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viernes, 27 de marzo de 2009

Gran Torino

REDONDO.

Gran Torino
Gran Torino (Clint Eastwood, 2008).

Siempre que me manifiesto sobre alguna película realizada por Clint Eastwood, o bien, cada que puedo hacer alusión a la cinematografía de este icono del cine mundial, no me canso de aplaudir su mano fina, fuerte y sobre todo eficiente para con su narrativa; siempre de suma elegancia. Y es que en los últimos años no ha dejado más que hacerse notar por buenos filmes, no da cabida a malas interpretaciones y no se permite que las cosas se le salgan de la manos. Siempre que puedo hablar de Clint Eastwood y honrar su trabajo no es implícitamente porque así lo quiera yo, sino porque no hay otra opción.
Con Gran Torino, realizada casi a la par que Changeling, el señor Eastwood nos da una prueba más de su maestra mano al tratar una película, una cinta que tiene claramente dos visiones y perspectivas; ambas de manufactura inquietante y de gran calidad. Por una parte, esta cinta se puede ver independiente de saber y conocer el contexto de los personajes y películas que hicieron grande a Clint Eastwood, siendo así, la trama nos retrata la vida de un hombre en la etapa final de su vida que se ha quedado solo y ahora se percata del mundo real y contemporáneo en el que vive, de los problemas que se aquejan en cada esquina y como alguien de su generación, veterano de guerra, tiene o no la capacidad para entenderlo e intentar llevar acabo la justicia sobre un entramado que se balancea entres los asuntos de la moral, la obligación, la vida y la muerte, después de encontrarse repentinamente no con una amistad, sino con los sentimientos perdidos hace ya muchos años. Un hombre que no tiene en mente más que esos gruñidos y malos tratos de repente se ve envuelto en los recuerdos de las aflicciones humanas; ira, risa, alegría y llanto.
Ahora bien, si observamos esta película desde este ángulo, uno particularmente un tanto alejado del director y lo que se nota cómodamente como el ajuste de cuentas para con uno de sus más emblemáticos caracteres, la película resulta ser un entramado inteligentemente llevado hasta la suma que juega de manera muy sobria - pero con una eficacia enorme - sobre las emociones del espectador, una audiencia ya rendida ante los abates de este amargado personaje que permuta ligeramente a un corazón enternecido por esa educación mutuamente recibida por sus vecinos, y sobre todo, en ese cambio tan bien realizado y que nos lleva al terror, al miedo, a la zozobra y la impotencia de una escena a otra. Pocos directores, en la actualidad, lo he dicho consecutivamente, se pueden dar el lujo de jugar así con las emociones de un publico sin agredirlos de ninguna manera, sino al contrario, de acompañarlos ante esos cambios y justificar las razones de un relato que como es costumbre ante la mano del talento - y la experiencia - siempre están muy bien narrados.
Por otra parte, no podemos negar las señas que esta cinta retoma de aquel ya mítico personaje; Harry Callahan. No está por más decir e interpretar que a estas alturas, el Sr. Eastwood se ha tomado la modestia de rendir cuentas morales con él, de hacerle pagar sus actos y dejarlo rendido en un césped que se convierte en toda esa justicia desperdigada de aquellos años. Vista de esta manera, podemos incluso acrecentar la cinta y degustarla de manera de una manera aún más espectacular, más grande. La cinta nos muestra a un Dirty Harry cansado, en su ultima etapa de vida, solitario y perdido en ese barrio ya rendido ante la migración oriental, un territorio inhóspito donde las pandillas han ganado el terreno de la quietud y donde el extraño no es más que él.
Visto de ambas maneras, la cinta despega y no recae nunca, plantea de manera soberbia los hechos que pronto a pronto irán haciendo explotar los artilugios narrativos y juega con nosotros, la audiencia, como si fuéramos parte de ese entramado, de ese vecindario y muy apesar de conocer las consecuencias de los actos sociales modernos, no nos deja de hacer sorprender sobre las acciones que se suscitan , nos mantiene en el filo del asiento, ya sea por medio de las risas, las carcajadas o la impotencia, o la tristeza, o ese bello final que nos deja entrever un cierto aire de esperanza para con los años a seguir. Basta decirlo una vez, no importa que me repita una vez más, pero al mundo le hace falta educación. Las películas y autores que se toman en serio su tarea, hacen referencia claro bien alusiones a este gran problema mundial.
Gran Torino pasa de manera ágil y veloz a ser una cinta que se disfruta de principio a fin sin baches y sin momentos que desperdiciar, la siempre efectiva y clásica puesta en escena de Clint Eastwood no nos deja librar el pensamiento y nos mantiene centrados en lo que él quiere que pensemos, su uso de la cámara es de un virtuosismo cada vez mayor, sobre todo ahora que ya ha encontrado su pareja en la fotografía Tom Stern. Asimismo, lo que corresponde a los demás departamentos, como montaje, casting y música (en esta ocasión a cargo de su hijo, el bajista de Jazz Kyle Eastwood) no dan píe a una critica negativa. Gran Torino pasa las pruebas exigentes de un cine exigente, de un cine que no trastoca los estilos generacionales, ni los roza, sino que se manifiesta para romper la barrera de las modas, como todas las cintas de Clint Eastwood, y posiblemente, sin miedo a equivocarme, puedo decir que esta cinta se irá haciendo más grande con los años.
Gran Torino es una cinta que observar para presenciar ese cine ya pocas veces realizado, ese cine enorme en narración, grande en calidad y de ahorro y sobriedad cinematográfica, un cine “moderno” que ya pocas veces se da el lujo de contar historias. Al parecer ahora el asunto de la estética y la sobre-explotación visual, tan común, siempre recae en una lamentable mediocridad - en la mayoría de los casos.
Por mi parte puedo decir que hacía años que no disfrutaba tanto una cinta, una historia tan bellamente contada, tan sencilla y potente. Juega contigo de manera soberbia, te hace reír y llorar, disfrutar de temas tan complejos como la vida y la muerte, te saca de si y te vuelve a enternecer. Es una cinta que degustar si es que el verdadero cine es lo que se busca. Una vez más, el señor Eastwood lo ha conseguido.

Gran Torino de Clint Eastwood
Calificación: 4 de 5 (Muy Buena).

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