REDONDO.
Pearl Jam - Ten Redux (2009)
Algunos de mis más cercanos colegas conocen y reconocen bien al rock como una de mis más grandes inclinaciones musicales, no basta recitar más lo enlistado ya en este mismo espacio que al explorarse es algo un tanto obvio. Ahora bien, este gusto generacional por un sonido ya añejado y alejado de una realidad temporal (en la mayoría de los casos), me comenzó desde temprana edad gracias a la influencia siempre acertada de mis hermanas mayores, quienes “pertenecen” a aquella generación “X” que se hiciera notar por no quererse hacer notar del todo; fracaso generacional que nos trajo estas repercusiones actuales de sobre-llamamientos y egos alzados que se evocan cual reflejo de la bruja de Blanca Nieves; Cosa aparte, en fin.
Para aquellos años de virginal infancia en una década que marcaría el inicio del internet, la adolescencia de mis hermanas, como la de la mayoría del mundo, se regodeaba por el artefacto de moda; algo que personalmente creo ha quedado en los anaqueles de la mercadotecnia musical como el último gran golpe de falsedad y inventiva, pues ha ser sinceros, lograron vender con la etiqueta “Grunge” un supuesto sonido de un puñado de bandas que en realidad era más que heterogéneo. Re-estructuraron el hartazgo de una juventud olvidada en su expresión artística, pero sobre todo musical, por el hecho de estar alejada del eje que aún se conserva en el mercado melódico de los Estados Unidos - y lamentablemente del mundo - Nueva York - Los Anegles, o viceversa, logrando al final venderlo como un sonido que se creyó existía y que años después nadie supo definir, por lo que se optó nombrarlo “movimiento”, cosa que tan poco fue. Hoy ya desentrañada un poco más de verdad, sobre todo por ese magnifico documental de Doug Pray, Hype! (1996), podemos re-visitar esos recuerdos y entender que ese paso fashionista se debió al grito de un puñado de jóvenes que se encontraban en la olvidada ciudad de Seattle, situada irónicamente al noroeste de los Estado Unidos, en el estado de Washington, un también olvidado estado que lleva el nombre de unos de ss más queridos presidentes; donde al no tener ningún ojo critico sobre ellos, se aventuraron a tocar - y expresarse - como sólo ellos se daban a entender, es decir; más cercanamente a sus influencias personales, las que cada uno obtuvo en sus años más receptivos, y no a parecerse tanto a lo que las listas colocaban como lo número 1 a mediados de los 80s. Así fue como bandas como Soundgarden, Nirvana, Screaming Trees, Mudhoney, Alice in Chains, Tad, y un puñado más se abrieron paso, algunas de ellas logrando caer fácilmente en el juego de la industria e influyendo a bandas del eje comercial como Stone Temple Pilots, Smashing Pumpkins, Soul Asylum y tantos otros que se dirigieron, a la par, rápidamente a la fama.
De entre todo ese mar de bandas, y de un sonido no existente (grunge), repito, como fue vendido y consumido por todos en aquellos años, se encuentra esta banda que citamos hoy aquí, Pearl Jam, una de las que más rápido se dieron camino al éxito comercial, una de las que más rápido se vendieron, quizá la segunda después de Nirvana.
Formada de los restos de bandas como Mother Love Bone y Green River en una historia ya muchas veces contada por lo fans y revistas especializadas, y en donde también se ha de citar aquel proyecto llamado Temple of the Dog - y que hoy es un disco de culto para los gustosos de ese “Grunge” que cada vez tiene menos sentido como palabra, concepto, y ya no se diga movimiento o sonido - Pearl Jam se lanzó al ring con un disco que hoy, innegablemente es histórico.
Ten fue el disco debut de esta ya mítica agrupación, abanderada lógica de las pocas sobrevivientes a esos años que se han llevado ya entre si carreras, vidas y caminos. Un disco al que le costó el convencer de su calidad originalmente pero que a finales del año de su lanzamiento, 1992, logró posicionarse como uno de los mejores y más vendidos. Esto también gracias a que la onda grunge ya era una ola que nadie podía detener. Sin embargo la historia no es tan cruda como se cuenta o se lee en esta reseña, pues en efecto el disco valía le pena, y la historia, como siempre, lo sitúo en su preciso lugar, hoy ya en relación con los discos más emblemáticos e influyentes en la historia del género. Ten fue un debut como pocos, un disco redondo que contenía la fuerza de toda una generación aquejumbrada y apresada entre presiones sociales, políticas y sentimentales. Un trabajo repleto de himnos generacionales instantáneos que recitaban y exploraban las necesidades de aquella generación “X” ya mencionada. Alejado del punk característico de Nirvana, Pearl Jam más rozaba el estilo clásico del rock de los 70s, con estructuras más solidas y menos “salvajes”, con coros emblemáticos, solos que recordaban los años dorados del rock y la presentación de una de las mejores voces en el rock en los últimos años, Eddie Veder.
