REDONDO.
Rojo Amanecer
Rojo Amanecer (Jorge Fons, 1989)
Esta representación fílmica de uno de los acontecimientos más oscuros y encubiertos de la historia del México reciente termina irónicamente por auto-retratarse; quizá hasta mordazmente. Y es que mientras más se ha ido sabiendo –con el paso de los años– sobre la forma en que la producción pudo ser llevada acabo entre la prohibición directa por parte de las instancias oficiales; la restricción de sitios donde localizarla y los escasos recursos técnicos y capitales conque se contó, menos datos y certezas se han ido dando a la luz sobre los actos y los hechos que se perpetuaron durante la noche y madrugada de los fatídicos 2 y 3 de Octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas: objetivo clave y principal por parte de la cinta y todos los inmiscuidos en ella. Si bien logró ser proyectada –sin faltar la prominente censura– gracias a la presión social, este documento hito de la filmografía nacional es una pieza ficticia en el rompecabezas real de un borroso y lacerante recuerdo colectivo. Su valor, fuera de las cuestiones periciales de la cinematografía más escrupulosa, recae en abrir un pequeño retablo en donde poder exigir una verdad a todas luces negada.
Con un guion bien-intencionado que declina en diversas dialogaciones sobre-explicativas, sumario hasta cierto punto inocente pero vigoroso para dejar en claro las disyuntivas y disertaciones que se pusieron en juego durante el año y la situación expuesta, el entramado se manifiesta fundamentalmente dentro de un simple condominio de la clase media: morada familiar que frente a nuestros ojos se irá convirtiendo de apoco –y bajo un ritmo aprisionante– en una oscura cueva llena de temores, una mazmorra de zozobra, una impotencia palpable y hasta un sepulcro de esperanzas y certidumbres. Apostados en una construcción de personajes con matriz generacional y tendencia socio-política, la cinta apuesta y se expone al foco más álgido de las demandas estudiantiles del 68 con dichos caracteres: dos universitarios adeptos a la causa (uno de tendencia más intelectual que el otro), una madre dedicada a su hogar que tendrá que captar toda arista del problema sobre la marcha, un abuelo que vive de sus memorias post-revolucionarias, un padre burócrata que atiende únicamente a los rumores de la represalia sin miras a un futuro, una adolescente, un infante, y por si fuera poco, un grupo de desconocidos que han sumado tanto a la causa como a las tensiones que van en aumento y abruman mayúsculamente al grupo que estrechamos como nuestro. Y sin excusa de su postura ante el conflicto, sin consulta o merced, todos a excepción de uno habrán de perecer ante el alevoso brazo de la autoridad. La nueva generación despierta, entonces, con la ropa de noche entintada de la sangre de sus seres queridos y se abre paso ante un lavatorio de penas y un también germinante silencio que aún perdura hasta nuestros días.
Con Rojo Amanecer nos enfrentamos, pues, a una obra que pertenece tanto a su realizador, Jorge Fons, como a todo ese esforzado grupo que con bravura desafiaron a ese sistema que aún hoy ensombrece temáticas, suprime evidencias y retoca convenciones a beneficio y comodidad. Nos referimos no sólo al elenco que se puso en riesgo a cada día de rodaje sino también a los miembros del crew que aportaron su labranza, a mayor o menor medida de las condiciones dadas, para otorgar un punto de inflexión en la apertura mediatica del país. No olvidemos, claro, el admirable y delicado apoyo de Valentin Trujillo para que este proyecto pasará de un onirismo a una efectiva conclusión.
A casi 30 años de su obligado estreno es que se proyecta nuevamente en salas presentándose a nuevas generaciones que a bien pueden reconocer el lento proceso de mudanza de valores y de desarrollo nacional… A casi 50 años de los hechos que aún se adeudan a los familiares y a la sociedad en general, es que se nos exhibe para desnudarnos y evaluarnos tanto personal como colectivamente. Y quizá sea porque las verdades en este país aún pueden verse únicamente por una pequeña ventana desde el cenit del discernimiento; ese insonoro rincón que hemos fundado ya sea por miedo, cobardía, olvido o simple y llanamente porque no hay espacio alguno en que los gritos puedan ser escuchados. O quizá porque simplemente todos vivimos encerrados en un pequeño cuarto donde sólo podemos ver al horizonte un futuro y un pasado que se aleja sin nosotros poder movernos.
Rojo Amanecer de Jorge Fons
Calificación: 3 de 5 (Buena).
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