REDONDO.
Halley
Halley
(Sebastián Hofmann, 2012)
Tanto
“No Dream” como “Mantarraya Producciones”, es claro, han ido creando un legado
distintivo entorno al cine mexicano. Si bien su camino y toque
(cinematográfico) no puede situarse en lo original, su sello revoluciona
refrescando el contexto local; abriendo puertas y caminos un tanto desconocidos
por la ficticia industria nacional. Y es que no se trata de que todo haya
estado perdido, sino más bien no encontrado.
Con
“Halley”, ópera prima de Sebastián Hofmann, nos enfrentamos a una muestra clara
de ello. Situada en la alegórica prisión que es una de las ciudades más grandes
del mundo, el realizador nos coloca frente a frente con el dolor del tiempo, su
paso y estancia; no tanto la añoranza (eso queda al margen del encantador decorado).
Nos emplaza, pues, a la par de su protagonista, una figura cuasi estática por
la que fluye la vida en excepciones. Su trama y ritmo de mediana lentitud nos
abraza antes que sumergir, nos induce antes que catapultar. Su estado de animo
no es estático sino partidario a la sutil y trivial fricción social.
Bajo
el cobijo de lo grotesco, “Halley” se va desdoblando en etapas muy claras y
precisas que van dándole cabida y razón a una estructura abierta, sí, pero con
un sentido sumamente claro por parte de su director. Sus personajes,
excepcionalmente naturales, son retratados bajo un uso detallado y personal del
plano que contrasta con esa propia sinceridad que emanan, pues forman únicamente
parte de su mundo habitual. Pareciera que ninguno de ellos es capaz de
mantenerse a flote con el grueso de la sociedad.
Avocado
al detalle de la deformación, no sólo física, de su personaje central sino
también de su intrascendencia; con un manejo del encuadre que nos recuerda a
las más que eficiente “Hunger”(2008) de Steve McQueen, “Halley” se va abriendo paso
eficientemente ante la sobria y consistente fotografía sobre-expuesta y tajantemente
desenfocada de Matías Penachino, ante la imponente atmosfera sonora de Aldo
Arechar y Uriel Esquenazi, el seductor arte de Gabriela Garciandia, la
observadora edición por parte del propio Hofmann y el extraordinario y escalofriante
maquillaje de Adam Zoller bajo la coherente trama diseñada por el realizador y
Julio Chavezmontes.
Hofmann
da muestras, pues, de una portentosa mano para con su cine. Su manejo del
tiempo y dirección actoral difiere de algunos otros directores que también han
colocado su sello particular en ello como Reygadas o Escalante, pertenecientes
ya a un mismo grupo… Con “Halley”, es claro, estamos ante una generación de realizadores
que a pesar de conjuntarse bajo mismo criterios, no son un símil uno de otro.
Sus particularidades lo dicen todo. Hofmann coloca su sello de manera tajante
ante estos nuevos brios de un cine mexicano interpretativo, “abierto”, pero
sobre todo honesto.
“Halley”,
entonces, no sólo demuestra, una vez más, que el reencontrado cine de autor en
México se encamina en calidad y tacto artístico, sino en la posibilidad de vivirlo,
sentirlo y reaccionar ante el. Deja entrar la luz en rendijas antes desprovistas
de cerrojos y llama a su experiencia. Hofmann y se equipo, pues, han armado una
de las cintas a ver este año; una bella película que nos retrata y escupe a la
cara que quizá la amarga soledad no está tan lejos de la siempre buscada eternidad.
Halley
de Sebastián Hofmann
Calificación:
3 de 5 (Buena).
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