Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

sábado, 28 de febrero de 2009

El Luchador

REDONDO.

El Luchador
The Wrestler (Darren Aronofsky, 2008).

Darren Aronofsky se hizo de un apego a cierto criterio generacional gracias a sus dos primeros filmes, en los cuales retrataba una sociedad caótica envuelta en una atmósfera de criterios morales desentendidos de la lógica común y envueltos en un look deslavado y sazonado con un uso muy mercantil de la música empleada (remixes como una droga más del contexto), a su vez que el misterio y un a dosis sutil pero efectiva de un surrealismo avivado formaba el entramado de un estilo que le daba frescura a un cine que como siempre, en ciertos momentos de las décadas, se empezaba a repetir. Con este nuevo estilo, influenciado en base al cine de los 70s (no se puede negar el apego de las escenas de los efectos de las drogas en su Requiem y la cinta de Bob Fosse, All That Jazz) se hizo de fama y cierto respeto, repito, entre cierto criterio general formado en parte por una sociedad de jóvenes que veían enfocados sus problemas y anhelos dentro de esos montajes que mezclaban una sencillez potente con técnicas sacadas de la cultura del video clip pero muy bien utilizadas. No obstante, en su tercer filme, el Sr. Arronofsky mostró una ambición mayor, cayendo en ciertos errores básicos, dejándose subordinar a sus propios pensamientos/sueños/pesadillas en vez de servir a su cine/sus historias /su narrativa. No obstante de no ser una mala película.
Para cuando se decidió por el presente proyecto, supongo que quiso demostrar que también podía realizar una formalidad narrativa ante su cine, y uno de los mayores temores que hubo, tal vez, al saberlo, fue que se perdiera por completo entre el devenir de una industria que siempre depara ante un espectador que requiere de saberlo todo. No obstante, el Sr. Aronofsky no deparo en esto pero tampoco podemos decir que salió bien librado. Al obtener este proyecto, muchos temieron al igual que la película resultará demasiado bonita, por decirlo de alguna manera, pero no, se quedo en medio de una vía que es difícil de denotar, dejando algunas cosas que desear.
The Wrestler es una película que es comida por las dos actuaciones principales, que en efecto son muy buenas, pero tampoco soberbias, como se nos ha vendido, es una película que no decae pero que nunca levanta, lo cual es un error muy grave ante una cinta de este género. Comienza como termina, ante varias secuencias que se repiten en forma y no van tomando fuerza alguna, que no sirven de mucho para describir algo nuevo dentro del universo de la historia o expresar emotividad alguna a nuestro personaje, algo parecido a los planos secuencia de Boogie Nights de P. T. Anderson pero con resultados diametralmente opuestos. Nuestro personajes, dígase de más, se nos presenta de espaldas, como lo veremos en muchas de las escenas, pero se tarda en demasía en aparecer ese rostro con el que debemos apegarnos para las situaciones de catarsis, logradas mayormente, repito, por una buena actuación que por una dirección que nos llevase a sentirla de mayor manera.
El grave problema de esta cinta es que el conflicto no se presenta de la manera adecuada, no se delimita y la cinta vaga únicamente entre la historia de un personaje maldito, con una vida maldita y que no muestra más que lo que se ve. No hay momentos de gloria sino secuencias que se gastan ante una desenvoltura de artificios técnicos para denotar la vida de los luchadores venidos a menos de los Estados Unidos, pero es obvio comentar que de eso no trata en realidad la cinta, sino que esto es sólo el artificioso pretexto para poder arribar una vez más al cine con la historia de un personaje en la decadencia de su vida que ha de darse cuenta que requiere de una segunda oportunidad. El guión de le película requería de un estudio mayor, de algunos pares de tratamientos más y de encontrar un fin en común para que no quedase tan sosa. No obstante, el guión no es del todo el culpable en esta ocasión, hay que decir que el Sr. Arronofsky no dejó avivar la historia. No se fue nunca de las manos, la quiso tanto hacerla suya que se le olvido el resto de los elementos dentro de una realización cinematográfica. Dejó de lado el trabajo de sus actores y le dieron una tremenda sorpresa al llevarse el premio al ser lo más vistoso. Está de más decir que una cinta, en base a los pretextos que incluso alguna vez Eisenstein mencionará, debe estar homologada ante todos sus elementos, ninguno de ellos debe sobresalir, incluyendo las actuaciones, que se incrementan mediante el uso del lenguaje cinematográfico. Los elementos trabajan, deben de, en pos del film. Los elementos se apoyan no se desnudan unos a otros. Bien logrado esto, le da redondez a una obra - no obstante que por eso se llama así esta sección - y nos acerca a un trabajo de respeto. Faltará, claro, ese discurso al que tanto apelan los analistas y críticos para convertir la hechura en una obra maestra.
Podemos concluir de manera coloquial que el Sr. Aronofsky quiso ponerse serio y fue vencido,. The Wrestler no es una cinta del todo mala, es una cinta que se mantiene en un ritmo punzante nada creciente, es una película plana que no da de si, nunca explota ni tiene elementos o escenas de fuerza, no emociona y es un gran defecto ante una cinta de estas características (sobra ver el trailer y como fue promocionada). Ahora se rumora ya que los futuros proyectos del Sr. Aronofsky van más encaminados a su vieja forma, a lo que mejor sabe hacer. No podemos mencionar esta cinta como un logro pero tampoco es algo grave, quizás sólo es el llamado a regresar a ese estilo caótico y visceralmente temático de sus primeros filmes.

