Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 7 de julio de 2008

Cuevas

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Dice la canción; sombras nada más, y en esta ocasión las elegí como quid de este escrito, donde describo un sentir un tanto bajo de lo que es nuestra naturaleza propia. Es decir, no podemos cambiar las razones ya establecidas para nosotros, pero tal vez podamos vérnoslas de mejor manera si nos disciplinamos, aunque es algo ya incierto.

CUEVAS.

El otro día observaba las sombras de las demás vidas que caminaban, al igual que sus dueños, por una de las calles principales del centro de esta ciudad (breve, siempre breve, lo he dicho). Permanecía de pie cerca del transitar de todos esos pares de brazos contorneándose al ritmo del que se encontraba enfrente en la fila improvisada que se crea en la cotidianeidad; así hasta las esquinas que dividen nuestra brevedad, la cadencia citadina de todos esos pasos, de todas esas parejas – conocidas y desconocidas – de todas esos cuerpos, de todos esos amos, de todas esas almas, de todas esas negruzcas siluetas. La observaba como ellos bien pudieron hacer lo mismo con la mía.
Es ilusorio y aparentemente interesante si lo observamos desde un punto virginal; animado por la imaginación, inanimado por el recurso del relato, cual Peter Pan que trataba de alcanzar la suya. Supongo que esa excéntrica idea ha de traer suficientes golpes si uno lo llevase a acabo, el caso aquí es que una sombra no es nada fantástico. Es tan sólo una región donde la luz ha sido bloqueada, donde la oscuridad ha quedado a merced de un obstáculo, un cuerpo físico que ha dejado sin oportunidad a la emisión del sol de llegar a todos lado de manera uniforme, si es que lo vemos desde el punto en donde yo me encontraba hace algunos días. Cada uno de nosotros hemos de detener el paso de otro objeto por naturaleza misma. Somos sombra y estorbo, estorbo y sombra, somos origen y tropiezo. Podemos causar pero no crearnos, podemos resolver pero no deseamos, tan sólo aspiramos a mejores cosas sin aportaciones argumentativas de peso, creamos a través de impedimentos y para salvaguardar el orden establecido de las cosas (dejémoslo así y no en el caché de la frase), debemos fabricar más. Entre opciones nos ahogamos y no llegamos a ninguna solución, somos como aquellos que no hacen más que pagar interese por el hecho de no querer gastar lo que se tiene. Siempre aspiramos a más y no debemos, no podemos, somos como este fachoso ejemplo que acabo de hacer, somos el reflejo de lo que consternamos como tradición, lo que juzgamos como pasado para seguir siendo futuro. Somos nuestra propia sombra y como niños, jamás nos la lograremos quitar.
Me encontraba detenido en un lugar “con sombra”, así le dicen, así le decimos. Era un lugar techado (algo obstruía la luz antes de que esta pudiese llegar a mí para el mismo destino), y todos afuera de este caminaban a la par que el resto, era una masa como bien se menciona en los libros de texto – en todo caso yo era parte de la masa inmóvil – y observaba sus siluetas seguir a cada unos de sus patronos, sin rostros ni gestos, sin coyunturas ni tonos; eran tan sólo un borrón. Del tipo de borrón que sería de mí cuando me hartase de no hacer nada, de andar de vouyerista anodino y me decidiese, al igual que los rayos del sol, ha realizar mi destino; a formar parte del mundo y salir a tratar de ganármelo sin merecimiento alguno. Ser una sombra o ser luz que ha de volverse sombrar al topar con algo, o acaso a algún.
El otro día me detuve a observar, el calor era un tanto exagerado para mí y decidí refugiarme de las altas temperaturas que han de cambiar, siempre cambian, ahora un tanto más (no hace falta que me expliquen). Me cobije en el mismo sitio que lo hubiera hecho si estuviera lloviendo o haciendo frió, me contuve, me amarré y no realice acción alguna por un par de minutos. Me hice en parte visor y en parte visible. Algo detenido frente a tanto movimiento es bastante peculiar.
Lo mismo hubiera sido si me hubiera ido a comprar un helado o sentado en aquella vieja banca de parque que siempre he de visitar. Si hubiera seguido la rutina, la costumbre de no hacer mucho y gozar poco. Un día lo es como tantos otros, como toda esa gente que camina y se lleva su sombra y se lleva las sombras de los demás entre sus rítmicos desplegados de ideas e ideales, y días, y noches.

No hay comentarios: