REDONDO.
Omara Portuondo en el Festival de Jazz de Madrid, 2008.
GRACIAS COMPARTIDAS.
Me acerqué lentamente a las instancias del Teatro Fernán Gómez, debajo de la Plaza Colón - localizaciones perfectas para una historia de Ciencia Ficción minimalista, solitaria y un tanto experimental desde mí punto de vista - por el lado contrario al que le conocí por primera vez, en donde tomé aquella foto del pilar que sostiene parte de la estructura y decidí investigar el lugar desde el punto de vista sc-fi ya mencionado. Era de noche y hacía un tanto de frío, había llegado caminando, sin saber que esperar a ciencia cierta de un concierto, sea dicho, tenía que ser una experiencia única, rica en emociones y rica en explicaciones, dígase de más, globales.
La negrura y espesor de la noche se perdieron entre los asistentes dentro del foro, donde, para todos sería la verdadera vida nocturnal de aquel día que se despedía. Un teatro pequeño y acogedor, ideal para el estilo genérico y generacional de una cantante reconocida tardíamente y que justo venía a presentar su nueva producción titulada “Gracias” como un verdadero consentimiento a todos aquellos que han hecho parte de los últimos 60 años de su vida, que es su carrera como interprete. El cartel indicaba ya dos sorpresas adelantadas, la presencia de Jorge Drexler y Martirio.
Las luces se apagaron no para dar comienzo a la velada cubana, española, uruguaya y demás sino para darle cabida a una voz muy educadamente española que explicaba que esta, la edición 25 del festival, rendía tributo a uno de los más grandes, al siempre visible Miles Davis. Todos los conciertos dentro del marco del festejo musical comenzarían con una de sus piezas más emblemáticas, “So What!”, abridora del también inmortal Kind of Blue, así que el telón se abrió para mostrar a la banda que acompañaría a la afamada cubana, abrazada de una instalación basada y llamada igual que dicha composición abridora. Aunque la instalación no era del todo emblemática, la banda empezó a demostrar el nivel que vendría a acompañar la voz de Omara. Liderada por Swami Jr, un guitarrista, compositor y arreglista Brasileño, se complementaba por un baterista, un percusionista, un bajista y un pianista que figuran como la nueva generación de valuartes del jazz cubano. Mención aparte requiere el pianista Harold López Nussa, que a su corta edad, demostró un virtuosismo y expresión en sus interpretaciones con un equilibrio magistral como no se ve en las nuevas generaciones de músicos en todo el mundo, donde todo es virtuosismo puro y nada de comunicación.
So What! fue la primera grata sorpresa, la interpretación fue ejecutada como debía de ser, con un aire latino caribeño nadando entre la famosa frase musical de la melodía. Sin embargo esto daba paso a lo esperado, la llegada de Omara, que con paso lento arribo al escenario en medio de aplausos y gente de píe. Como es conocido, los conciertos de Omara Portuondo son una interacción total con el público, no es más que una tocata familiar donde todos representan amistades cercanas y se toca lo que se siente, como se siente y de manera tan sutilmente magistral que pocos se dan cuenta de la belleza total que rodea el ambiente. El virtuosismo, repito, se convierte en lo que debe ser siempre, en la música.
La segunda sorpresa no tardo en absoluto en llegar, una de las esperadas. Omara pidió para su primera canción a Drexler para interpretar a duo “Gracias”, el tema que da nombre a su disco y al momento de vida en que se encuentra. El tema se fundió en una mutua culpa de agradecimientos entre audiencia y cantantes, así como entre ellos mismos. El concierto continuo creciendo con las canciones de su última producción, los virtuosos solos de sus músicos dejaron sorprendidos a más de uno. “Adiós Felicidad”, “Amame como Soy”, “Yo vi”, “Nuestro Gran Amor” fueron parte de los temas que alejados de las versiones con que fueron grabados representaron dignamente lo que el festival requería, una carga de jazz ante la presencia de una de las voces más reconocidas del mundo.
Drexler reapareció para interpretar en conjunto “Oh Que Será”, una canción original de Chico Buarque y Milton Nascimiento que ya ha interpretado en alguno de sus discos, y que grabó a duo con Omara en el presente disco de la cubana, pero lejos de escuchar una interpretación fidedigna de lo ya grabado, al igual que las demás melodías, esta se extendió con un solo de cada miembro de la banda que sorprendió hasta al mismo Drexler que volteaba a ver a los músicos para agradecerles el momento, mientras Omara, como nada, figuraba como un pez en el agua, rodeada de la música, disfrutando su agradecimiento, disfrutando de una vida que ha valido la pena. Tal vez por eso se interno tanto en la interpretación de la canción de cuna “Drume Negrita” que dedico a sus nietas y que concluyo de manera magistral, con un silencio repentino que saco unos de los aplausos más sinceros de la noche. Martirio se dejo ver para cantar “Rabo de Nube” de Silvio Rodríguez en una versión que ha sacudido los estilos y géneros de los continentes encontrados. Un duelo bello de voces que al final se dejaron vencer a la letra de la canción.