El Luchador de Darren Aronofsky
Calificación: 3 de 5 (Regular).

martes, 17 de febrero de 2009

El Lector

REDONDO.

El Lector
The Reader (Stephen Daldry, 2008).

Dentro de los pormenores de una vida de por si austera, en estos años de “modernidad”, el mundo aún requiere, creo yo, de saber que hubo antes una generación que hizo un mal más conocido y que aún da - y dará - para contar muchas historias. ¿Me preguntó si algún día se hablará así de las atrocidades cometidas por aquellos que rigen una industria? ¿Si se permitirá a gente con el talento de Stepehen Daldry llevar a la pantalla ciertas historias que en este mismo momento son vividas por algunos desafortunados?
Hacía ya más de 5 años que Stepehen Daldry no reparaba en planear una producción detrás de las cámaras, pues hay que recordar que su vocación principal es el teatro, hasta que este proyecto, que antes había pasado ya por varias manos, le fue cedido. Afortunadamente el Sr. Daldry tiene un tacto especial en varios de los elementos que se requieren para llevar a acabo una cinta de una calidad mayor a la aceptable. No inmerso únicamente en lo que sería la dirección actoral, se presta como un estudioso y conocedor del lenguaje cinematográfico en un grado de efectividad potente que combina, a la perfección, como pocos realizadores en estos años, con la sencillez, una sencillez tan notoria que carga las emociones en los conflictos internos de sus personajes y nos hace comprometernos con esas miradas perdidas y misteriosas que poco cuentan pero todo dicen.
El génesis de esta cinta, resta decirlo, es el secreto, el ocultamiento de toda una verdad atroz que debía ser relatada a una generación creciente y que poca conciencia tenía del pasado. En manos de un director de menor peso, esto tal vez se hubiera vuelto una critica - más - a los ya de por si atacados alemanes en todo este tipo de cintas, pero que en la mano de un director con talento, dejan abierto los campos a la redención, sí, paso básico, pero sobre todo a la comprensión de la naturaleza humana. Los dilemas morales a los que debemos enfrentarnos cada uno con nuestro incipiente y siempre fiel pasado.
Bajo una estructura un poco dispar, la historia se va relatando sola, con un manejo sobrio de la puesta en escena que no requiere de más que simples y sencillos acentos en partes que el espectador coloca con maestría gracias a las grandes actuaciones que nos presentan los actores en pantalla. Una Kate Winslet en el papel que le llevará a su merecido Oscar en ya su sexta nominación y que será, como pocas veces es, merecido, pues es sin dudad el mejor papel que ha hecho en toda su carrera.
Basada en una novela corta donde los sueños de una generación chocan con la verdad juzgada de los actos realizados por sus padres, madres, tíos, etcétera, la cinta despega rápidamente, haciéndonos participes de una casualidad que ha de llevar a un hombre a silenciar y silenciarse los hechos de su adolescencia, el primer amor, y que le harán cargar un peso que de un momento a otro debe expulsar, y es aquí, al final, donde la película decae un poco, hay que reconocer que todo el entramado en los primeros tres cuartos del filme se sostienen de manera precisa, pero que es pasado este limite que la cinta viene a menos, llegando a un clímax muy bien realizado pero que minutos después nos presenta una secuencia final que deja un espacio en blanco que el espectador requiere. El final es tal vez muy precipitado para el ritmo y entretejido de emociones tan hábil que había logrado el Sr. Daldry.
The Reader es sin duda, lejos de todo lo dicho anteriormente, una prueba magistral de como llevar un estilo alejado de la industria a la industria en si, es la película con el look más europeo desde hace muchos años, es una magistral puesta en escena que se aleja de todo ese disfraz que se coloca para convencer a una audiencia de cierta calidad, aquí la calidad es mostrada por un equipo en pos de una visión de director. La fotografía de Chris Menges y Roger Deakins lejos de ser dispares se complementan y no sobresaltan ante la sencillez indicada y leía por el director en una trama que debía recaer en el peso de esas cargas emocionales en las vidas de sus personajes. El montaje de Claire Simpson es tan natural que te dirige a los puntos más importantes sin que existan variantes de interés, incluso en ese montaje tan clásico como lo es la secuencia de los cassettes grabados encuentra una fuerza inusitada. No obstante de ser una película que se denota estudiada, bien trabajada, también describe todo los problemas que hubo dentro de su producción. Fue dentro de ella que sus dos productores principales, los también afamados directores Sydney Pollac y Anthony Minghella murieron. Algunas ideas que se dibujan, que se asoman, en varias partes de la cinta, posiblemente podrían haberse llegado a concretar de una manera sin tantos desvíos de interés en una producción con este tipo de complicaciones. No obstante, es una cinta que gana su nominación al Oscar por todo ese estilo tan gustado por la academia, esas actuaciones que tanto le atraen, esos momentos que revuelven el estomago y la puesta de escena épica y clásica que de tanto vive el purista de Hollywood.
Stephen Daldry consigue de nuevo asomarse al séptimo arte con fuerte pisada, no es la mejor cinta, - de las tres que lleva - pero logra una fuerza que sólo alguien con su experticia y talento logra. The Reader es una cinta que envuelve, que intriga, que te mantiene con una extraña sensación de duda por casi todo su entramado. Es una cinta que debe de verse, no será el mejor de los disfrutes emotivos, pero en efecto lo será como placer cinematográfico en la gran mayoría de su duración.

El Lector de Stephen Daldry
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).

La Clase

REDONDO.

La Clase
Entre les Murs (Laurent Cantet, 2008).

