Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

martes, 11 de diciembre de 2018

Roma


REDONDO.

Roma
Roma (Alfonso Cuarón, 2018)

Con Roma claramente estamos ante la madurez de una realizador que ha explorado a lo largo de su carrera variados balances técnico-narrativos, distintos campos de expresividad, opuestos manejos actorales en edades comprometidas y diversos tonos y subtonos (textos y subtextos), en una gama multi-estilística y emotiva que ha sido capaz de escrutar de sobremanera para entregarnos –en esta su obra más personal– gracias al desabrigo de algunos de sus más hondos recuerdos de la infancia, agudas instantáneas de un país y su desplazamiento a través del tiempo y las generaciones; del motor que le ha forjado las raíces y las razones. Las imágenes que aparecen en pantalla no son simples viñetas que se deban atrapar en la telaraña de la nostalgia, sino que terminan por ser las cicatrices de un país que se levanta todos los días a limpiar las inmundicias que nunca han de borrarse, las manchas cuasi omnipresentes que marcan nuestro ordinario andar. Las secuencias de esta obra ilustran el desarrollo de un México atemporal, curioso y cariñoso pero inmaduro… son, pues, apuntes de una libreta que todos reconocemos ya que en alguna de sus hojas nos hemos encontramos descritos, en alguno de sus rincones se nos detalla a través del brillo u opacidad de la certeza y la conformidad.

El pronunciamiento de la cinta no se determina únicamente a través de la celeridad y el ritmo dentro de su construcción, detrás de la usanza de sus personajes se encuentra el mayor volumen de ello. Bajo sus motivos de supervivencia y lucha diaria, el exiguo futuro les oculta sus anhelos; resquicios de aspiración que casi siempre son expuestos en la inseguridad y/o en secreto: detrás de una puerta, en la privacidad de una llamada telefónica, decorando los pilares o recovecos de una casa –un hogar– o bien en el escape de los escasos días de descanso. El revestimiento de dichos parajes es de un manejo quisquilloso, miramientos a un pasado ornamentado en lo borroso de la memoria. El encadenado de las acciones es tan sutil que matiza los temas y nos envuelve en un remolino emocional que tanto nos cobija como nos escupe a la cara nuestra naturaleza; lo que somos y lo que hemos vivido, lo que hemos hecho y lo que nos ha acontecido. De esta forma, el seguimiento se traslapa con garbo y portento de la ternura a la impotencia, del terror a la culpa y de la esperanza a la expiación. 

Tozudamente fabricada desde una perspectiva autoral cuasi absolutista, Cuarón muestra una gran pericia en la realización cinematográfica al equilibrar los pesos de los diversos departamentos que encabeza. Su guión es una cornamenta que se abre al detalle, sosegando el tiempo, pero presentando un conflicto sencillo al cual asirnos de manera natural, su preciosista fotografía se integra de manera lógica al plan discursivo de la trama y el montaje nos permite respirar en plenitud todos esos maravillosos ecos del pasado que consiguen las pasmosas actuaciones y la aprehensión de los departamentos de arte, el soberbio diseño sonoro y el excepcional manejo de extras. La belleza de sus retablos, entonces, no se impregnan solo en el campo visual; son las resonantes texturas obtenidas las que logran que la cinta sea un verdadero periplo temporal. 

Roma, octavo largometraje en forma dentro de la amplia filmografía de Alfonso Cuarón, no sólo se permite llevar a sus personajes a ver un guiño de la propia obra del director –no sólo los ilusiona con casi un acto de magia– sino que nos hace participe de ello desde la misma fila que nuestros protagonistas. De esta manera,  claro, nos revela con soltura dentro de esa superficie inquietamente descriptiva. Nos dibuja y representa… Nos obsequia a nosotros mismos con una alta honestidad sobre un admirable retrato de un país que si bien se ha mantenido estancado, ha sido a través de su gente más servil que el adalid diario siempre hace su aparición y se manifiesta para moverlo y seguirlo moviendo sin llegar aún a algún lado.


Roma de Alfonso Cuarón
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena).



sábado, 8 de diciembre de 2018

La Balada de Buster Scruggs


REDONDO.

