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martes, 26 de mayo de 2015

Mad Max: Fury Road

REDONDO.
Mad Max: Fury Road
Mad Max: Furia en el Camino (Miller, 2015)

El Hollywood actual ha encontrado, como suele y le ha funcionado durante varias de sus etapas menos cautivas, la formula para mantenerse industrialmente activo. Un gran porcentaje de sus más recientes éxitos en taquilla se basan en dos pilares fundamentales (sin que estos signifiquen el 100 por ciento de ellos). El primero es el Cómic, que salvo pequeñas excepciones –autorales todas estas– se mantiene como un género más apegado a lo clasificado como “familiar” para la más que obvia atracción de un público mayormente cuantioso. Alejado está tristemente el rubro de madurez que se tiene ya en la nombrada novela gráfica. El otro es el mercado de relanzamientos, nostalgia y renacimientos de obras de culto –o no– de décadas pasadas; incluso con tan sólo unos cuantos años a la distancia. Sin duda la crisis sobre material creado para los años presentes se ve sumamente opacado por la sintaxis de actualizar cintas del pasado. Mad Max: Fury Road se inscribe plenamente en esto último, su llegada al cine aviva a ciertas generaciones que experimentaron tanto en cine como en televisión una visión post-apocalíptica que si bien no resultaba del todo buena, si marcó un parámetro que recuerda con cariño un segmento de la población que vivió y revive a constancia los años 80, o bien los indicios de un cine “violento” que marcaría a los 90.
Mad Max: Fury Road, de la mano del original director de la saga, se mantiene bajo  el cobijo de los parámetros estéticos y narrativos ya conocidos en las primeras obras, salvo como ya se mencionó con antelación, se renueva en cuanto a factores tecnológicos. Aviva la violencia y juega con el diseño de producción de una manera más ágil, sí, pero pierde el camino estructural, base fundamento de toda obra fílmica. Si a bien el pretexto inicial no debe de ser complejo para una envoltura que lo único que requiere de su audiencia es dejarse llevar por actos de pirotecnia, sí olvida los factores primordiales puntuales de un guión que caracteriza este tipo de obras que no van más allá del mero entretenimiento: Motivos-Objetivos-Acciones. Pasado el pretexto de origen que desata la infernal carrera, se olvida de ir plantando dichos elementos gradual y emotivamente (ya no digamos inteligibles) para que haya valores, aunque sean banales, que entren en juego cada que los bandos irrumpen en batalla. Puesto de la manera en que se presenta la cinta, la obra se torna plana, no hay nada más en juego que un conflicto que se desgasta a las primeras de cambio dejando, para la pantalla y el espectador, un capricho de violencia sin sentido cinematográfico pero sí mercadológico y quizá, dependiendo el ojo del espectador, estético. El campo emotivo no se basa, pues, en dichas plantaciones sino en actos de choques, fuego, sacrificios y balazos que se mantienen en ritmo gracias a un melodramático uso de la banda sonora. 
Basada en criterios clichés: los gritos en medio del desierto por la desesperanza, el coqueteo entre enemigos que se se pasan de un bando al otro sin mayores problemas o planteamientos, pero sobre todo un uso del diálogo que en no más de una ocasión se torna caricaturesco, la cinta no muere porque simplemente no de le deja espacio a la narración: no le da la capacidad de profundizar aunque sea ligeramente sobre el mundo plantado en el filme: la diégesis no tiene otro volumen más que el presente activo del entramado: vamos conociendo y entendiendo todo a la par que las acciones sin que podamos jugar y adentrarnos a la historia por un eficaz planteamiento previo. El campo emotivo, reiteramos, se basa plenamente en las secuencias de colorida violencia y sobre ellas, el realizador juega como un niño encontrando, no valores, pero sí emplazamientos que si bien no son originales sí resultan novedosos gracias a los adelantos tecnológicos del momento. 
Mad Max: Fury Road atañe a la nostalgia y a la vivencia de aquellos años, los 80. Nos muestra en pantalla la renovación de un pasado, asunto que ya comienza a cansar en la industria por parte de un sector de la audiencia, para no ir más lejos de lo que presenta. Hace resurgir y moderniza, resulta una producción grandilocuente sin corazón fílmico. Se asienta como una película de paso, claro, para pasar el rato y no exigirle otra cosa que simples y llanos fuegos artificiales.

Mad Max: Fury Road de George Miller

Calificación: 2.5 de 5 (Regular)

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