Como una propuesta que ya deja entrever lo que muchos teóricos empiezan a replantearse como un género o mezcla de técnicas, aparece Entre les Murs, cinta que se alzó como la ganadora de la Palma de Oro del pasado festival de Cann, una película que lejos de plantearse uno de los temas de moda por parte de las producciones serias; la falta de educación en las nuevas generaciones, explora un estilo de fabricación casi documental, alejado de actores profesionales y encontrando sus entramados en base a talleres de improvisaciones que posteriormente se rodaran en base a esa misma, ya aceptada, y que mezclada con una planeación abierta, basa su uso en tres cámaras, una para cada uno de los ejes de interés y una al servicio de lo que podría pasar espontáneamente dentro de la escena. Esto, llevado de manera certera y asertiva, como lo es ésta producción, crea una frescura completamente nueva dentro de lo ya existente en la cinematografía mundial, lo que no es de sorprenderse al ver que varias producciones en diversas partes del globo adoptan estos mecanismo con agilidad.
Laurent Cantet se suma a este concepto con la presente cinta, que abarca más su discurso en el titulo original en francés, en inglés también se le ha colocado es desleal “The Class”, que en realidad redondea el concepto de esta cinta. Entre les Murs deja dicho todo este proceso de la educación formal de nuestros tiempos, siendo prisioneros todos de ella, los profesores, como lo es nuestro protagonista por medio de los alumnos, que a su vez se ven presos dentro de su salón de clases, al igual que el saber mismo, la educación, que se ve envuelta y cautiva por el desinterés generacional, sin que halla en realidad una extrapolación, un espacio donde reglamentar las situaciones más que en la disciplina, asunto que por implicaciones mismas de la educación, cambiante y en pos de los valores liberales ya prostituidos o pésimamente interpretados, es en la mayoría de las veces, vista como algo autoritario, esto, claro, por la falta real de educación, lo que conlleva una vez más, a ver que en realidad, el verdadero afectado aquí, es principalmente el valor de la enseñanza y con el cual, perdemos todos. Todos, pues, somos parte de ese eco de errores, de ese ensimismamiento que nos tiene dentro de los muros, entre ellos.
Con una puesta en escena, repito, de libertad casi total, con textos y secuencias que se entremezclan, aclimatando de manera fresca el ambiente de un salón de clases, real (en la mayoría de las escenas dentro del salón uno pareciera que fuera parte de la clase, antecediendo a las directrices de los roles magistralmente presentados) van incrementando un conflicto que detona y atañe a todos, incluso a nosotros los espectadores, que nos sentimos parte de el y que, como bien ha logrado el director, no nos deja apostarnos en ninguna de las dos inclinaciones posibles, somos en parte acusados y acusantes, somos testigos, somos espectadores de una película de cine.
El cine cambia, eso es visible al revisar los textos de análisis de las revistas especializadas más importantes en el mundo, algunos de ellos toman partida y aceptan el enriquecimiento de este tipo de artilugios creativos, no técnicos pero que bien se apoyan de ellos para la creación de una narrativa por medio de elementos nuevos dentro de los preceptos de una organización como lo era antes la planificación de un filme en el sentido clásico.
Entre les Murs es un buen ejemplo de lo que los ejercicios cinematográficos de esta índole pueden lograr, es una cinta de calidad y frescura inusitada. Es una cinta que alejada de los debates de su fabricación, recrea fuertemente un discurso y un mensaje del que se debe preocupar cierta parte de la sociedad, es un relato que preocupa y que manifiesta esa misma preocupación por parte del director y el autor del libro en el que se basa libremente el proyecto (que es al igual el protagonista principal).
Es una cinta que conquista rápidamente, sencilla y comprensible, es una cinta que manifiesta como el buen cine suele hacer cuando se requiere, es una cinta que se presenta ante un público que debe empezar a denotar las urgencias de un mundo que cambia vertiginosamente y que se pierde con la misma velocidad.
El Sr. Cantet se ha decidido por incursionar en estas técnicas con el afán de acercar su cine a nuevas generaciones, que es a quien también va dirigida la cinta, y al mismo tiempo da herramientas para la creación de lo que ahora se pelea como un nuevo género o una nueva técnica, aunque honestamente creo que el debate está de más y el cine es el que prevalece siempre como una herramienta efectiva, cuando se logra, de denuncia.
Entre les Murs, pues, se alza como una de las cinta más relevantes del año pasado, con algunos de los premios más importantes del mundo a cuestas, no obstante de la polémica que circunda a una serie de películas que se acercan y que utilizan una planeación similar. El cine cambia, sí, pero no sus efectos, no su ardua tarea - y disciplina y educación - de narrar, siempre narrar, lo que uno cree conveniente y debe saberse, para si y para el mundo.

La Clase de Laurent Cantet
Calificación: 4 de 5 (Muy Buena).

