EL BOLSILLO IZQUIERDO
Entre temas viejos y recientes, más de un pasado no tan lejano que de un presente que debería estar apartado de estos tiempos, es que redacté lo siguiente. Una critica sosa sobre el atraso colectivo y global. Sobre lo que ha pasado antes y lo que ha de pasar, seguir pasando y siendo olvidando y vuelto a cumplir un ciclo.
EN CASA.
Para sorpresas la experiencia misma de respirar –un estornudo puede considerarse como un presagio en ciertas mentes – uno aspira y respira de la misma capara airosa en que otros se dan el lujo (ya acostumbrado) de vivir y todo lo que ello implica también, que lo es todo o casi todo. Ciertos insultos pueden salir de la boca de algún ente meramente imaginario, pues no lo vemos todos, desconocemos y desconoceremos la mayor parte de nuestro bestiario universal (así como del cercano propio), y atravesar las capas que no lo son, pues es una; el aire, y mezclarlo con la básica experiencia de suspirar por un recuerdo acordado que yacía oculto en la sombra de un olvido generacional. La vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida, reza una canción movidona, creo.
Extrañezas son las que uno encuentra a la vuelta de la esquina, las hay de muchos tipos pero siempre las catalogo en dos: las plenas de ficción, díganse irreales y las reales, que en la mayoría de las ocasiones deberían encontrarse con sus contrapartes en el mismo plano. Las dos las fabrica el humano en su ingenio natural, unas sobresalen por la imaginativa individual (o de grupo) y las otras por la ignorancia colectiva (o de masa). Ambas son risibles y festivas, como lo somos nosotros. Todos caemos en ellas pero pocas veces queremos percatarnos. Sin darnos cuenta, al querer salir librados de ellas no hacemos más que sumirnos otro tanto en el fango de la situación.
El otro día me enteré que algunos sudamericanos, peruanos para ser más exactos, se quejaron de la trama inverosímil (y medianamente llevada) de la última cinta del famoso arqueólogo de Lucas y Spielberg. Cosa que me trajo a la mente esa otra anécdota, ese otro recuerdo perdido generacionalmente, aquel también banal lamento que se tuvo en estas tierras por aquella trama fílmica del bastante venido a menos de Mel Gibson.
Risible como mencioné anteriormente, pues no creo que exista cabida para estos clamores, las cosas en contexto, por que todo parte de uno y se debe desarrollar en el, si en todo caso se quiere llevar a otro se deben esperar resultados de los más gallardos. Nunca he entendido la razón ni los argumentos del enojo manifiesto de algunas cintas que plenamente ostentan ficción, ciencia ficción y fantasía. No entiendo el porque de esa ansia de montarse sobre una polémica que no lo es, sobre el escaparate que brilla por encima de la montaña, del desconocimiento de los objetos y los objetivos.
El cine es un simple manifiesto de su autor (en lo que respecta a lo artístico), a un básica critica (en lo que respecta a la practica social), y en hollywood o la meca del cine comercial, pues a un mero divertimento cuando bien va, ya que sabemos que parte importante del éxito se valúa en lo redituable de la obra. ¿Por qué pelearnos con ese devenir?, tampoco son nuestra cultura, ¿por qué fusionar elementos que no corresponden? No creo contradecir los argumentos con el anterior cuestionamiento. Sí, ellos vienen pero no creo que mezclen, eso sería una tarea por mayor inteligible a lo que realizan, que es un mero asistir, observar, comparar y destruir para con sus objetivos. Al final, es algo que hacemos de la misma manera al quejarnos. Vamos, asistimos, observamos, comparamos y destruimos. Lo que es una cinta con expectativas de oro no es más que eso. Esperando que lo logré – o es que así nos han educando moralmente para con el prójimo. ¿Por qué todas las reglas del culto se encuentran en un vital enfrentamiento con lo que se nos hace natural?, ¿será mera falta de disciplina o un avistamiento más de que los tiempos en efecto nos han vencido? Me da un tanto de risa el asunto, porque yo aún no sé de nadie que se haya quejado de la cinta sobre los conquistadores que descubren que el mayor dios azteca es un tiranosaurio, que compré “pirata” el otro día en esa lugar donde todo es “pirata” y robado y del cual tampoco nadie se queja, salvo cuando la economía decae y todos ocultan la parte de corresponsabilidad que nos toca. ¿Y los muertos? leía el otro día, pues los muertos lo serán. Siempre. Olvido.