De esta manera, con esta combinación de factores, Ten se ganó y se ha ganado al pasar de los años el prefijo de clásico, y en algunos casos más particulares, por preceptos generacionales, claro, el de imprescindible. Empero, lejos de lo que ya mucho se ha hablado o podido decir del mismo en sus ya 18 años de existencia, hoy la banda vuelve a colocarlo a la venta en una campaña que ya se hace cada vez más frecuente en la industria contemporánea; la reedición. Como antesala de los ya próximos 20 años de carrera de la agrupación, Pearl Jam ha decidido relanzar su producción debut con ciertos elementos de gracia; como es costumbre en esta agrupación. Es así como muchos demos, canciones no oficialmente lanzadas, el material visual oficializado por vez primera de su Mtv Unplugged y alguna otra sorpresa, se encuentran en este nada nuevo disco. Lanzado en varias ediciones, como también es costumbre en la banda, donde cada una contiene más “juguetitos” que la anterior y que acrecentan el precio, por supuesto.
No obstante, el elemento común y verdadero de la supuesta celebración, es que el disco original venga acompañado de una remezcla recién elaborada sobre los masters originales de grabación. Esta mezcla corrió a cargo, como ya se nos había anunciado en su disco de éxitos Rearviewmirror, por Brendan O Brien, el productor que les elaborara su verdadero sonido con sus cuatro producciones posteriores.
Así pues, el Ten Redux, como se le ha nombrado, no da mayor cabida que a los fans que se conocen de memoria el Ten original, y más aún, a los sabedores del sonido actual de la banda. En esta reedición de su disco debut, las guitarras ganan mucha más fuerza, como es ahora su sonido, claro, y las baterías despegan en tiempo, no se apagan tan de imprevisto y la voz no gana en demasía, salvo algunos coros que logran sobre-saltar y que antes se perdieron en la mezcla original. La mayoría de las canciones ganan, sí, en comparación con ese sonido primario y el actual, ya evolucionado en 18 años de experticia, pero eso es algo lógico. No le veo del todo el caso a lo que ha hecho la banda.
El Ten Redux no deja nada a un escucha nuevo, recién, no creo que sea muy apetecible particularmente para alguien que quiera acercarse por vez primera a Pearl Jam; en todo caso aconsejaría escuchar el original, por ese sentido de purismo histórico, claro, además de que el costo se dispara bastante como para optar por el más económico. El Ten Redux pasa la prueba del fan redentor, pero no así puede consignarse como una joya. No existen joyas sobre joyas. Es un premio, un placebo, para el adepto a la banda que espera su nueva producción; prometida bajo ciertos rumores para finales de año y que no deja más que un recuerdo sobre un recuero más bello. Mercadeo de Nostalgia.
Pearl Jam, pues, se pone un disfraz de cordero al emprender una caza envuelta en discurso de rebeldía. Se propone relanzar todos sus discos hasta llegar a esa fecha de los 20 años de existencia donde se rumora una sorpresa mayor, esto aunado también a una supuesta “revancha” con su ex-disquera, Sony, pues ya ha concluido su contrato,. Metas idealistas que tan sólo hacen sangrar el bolsillo del seguidor.
Pues, estos años le suenan de buena ganancia monetaria a los señores de Pearl Jam, por lo pronto yo salgo de la trinchera y observo de fuera el fenómeno, nunca me ha gustado del todo que los músicos emprendan el camino hacía una supuesta salvación del mundo cuando la educación la dejaron para dedicarse a la rebeldía del rock. De un rockero espero rock, siempre, no más, no quiero que me digan que es lo que debo hacer, como ellos exigieron en sus tiempo para dedicarse a ello; aunque acepto que muchos de sus seguidores se pierden irremediablemente en el camino. El Rock buscado pues, lo he obtenido casi siempre con Pearl Jam, la considero una de las mejores bandas de los últimos 20 años, lo que no me agrada son estas técnicas de espera y premios con poco sentido. Este Ten - Redux, entonces, sólo me ha dejado con ganas de saber lo que viene, ósea, como ya estaba desde antes de que saliera, no me ha servido de mucho. Ya lo he dicho, se me ha dado únicamente un pequeño sinsabor sazonado de nostalgia. Cosa muy común en este mundo que no mira nunca para adelante.
Ten Redux de Pearl Jam
Calificación: 3 de 5 (No más bueno de lo bueno que ya es).