Arropiero, El Vagabundo de la Muerte

REDONDO.

Arropiero, El Vagabundo de la Muerte
Arropiero, El Vagabundo de la Muerte (Carles Balagué, 2008)

Manuel Delgado Villegas es tal vez uno de los asesinos seriales más relevantes en toda la historia de España, empero lo que pudo haber sido toda una leyenda se perdió entre los archiveros policiacos por años, mientras a él, con terapias de choque y demás brutalidades, le fue borrado su pasado, sin que jamás se le realizará algún juicio por todos los asesinatos en los que él mismo se implico, más de 48, 22 investigados y comprobada su participación en 7.
El documental citado desvela e indaga, no obstante estos datos fríos de la vida de un asesino, la vida de aquel que realizo alguno de los más crueles y enfermizos asesinatos en territorios españoles, italianos y franceses. Con una propuesta meramente sencilla, clásica; el director intenta desde el inicio presentarnos la mente de un criminal que entendemos, lo único que requería era de reconocimiento, una persona inculta pero con un coeficiente elevado que le hacía perder en varias ocasiones los estribos y cometer de manera impulsiva algunos de los más absurdos asesinatos, seguidos, ocasionalmente, de actos necrofilicos por varias semanas.
En base de entrevistas a todos aquellos que le conocieron en diversas partes de su vida; jueces, investigadores policiales, peritos, psicólogos, investigadores, forenses, amigos y material de archivo, se nos relata esta historia en base de capítulos que no vienen precedidos de una presentación de antesala pero que sí están logradamente divididos. Estos se van revelando y relevando uno a uno bajo secuencias que se van efectuando con mejoras a lo largo de este documental que en su inicio tiene su punto más bajo pero que ágilmente se compone y que a la mitad de su segunda parte, cuando se nos relatan los periodos de investigaciones después de ser apresado, no te deja ir. Los argumentos de todas las personas elegidas para contar su visión de la historia se van formando una a una, conformando el universo dispar por el que vivía el asesino, denotando las siempre faltantes pruebas de crímenes que aún hoy se tienen sin resolver.
Mediante una música original y un montaje lo bastante efectivo y sencillo, la historia va tornándose importante frente a nosotros, contando con la honestidad de una narración que de por sí y como siempre fue en realidad, un tanto ilógica, deja soltar los puntos más fuertes en momentos claves, esto no con el pretexto de impactar, sino de entender de lo que realmente trata la historia, no sólo la historia del asesino, sino la vida del hombre que lo fue y que bajo años de brutalidad y olvido, lograron despojarle de eso por lo que había siempre luchado, ese reconocimiento que siempre buscó y que fue lo que lo llevó a cometer sus primeros asesinatos.
El director Carles Balagué logra un documental fresco, clásico, sobrio y eficaz en una época en que este género trata de relevarse ante las nuevas tecnologías y trata de incluirse en las ficciones de una manera predominante. Arropiero, El Vagabundo de la Muerte es un ejercicio tanto periodístico como cinematográfico que va de menos a más, concluyendo en el punto más alto de una tensión y emotividad lograda, trabajada a lo largo de la cinta. Es un documental honesto, simple, básico y oportuno. Nos revela la vida de uno más de los resultados de presiones sociales, nos revela los destinos de ciertos desaparecidos, nos revela las necesidades y conclusiones de un sistema que se vive y adapta en todas partes del mundo, nos desdibuja un éxito casi logrado y nos describe el camino de alguien que simplemente quiso ser importante a cualquier coste. Nos fragmenta su fracaso, no en manos propias, e intenta darle un poco de justicia con la fabricación de la misma película. Porque lo es, porque lo fue, fue y es cierto. Hay vidas que deben ser contadas.

Arropiero, El Vagabundo de la Muerte de Carles Balagué
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).

lunes, 16 de febrero de 2009

Quisiera ser Millonario

REDONDO.

Quisiera ser Millonario
Slumdog Millonarie (Danny Boyle, 2008).