Entre temas viejos y recientes, más de un pasado no tan lejano que de un presente que debería estar apartado de estos tiempos, es que redacté lo siguiente. Una critica sosa sobre el atraso colectivo y global. Sobre lo que ha pasado antes y lo que ha de pasar, seguir pasando y siendo olvidando y vuelto a cumplir un ciclo.
EN CASA.
Para sorpresas la experiencia misma de respirar –un estornudo puede considerarse como un presagio en ciertas mentes – uno aspira y respira de la misma capara airosa en que otros se dan el lujo (ya acostumbrado) de vivir y todo lo que ello implica también, que lo es todo o casi todo. Ciertos insultos pueden salir de la boca de algún ente meramente imaginario, pues no lo vemos todos, desconocemos y desconoceremos la mayor parte de nuestro bestiario universal (así como del cercano propio), y atravesar las capas que no lo son, pues es una; el aire, y mezclarlo con la básica experiencia de suspirar por un recuerdo acordado que yacía oculto en la sombra de un olvido generacional. La vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida, reza una canción movidona, creo.
Extrañezas son las que uno encuentra a la vuelta de la esquina, las hay de muchos tipos pero siempre las catalogo en dos: las plenas de ficción, díganse irreales y las reales, que en la mayoría de las ocasiones deberían encontrarse con sus contrapartes en el mismo plano. Las dos las fabrica el humano en su ingenio natural, unas sobresalen por la imaginativa individual (o de grupo) y las otras por la ignorancia colectiva (o de masa). Ambas son risibles y festivas, como lo somos nosotros. Todos caemos en ellas pero pocas veces queremos percatarnos. Sin darnos cuenta, al querer salir librados de ellas no hacemos más que sumirnos otro tanto en el fango de la situación.
El otro día me enteré que algunos sudamericanos, peruanos para ser más exactos, se quejaron de la trama inverosímil (y medianamente llevada) de la última cinta del famoso arqueólogo de Lucas y Spielberg. Cosa que me trajo a la mente esa otra anécdota, ese otro recuerdo perdido generacionalmente, aquel también banal lamento que se tuvo en estas tierras por aquella trama fílmica del bastante venido a menos de Mel Gibson.
Risible como mencioné anteriormente, pues no creo que exista cabida para estos clamores, las cosas en contexto, por que todo parte de uno y se debe desarrollar en el, si en todo caso se quiere llevar a otro se deben esperar resultados de los más gallardos. Nunca he entendido la razón ni los argumentos del enojo manifiesto de algunas cintas que plenamente ostentan ficción, ciencia ficción y fantasía. No entiendo el porque de esa ansia de montarse sobre una polémica que no lo es, sobre el escaparate que brilla por encima de la montaña, del desconocimiento de los objetos y los objetivos.
El cine es un simple manifiesto de su autor (en lo que respecta a lo artístico), a un básica critica (en lo que respecta a la practica social), y en hollywood o la meca del cine comercial, pues a un mero divertimento cuando bien va, ya que sabemos que parte importante del éxito se valúa en lo redituable de la obra. ¿Por qué pelearnos con ese devenir?, tampoco son nuestra cultura, ¿por qué fusionar elementos que no corresponden? No creo contradecir los argumentos con el anterior cuestionamiento. Sí, ellos vienen pero no creo que mezclen, eso sería una tarea por mayor inteligible a lo que realizan, que es un mero asistir, observar, comparar y destruir para con sus objetivos. Al final, es algo que hacemos de la misma manera al quejarnos. Vamos, asistimos, observamos, comparamos y destruimos. Lo que es una cinta con expectativas de oro no es más que eso. Esperando que lo logré – o es que así nos han educando moralmente para con el prójimo. ¿Por qué todas las reglas del culto se encuentran en un vital enfrentamiento con lo que se nos hace natural?, ¿será mera falta de disciplina o un avistamiento más de que los tiempos en efecto nos han vencido? Me da un tanto de risa el asunto, porque yo aún no sé de nadie que se haya quejado de la cinta sobre los conquistadores que descubren que el mayor dios azteca es un tiranosaurio, que compré “pirata” el otro día en esa lugar donde todo es “pirata” y robado y del cual tampoco nadie se queja, salvo cuando la economía decae y todos ocultan la parte de corresponsabilidad que nos toca. ¿Y los muertos? leía el otro día, pues los muertos lo serán. Siempre. Olvido.
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