Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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viernes, 11 de marzo de 2011

Black Swan

REDONDO.

Black Swan

Cisne Negro (Aronofsky, 2010)

Al final resulta un tanto evidente y lógica la evolución del trabajo de Aronofsky como director así como sus anhelos para los años venideros. Ansía llevar su cine; mórbido, esquizoide, depresivo y con retoques de amor (junto a todas las enternecedoras enfermedades que éste puede y pueda concebir) a un nivel que lo acerqué lo más posible a las categorías de “elegante” y “soberbio” en la intima visión de la academia de artes cinematográficas estadounidenses. No podemos negarnos que su cine es en su mayoría muy norteamericano, como tampoco el hacernos ver que el joven realizador de películas como “Phi” (1998) y “Requiem” (2000) –a pesar de contar aún con sus mismos pesados fantasmas– ha crecido en cuanto a su manera de tratar visualmente una historia. No obstante, la forma de contarla aún varía un poco a los niveles que quiere alcanzar.

Y es que en la última media hora de ésta su última cinta, el ritmo vertiginoso de la vida de nuestra actriz resulta tal, que en cierta manera todo lo que a bien se estaba a penas construyendo, se sumerge en una agonía (la agonía de nuestro personaje principal) y la trama se enreda de tal forma que resulta todo en un pisar sobre aire y no saber en donde realmente se encuentra uno como espectador. Entiendo, claramente, que esa fue una decisión tomada por el director (su intención), pero no resulta del todo apreciable en un cine que plenamente tenía miras para ser catalogada como uno de manufactura más “clásica”. Puedo solventar acaso, hipotéticamente, que la película en realidad no enreda a su audiencia por el hecho de que en estos tiempos y años, el público ya está más acostumbrado a disociarse y encontrar sentido a las cosas más tarde que como la pulcritud indica, pero es que si nos referimos a las enraizadas reglas del arte cinematográfico, en muchas de estas secuencias, el valor del “plano” como unidad básica y minima de la narración” se pierde por completo. La duda y el debate, pues; lo sé, podrían resultar un poco candentes; ¿el arte de hacer cine se conforma por modas o vicios obtenidos por un choque cultural de medios y bogas (o bien las bogas de los medios), o aún se estructura bajo los términos de una narratología directa heredada de los asentamientos teóricos?... ¿Cómo ver el cine; como forma o como contenido? Resultará pues, hasta fácil la elección de un balance entre estos dos, pero en la actualidad toda la manufactura audiovisual al parecer se determina bajo estos dos conceptos de manera dividida. Es obvio, abramonós a la sinceridad, ¿para que algo sea considerado de “calidad” debe ser –o más bien parecer– “cool” (aborreciendo el termino), a la usanza del cliché de moda según los estereotipos del momento (en la actualidad la del diseñador ignaro), o bien debe estar sumamente construido bajo los términos antes citados de la cultura y el arte?

“Black Swan”, pues, resulta difícil de criticar plenamente porque bien bebe de ambas partes y a ambas, resulta también conveniente decirlo, deja de entregarles el paquete completo. Entre las sombras de actuaciones más que vistosas (cosa que agrada de sobre manera a la academia), dígase de otra manera: catárticas, rebosantes de energía y extenuación; sobre todo con la historia intrínseca de ese “gran sacrificio” por parte del interprete (la cual siempre es tan explotada como la publicidad misma de la cinta), está la lista de temas y sus tratamientos que tan gustosamente recaen en los devenires sentimentales de una o más de una generación, las cuales con sus socavantes cargas internas hicieron al mismo Aronofsky despegar; anque –claro– él no tenga la culpa y lo haga más que decorosamente… Repito, resulta un tanto lógico que el propio director ande buscando la manera de equilibrar esta pasión que tiene por sus constantes artísticas que nunca le han abandonado, así como por una soltura mucho más clasicista. El camino será largo, no es una tarea del todo sencilla. En este su segundo intentó las cosas han crecido un tanto; no así, falta un ancho camino por abordar y recorrer antes de seguir de largo.

Es por ello, entonces, que “Black Swan” no termina ni cerca de ser la “obra maestra” que muchos gritan a los cuatro vientos. Es una película con una excelente manufactura –de sobra mencionar la excelente puesta en cámara (mención aparte a los operadores)–, las buenas interpretaciones por parte del elenco (en general) pero que deja vacíos en la narración (tomando como medida que la “locura” era un personaje central dentro de la historia y no se nos fue presentada de manera adecuada para ser reconocible y quizá más poderosa hacía el final de ésta), que retrata, relata y se sobre -expone a la explotación de la fabula que determina el eje central de la película misma. Es una cinta que come de la tradición de melodramas como “The Red Shoes” (Powell & Pressburger, 1948) y que muere así, como una tragicomedia. No obstante, alejada de la maestría en la que ha sido catalogada, es una de las mejores tramas que podemos encontrar en el mercado de la industria norteamericana. Dados los tiempos, los años y los estilos, ésta película resulta refrescante y casi hasta conmovedora. El asunto en este caso es sólo no sobregirar las cosas y contextuar. El cine actual ha venido en detrimento con su calidad y su narración por lo que bajo el esquema actual, tenemos aquí una historia que sobresale ante las demás dentro sus hermanas Hollywoodenses. Vale la pena verla, más no desvivirse por ella.


Cisne Negro de Darren Aronofsky

Calificación: 3 de 5 (Buena a secas)

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