Si hay algún director al cual todas las generaciones de cineastas existentes, tanto nuevas como las más hechas y maduras, deberían tener cierta envidia es a Danny Boyle. Lo anterior me lo permito decir porque es él tal vez, la gran figura del verdadero cine independiente, del director que aún gobierna su estilo como nadie, con una soltura que deja a cualquier profesional embellecido con su puesta en escena, con su discurso, con su estructuración de entramados, con su sencillez en la dirección actoral, con sus diversos proyectos que se relevan uno a uno sin aparente nexo pero que lo tienen en demasía y sobre todo, con su frescura. Es el cine independiente maduro en toda la extensión de la palabra, se abre campos entre diversos géneros y sale siempre bien librado, se da la libertad de crear cine en cualquier región, temática y geográfica, del mundo (y también alejado de el). Se le ve y siente alegre al hacer su cine, al contar las cosas que él cree pertinente se debe de contar, relatar, decir, hacer cine, en estos tiempos, como debería cualquier director que se toma con seriedad y fortuna su oficio, que es el de crear. Para detallar esto último no queda más que no restar méritos a su última cinta, Slumdog Millonarie, que es sin duda la cinta que llegó a la temporada de premios con amplia ventaja artística ante sus competidoras, siendo esto, como siempre, no una garantía.
Con un atrevimiento jovial y juvenil, el señor Danny Boyle viaja a la India y arma una trama de por si compleja, en medio de todos los problemas de organización que se suscitan en un país con carencias sociales más que evidentes, retratándolas con una veracidad pocas veces vista en el cine, para esto contando con todo un mundo de experiencia en técnicas por más que trucadas a la antigua y usando las nuevas tecnologías como cámaras pequeñas, bajo el mando de su fotógrafo Anthony Dod Mantle, logrando integrarse de una manera impresionante a las calles, barrios y vida de los habitantes de las zonas que nos presenta esta historia que no deja de entretejer uno de los discursos centrales del Sr. Boyle, esa decadencia humana en pos de la artificiosa vida material, sobre todo el dinero.
Y es que es Slumdog Millonaire no tiene respiro en su técnica, entrelaza un viaje por los difíciles años de una vida que recién comienza y debe buscarse, pelearse y dejarse vencer en una ciudad que no tiene nada de alejamiento con las grandes urbes de este mundo moderno, cosa aparte es que otra industria trate de negarlas. Con una frescura inusitada y un estilo más que reconocible (algo que posiblemente sea más difícil de lograr de lo que suena), esta cinta no es más que una muestra de aquello con lo que comencé diciendo, una prueba del porque el Sr. Boyle debería ser uno de los directores más envidiados por todas las generaciones actuales del cine, sobre todo las que apenas dan sus primeros pasos. Es una muestra de lo que el cine debería ser en estos tiempo modernos, cuando las tecnologías acercan a muchos al fastuoso, complicado y mal leído arte de contar alguna historia mediante el cine, que se crea mediante análisis y estudio de sus estructuras (de las más sencillas a las más complejas), siendo estas siempre narrativas, siempre, narrativas, y nunca creando a partir de imágenes sueltas que deben unificarse en pos de una banal pretensión de creación plástica. El cine es de carácter narrativo, pues, esa es y debe ser su génesis.
