REDONDO.
Eco De La Montaña
Eco De La Montaña (Nicolás Echevarría, 2014)
El trabajo de Nicolás Echevarría siempre ha ido más allá del simple retrato narrativo. Su obra documental, misma que recorre una buena extensión de su filmografía, se aleja del ser un simple espejo social y sirve –y ha servido siempre–para atestiguar de viva voz (como en este caso), o bien de manera mucho más presencial y directa (como en “Niño Fidencio”, 1980), lo que pasa allí: afuera de nuestras cavilaciones y “normalidad”. El clisé de sus temas siempre ha mantenido con fuerza y valentía una profundidad estética, social y hasta antropológica que le ha hecho ser merecedor de un estilo propio en un cine –el nacional– que carece de dichas sellos.
Con “Eco de la Montaña” quedan claros sus argumentos y manejos. La franqueza que logra de su personaje es tal, que el camino –la guía espiritual y artístico/creativa a la que nos enfrentamos– se nos abre con una pasmosa belleza y cercanía; ágilmente nos coge de la mano para hacernos testigos del trayecto que ha de atribuir a su historia: Santos de la Torre es un artista Huichol que realiza murales a base de chaquiras; uno de ellos expuesto en la estación de metro de Paris que arriba al museo de Louvre. Santo de la Torre es un Huichol que vive en su pueblo, bajo sus tradiciones y el olvido mayúsculo por parte de la nación. Santos de la Torre está en el proceso de realizar un nuevo mural; por ello decide ejercer la ruta hacía Wirikuta para pedirle permiso e inspiración a los dioses.
El camino, si bien resulta anacrónico, nunca nos deja de mostrar la certeza de un artista y la belleza por la que se ha decidido hacer lo que hace. Bajo la honesta cámara del propio Echevarría y la de Sebastián Hofman (Halley, 2012), los temas se convierten en paisajes que hilan las artes de la pintura, la música y la tradición; sobre todo las ganas por compartirlo y contar y luchar por algo a través de el. Resulta, sí, un poco sorpresivo el enfoque, un tanto menos contemplativo que en otras obras del director; incluso una casta gracia se presenta y en diversas partes de la trama se le puede dibujar una sonrisa al espectador… Llena de imágenes poderosas que rozan la muerte y la vida, como es una constante en el realizador, esta cinta no deja de pertenecer a aquellas cintas que nos explotan en la cara con un mensaje de apasionamiento hacía el arte y las situaciones, justificaciones y efectos que le anteceden y marcan a posterior.
“Eco de la Montaña” es la experiencia viva de un proceso creativo bajo una pureza que en ocasiones no tenemos la oportunidad de presenciar. No estamos, pues, ante un artista que se maneja bajo los cánones de la industria, estamos ante una persona que ha decidido exponer y liberar sus emociones ante un conflicto que no sólo le atañe a él sino a todo su pueblo, que trata de aportar algo a la lucha a través de su oficio y el apoyo que recibe de su familia sanguínea y social. Es el camino y la idea, el trayecto y la consecuente belleza.
Ganadora del premio a la mejor película en el pasado festival de Guadalajara, así como al mejor documental en el Festival de Toronto, Echevarría logra convertirnos en fieles testigos de lo que vive, piensa, siente y circunda a Santos de la Torre, un arista que explica de manera tan clara los conceptos de su obra, que no queda de otra que respirar ante la disposición y talle de su obra, que cabe resaltar, no hace más que sorprender cada que aparece en pantalla. Y eso, queda más que claro, siempre es de agradecer. De agradecer por un muy largo tiempo.
Eco De La Montaña de Nicolás Echevarría
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena)
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