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miércoles, 3 de febrero de 2010

Synecdoche, New York

REDONDO.


Synecdoche, New York
Nueva York a Escena (Charlie Kaufman, 2008)

Al hablar sobre Charlie Kaufman, no podemos dejar de lado la referencia a un estilo sumamente personal que lo ha caracterizado ya como uno de los guionistas más originales, por no sumar aquí el termino peculiar también, de la industria Hollywoodense en los últimos 10 o 15 años. Sus guiones curiosamente mantienen una especie de equilibrio entre el gusto de un colectivo generacional que se ve acatado en sus constantes como escritor, como a la vez en un juicio de frescura que conlleva un sello que nos remite, en la mayoría de sus elementos, a sus anteriores trabajos. Dicho sea de paso, en él mismo. Sus trabajos, pues, se han jactado siempre de una amplia referencia a cánones alejados de la particularidad que se denota en los estratos más contemporáneos del cine “comercial” de los Estados Unidos, pero al mismo tiempo, no se aleja tanto de ese tono que llega a gustar a ciertos grupos mucho más amplios que los de culto, por decir algo.
Para muchos, su nombre no se encuentra del todo en un escaparate luminoso que indica en si un estilo degustado. Pero sus proyectos han sido más que afianzados públicamente por todo tipo de audiencia. Títulos como “Being John Malkovich” (Jonze, 1999), “Confessions of a Dangerous Mind” (Clooney, 2002), “Adaptation” (Jonze, 2002) y “Eternal Sunshine of the Spotless Mind” (Gondry, 2004) por citar algunos, dan muestra de que no se puede negar el peso de su rubrica, la cual ha denotado su pluma ante diferentes directores que ya han llevado sus textos a la pantalla.
Ahora bien, al hablar de Synecdoche tocamos ciertamente territorios más erráticos (y no uso el termino de forma despectiva, sino Kaufmanianamente por atrevimiento propio). Y es que en esta cinta, Kaufman no sólo deja su pluma dentro del “todo” –que debe ser teóricamente una obra– sino que también nos otorga su visión como el director de la misma. Estamos claramente en un panorama mucho más enraizado. Aquí, pues, se explotan todos los fantasmas que han denotado el estilo del autor. Un conclusión rápida y sincera nos indica que en su debut detrás de cámaras el autor sale bien librado, más que bien librado diría yo. Aunque basta decir, si somos enteramente honestos, su mano como director dista todavía de un manejo por completo eficiente de los elementos a tratar dentro de una puesta cinematográfica. Es evidente, claro, que en este su primer largometraje, ha llevado fielmente su texto a la pantalla. Una distracción “coloquial” del guionista que se pasa al lado oscuro/blanco (como se quiera ver) del director.
En Synecdoche, efectivamente, nos encontramos con la cinta más personal de los trabajos de Kaufman. Haciendo uso de sus ingredientes favoritos, explora esta grata trama abarrotada de tópicos existencialistas y de ritmo pausado, que no deja de llevarnos a esa extrapolación de personalidades y deseos sexuales que tan bien ha sabido retratar en su carrera. Nos ensombrece el paraje mismo de la diégesis presentada al inicio de su narrativa, encerrándonos en la vida (siempre venida a menos) de Caden Cotard (interpretado por el siempre eficiente e infalible Phillip Seymour Hoffman), centrándose en los principales problemas de sus deseos de trascendencia: sus experiencias amorosas, profesionales y familiares. Las cuales, durante la historia misma, se verán derruidas paulatinamente mientras intenta vertiginosamente exactamente lo contrario.
La intriga, como se puede uno imaginar al tratarse de este prolífico guionista, no es del todo fácil de resumir. Y si bien no atreviéramos a realizar un ejercicio de síntesis, podríamos mencionar que Caden, nuestro personaje principal (afamado director de teatro), en búsqueda de su emanación como alguien a quien rememorar –esa exhalación de nombre que recordar– ha decidido llevar a cabo la más grande obra posible de su carrera. Una puesta dramática que retrate la vida “al natural” de una ciudad tan caótica como lo es la de Nueva York. De sobra está decir que al paso de los minutos, los personajes, que representan en si, y a la vez, a otros personajes dentro del filme mismo, se va complicando de una manera tan seductora como hilarante y cinematográficamente bella y poderosa. Los mundo de la ficción y la ficción recreada dentro de la misma se van haciendo uno, compaginándose en la verdadera historia de Caden, el director “ciego” al contexto verídico de lo que jamás ha podido en realidad dirigir: su vida misma.
Frente a un filme así, no se pueden hacer conjeturas tan directas. No es una película fácil de observar a la primera. Es un ejercicio de transferencia vivida a la Kaufman que no deja reparos ni puertas sin abrir en el laberinto de su “drama”. Es una extrapolación misma de los deseos y constantes de Kaufman. En otras palabras, es su discurso escrito con letras mayúsculas. Y esto no lo asumo como una prevención, para nada, no se crea lo contrario. El acento y la sazón de que el mismo autor la haya dirigido es tal vez la menor de sus preocupaciones. Para sus fanáticos, esta será una obra que respetar por mucho. Para los que no conocen del todo su obra, mejor sería comenzar con la romántica visión que ha tenido Gondry sobre sus guiones. Sin duda.
En resumen. Apoyado por viejos colegas como Jon Brion, en cuya composición musical se acentúa claramente el humor negro tan sutil e hipnótico con que se dirigen los personajes, y el propio Spike Jonze (director de dos de sus anteriores guiones) en la producción, Kaufman guía a su equipo: Robert Frazen en la eficaz edición, Frederik Elmes en la claroscura fotografía, y Mark Friedberg y Adam Stockhausen en el encantador arte, a la hechura de una película que dejará sin aliento al espectador valiente que se atreva a dejarse llevar por el este laberinto cuya salida es sólo una: la perdida de la cordura en pos de un amor jamás resuelto.
Con Synecdoche, Charlie Kaufman da un paso firme a lo que esperemos sea una carrera de director que se asemeje a la que ha sido ya la suya como guionista. Estamos, pues, frente el primer filme de un cineasta que puede irse convirtiendo en uno de los más originales, quizá resulte mejor ahora si el termino peculiar, de la historia reciente de la industria. Synecdoche es altamente recomendable, claro, con las incipientes alertas de una narrativa diferente. No obstante, no se puede negar que sea una cinta entretenida y nostálgicamente mágica.

Synecdoche, New York de Charlie Kaufman
Calificación: 3 de 5 (Buena).

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