Mención aparte merece la codirectora hindú Loveleen Tandan por su parte colaborativa en esta obra que se denota fue ardua en su proceso, pero que se enriquece, no me canso de repetirlo, por esa pasión que se entrega por parte de un equipo que gusta de su oficio. El guión de Simon Beaufoy no se queda detrás, unifica una novela que entresaca momentos de la vida del protagonista pero que no logra unificar del todo como lo hace la cinta. El montaje de Chris Dickens se percibe ante ese estilo fresco del cine independiente que se entre-ve con la madurez de alguien como Danny Boyle.
El trabajo actoral es destacable, se inunda de una veracidad fiable que te mantiene inmerso dentro de la trama desde los primeros minutos y no te deja salir, te presiona hasta el grado en que deseas, al igual que ese mundo presentado, la respuesta final de un concurso que todo damos ya por sentado desde el inicio. Mucho me han comentado algunos colegas sobre el feliz final de la cinta, ¿pero es que acaso una obra debe siempre negarse al optimismo para mantenerse del lado más artístico, maduro? ¿debe siempre mostrar el lado visceral de nuestras almas? No lo creo, menos en estos años de tanta vaguedad. Algo que destacar es esto mismo, pues Danny Boyle sortea lo que me parece hubiera sido el principal tratamiento de cualquier otro director, la critica a los mass media, el golpeteo - constante o breve - a los programas contemporáneos a los que hace alusión la cinta. No se mete con ellos, los utiliza únicamente como pretexto de su narración principal, que es la vida detrás de las verdades, de la falta de educación, de la veracidad y la falta de fe en la gente común. El Sr. Boyle muestra aquí su faceta más madura, al pasar de lado ese tópico que era sin duda alguna una gran tentación.
El trabajo musical es más que destacable. A. R. Rahman nos regala una selección de temas compuestos para esta cinta como hacía años no escuchaba, es un trabajo de impresionante envergadura, una música que recrea esa globalización que roza la cinta de manera frágil, la necesaria, siendo tal vez la música su mayor nexo y a la vez un camino de presentación de la música local en India. Una partitura como pocas veces se crea en una cinta, un trabajo impresionante que no deja de adaptarse a una película de igual fabricación. No obstante, su belleza no obstruye nunca el paso de las reales emociones a conseguir.
Slumdog Millonaire se alza como la más justa ganadora en esta temporada de premios, es de las cintas que siempre se asoman en el pequeño grupo de diversos premiaciones; la más redonda, la más entera, la más fresca, la más sería cinematográficamente, la más divertida, emotiva y sabia de todas ellas. Es una cinta que se merece los premios que lleva a cuestas, y esto no siempre es así. Basta decir una vez más que Danny Boyle es, o debería ser, la imagen real del cineasta independiente, un director del que tomar las ganas de soñar y hacer un cine personal, sí, pero sobre todo, honesto.

