia denuncia fílmica, Tropa De Elite 2 (2010), Padilha logra un momento sustancialmente esclarecedor al apuntar todas sus armas (herramientas en este caso) en todo aquello que comenzó como una acusación directa a las mafias policiales brasileñas en las favelas (2007), y que terminó con la imputación de la políticas públicas y los hacedoras de éstas –en aquella toma aérea al centro gubernamental del país con una voz en off que comienza el cierre de la saga– como el origen de las malas circunstancias del pueblo. Padilha, pues, logra un efervescente y galante instante que muchos realizadores de las actuales generaciones en ocasiones acaso piensan ya no digamos realizar, sino siquiera imaginar. Elementos simples para discursos reacios, o como dicen por ahí: menos es más… Más refinado al menos, que no es poca cosa… No cabía duda, Padilha tenía los elementos, los básicos al menos, para poder llevar a cabo una reedición de Robocop (Verhoeven, 1987), aquel filme ultra-violento que no sólo profetizó sino que, lamentablemente, predijo los tiempos actuales.

Queda claro entonces que el realizador brasileño parecía el indicado para una reedición de una trama llena de fuerte crítica social; conceptos supuestamente “inexistentes” por las cúpulas del poder. Un marco compuesto por vejaciones ante los que menos tienen, la oligarquía de los consorcios empresariales y el altísimo poder de los medios de comunicación. Lastimosamente, son estos propios preceptos, en la actualidad, los que gobiernan dentro del encuadre de una nueva trama creada alrededor de la promesa discursiva de su predecesora.

El trabajo de Padilha se nota en la gran mayoría de las escenas: el tiempo no lineal como pretexto para viajar dentro de la trama (incluso el espacio onírico lo presenta de esta manera), el sistema como un absurdo que se rige por caprichos sumamente personales (en este caso más inclinado a la mercadotecnia) y sus pulcras escenas de acción (pocos atacan este género con tal garbo y elegancia en estos tiempos). Es por ello que, hay que decirlo claramente, el resultado no deja de ser entretenido, de buena mano; con una calidad cinematográfica que resulta más alta que la media en estos tiempos que se viven álgidamente, pero que en todo caso, no queda ni cerca de la densidad discursiva de su antecesora. Es una película disfrutable, sí –tiene el derecho de alentarse como una película ajena (alejada la trama de la original)– pero que en efecto deja mucho a deber –igualmente está obligada a compararse por su origen. Resulta obvio, quizá hasta lógico, que todo lo que la primera entrega reprochó asociando con un desalentador futuro, en realidad construye a esta.

Padilha logra tejer su cine, eso sí, dentro de las (cada vez más pobres) manías del Hollywood actual, empero no logra desarticular los estrictos fines irreflexivos de la industria estadounidense: somos la mejor y más poderosa nación del universo. Es más, el último plano es una total bofetada de esto. No obstante, no resulta ser una cinta menor por los conceptos del lenguaje, medianos la mayoría de ellos, que utiliza el realizador y su equipo. El respetuoso montaje de Peter McNulty & Daniel Rezende, la efectiva fotografía de Lula Carvalho, la insípida partitura de Pedro Bromfman, el look en boga (y que por ende envejecerá rapidamente) de Martin Whist, así como el patriótico guión de Joshua Zetumer. De sobra están las obligadas referencias a la original.

De manifiesto, pues, resulta entonces el trabajo de Padilha. Su labor como director ha salvado mucho de los elementos bajo los que se pensaba construir esta nueva trama. El resultado, no lo dudo, es mejor que el que habría saldado un director más novel o más americanizado. Sin embargo, con esta versión de Robocop queda claro que todo aquello que en alguna ocasión el cine osó atacar, criticar; desmantelar desde su esquina en el ring, le ha ganado por mucho la partida. Entretenimiento irónico, acaso. No profetiza nada, sólo nos da una cachetada total al absurdo e ignorante poder de los medios; tanto dentro del filme como en su exterior. Y es que es eso lo que la ha construido a sus anchas y bajo sus condiciones.

