Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 21 de julio de 2008

¿Y Después?

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Sigo en una especie de rencor mediático, no es que me haya percatado hace poco de lo funesto de estos, sólo que en esta gira del adiós, como irónicamente la he nombrado, me he centrado en las cosas negativas de esta sociedad que más notorias son. He aquí un relato más sobre esta paupérrima característica del país.

¿Y DESPUÉS?

Aún me da un tanto de pena y un tanto más de gracia (burda), el hecho de que nuestro entorno gire entorno de noticias que no deberían permutarse entre la información relevante para una sociedad moderna, pero así es. Somos, aparte de obstinados y contrastantes, arcaicos entes que no permiten que el desarrollo se abra paso por sus mentes. Cuales atormentados e inexpertos pobladores de un cuento Lovecraftiano nos negamos la existencia de los males y hacemos crecer a los monstruos gracias a nuestra tenaz y grácil ignominia cultural. Siendo el mexicano tan rico en contexto cultural, debido a la extensión tan exquisita de naturaleza y recursos de su territorio, no lo puede demostrar y se salvaguarda en los factores más denigrantes, creando el mentado y humillante estereotipo de nuestra sociedad en el extranjero; es decir, en el abuso, la corrupción, los vicios, la flojera y el desdén sentimental que ha de llevarnos a las citadas noches de alcohol y rondas de un buen cúmulo de desilusiones amorosas convertidas en pobres prosas de melodías evangelizadas. Himnos de la propia desgracia que han de servir para un momento de “felicidad” disfrazada antes de caer en el fausto suelo de la verdad. Quid de una mexicanidad cíclica que se escribe, se relata, se refiere y cuenta pero no muere, no cambia, no evoluciona, no nada. Persiste como el tiempo y con el tiempo ha de envejecer sin arrugas.
Desde hace tiempo me encuentro ya con un absurdo cada vez más creciente en los sitios de Internet (ese gran experimento tecnológico, gran fracaso de la humanidad como cultura) de información general. Sus rubros de titulares estan repletos de faltantes de interés se reconfortan con poner información acerca de rumores de estrellas y “famosos” o figuras públicas como ellos suelen nombrar. Resulta que ahora el llamado “periodismo” del espectáculo (del cual sigo negando su real existencia y mantengo mi concepto de ello como una baratez ambulante) es lo indispensable para el conocimiento cotidiano y regular de nuestra sociedad. Hasta la bandada de los gangsteriles políticos le han entrado con saña, peso y fuerza al juego. Nuestros representantes son representados para aportar nuestro juicio. Nuestra democracia es en parte chiste y es parte un juego de planos televisivos y fotos de primera plana en revistas que dan pena a alguien que tenga lo mínimo de educación. El rumor es esencial para la vida cotidiana, parecemos rezar.
Los mínimos y básicos placeres de escuchar un buen disco (con verdaderas y esmeradas composiciones), ver una buena película, comer sana y gustosamente, tener una charla alejada de la banalidad y donde el camaderismo vaya más allá de nuestros errores sino en el factor de complementación interpersonal de las amistades – con sus especialidades culturales debatiéndose alegremente con fundamentos que enriquecen a ambas partes – son mal vistas, son aburridas nos dicen, son elitistas se quejan, son símbolos que en los supuestos (siempre los rumores), estan propiciamente fabricadas para rebajar a otros. Los mínimos placeres, pues, se alejan y los vicios y vacíos cuerpos se moldean para las nuevas generaciones. Los nuevos modelos rejuvenecen aquello que debía de perecer, somos en parte ese camino que con cada roce de lluvia se quebranta y deja un bache para los consiguientes caminantes. Somos el reflejo de lo que tenemos, y da miedo al ver lo que poseemos; esos pobres, mediocres y vulgares medios, programas de televisión sin sentido (de la estética y de la formación que se requiere), de sus impresos ya discretos y de sus campañas que más parecen un chiste mala sepa. Un mero intento de sentirse bien consigo mismos, como bien lo dicen, pero el sentido es para sus adentros no para el nuestro. Meras buenas intenciones que ya no son necesarias cuando los hechos se piden a gritos.
Me da un tanto de pena, lo he dicho, y un tanto de gracia. Nacemos cono ese mentado “don” que no lo creo sea, acerca de poder reírnos de nuestras desgracias. Desgracia más.

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