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lunes, 31 de julio de 2017

Dunkirk

REDONDO.

Dunkirk
Dunkerque (Cristopher Nolan, 2017)

Bajo la filmografía de Nolan nos hemos encontrado siempre con ciertas propiedades estilísticas sumamente personales, claras particularidades discursivas que envuelven, más que a la cinta, a sus personajes: caracteres en quienes se reposa el pesado anhelo de un futuro tan próximo como incierto. Su práctica fílmica es notoria, tratando siempre de refrescar el manejo temporal y el re-acomodo intelectual de sus conflictos; su apego a una forma en la que se demarque la grandilocuencia de su cine siempre ha sido latente y en ocasiones ha tenido que ceder parte de su contenido ante los modos y sus manías de complejidad. Agraciadamente, en su más reciente entrega, Dunkirk, nos demuestra una mano tersa y sumamente madura, un sutil apego a ese cine tan suyo pero en el balance exacto, con suma madurez y dejando entrever ciertos recovecos que podrían inscribirse en sus próximas cintas. 

Situada obviamente en el marco histórico que le da nombre, Nolan comienza desde los primeros minutos a defragmentar el tiempo, a situarnos en sus distintos campos de transición así como con los protagonistas de estos. Sobre el objetivo común vendrán las adversidades que cada uno de estos habrán de afrontar para llevar a cabo su tarea dentro del rompecabezas de una misión de rescate, al tiempo que sirven de la misma manera a la trama. Sin buscar una sorpresa potencial o disimulada hacía la parte final, uno de los grandes aciertos de esta película es que el encadenado prevé sin reservas la unión de los tres tiempos que la conforman; hay una lógica imperante que deja que las acciones no se disputen jerarquía sino que se dejen respirar y andar a su anchas por el encadenado. No hay dificultades mayores que los que tienen que sortear los rostros que nos ensimisman en la trama y que deberán de someterse a las fauces del perdón, el sacrificio, la desconfianza, el terror, el desconcierto y la supervivencia. Apremiantes y sumamente agradecidos son todos esos grandes bloques sin dialogo en que el eje central es la propia atmósfera que logra de manera portentosa el director. 

Enclaustrados en sólo una línea del conflicto; bajo el inherente manto de un enemigo sin semblante –pero activo y mordaz– las fronteras en que nos anida el trabajo actoral es de alta eficacia. Los matices que se nos obsequian provienen de un sagaz humanismo ofrecido a través de miradas y gesticulaciones: dudas y alarmas que se activan con el arribo de un sonido que rompe el silencio o el simple paso del segundero. Con un guión estructuralmente bien armado; una duración precisa, una cadencia paralela de sentido natural –que bien puede rivalizar o bien modernizar las cadencias y manejos del propio Griffith; Intolerance (1916)– la capacidad visual del filme asombra por la familiaridad renovada que viene de una escuela que va desde All Quiet On The Western Front (Milestone, 1930), hasta Apocalypse Now (Coppola, 1979). 

Armada con los aportes técnicos de un equipo que labora siempre a beneficio de la obra, la fotografía de Hoy Van Hoytema resulta de una desgarradora y despejada pulcritud que engalana cada plano. Tonalidades que abrazan y hacen respirar el mismo ambiente y clima que viven los personajes sobre el pautado ritmo del montaje de Lee Smith y que reviste el diseño de Nathan Crowley. La partitura de Hans Zimmer come aparte, pues resulta el elemento esencial para amalgamar las secciones y se puedan afrontar cada una bajo el campo emotivo ideal. 

Dunkirk, décimo largometraje de Cristopher Nolan, termina por ser su cinta más prudente y experimentada. Una edificación formal que si bien permite (obligado en estos códigos) ciertos tonos rosáceos de heroísmo hacía la parte final, no deja tela de juicio ante la mano y hechura de unos de los directores con mayor fama tanto en los ámbitos comerciales como en los autorales. Una película bien pensada y ejecutada; interpretación de hechos históricos en los que algunos podrán o no estar de acuerdo en la documentación pero que a bien refleja, como en toda buena obra fílmica sobre guerra, que estos actos de barbarie bélica no debieron tener cabida jamás. 

Dunkerque de Cristopher Nolan

Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena). 

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