Quisiera ser Millonario de Danny Boyle
Calificación: 4 de 5 (Muy buena).

El Curioso caso de Benjamin Button

REDONDO.

El Curioso Caso de Benjamin Button.
The Curious Case of Benjamin Button (David Fincher, 2008).

Inspirado bajo un relato corto de Francis Scott Fitzgerald, y este a su vez sobre una cuestión dialogada por diversos autores, entre ellos el querido y tan gustado Quino, que no reparaba en una muerte siendo apenas un ser de “brazos” sino en el extremo factor de placer que sería el orgasmo, esta cinta desvía la visión acostumbrada de uno de los cineastas más iconoclastas de la década pasada, incluyendo en su filmografía dos de los títulos de culto más recientes en el gusto de diversos estilos generacionales.
Si bien David Fincher había mostrado ya un desempeño más adulto, por decirlo de alguna manera, en su anterior cinta, Zodiac, y que paso desapercibido, siendo una película mal entendida por algunos de sus más fervientes fanáticos al criticarla temáticamente, y mostrando obvio desconocimiento en la fabricación de un mensaje y estilo cinematográfico, dígase lo que el cine requiere para serlo - y yo aún me preguntó porque las nuevas generaciones requieren de repeticiones para seguir creyendo en sus directores sin el menor margen de crecimiento, en esta su nueva cinta su devenir es obvio en pos de un acercamiento a los estantes de lujo como son los premios de su industria. Esto era obvio, no nos dejemos sorprender, desde la elección de un guión de Eric Roth, uno de los favoritos de esa purista sección de la academia americana de cine.
Podemos, pues, hacer, toda una lista de las similitudes, algunas de ellas muy golpeadas, de esta cinta con aquella otra que le hiciera ganar su estatuilla al señor Roth, Forrest Gump, una cinta que con el paso del tiempo encuentro cada vez con más gusto por su detallada dirección y magistral visión (en este caso de Zemeckis) al realizarla, pero no es el caso aquí. Cualquiera con el mínimo sentido común las verá de igual manera, pero con esto no obligo a pensar que esta nueva cinta sea una especia de copia de la anterior, no, ni mucho menos, sólo trato de afianzar que el estilo del guionista , sus constantes, se desnudan por completo al tener ambas en la mente. La estructura, los personajes y hasta puntos claves se dibujan sobre mismos elementos. No obstante, creo que la dirección contenida, pues no es del todo el perfil entero de Fincher, hace que se desdibuje parte del entramado sentimental de la cinta, quitándole parte de su brillo, de su alma.
Con una actuación a medias del señor Brad Pitt - pues honestamente hay que aceptar que en la mitad de la película, la mitad de su actuación son los efectos especiales que le circundan - la cinta logra sostenerse en este departamento gracias a las siempre agradecidas presencias de Tilda Swinton y Cate Blanchett que se dirigen casi solas (esto en termino de sus siempre buenas actuaciones, nada que reniegue el trabajo de los directores con los que han trabajado) y de Faune A. Chambers como la madre de nuestro protagonista, así como de un muy buen cast, que se logra siempre en este tipo de producciones, que desde un inicio se sabe que darán sus pleitos serios para con los premios más rebosantes de la industria estadounidense.