Una de las sorpresas no esperadas de la noche fue la invitación que Omara hizo a uno de los cantantes más jóvenes de España que ha saltado a la fama por los reallity shows televisivos tan de moda, Manu Tenorio, con quien compartió “Tres Palabras”. La voz del joven fue buena, entonada pero podemos decir que las emociones le ganaron en partes claves para sobre-interpretar la letra que ayudo a equilibrar las tablas de Omara, una oportunidad única no mal desaprovechada y un momento lindo de la noche.
El concierto fue dando sorpresas entre las versiones que iban alentando a la isla alejada de todos en ese momento. Dos Gardenias fue interpretada en un hermoso duo junto a su director, guitarrista Swami Jr. que se ha quedado como una de las mejores versiones que se han hecho de este tema. Asimismo Omara fue narrando historias y anécdotas de toda su carrera, desde el cuarteo de las D´Aida hasta nombrar a uno de sus más grande colegas: Ibrahim Ferrer que desató otro de los aplausos más sinceros de la velada.
Omara se fue del escenario para dar paso a un puente instrumental llenado de manera impactante por su banda, una interpretación donde de nuevo a todos nos dejaron con el sabor de boca muy ameno.
El final de esta velada era el esperado, una entrada total de los invitados que se fusionaron a ritmos de “Cachita” “Guantanamera” y de nuevo “Gracias” en unas gracias compartidas, no rebuscadas, en un levantarse de los asistentes que bailaron para la felicidad mutua.
Omara se fue no sin antes agradecer cien o mil veces, no sin que el público le haya agradecido ese y otros tantos conciertos dados en sus 60 años de carrera.
Me fui cuando las luces se encendieron, sin recordar nada de la ciencia ficción pensada -que se encontraba arriba de mí - sino tan sólo pensando que estaba en una isla, y sobre todo, más cerca de casa.
Omara Portuondo en el Festival de Jazz de Madrid, 2008.
Calificación: 5 de 5 (No lo cambio por nada.)
Omara Portuondo en el Festival de Jazz de Madrid, 2008.
GRACIAS COMPARTIDAS.
Me acerqué lentamente a las instancias del Teatro Fernán Gómez, debajo de la Plaza Colón - localizaciones perfectas para una historia de Ciencia Ficción minimalista, solitaria y un tanto experimental desde mí punto de vista - por el lado contrario al que le conocí por primera vez, en donde tomé aquella foto del pilar que sostiene parte de la estructura y decidí investigar el lugar desde el punto de vista sc-fi ya mencionado. Era de noche y hacía un tanto de frío, había llegado caminando, sin saber que esperar a ciencia cierta de un concierto, sea dicho, tenía que ser una experiencia única, rica en emociones y rica en explicaciones, dígase de más, globales.
La negrura y espesor de la noche se perdieron entre los asistentes dentro del foro, donde, para todos sería la verdadera vida nocturnal de aquel día que se despedía. Un teatro pequeño y acogedor, ideal para el estilo genérico y generacional de una cantante reconocida tardíamente y que justo venía a presentar su nueva producción titulada “Gracias” como un verdadero consentimiento a todos aquellos que han hecho parte de los últimos 60 años de su vida, que es su carrera como interprete. El cartel indicaba ya dos sorpresas adelantadas, la presencia de Jorge Drexler y Martirio.
Las luces se apagaron no para dar comienzo a la velada cubana, española, uruguaya y demás sino para darle cabida a una voz muy educadamente española que explicaba que esta, la edición 25 del festival, rendía tributo a uno de los más grandes, al siempre visible Miles Davis. Todos los conciertos dentro del marco del festejo musical comenzarían con una de sus piezas más emblemáticas, “So What!”, abridora del también inmortal Kind of Blue, así que el telón se abrió para mostrar a la banda que acompañaría a la afamada cubana, abrazada de una instalación basada y llamada igual que dicha composición abridora. Aunque la instalación no era del todo emblemática, la banda empezó a demostrar el nivel que vendría a acompañar la voz de Omara. Liderada por Swami Jr, un guitarrista, compositor y arreglista Brasileño, se complementaba por un baterista, un percusionista, un bajista y un pianista que figuran como la nueva generación de valuartes del jazz cubano. Mención aparte requiere el pianista Harold López Nussa, que a su corta edad, demostró un virtuosismo y expresión en sus interpretaciones con un equilibrio magistral como no se ve en las nuevas generaciones de músicos en todo el mundo, donde todo es virtuosismo puro y nada de comunicación.
