Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 25 de febrero de 2008

Una Sorpresita

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Lo prometido es deuda, he aquí mí relato sobre aquel que se nos adelanto y me ganó a la temática trillada del día del amor y la amistad. Bien pudo haber sido una especie de santo en el medio oriente, pero ya nos conocemos, formamos y formaremos siempe parte de esta atípica sociedad que ante todo, está muy adelantada en lo que desea estar adelantada, claro está.

UNA SORPRESITA.

Entre mis allegados y yo hemos debatido y polemizado sobre este funesto asunto de la bomba y el bombeado (bombardeado o explotado) – como siempre, con el humor más negro posible. Alguno de estos buenos amigos, simplemente se encargó de gritar un efusivo – y por tanto hilarante – “zambombazo” en unos de esos instantes de silencio otorgado por una decadencia en la frescura del tema; por ende las risas y carcajadas de un grupúsculo de inadaptados sociales que pasan las noches en vela observando películas manieristas y escuchando un añejo rock de finales de los 60, fueron largas; creyendo, claro, encontrar humor en todo lo que la cultura pop retro nos trae de recuerdo – cualquier cosa que nos lleve de paseo a aquellos años mozos en que posiblemente aún se creería que algunos de nosotros lograría algo decoroso y rescatable de su vida. Hoy, sólo nos reímos, ¿qué más podemos hacer? Yo no quiero salvar el planeta, creo en la justicia.
Entonces, claro, el zambombazo nos llevo a otro tema y nos olvidamos un poco del occiso; vencimos de nueva cuenta a la muerte, que se sirvió su primer trago de la noche y nos dejo concluir la vida en paz – la vida del día mientras sosegadamente aspiraba retazos de nuestros suspiros en total espera. Pero lejos de la fantasiosa victoria ante la adversidad del tiempo y entre el olvido de aquel que murió por errores y cero convicciones, el grito exagerado de uno de los del clan nos trajo el amargo recuerdo de los vivos, de los que contornean el paraje social, dígase con otra manía, nos acordamos y avergonzamos por aquel otro ser, inventor de dicho argumento reflejo de nuestro pobre e ignominiosos sistema educativo. Da vergüenza por el asunto de que este tipo de personas sean parte del resultado, se acomoden en las esferas mediáticas, y además de todo el show, eduquen de igual forma a los que se quedaron en el camino. Con razón no podemos hacer ni siquiera una bomba que detoné a tiempo – ahora entiendo el milenario chiste del relojero mexicano (¿o era simplemente relojero?).
Debatido, pues, está el asunto de este nuevo y futuro protagonista de nuestros efímeros y escuetos relatos que osamos leernos cuando las neuronas ya están soñando con una vida en otro cerebro. Repasamos varias notas de los diarios, varios balazos, varios titulares y varios gráficos donde se exponía la falta de preparación de este grupo de revolucionarios. Esa disciplina por la que siempre me han considerado un loco, ese estigma nacional de la dejadez, de la aturdida responsabilidad de hacer las cosas bien, no lo mejor posible, de la eficiencia no de la intención. ¿Qué nadie se ha dado cuenta del terrible daño que nos han causado los refranes de sumisión, obediencia y acatamiento? Olvidémonos de los buenos pensamientos y aterricemos las ideas pensando en un mejor presente, ya el futuro llegará cuando tenga que llegar, para que lo esperamos si sabemos que está escondido en aquella esquina dónde creemos que el drogadicto nos ve de mala manera cuando ni siquiera puede ver ya. ¿Cuál es el susto?, ¿Qué no podemos ni siquiera matar eficientemente?
Admito que lo que más me divirtio entre todo este deambular de diarios, fue el factor de los gráficos, pues ahora podemos observar con muñequitos la ignorancia de otros – recuerdo cuando esa era sólo una broma que creía jamás tomaría vida, en fin, supongo que hemos defraudado más que eso.
Bien, el asunto es claro, una personas está muerta por el irónico caso de querer matar a otra. Por estos lares nos trae reminiscencias de otras partes del mundo, pero como que la imagen no es la misma, se nota aún la virginidad y pureza (vil barbarie cultural) de la exagerada maldad con que se quieren poner las cosas por aquí. Al fin, alguien deberá lograrlo ¿no? Aunque posiblemente enfrentemos de nuevo las leyes naturales y todos salgamos perdiendo, que mejor. Nos vemos después del Sr. Dylan.

lunes, 18 de febrero de 2008

Dulces y Rosas

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Me fue inevitable confrontar un poco de romance con los temas a tratar en esta semana; no soy de aquellos incautos que odien por completo el 14 de febrero, debo admitir, siempre se me ha hecho una muy conmemorativa fecha para la lectura social. !Que mejor! En fin, he aquí un poco de cotidianeidad mezclada con un poco del día de los amistosos enamorados.
P.D. Fue mí mala suerte la que ocasiono que este texto haya ya sido escrito cuando paso lo del accidentado y la bomba, pero ya se hablará de eso… ya se hablará...