Pearl Jam - Ten Redux (2009)
Algunos de mis más cercanos colegas conocen y reconocen bien al rock como una de mis más grandes inclinaciones musicales, no basta recitar más lo enlistado ya en este mismo espacio que al explorarse es algo un tanto obvio. Ahora bien, este gusto generacional por un sonido ya añejado y alejado de una realidad temporal (en la mayoría de los casos), me comenzó desde temprana edad gracias a la influencia siempre acertada de mis hermanas mayores, quienes “pertenecen” a aquella generación “X” que se hiciera notar por no quererse hacer notar del todo; fracaso generacional que nos trajo estas repercusiones actuales de sobre-llamamientos y egos alzados que se evocan cual reflejo de la bruja de Blanca Nieves; Cosa aparte, en fin.
Para aquellos años de virginal infancia en una década que marcaría el inicio del internet, la adolescencia de mis hermanas, como la de la mayoría del mundo, se regodeaba por el artefacto de moda; algo que personalmente creo ha quedado en los anaqueles de la mercadotecnia musical como el último gran golpe de falsedad y inventiva, pues ha ser sinceros, lograron vender con la etiqueta “Grunge” un supuesto sonido de un puñado de bandas que en realidad era más que heterogéneo. Re-estructuraron el hartazgo de una juventud olvidada en su expresión artística, pero sobre todo musical, por el hecho de estar alejada del eje que aún se conserva en el mercado melódico de los Estados Unidos - y lamentablemente del mundo - Nueva York - Los Anegles, o viceversa, logrando al final venderlo como un sonido que se creyó existía y que años después nadie supo definir, por lo que se optó nombrarlo “movimiento”, cosa que tan poco fue. Hoy ya desentrañada un poco más de verdad, sobre todo por ese magnifico documental de Doug Pray, Hype! (1996), podemos re-visitar esos recuerdos y entender que ese paso fashionista se debió al grito de un puñado de jóvenes que se encontraban en la olvidada ciudad de Seattle, situada irónicamente al noroeste de los Estado Unidos, en el estado de Washington, un también olvidado estado que lleva el nombre de unos de ss más queridos presidentes; donde al no tener ningún ojo critico sobre ellos, se aventuraron a tocar - y expresarse - como sólo ellos se daban a entender, es decir; más cercanamente a sus influencias personales, las que cada uno obtuvo en sus años más receptivos, y no a parecerse tanto a lo que las listas colocaban como lo número 1 a mediados de los 80s. Así fue como bandas como Soundgarden, Nirvana, Screaming Trees, Mudhoney, Alice in Chains, Tad, y un puñado más se abrieron paso, algunas de ellas logrando caer fácilmente en el juego de la industria e influyendo a bandas del eje comercial como Stone Temple Pilots, Smashing Pumpkins, Soul Asylum y tantos otros que se dirigieron, a la par, rápidamente a la fama.
De entre todo ese mar de bandas, y de un sonido no existente (grunge), repito, como fue vendido y consumido por todos en aquellos años, se encuentra esta banda que citamos hoy aquí, Pearl Jam, una de las que más rápido se dieron camino al éxito comercial, una de las que más rápido se vendieron, quizá la segunda después de Nirvana.
Formada de los restos de bandas como Mother Love Bone y Green River en una historia ya muchas veces contada por lo fans y revistas especializadas, y en donde también se ha de citar aquel proyecto llamado Temple of the Dog - y que hoy es un disco de culto para los gustosos de ese “Grunge” que cada vez tiene menos sentido como palabra, concepto, y ya no se diga movimiento o sonido - Pearl Jam se lanzó al ring con un disco que hoy, innegablemente es histórico.
Ten fue el disco debut de esta ya mítica agrupación, abanderada lógica de las pocas sobrevivientes a esos años que se han llevado ya entre si carreras, vidas y caminos. Un disco al que le costó el convencer de su calidad originalmente pero que a finales del año de su lanzamiento, 1992, logró posicionarse como uno de los mejores y más vendidos. Esto también gracias a que la onda grunge ya era una ola que nadie podía detener. Sin embargo la historia no es tan cruda como se cuenta o se lee en esta reseña, pues en efecto el disco valía le pena, y la historia, como siempre, lo sitúo en su preciso lugar, hoy ya en relación con los discos más emblemáticos e influyentes en la historia del género. Ten fue un debut como pocos, un disco redondo que contenía la fuerza de toda una generación aquejumbrada y apresada entre presiones sociales, políticas y sentimentales. Un trabajo repleto de himnos generacionales instantáneos que recitaban y exploraban las necesidades de aquella generación “X” ya mencionada. Alejado del punk característico de Nirvana, Pearl Jam más rozaba el estilo clásico del rock de los 70s, con estructuras más solidas y menos “salvajes”, con coros emblemáticos, solos que recordaban los años dorados del rock y la presentación de una de las mejores voces en el rock en los últimos años, Eddie Veder.