The Ballad of Buster Scruggs
La Balada de Buster Scruggs(Joel & Ethan Coen, 2018)

Peregrinas en ritmo, forma, práctica, e incluso gusto, resultan las viñetas que presentan los Hermanos Coen en su más reciente entrega. Un compendio de historias que si bien no se entrecruzan, sí hallan un punto de unión tanto en los parajes genéricos del western como en su muy particular y límpido estilo. Una cinta que si bien parece a las primeras de cambio irregular, termina por ser un ardid sumamente bien ejecutado para introducirnos en sus manías más profundas; en sus temas, sus cadencias, su sentido del humor y demás elementos –tan particulares muchos de ellos– que han originado esa atmósfera que ha rodeado su filmografía por más de 30 años. La Balada de Buster Scruggs bien puede terminar siendo una película plenamente para sus más fieles allegados, sí, aunque también es una ventana –y posibilidad– para ingresar en su universo. Quizá incluso un llamado a toda una generación que no ha tenido la oportunidad de explorarlo. 

Buster Scruggs es, pues, tan sólo el botón inicial de una colección de estampas humanas y narrativas que reflejan, reviran y convocan a los cánones morales y estéticos estadunidenses para desdibujarlos desde la sátira, la introspección y la obstinación de permanencia de los mismos. De esta manera, claro, lo que se obtiene va más allá de un simple mosaico de formas y tonos; la diversidad se presenta a manera de un collage de valores y tradiciones que delinean fina pero pujantemente el sentir y personalidad del norteamericano común: la perspicacia de sus acciones: la necedad por el auto-enaltecimiento de su imagen a través del disparate, la indulgencia como castigo o bien una segunda y fatal oportunidad, la casualidad como artimaña o fiel compañera de la mala fortuna… la búsqueda del porvenir equidistante a la conveniencia de la utilidad y el consumismo sin remordimiento alguno. De la misma manera los sacrificios y tenacidades de la soledad (de la pertenencia) y los sueños hacía un improbable y quizá imposible futuro se introducen; ocasiones que se van dando durante largas jornadas de viaje, de un multiculturalismo adverso y los diversos matices éticos que se confabulan y unen cuando un misterio se devela para generar un aire de vacilación y de sospecha, de una incertidumbre a tal grado que es incluso allí, en ese vacío, donde los realizadores han decidido concluir la obra.

Con la siempre esperada manifestación de talento en la construcción y dirección de sus personajes, el ornamento visual (otro de los grandes acentos en el cine de este pasmoso dueto) corre bajo la fotografía de Bruno Delbonnel, cuya labor unifica las diferentes maquetaciones con un tono elegante y explicativo en los diferentes escenarios, ad hoc al diseño de producción de Jess Gonchor que no se queda de lado. La música de Carter Burwell por su parte realza, exagera, media y colorea dependiendo sea la necesidad de la expresividad en pantalla. El montaje es de destacar pues impulsa un ritmo que atrapa con un garbo y soltura pocas veces visto en este tipo de películas. Ya sea con meras acciones o un ejemplar uso en la abundancia en diálogos, siempre avanza, no se detiene ni decae. Su homogeneidad abraza y guia por un camino multifacético que demuestra interés a cada paso. 

Al final, La Balada de Buster Sruggs resulta ser el cántico de la tradición estadounidense, de la tan anunciada y tan vendida esperanza que nunca acaba de llegar pero que siempre se avista ya sea como espejismo o como prédica moral, religiosa y política. Dentro de estos agraciados cuentos los Coen exhiben sus años dentro del mundo del séptimo arte, desnudan sus cicatrices y hacen sudar la exigua conciencia de su gente; combustible que ha llenado los recipientes de su imagen como cineastas de culto. El laberinto, pues, que se inicia con su tan dispar vaquero nos entreteje en un mundo que siempre se contradice, siempre se contrapone y siempre se exterioriza como poderoso a pesar de toda su ignominia y todos sus temores. Justo como nuestros vecinos del norte. 


La Balada de Buster Scruggs
Calificación: 3 de 5 (Buena a Secas).