REDONDO.
Robocop
Robocop (José Padilha, 2014)
En
el clímax de su segunda y más reacia denuncia fílmica, Tropa De Elite 2 (2010),
Padilha logra un momento sustancialmente esclarecedor al apuntar todas sus
armas (herramientas en este caso) en todo aquello que comenzó como una
acusación directa a las mafias policiales brasileñas en las favelas (2007), y que
terminó con la imputación de la políticas públicas y los hacedoras de éstas –en
aquella toma aérea al centro gubernamental del país con una voz en off que comienza
el cierre de la saga– como el origen de las malas circunstancias del pueblo.
Padilha, pues, logra un efervescente y galante instante que muchos realizadores
de las actuales generaciones en ocasiones acaso piensan ya no digamos realizar,
sino siquiera imaginar. Elementos simples para discursos reacios, o como dicen
por ahí: menos es más… Más refinado al menos, que no es poca cosa… No cabía
duda, Padilha tenía los elementos, los básicos al menos, para poder llevar a
cabo una reedición de Robocop (Verhoeven, 1987), aquel filme ultra-violento que
no sólo profetizó sino que, lamentablemente, predijo los tiempos actuales.
Queda
claro entonces que el realizador brasileño parecía el indicado para una
reedición de una trama llena de fuerte crítica social; conceptos supuestamente
“inexistentes” por las cúpulas del poder. Un marco compuesto por vejaciones
ante los que menos tienen, la oligarquía de los consorcios empresariales y el
altísimo poder de los medios de comunicación. Lastimosamente, son estos propios
preceptos, en la actualidad, los que gobiernan dentro del encuadre de una nueva
trama creada alrededor de la promesa discursiva de su predecesora.
El
trabajo de Padilha se nota en la gran mayoría de las escenas: el tiempo no
lineal como pretexto para viajar dentro de la trama (incluso el espacio onírico
lo presenta de esta manera), el sistema como un absurdo que se rige por
caprichos sumamente personales (en este caso más inclinado a la mercadotecnia) y
sus pulcras escenas de acción (pocos atacan este género con tal garbo y elegancia
en estos tiempos). Es por ello que, hay que decirlo claramente, el resultado no
deja de ser entretenido, de buena mano; con una calidad cinematográfica que
resulta más alta que la media en estos tiempos que se viven álgidamente, pero
que en todo caso, no queda ni cerca de la densidad discursiva de su antecesora.
Es una película disfrutable, sí –tiene el derecho de alentarse como una
película ajena (alejada la trama de la original)– pero que en efecto deja mucho a
deber –igualmente está obligada a compararse por su origen. Resulta obvio, quizá
hasta lógico, que todo lo que la primera entrega reprochó asociando con un
desalentador futuro, en realidad construye a esta.
Padilha
logra tejer su cine, eso sí, dentro de las (cada vez más pobres) manías del
Hollywood actual, empero no logra desarticular los estrictos fines irreflexivos
de la industria estadounidense: somos la mejor y más poderosa nación del
universo. Es más, el último plano es una total bofetada de esto. No obstante,
no resulta ser una cinta menor por los conceptos del lenguaje, medianos la
mayoría de ellos, que utiliza el realizador y su equipo. El respetuoso montaje
de Peter McNulty & Daniel Rezende, la efectiva fotografía de Lula Carvalho,
la insípida partitura de Pedro Bromfman, el look en boga (y que por ende
envejecerá rapidamente) de Martin Whist, así como el patriótico guión de Joshua
Zetumer. De sobra están las obligadas referencias a la original.
De
manifiesto, pues, resulta entonces el trabajo de Padilha. Su labor como
director ha salvado mucho de los elementos bajo los que se pensaba construir
esta nueva trama. El resultado, no lo dudo, es mejor que el que habría saldado
un director más novel o más americanizado. Sin embargo, con esta versión de
Robocop queda claro que todo aquello que en alguna ocasión el cine osó atacar, criticar;
desmantelar desde su esquina en el ring, le ha ganado por mucho la partida.
Entretenimiento irónico, acaso. No profetiza nada, sólo nos da una cachetada
total al absurdo e ignorante poder de los medios; tanto dentro del filme como
en su exterior. Y es que es eso lo que la ha construido a sus anchas y bajo sus
condiciones.
Robocop
de José Padilha
Calificación:
3 de 5 (Regular).
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