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España, 2009.

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lunes, 16 de febrero de 2009

Quisiera ser Millonario

REDONDO.

Quisiera ser Millonario
Slumdog Millonarie (Danny Boyle, 2008).

Si hay algún director al cual todas las generaciones de cineastas existentes, tanto nuevas como las más hechas y maduras, deberían tener cierta envidia es a Danny Boyle. Lo anterior me lo permito decir porque es él tal vez, la gran figura del verdadero cine independiente, del director que aún gobierna su estilo como nadie, con una soltura que deja a cualquier profesional embellecido con su puesta en escena, con su discurso, con su estructuración de entramados, con su sencillez en la dirección actoral, con sus diversos proyectos que se relevan uno a uno sin aparente nexo pero que lo tienen en demasía y sobre todo, con su frescura. Es el cine independiente maduro en toda la extensión de la palabra, se abre campos entre diversos géneros y sale siempre bien librado, se da la libertad de crear cine en cualquier región, temática y geográfica, del mundo (y también alejado de el). Se le ve y siente alegre al hacer su cine, al contar las cosas que él cree pertinente se debe de contar, relatar, decir, hacer cine, en estos tiempos, como debería cualquier director que se toma con seriedad y fortuna su oficio, que es el de crear. Para detallar esto último no queda más que no restar méritos a su última cinta, Slumdog Millonarie, que es sin duda la cinta que llegó a la temporada de premios con amplia ventaja artística ante sus competidoras, siendo esto, como siempre, no una garantía.
Con un atrevimiento jovial y juvenil, el señor Danny Boyle viaja a la India y arma una trama de por si compleja, en medio de todos los problemas de organización que se suscitan en un país con carencias sociales más que evidentes, retratándolas con una veracidad pocas veces vista en el cine, para esto contando con todo un mundo de experiencia en técnicas por más que trucadas a la antigua y usando las nuevas tecnologías como cámaras pequeñas, bajo el mando de su fotógrafo Anthony Dod Mantle, logrando integrarse de una manera impresionante a las calles, barrios y vida de los habitantes de las zonas que nos presenta esta historia que no deja de entretejer uno de los discursos centrales del Sr. Boyle, esa decadencia humana en pos de la artificiosa vida material, sobre todo el dinero.
Y es que es Slumdog Millonaire no tiene respiro en su técnica, entrelaza un viaje por los difíciles años de una vida que recién comienza y debe buscarse, pelearse y dejarse vencer en una ciudad que no tiene nada de alejamiento con las grandes urbes de este mundo moderno, cosa aparte es que otra industria trate de negarlas. Con una frescura inusitada y un estilo más que reconocible (algo que posiblemente sea más difícil de lograr de lo que suena), esta cinta no es más que una muestra de aquello con lo que comencé diciendo, una prueba del porque el Sr. Boyle debería ser uno de los directores más envidiados por todas las generaciones actuales del cine, sobre todo las que apenas dan sus primeros pasos. Es una muestra de lo que el cine debería ser en estos tiempo modernos, cuando las tecnologías acercan a muchos al fastuoso, complicado y mal leído arte de contar alguna historia mediante el cine, que se crea mediante análisis y estudio de sus estructuras (de las más sencillas a las más complejas), siendo estas siempre narrativas, siempre, narrativas, y nunca creando a partir de imágenes sueltas que deben unificarse en pos de una banal pretensión de creación plástica. El cine es de carácter narrativo, pues, esa es y debe ser su génesis.
Mención aparte merece la codirectora hindú Loveleen Tandan por su parte colaborativa en esta obra que se denota fue ardua en su proceso, pero que se enriquece, no me canso de repetirlo, por esa pasión que se entrega por parte de un equipo que gusta de su oficio. El guión de Simon Beaufoy no se queda detrás, unifica una novela que entresaca momentos de la vida del protagonista pero que no logra unificar del todo como lo hace la cinta. El montaje de Chris Dickens se percibe ante ese estilo fresco del cine independiente que se entre-ve con la madurez de alguien como Danny Boyle.
El trabajo actoral es destacable, se inunda de una veracidad fiable que te mantiene inmerso dentro de la trama desde los primeros minutos y no te deja salir, te presiona hasta el grado en que deseas, al igual que ese mundo presentado, la respuesta final de un concurso que todo damos ya por sentado desde el inicio. Mucho me han comentado algunos colegas sobre el feliz final de la cinta, ¿pero es que acaso una obra debe siempre negarse al optimismo para mantenerse del lado más artístico, maduro? ¿debe siempre mostrar el lado visceral de nuestras almas? No lo creo, menos en estos años de tanta vaguedad. Algo que destacar es esto mismo, pues Danny Boyle sortea lo que me parece hubiera sido el principal tratamiento de cualquier otro director, la critica a los mass media, el golpeteo - constante o breve - a los programas contemporáneos a los que hace alusión la cinta. No se mete con ellos, los utiliza únicamente como pretexto de su narración principal, que es la vida detrás de las verdades, de la falta de educación, de la veracidad y la falta de fe en la gente común. El Sr. Boyle muestra aquí su faceta más madura, al pasar de lado ese tópico que era sin duda alguna una gran tentación.
El trabajo musical es más que destacable. A. R. Rahman nos regala una selección de temas compuestos para esta cinta como hacía años no escuchaba, es un trabajo de impresionante envergadura, una música que recrea esa globalización que roza la cinta de manera frágil, la necesaria, siendo tal vez la música su mayor nexo y a la vez un camino de presentación de la música local en India. Una partitura como pocas veces se crea en una cinta, un trabajo impresionante que no deja de adaptarse a una película de igual fabricación. No obstante, su belleza no obstruye nunca el paso de las reales emociones a conseguir.
Slumdog Millonaire se alza como la más justa ganadora en esta temporada de premios, es de las cintas que siempre se asoman en el pequeño grupo de diversos premiaciones; la más redonda, la más entera, la más fresca, la más sería cinematográficamente, la más divertida, emotiva y sabia de todas ellas. Es una cinta que se merece los premios que lleva a cuestas, y esto no siempre es así. Basta decir una vez más que Danny Boyle es, o debería ser, la imagen real del cineasta independiente, un director del que tomar las ganas de soñar y hacer un cine personal, sí, pero sobre todo, honesto.

Quisiera ser Millonario de Danny Boyle
Calificación: 4 de 5 (Muy buena).

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