DULCES Y ROSAS.

Me pregunto si hubo alguna tregua a la lucha contra el narco este 14 de febrero, posiblemente habría cabido la posibilidad de un abrazo entre la ignominia de los dos bandos. El amor está en el aire, ¿no? Sólo imagínense a los ex-militares regresando a su anterior batallón para saludar a sus antiguos compañeros; recrearse un poco y hablar un tanto de lo que la profesión de ambos solicita por estos días. “Te digo que aquí está lo bueno” podrían decirse los dos sin llegar a algún acuerdo. El asunto es vivir lo más decorosamente posible, claro que el problema de siempre se manifiesta constantemente con la severa duda de saber qué es lo decoroso, en que es lo que contiene esa resquebrajada vasija. ¿Qué acaso la educación es el problema? No lo entiendo, si tan sólo está en el mando de uno de tantos sindicatos nacionales donde, por regla, uno necesita (ya no desea) trabajar menos para ganar más. El desarrollo del confort y la evasiva (la salida fácil) ha sido sello característico del desarrollo mexicano – como esa bella nota que salio en los anteriores días de que lo único en lo que se ha progresado en la economía nacional es en la piratería; hemos crecido, subido peldaños en lo que respecta a lo ilegal. ¡Que bien, sabía que alguien lo lograría! Deberían inventarse un día del amor y la amistad pirata, donde todo lo consumibles sea únicamente desechable, dónde no exista algún otro sentido que el hecho de hacerse sentir importante por el factor burdo de creer en algo que puede ser todos los días (pero creo que ganada está esa batalla). Son mejores las rosas artificiosas y los globos con mensajes cursis que reflejan la culpa de lo cotidiano. “Te digo que aquí está lo bueno, tan sólo cruza esa raya y estarás del otro lado, ¡en la buena vida!…”
Me pregunto si los pecadores habrán ido a visitar a sus pecados, a sus dioses, a sus culpas, a sus rostros; con el fin de darles una pequeña desempolvada y hacerse un poco más humanos. Me pregunto si las treguas se dieron en estos días, me pregunto, tan sólo, si las lágrimas de algún dolor se perdieron por un instante. Me pregunto, siempre, me pregunto; ¿por que este día de mercadotecnia vil se fechó exactamente un día antes de la quincena? ¿No habría sido mejor hacerlo en la quincena en sí, o un día después? En fin, es sólo una hipótesis, pero creo que pudiesen tener mejores remezas los muchachos dueños del amor y los corazones.
No me interesa saber mucho de esta clase de días, pero lo he escrito en anteriores ocasiones, es inevitable ante tal paraje urbano que dejan los hombres de negocio (tanto los improvisados por temporada como los que luchan por mantenerse). No soy creyente de este tipo de momentos (pues sólo son eso) y me importa un bledo las treguas (son tan sólo dudas para poder jactarme de ese mundo creado) y si los políticos también se besan, se quieren, se casan o se sienten atraídos. Me gustaría más saber que trabajan eficientemente, pero eso no es parte del festejo, ¿cierto? Con poco nos vedemos, la exigencia no es parte de ese desarrollo no desarrollado.
Realmente me importa poco si los ciudadanos son ignorantes, pobres o enfermos de por vida, si somos traidores por cultura o si tengo tendencia nacional a ser infiel. No me es interesante el saber si soy un buen o mal amante en la cama. Hay cosas que dejo pasar y que me pasan de largo, hay momentos que me rebasan, que están más allá de mí apenada costumbre de caminar y tan sólo eso, de mi distraída rutina de hacer lo que estoy haciendo y no pensar en lo que será, en lo que fue, en lo que es la posibilidad o lo que sería si tal vez...
Me pregunto si mis odios y pasiones se dieron la mano en estos días, si se obsequiaron un artilugio físico (y ficticio) o bien tan sólo una intención. No me es relevante; como lo han sido, al igual, estos días en que los apesadumbrados hechos del país parecen estancarse en la tradición de sonreír y sentirse querido aunque en realidad estemos solos.

lunes, 11 de febrero de 2008

De Pies y Piernas

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Debo admitir que esta semana sí me vi un poco cruel, pero es que en este país en ocasiones hay temas que se creen intachables. Yo me mofé flagrantemente en esta ocasión acerca de uno de esos tópicos “nacionalistas”, el mentado fútbol. Los que me conocen saben que no soy muy adepto a este y que minúsculamente lo respeto, pero había que tirar a matar esta vez. Con toda alevosía y ventaja digo algunos (pocos) de mis pensamientos más personales y ácidos en cuanto a este tema.