De esta manera, con esta combinación de factores, Ten se ganó y se ha ganado al pasar de los años el prefijo de clásico, y en algunos casos más particulares, por preceptos generacionales, claro, el de imprescindible. Empero, lejos de lo que ya mucho se ha hablado o podido decir del mismo en sus ya 18 años de existencia, hoy la banda vuelve a colocarlo a la venta en una campaña que ya se hace cada vez más frecuente en la industria contemporánea; la reedición. Como antesala de los ya próximos 20 años de carrera de la agrupación, Pearl Jam ha decidido relanzar su producción debut con ciertos elementos de gracia; como es costumbre en esta agrupación. Es así como muchos demos, canciones no oficialmente lanzadas, el material visual oficializado por vez primera de su Mtv Unplugged y alguna otra sorpresa, se encuentran en este nada nuevo disco. Lanzado en varias ediciones, como también es costumbre en la banda, donde cada una contiene más “juguetitos” que la anterior y que acrecentan el precio, por supuesto.
No obstante, el elemento común y verdadero de la supuesta celebración, es que el disco original venga acompañado de una remezcla recién elaborada sobre los masters originales de grabación. Esta mezcla corrió a cargo, como ya se nos había anunciado en su disco de éxitos Rearviewmirror, por Brendan O Brien, el productor que les elaborara su verdadero sonido con sus cuatro producciones posteriores.
Así pues, el Ten Redux, como se le ha nombrado, no da mayor cabida que a los fans que se conocen de memoria el Ten original, y más aún, a los sabedores del sonido actual de la banda. En esta reedición de su disco debut, las guitarras ganan mucha más fuerza, como es ahora su sonido, claro, y las baterías despegan en tiempo, no se apagan tan de imprevisto y la voz no gana en demasía, salvo algunos coros que logran sobre-saltar y que antes se perdieron en la mezcla original. La mayoría de las canciones ganan, sí, en comparación con ese sonido primario y el actual, ya evolucionado en 18 años de experticia, pero eso es algo lógico. No le veo del todo el caso a lo que ha hecho la banda.
El Ten Redux no deja nada a un escucha nuevo, recién, no creo que sea muy apetecible particularmente para alguien que quiera acercarse por vez primera a Pearl Jam; en todo caso aconsejaría escuchar el original, por ese sentido de purismo histórico, claro, además de que el costo se dispara bastante como para optar por el más económico. El Ten Redux pasa la prueba del fan redentor, pero no así puede consignarse como una joya. No existen joyas sobre joyas. Es un premio, un placebo, para el adepto a la banda que espera su nueva producción; prometida bajo ciertos rumores para finales de año y que no deja más que un recuerdo sobre un recuero más bello. Mercadeo de Nostalgia.
Pearl Jam, pues, se pone un disfraz de cordero al emprender una caza envuelta en discurso de rebeldía. Se propone relanzar todos sus discos hasta llegar a esa fecha de los 20 años de existencia donde se rumora una sorpresa mayor, esto aunado también a una supuesta “revancha” con su ex-disquera, Sony, pues ya ha concluido su contrato,. Metas idealistas que tan sólo hacen sangrar el bolsillo del seguidor.
Pues, estos años le suenan de buena ganancia monetaria a los señores de Pearl Jam, por lo pronto yo salgo de la trinchera y observo de fuera el fenómeno, nunca me ha gustado del todo que los músicos emprendan el camino hacía una supuesta salvación del mundo cuando la educación la dejaron para dedicarse a la rebeldía del rock. De un rockero espero rock, siempre, no más, no quiero que me digan que es lo que debo hacer, como ellos exigieron en sus tiempo para dedicarse a ello; aunque acepto que muchos de sus seguidores se pierden irremediablemente en el camino. El Rock buscado pues, lo he obtenido casi siempre con Pearl Jam, la considero una de las mejores bandas de los últimos 20 años, lo que no me agrada son estas técnicas de espera y premios con poco sentido. Este Ten - Redux, entonces, sólo me ha dejado con ganas de saber lo que viene, ósea, como ya estaba desde antes de que saliera, no me ha servido de mucho. Ya lo he dicho, se me ha dado únicamente un pequeño sinsabor sazonado de nostalgia. Cosa muy común en este mundo que no mira nunca para adelante.
Ten Redux de Pearl Jam
Calificación: 3 de 5 (No más bueno de lo bueno que ya es).
6 comentarios:
Te escribo casi dos años despues de escrito esta reseña, ahora que me he lanzado al mundo del Vinyl, adquirí Ten Redux en ese formato.
Coincido contigo, no hay joya sobre joya. coincido contigo.
Un post increible y muy aclarador. La verdad es que tienes razón con aquello de "joya sobre joya"
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