Creo que la cinta se queda corta para con los objetivos iniciales que tiene una producción de esta índole; falta de escenas cargadas de emoción total, fabricadas por un uso determinado de los elementos cinematográficos al servicio del director, una dirección de actores cargada de sencillez e intensidad, una fotografía honesta cargada de belleza y de nuevo sencillez (esto último faltante en la excelsa pero sobrecargada de artilugios de belleza de la presente cinta), un manejo sutil pero efectivo de la partitura y música a utilizar y un montaje fino y perfectamente pensado desde la planeación de la grabación, cosas que tenía y tiene, de manera magistral la cinta de Zemeckis y no del todo esta del Sr. Fincher.
Lamentablemente la cinta se queda en una armadura estética que engaña y maneja a ciertos de los espectadores a un sentimentalismo obligado, engaña en pos de eso que he citado ya tanto en anteriores reseñas, ese sobre-encantamiento del aspecto visual que hace que el verdadero discurso despegue - en el mejor de los casos - y que se asome apenas en los estilos más fallados. Siendo en este caso el primero, pues hay que decir que la película no es del todo malograda, sólo que se reserva todo esa magia con que se venden este tipo de cintas. No es tan difícil de entenderlo al notar que los pasajes técnicos de su hechura son los que más sobresaltan, dejando a un lado los más humanamente artísticos. No es tan difícil de verlo cuando sabemos ahora que el señor Fincher ha decidido verterse de nuevo sobre el estilo que lo volviera popular ante toda una generación de jóvenes y alejarse de esa madurez que había empezado a lograr con Zodiac. Ahora prepara una versión de la mítica película de animación Heavy Metal que marcó a toda una generación en los 80s.
El Curioso caso de Benjamin Button es un curioso caso en si mismo, lo sería más aún si logra llevarse alguno de los Oscars más duros, más buscados, los más importantes, los técnicos los tiene casi asegurados. No es una mala película, es sólo una re-búsqueda de lo ya logrado en anteriores años y en manos de un cineasta que no busco y/o encontró del todo la fortuna de hacer suya la historia y hacerla sentir al público. El Curiosos caso de Benjamin Button tendrá una vida parecida a la de su protagonista, con los años empezará, creo yo, a hacerse un poco menos, a envejecer notándose joven en varios de sus artilugios técnicos. Ya se verá, ese será su verdadero juicio; cuando tenga los años que hoy tiene Forrest Gump, veremos que tanto poder tuvo realmente en la audiencia.

El Curioso Caso de Benjamin Button de David Fincher
Calificación: 3 de 5 (Buena a Secas).