DE PIES Y PIERNAS.

Tengo un serio problema con el asunto del balompié, no llegó a entender del todo el hedor de encanto que lo circunda. Concibo claramente que al hacer esta afirmación, miles de sus seguidores en este país – donde al parecer es el máximo símbolo de presunción y orgullo – me tacharan de un ignorante ser que no ha aprendido nada de lo que la bella vida nos ha querido prestar. Lejos quedan los estudios culturales, artísticos, sociológicos y científicos sobre todo lo que nos permea (y perneamos), lo relevante siempre ha sido en este universo, el saber la estrategia y jugadas que permiten atravesar una línea indexical de anotación, eso lo sé. No se preocupen.
No obstante de todos los insultos a los que se me haga referencia, y de los cuales, la mayoría terminarán siendo ciertos, debo admitir mis dudas sobre este maravilloso deporte que jamás he podido captar del todo en todo aspecto. Siempre me he cuestionado a que se debe que la gente se vista con la playera de la selección cuando esta va a jugar. Sí, sé que suena lógica la respuesta, pero mí pregunta va más al fondo, ¿qué ganan con ello? ¿Acaso el feng shui (con más que minúsculas) logra ser exitoso en el fútbol? Me queda la duda. ¡Cada que vaya a ver a mis tías, me voy a poner una camisa con sus fotos!
No obstante de mí alejamiento con esta actividad deportiva, siempre he de enterarme de cuando son los juegos de nuestro querido (en base a los logros anteriores) tricolor. Debido, claro, a que veo a la mayoría de las personas vistiendo galantemente su playera futbolera, bien entonces, desde ese momento sé que algún par de amigos me hablarán para agarrar la borrachera, ¿es algo lógico no? Hay que continuar con el espíritu deportivo, hay que debatir el porvenir y futuro de nuestro orgullo nacional, que en efecto suena lógico porque nunca hemos tenido. Sólo contamos con el embarazoso paseo ida-y-vuelta de declaraciones oficiales que han de ser siempre pretextos sobre la derrota o exageradas pretensiones (farsas) sobe la victoria – que no será eterna. Que ni siquiera se han dado cuenta de que las potencias mundiales también pierden y deben rendir cuentas serias. La próxima vez que me vaya a comprar un libro me voy a vestir de librero y salir a la calle para que la gente sepa lo que voy a hacer. O bien me vestiré de anaquel cuando vaya por un disco y todo indique que me voy a drogar mientras escucho algo de rock psicodélico.
Ahondado a todo esto, y no quiero ser recurrente con los esquemas de siempre, debo aceptar que me encanta el rito del juego; me fascina encontrar los repetidos esquemas y patrones que se han de manifestar en cada hogar, en cada bar, en cada restauarante. El que grita, el que salta, el que llora, ríe y canta. El que cree que su vida se juega en ese momento. Me fascina también saber de los pretenciosos que alguna vez jugaron, que nunca lo lograron pero deben ser respetados, pues todavía hacen presentes sus pasadas aspiraciones en torneos amateurs (que se deben indicar como arduas competencias donde juegan los mejores del barrio y la ciudad). Normalmente este clan suele embriagarse los fines en los antros de moda y ser docto en los pasos (en demasía risibles) del baile de moda, así como los de anteriores bogas (indicando así su experiencia en estos azares) y la salsa que aprendió con algún tipo del barrio en un salón que en ocasiones sirve para el divertimento popular. Uno-dos, unos-dos; escucha bien como suena el bajo… Para mí suele ser interesante como este personaje se regodea y cree que la cúspide llega al poder llevarse a alguna mujer al departamento de soltero de su amigo, o bien suyo propio (si es que ha llegado a culminar con exactitud algunas de sus metas profesionales, claro siempre y cuando una ayudadita este de por medio). Pero para ese momento, el fútbol ha dejado de ser la pasión. Pero no se preocupa, ya llegará otro partido, otro reto para su inmodestia y vanidad. Ya habrá una prueba más de alcohol, baile y ligue. La vida se manifiesta, pues, en ellos, con golpes bajos. Yo soy un ignorante… tal vez sea mejor así.

lunes, 4 de febrero de 2008

A este Son

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para esta ocasión me permití escribir sobre ciertos festejos que se dan en la temporada, estas organizadas bacanales que rondan por el mundo y que también por estos lares nos rozan. Debo decir que no soy muy adepto a ellos (todos aquellos lugares repletos de gente me niegan la calma) pero no por eso estoy en su contra. ¿Por qué criticar la naturaleza del evento? Al fin de cuentas, es sólo una expresión masiva de lo cotidiano. No paro de sonrojarme al oír todos esos labios “puristas y santurrones” que no desean preservar dichas atrocidades dignas de nuestra calidad como sociedad.

