Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

lunes, 14 de julio de 2008

Blanco

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Acepto el desencanto, la falta de inspiración y un tanto el rencor hacía con las razones varias de esta columna. En primera estaba en extrema cansado el día que tuve que redactarla, por tanto no tenía menor justificación que dejar caer ciertas opiniones que siempre he tratado de sobrellevar debido a la naturaleza de esta nación, dígase de otra manera; la corrupción, la mala educación y los mediocres medios de televisión con los que contamos. Así que sin mucha imaginación en la cabeza, decidí hablar sobre su nueva oleada de “buenos gestos”.

BLANCO.

Bien, muy bien, la cadena televisiva por “excelencia” en este país nos indica que seamos dignos para con nuestros cuerpos y para con la salud, pero ¿ellos nos han dado algo con lo que poder combatir en todo sus años de existencia?
Son pocas las ocasiones en que nos percatamos de aquello con lo que vivimos cotidianamente, por lo menos puedo indicarlo de manera personal, muy personal, personalísima. Había escuchado, oído, vivido, varios de estos absurdos comerciales, meros productos mediáticos (que más pueden hacer estos limitados seres), pero no me había percatado del todo de lo que significan. Es grosera toda esta campaña que tiene esta televisora en contra de la mala salud, la ignorancia y la mala vida, lo digo pues es ella una de las principales causales de estas atrocidades. Y no es que ahora quiera enmendar la situación, sino que ya es demasiada la broma de estos delincuentes del intelecto mexicano.
Conversaba con algunos queridos amigos sobre las angustias de esta sociedad nacional, y encontré dos elementos sustentables en cuanto a nuestras necesidades; digamos que nos hace mucha falta el valor de la exigencia, no demandamos calidad en ningún sentido, y para contrarrestar esto (o bien para darle más al traste en términos más que coloquiales) somos sumamente complacientes. Misteriosamente todo lo que hacen nuestros más cercanos colegas está bien y nunca tiene un pero para la crítica; todo está bien, bien, bien. Si lo vemos en escala, todos son amigos de alguien, entonces el mundo es perfecto. La envidia es algo que mata todo ese otro valor. Somos, como ya se sabe desde hace varias décadas, una sociedad de contrastes que está perdiendo su fervor folclórico en pos de la imitación, de la irritación, de la ignorancia.
Hemos sido educados en gran parte por el universo mediático que nos dice que hacer, que decir, que comprar y hasta que creer. Ahora resulta que estamos mal y debemos cambiar. Suena bien, claro, todo lo que indique un sentido positivo de desarrollo no se debe de tachar, sólo me pregunto; ellos que estan dando a cambio; ¿únicamente el resaltar más su ignaro proceso de “evolución” exhibiendo a sus más regordetes conductores? ¡Que barato!
Para colmo, esta productora de falsedades, hace uso de sus más viejos recursos para llevar a cabo su más reciente broma generalizada (en todos su “benditos” programas nos la recuerdan), es decir, nos colocan con sus ridículas canciones y demás estrategias de antaño sus mensajes que no conciben más que la idea alocada de alguno de sus directivos que cree salvar al mundo. Con alguno dueto o mezcla de éxitos del momento nos tratan de colocar su mensaje, su estrategia para con unos ideales ya vendidos por ellos y comidos por la gente que no tiene, lamentablemente, más que verlos y educarse con sus programas, noticiarios y bofas tramas de novelas. Ideales que nunca han sido tradicionales pero que ahora son parte de una reminiscencia de lo que será.
Bien, no niego tampoco el asunto que en efecto es necesario que este país cambie muchos de sus elementos radicales (“radical de raíz” si es que alguien recuerda esa maravillosa película de Raúl Busteros), entre ellos su alimentación, pero creo que sería más importante y más radical (de raíz) el intelecto. La educación lo indica todo, siempre lo diré y siempre apostaré por una formación cultural de envergadura ante todo esos juegos mediáticos mediocres como los que ahora podemos observar de gratis con tan sólo encender nuestro televisor.
Nos piden elegir, nos dicen que debes estar bien, nos ponen a dos atrocidades “musicales” de su repertorio a cantarnos sus ridiculeces (¿qué no una de esas muchachitas tenía serios problemas alimentarios?). Acepto la broma, acepto que nos recomienden, pero ¿por qué no eligen ellos mejor darnos una televisión de calidad?

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