So What! fue la primera grata sorpresa, la interpretación fue ejecutada como debía de ser, con un aire latino caribeño nadando entre la famosa frase musical de la melodía. Sin embargo esto daba paso a lo esperado, la llegada de Omara, que con paso lento arribo al escenario en medio de aplausos y gente de píe. Como es conocido, los conciertos de Omara Portuondo son una interacción total con el público, no es más que una tocata familiar donde todos representan amistades cercanas y se toca lo que se siente, como se siente y de manera tan sutilmente magistral que pocos se dan cuenta de la belleza total que rodea el ambiente. El virtuosismo, repito, se convierte en lo que debe ser siempre, en la música.
La segunda sorpresa no tardo en absoluto en llegar, una de las esperadas. Omara pidió para su primera canción a Drexler para interpretar a duo “Gracias”, el tema que da nombre a su disco y al momento de vida en que se encuentra. El tema se fundió en una mutua culpa de agradecimientos entre audiencia y cantantes, así como entre ellos mismos. El concierto continuo creciendo con las canciones de su última producción, los virtuosos solos de sus músicos dejaron sorprendidos a más de uno. “Adiós Felicidad”, “Amame como Soy”, “Yo vi”, “Nuestro Gran Amor” fueron parte de los temas que alejados de las versiones con que fueron grabados representaron dignamente lo que el festival requería, una carga de jazz ante la presencia de una de las voces más reconocidas del mundo.
Drexler reapareció para interpretar en conjunto “Oh Que Será”, una canción original de Chico Buarque y Milton Nascimiento que ya ha interpretado en alguno de sus discos, y que grabó a duo con Omara en el presente disco de la cubana, pero lejos de escuchar una interpretación fidedigna de lo ya grabado, al igual que las demás melodías, esta se extendió con un solo de cada miembro de la banda que sorprendió hasta al mismo Drexler que volteaba a ver a los músicos para agradecerles el momento, mientras Omara, como nada, figuraba como un pez en el agua, rodeada de la música, disfrutando su agradecimiento, disfrutando de una vida que ha valido la pena. Tal vez por eso se interno tanto en la interpretación de la canción de cuna “Drume Negrita” que dedico a sus nietas y que concluyo de manera magistral, con un silencio repentino que saco unos de los aplausos más sinceros de la noche. Martirio se dejo ver para cantar “Rabo de Nube” de Silvio Rodríguez en una versión que ha sacudido los estilos y géneros de los continentes encontrados. Un duelo bello de voces que al final se dejaron vencer a la letra de la canción.
Una de las sorpresas no esperadas de la noche fue la invitación que Omara hizo a uno de los cantantes más jóvenes de España que ha saltado a la fama por los reallity shows televisivos tan de moda, Manu Tenorio, con quien compartió “Tres Palabras”. La voz del joven fue buena, entonada pero podemos decir que las emociones le ganaron en partes claves para sobre-interpretar la letra que ayudo a equilibrar las tablas de Omara, una oportunidad única no mal desaprovechada y un momento lindo de la noche.
El concierto fue dando sorpresas entre las versiones que iban alentando a la isla alejada de todos en ese momento. Dos Gardenias fue interpretada en un hermoso duo junto a su director, guitarrista Swami Jr. que se ha quedado como una de las mejores versiones que se han hecho de este tema. Asimismo Omara fue narrando historias y anécdotas de toda su carrera, desde el cuarteo de las D´Aida hasta nombrar a uno de sus más grande colegas: Ibrahim Ferrer que desató otro de los aplausos más sinceros de la velada.
Omara se fue del escenario para dar paso a un puente instrumental llenado de manera impactante por su banda, una interpretación donde de nuevo a todos nos dejaron con el sabor de boca muy ameno.
El final de esta velada era el esperado, una entrada total de los invitados que se fusionaron a ritmos de “Cachita” “Guantanamera” y de nuevo “Gracias” en unas gracias compartidas, no rebuscadas, en un levantarse de los asistentes que bailaron para la felicidad mutua.
Omara se fue no sin antes agradecer cien o mil veces, no sin que el público le haya agradecido ese y otros tantos conciertos dados en sus 60 años de carrera.
Me fui cuando las luces se encendieron, sin recordar nada de la ciencia ficción pensada -que se encontraba arriba de mí - sino tan sólo pensando que estaba en una isla, y sobre todo, más cerca de casa.
Omara Portuondo en el Festival de Jazz de Madrid, 2008.
Calificación: 5 de 5 (No lo cambio por nada.)
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