Robocop de José Padilha
Calificación: 3 de 5 (Regular).

martes, 4 de febrero de 2014

Prisoners


REDONDO.

Prisoners
Intriga (Denis Villeneuve, 2013)

Desde su anterior cinta, Incendies (2010), tal vez la más lograda en su corta filmografía, Denis Villeneuve daba muestras amplias de madurez fílmica. El trazado de su historia, humanamente intricado, se tornaba a la vez más interesante mientras la información escaseaba para el espectador –y poder así darle la última estocada hacía el final de la cinta.  El encadenamiento de los sucesos, paralelos en aquella ocasión, eran de una impía crueldad que se hacían soportables entre otros factores por su delicada puesta en cámara, su inteligible narración y su refinada mano como realizador. Estábamos pues, ante un director que sin muchos aspavientos, lograba retratar el lado más oscuro del humano.

Con Prisoners, su primera cinta con pasos dentro de la industria estadounidense, ese animo por la opacidad de sus personajes no se pierde sino que incluso se suma a las consecuencias de los actos que se van desarrollando en la trama y que al igual que en su anterior filme, pareciera un entramado con nudos hechos al aire pero que tienen una razón de ser para con el último movimiento de la película.

La gama emotiva de la cinta se dispara entre los recovecos de oscuridad en que se van transformando los miembros de dos familias promedio (y luchonas) de los suburbios de los Estados Unidos cuando son secuestradas sus dos hijas pequeñas, así como todo lo que comienza a trastocar el suceso; la investigación policial, la necedad y prioridad de la evidencia, la venganza, la cerrazón del paso de los días y una gama de personajes que tejen una red que no sólo suman presión, sino más sombra y confusión al punto que varias secuencias rozan el horror más eficaz.

Con Prisoners, queda claro, estamos ante la construcción de la mazmorra donde quedarán varados no sólo los personajes, sino nuestras propias emociones (muy lamentable la traducción mexicana al titulo original): el suspenso, la maquinación, el nerviosismo, la tensión y la intranquilidad que se vive en la gran mayoría del filme. De una incomodidad elegante y sumamente cinematográfica resulta la mano de Denis Villeneuve en esta su más reciente entrega, quién además da muestras nuevamente de un paso firme y estoico en el mundo de la cinematografía mundial.

Bajo el notable guión de Aaron Guzikowski, el encadenamiento se va desarrollando con un pulcro ritmo a cargo del meticuloso montaje de Joel Cox y Gary Roach, la dedicada y delicada escenografía (tan importante en este tipo de tramas) de Patrice Vermette y la siempre eficiente y pasmosa fotografía de Roger Deakins, que en conjunto se suman a la enérgica dirección actoral del propio realizador; su elenco responde de una manera redonda al igual que la partitura de Jóhan Jóhannsson que genera siempre la atmosfera correcta paro lo que la escena requiere.

Lamentablemente la popularidad de un realizador como Villeneuve, que paso a paso ha ido demostrando y demostrándose cine, queda enmarcado en un circulo pequeño y tristemente cerrado. Con Prisoners, queda claro, se espera ansiosamente que su carrera no sólo tome más brios sino más apoyo. Su visión, si no original, si refresca y suda elegancia ante hechos plenamente lúgubres que atañen a nuestros monstruos internos. Su toque es preciso y respeta por completo al espectador dejándole integrarse a la trama como éste desee. “Intriga”, su primera cinta que llega a nuestro país dentro del circulo “comercial” es una de las mejores propuestas en años en ese circuito. Una película intrínseca, llena de pasajes que nos “sacuden” mientras nos miramos en el opaco espejo de nuestros sentimientos más escondidos.

Intriga  de Denis Villeneuve
Calificación: 4 de 5 (Muy Buena).