A ESTE SON.

“El carna (va) lito llegó”… Traspapelando el sentido de aquella añeja canción, estilo propio que me nace al recordar el sentido propio de la entonación que mí madre le daba a ciertas líricas desde el fregadero, cuando apenas era un niño que solía creerse piloto aviador saltando por toda la sala y el comedor mientras el radio sonaba; el radio debía de sonar. La música era importante. Si ésta no existía, el combustible de aquel viejo avión imaginario no lo dejaba despegar.
En aquel entonces, debo admitir, no tenía un sentido estricto de selección para escuchar ciertas entonaciones radiales que se mezclaban con las melodías interpretadas por la garganta de mí madre, pero en efecto ya me inclinaba un poco por los ritmos un tanto lentos y estilos un poco melancólicos. Podríamos decir que mí característica empatía a ser bucólico – en el presente – estaba naciendo. Sí, entre las baladas horrendas de la radio comercial de finales de los 80 y los desgastados tonos que mí madre impartía a las canciones que le traían mejores recuerdos.
El carnaval, pues, llegó de nueva cuenta a estas tierras. Debo admitir que yo no sé por que hay gente que lo critica y lo tacha de semilla de maldad. Nada de lo que pasa ahí es de sorprenderse, nos hemos ido acostumbrando a peores y más llamativos sucesos. Nuestra tradición siempre trata de imperarse en ser la bondadosa alma que no peca ni conoce el pecado. Lo único turbio para mí en esta pasada tradición es el asunto de los joviales muchachos que se alzan el cuello por el simple hecho de ir. ¿La borrachera pues es también un secreto de estado? Para mí es algo de lo más honesto, cuando me quiero poner todo fumigado al calor de unas copas lo hago en compañía de mis amigos y con ese fin y objetivo especifico. No me hago de ahorritos y escondidos esperando el afamado carnaval, o bien los también fatales y falaces congresos estudiantiles. ¿Por qué la gente muestra sus peores facetas después de haber escondido sus malévolos planes y luego los dice en voz alta? En ocasiones creo que todo eso se lo debemos a nuestra melodramática programación televisiva. Cual villano de telenovela nos ponemos detrás de un escritorio y nos decimos (implícitamente con fonética) “Me voy a volver un borracho, me voy a poner una de aquellas” con el estridente sentido de una mala puesta en escena en la ficción de no querer ser escuchado pero revelando todo el plan a los televidentes.
Yo apoyo el carnaval y todos esos desmanes masivos, los apoyo por el simple factor de eliminación. Digo, no me interesan para nada, sino existieran sería lo mismo, pero por no tener nada en contra de ellos, más que el sentido de todo lo que implica un festejo. Uno puede decir que la fiesta es la mala, pero la gente es la que la viste…
Yo no asisto a estas acostumbradas citas porque odio los espacios repletos de gente, aunque debo aceptar que me encantan las anécdotas que trae consigo el aire de todo ese hedor “sodomo-y-gomerrezco” (con la libertad de incursionar este adjetivo a mí vocabulario personalísimo). Pues, el carnaval se llevó acabo un año más, hubo perdidos, borrachos, drogados, zombies, monstruos y una que otra botarga que no sabia que hacía así. Hubo gente que conoció el amor (según) y después lo abandono, hubo divorcios y reencuentros, hubo arriesgados y uno que otro decepcionado o espantado que mejor decidió regresarse, hubo vida y hubo muerte, hubo baile, gritos y un poco de diversión honesta. Hubo carnaval y hubo llanto. Que mejor representación de la digna vida que hemos construido paso a paso con los años. Ladrillo tras ladrillo que ha traspasado la barrera de lo considerado como bueno. Me jactó de eso y me abrumo y divierto con las remembranzas de lo que en realidad somos, una fiesta ambulante que esconde todos los argumentos que la justifican.
“El carna (va) lito llegó”… y yo en casa, con una botella de ron y un tanto de música no bailable empero orgullosa. Mientras recuerdo los cánticos de mí madre, vuelo. Sólo vuelo.