A Serious Man
Un Hombre Serio (Ethan & Joel Coen, 2009)
En una de las escenas centrales de “Un Hombre Serio”, décimo cuarto largometraje de los Hermanos Coen, Larry Gopnik, el personaje elegido en está ocasión para hacerle la vida imposible (como es común en las cintas de estos ya más que experimentados hermanos cineastas), lo encontramos deshecho e implorando ayuda ante el conocimiento de lo súbitamente espiritual. Ante el misterio de lo desconocido, ante la afrenta del deseo de obtener una simple respuesta ante su vida, que paso a paso, minuto a minuto del film, se va desmoronando de una manera tan ágil y vertiginosa como absurda y risible para un espectador que poco a poco va desperdigando su humanidad en la sala, hasta quedarse, claro, sin corazón ante un final tan abrupto como cruel, sincero y fatídicamente desolador. Obviamente, como es común ante las historias de estos realizadores, en dicha escena citada, es el pensamiento mismo lo que le quita la oportunidad de respuesta a nuestro personaje central. Simplemente el sabio no puede atenderlo porque se encuentra en meditación.
Con los absurdos de una comedia puramente negra, los Coen nos sitúan a plenitud en una ciudad americana que conocen por méritos propios, pues es esta la era y la zona que recorrieron cuando eran apenas unos adolescentes. Y es en esta licitación de remembranzas que consolidan la peor de las pesadillas en lo que es uno de sus personajes favoritos de toda su carrera fílmica: El Hombre Común. A la vieja usanza bíblica de Job, sí, aquel hombre fiel y bondadoso al que su Dios siempre le pone pruebas terribles para medir su resistencia, los Hermanos se desenvuelven en lo que mejor saben hacer, un cine personal y abierto que aventaja a muchos de su generación.
Es sin lugar a dudas, la cinta más personal que hayan realizado hasta ahora. Llena de un humor fino que raya más halla de la negrura y que rebasa lo patético, y que se dirige con un ritmo tan homogéneo y fluido que uno no puede sino hundirse en su mensaje, que dicho sea de paso, es doloridamente tan oscuro como maldito.
La trama en si no es tan del todo compleja. Es una sencillez que poco a poco se va tornando en una pesadumbre de vida. A Larry Gopnik, un profesor con sueños de ser elegido catedrático de matemáticas en una universidad local, le cambia la vida de un día para otro sin notificación alguna. Simplemente de un momento a otro todas las cosas parecen ir mal, se separan del trayecto de una meta trazada y la vida simplemente comienza por dejar de funcionar. Chantajes, divorcios, mudanzas, muertes y roces con la policía son algunas de las tantas cosas que harán a la vida de nuestro protagonista una experiencia exhaustiva. Y para no dejar de lado los absurdos, y de paso hacer un poco más agobiante la experiencia del pobre Larry, los Coen se regodean con el sufrimiento de este pobre hombre haciéndole incluso fallar la antena de su televisión cada que se le ocurre al día.
Como es costumbre, los Coen invaden cada cuadro de la pantalla con su particular universo. Sus personajes (quizá su mayor experticia en el séptimo de arte) son tan peculiares como estudiados. Su mundo, pues, se abre paso ante esta cinta con cada minuto, los ritmos pausados en las actuaciones no hacen más que invadir la sala con esa lamentable ficción que de vez en cuando, y casi sin querer, no te deja de otra más que soltar la carcajada ante la suerte del personaje central, convirtiéndonos claro, en un verdugo más para el pobre individuo. Dicho de otra manera, los Coen juegan tanto con el espectador como con sus personajes de una manera muy clara e inteligente. Nos convierten, así, en parte de aquello de lo que se huye en la cinta y que al parecer nadie se puede explicar en verdad. Ni se explicará, claro. Basta recordar esa secuencia de la anécdota de los mensajes en la dentadura para darnos cuenta como se burlan de una manera muy fina del espectador. Y es que una de las primicias de esta cinta, es que en realidad nadie sabe nada y las respuestas, quizás, sólo se encuentren en el sufrir cotidiano.
Al pasar los minutos de la cinta, y mientras vemos cada vez más la lógica del absurdo derrotar la vida de un hombre que ha luchado por ser un tipo serio (incluso él lo dice en esa misma escena con la que comienzo este escrito), no cabe duda que los Hermanos directores han saldado cuentas pendientes con aquellos años. Si bien sus tópicos siempre son el de hacerle daño de maneras muy peculiares a sus personajes, en esta, su cinta más personal, se ensañan de una manera no antes vista y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que nunca habían hecho sufrir tanto a uno de sus personajes. Claro está que cuando hablamos de Los Coen, eso siempre se traduce en una sumamente original puesta en escena llena de matices –tan diminutos algunos– que uno cree que en realidad ese mundo existe al salir del cine. Lo cual sería en realidad una desdicha, quizás. ¿Quién puede saberlo?
Y rodeados de su equipo habitual, como es usual, Los Coen van fabricando esta cinta con los argumentos antes descritos. Los pormenores de sus departamentos son tan sutiles que uno simplemente se queda con el mundo representado en la pantalla. La siempre eficiente Mary Zophres en los vestuarios, la casi siempre imperceptible banda sonora de Carter Burwell, el montaje de Roderick Jaynes (que son los Coen en realidad), y el regreso de Roger Deakins en una, como es costumbre en él, excelente fotografía, que en este caso, hace incluso que el patetismo que rodea la vida de este poblado, sea mucho más oscura que colorida, dicho sea de paso.
Un Hombre Serio, pues, es la nueva apuesta de Los Coen. Una cinta distinta, más cerca de sus primeros filmes que los últimos más premiados. Sin estrellas de renombre y con un estilo muy independiente. Quizá no sea alguna de sus mejores cintas, no se puede decir eso, como tampoco definirla como la más digerible de su filmografía, claro. Está claro, no es una cinta que recomendar si no eres muy cercano a ellos por ejemplo. Pero en efecto es muy recomendable si quieres ver una cinta con un aire fresco y distinto. Es, pues, una cinta que llama a los gustosos de su estilo y les da una lección de cambio. Es una película para los fanáticos de los Coen, a los cuales, creo yo, les va a parecer una grata experiencia. Es una historia abierta que llena los recovecos de unos Coen que se presentan muy honestos. No nos cabe duda ya, que en realidad, dentro de esos dos cineastas, se encuentran los pensamientos y las ideas más oscuras del mundo. Pero que más da, el mundo es cruel, y según los Coen, en esta cinta, también es un paraje hostil donde la esperanza y la fe tienen ya varios siglos de haberse retirado de la contienda. El mundo está perdido, pero que divertido fue verlo con la mano de estos buenos cineastas.
Un Hombre Serio de Ethan & Joel Coen.
Calificación: 3 de 5 (Buena).
1 comentario:
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