REDONDO.
Pacific
Rim
Titanes
Del Pacífico (Guillermo Del Toro, 2013)
Sin
pretensiones, homenajeando de manera clara y sumamente eficiente la tradición
de los “mechas” y monstruos japoneses, Guillermo Del Toro nos integra con
precisión en un mundo que intenta (y logra en breves ocasiones) contener una esencia
del mundo y sus visiones para con el desastre; prevención y respuesta. Su mano
aquí deja de trastocar las sutiles criticas sociales de sus anteriores filmes (aunque
hay un poco de ello) para concentrarse en un espectáculo visualmente
espectacular lleno de añoranza, nostalgia y remembranza para los amantes de
aquella época en que los Robots dominaban el circuito Televisivo –los 70, los 80–
pero a su vez comprensible y emotivo para los ajenos a este.
Bajo
una premisa sumamente sencilla y avocada a los ya clásicos prefacios de Del
Toro, la cinta se va abriendo paso ágilmente al colocar a sus personajes bajo
claros estereotipos y esquinas de combate. Estamos, pues, no sólo ante una
cinta que explota la pelea entre hombres (enfundados en gigantes armaduras
metálicas) y monstruos, sino entre la propia competencia de “héroes” que
deberán vencer sus alegatos personales por el bien no propio, sino de la
humanidad misma. La transitoria y sentimental globalización se abre camino ante
la firme línea de ritmo que traza el propio realizador a través de capítulos
que tal vez no complementan del todo la trama inicial, pero sí le dan un guiño
de peso al homenaje: los personajes cómicos que también luchan entre si y esa portentosa
secuencia de la niña en medio de una ciudad destrozada.
Haciendo
alusiones que van desde cintas como “The Iron Giant” (Bird, 1999) y la saga de “Mazinger
Z (Nagai, 1972), Titanes del Pacífico se alza no sólo por su portentoso
universo visual, sino por el cobijo del más que creativo y respetuoso
–históricamente– imaginario de su director; un bestiario no por completo
original pero sí sumamente personal. La más reciente película de Del Toro,
entonces, no termina por ser un capricho ni una de sus obras más complejas; es
una cinta encarnada en sus entrañas bajo una visión que refresca, evoca,
recapitula y presenta sin mayores ataduras que el vil entretenimiento, el buen
entretenimiento.
Escrita
por Travis Beacham y el propio realizador, las directrices son aterrizadas con
simpleza y empuje en los primeros minutos para darle vida a una trama que
mantiene un ritmo estable y equilibrio entre las pulcras escenas de acción (que
benéficamente no rigen la película en su entereza) y el resto de la trama: los
pretéritos como lozas y pretextos, los egos, la atmosfera, el contrabando…
Montada con vigor por Peter Amundson y John Gilroy bajo la respuesta de los
movimientos de máquina y hombres, fotografiada con suma atención por el
connacional Guillermo Navarro, musicalizada fervorosamente por Ramin Djawadi y
vestida bajo el excelente trabajo de los diseñadores Carol Spier, Andrew
Neskoromny y un extenso equipo de maquillaje, vestuario y efectos especiales,
la cinta no deja de lado la humanidad de su elenco que se nota comprometido,
bien dirigido y efectivo. Todos sus miembros se establecen en su papel y hacen
explotar su rol cuando entran a escena; quizá un poco sobrecargados los encomendados
a la parte cómica.
Guillermo
Del Toro, pues, da muestras de peso para poder sobrellevar una producción
multimillonaria. No nos ofrece su mejor cinta ni mucho menos, nunca la presentó
ni vendió así. Se aleja de las ligeras
criticas y complejidades de sus anteriores cintas y se divierte y divierte con
su más reciente cinta. Es un paso más, pues, para una carrera que demuestra
tener más por ofrecer... Sus “Titanes del Pacífico” son sólo un escalafón para lo
que esperamos, sea algún día, una de las obras maestras del cine fantástico;
algo que en este país casi es un castigo. En hora buena.
Titanes
del Pacífico de Guillermo Del Toro
Calificación:
3 de 5 (Buena).
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