REDONDO.
The Salth Of The Earth
La Sal de la Tierra (Wenders & Ribeiro Salgado, 2014)
Más que una documental en forma que presenta la obra, influencia y pormenores del contexto personal, familiar y profesional del fotógrafo Sebastião Salgado, que se cuenta desde esas aristas, este nuevo trabajo de Wim Wenders recae más en una película tributo; un vistazo personal más no intimista del creador para con su obra misma: una suerte de espejo (más visual que en contenido) que nos mantiene, eso sí, maravillados con una serie de impresionantes placas en blanco y negro que dan muestra y fe de unos de los talentos fotográficos más relevantes en las últimas décadas.
Narrada mayormente de manera cronológica, pasada la presentación de nuestro personaje central, la obra de Salgado se nos introduce con sus propias vivencias a través de las propias colecciones que él ha ido realizando: sus pretextos para introducirse en este mundo de la escritura de la luz y los objetivos y sacrificios realizados para con cada compilación. Su voz, calma y hasta cierto punto reflexiva, nos coloca en un bello pero difícil camino que sesga hasta cierto punto el límite central del acto de Documentar: el autor nos comparte sus construcciones pero es él mismo, al igual que el conflicto, la única voz cantante dentro de este universo fílmico: acto y testigo, hecho y consecuencia. El artista hablando de su propio arte a través de los caminos ya fundados y cimentados. No está de más decir que los resultados terminan siendo convenientes y hasta lógicos para con el propio realizador. El espacio de la crítica o el halago ganado y merecido se deja a un lado; está claro que esa es la apuesta pero de la misma manera este camino torna con una línea homogénea todo el filme que, sí, se logra sostener gracias al material propio del fotógrafo y un par de capítulos que nos alejan de la formula.
Con una mano que se lee a las primeras de cambio: Wenders reverencia el trabajo de Salgado, el camino es claro y directo desde las primeras líneas de la cinta: Salgado ha visto a través de los años el lado más oscuro del humano, las junglas sociales y la aridez moral de nuestra raza. El mundo es un campo de guerra que al parecer no tiene salvación y hasta cierto punto es merecido. Su lente, siempre cautivo, se ha prestado con un estilo peculiar y constantemente entre halos de luz y polvo levantado para sorprendernos, muy bellamente, del lado antes mencionado: el lúgubre, el incoherente, el indescifrable, el incomodo.
Bajo un final que se intenta esperanzador, este documento nos relata también un lado, quizá el más desconocido, del homenajeado: la lucha por la reforestación de la sierra donde habita su abuelo y que le marcó su visión desde pequeño. Esta disputa, que sí bien se presenta como perdida en cierta parte media del filme, deja el resquicio, obvio también, para que en el desenlace se nos de una especie de ejemplo y creencia de poder hacer de este mundo –este ombligo social que apenas sale bien librado a través de la obra de Salgado– un lugar mejor.
¿El mundo puede cambiar?, parece preguntarnos hasta cierto momento la nueva cinta de Wenders y el mismo hijo del fotógrafo. “Ha cambiado”, parece respondernos la obra de Salgado, para mal, casi siempre para mal. Pero con un poco de esfuerzo y sacrificio las cosas podrían girar hacía el otro lado. Claro esta que dichas insinuaciones son una interpretación libre que se dejan entrever en el discurso-monólogo del propio artista. Queda claro, también, que en esta cinta-homenaje, más que la narrativa uno debe ir preparado para dejarse llevar por la belleza y portento de la obra fotográfica de Salgado, pues al parecer estamos ante una galería meditativamente viviente. Pero eso tampoco es una novedad.
La Sal de la Tierra de Wim Wenders & Juliano Ribeiro Salgado
Calificación: 3 de 5 (Buena a secas)
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