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España, 2009.

Sunset Boulevard

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lunes, 29 de octubre de 2007

Borrasca

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para este lunes decidí improvisar un poco sobre los espontáneos días de asueto que tuvimos la semana pasada, algo en lo que me sale lo total mexicano. Dígase de otra forma, no estuve muy de acuerdo pero bien que disfrute de la celebre flojera.

BORRASCA.

Antes de dirigirme a mi querida sección de nota roja, aprecié un poco las imágenes de los diarios locales que presentaban los daños que ocasionaron los vientos de la semana pasada. Benditos pero irracionales vientos debo admitir, pues gracias a su repentina aparición se me otorgaron dos días de descanso que no supe aprovechar como siempre.
Los vientos, pues, fueron, de nueva cuenta, parte de esa paranoia colectiva que aprecio tanto; esos momentos de debilidad en el razonamiento que se defienden con el discurso del bienestar ajeno. Obviamente cada uno de estos rubros puede llegar a ser sincero - merecidamente debo aclarar - pero en la mayoría de los casos, como en esta ocasión, sólo fueron parte de una estrategia más de los anhelos…
Sinceramente no encontraba razón importante para que se suspendieran labores en muchos de los lugares de esta capital, pero así fue, el mandato me llevó a dormitar unas cuantas horas más en mí arropada cama, algo que en efecto mí cuerpo aprecio pero que sinceramente me pareció fuera de orden, sobre todo después de ver como el sol iluminaba con ansias todo el terreno, que si bien no era del todo calido; por lo menos sí hacia menos antiestético el horizonte. Incluso las noches eran bellas. ¿Alguien alzó la mirada durante la noche del miércoles para ver el espectáculo? Incluso, si se ponía un poco de atención, se podía observar a un grupo de aves deambular hacia lugares mejores.
Durante aquel par de días de asueto no hice mucho de buena labor - debo reconocer. La mayoría del tiempo me la pase tiradote en la cama - o bien en un sillón - viendo un poco de la embutida (de ignorancia) programación de la televisión comercial; algo que no hacia en mucho tiempo y que disfrute ampliamente. Hacía ya un buen rato que no me reía y me asombraba tanto del analfabetismo de la gente que sale a cuadro; algo verdaderamente impresionante y reconfortante. Me sentí, pues, parte de la sociedad en su entereza.
Esta paranoia colectiva que asombró a aquellas frágiles mentes que aún creen en el discurso Hollywoodense del fin del mundo, me acercó a la hermosa vida común del hombre y mujer - habitantes de México. Algo que, siendo sincero, es atrayente pero a la vez burdo, falso, incoherente, irracional y demás bellos adjetivos que se le pueden agregar a la televisión mexicana. Ese surrealismo del que tanto hablo con mucho agrado.
En realidad no sé que hubiera sido mejor; si en efecto una tragedia se hubiera suscitado, que no estaría mal para ver si es justificable tanto borlote, o si todo hubiera caído en la realidad y todos nos hubiéramos aguantado la fuerza de los vientos y el frió con un rostro impávido; con un semblante de aquí no pasa nada. Algo a lo que estamos realmente acostumbrados desde hace ya varias décadas, sobre todo políticamente.
Después, claro, me devolví a mi realidad; a la que no es artificiosa y no declara a la agente bella como símil de gente importante. La de la nota roja, la que comenzó este relato y la que emprendió mi viaje mental ante tanto ilógico y desatinado juicio. Ahí descansaron mis ganas; se revolvieron un poco con el infértil terreno de los sueños y comencé de nuevo a creer que peores vientos están por venir, vientos que no azotaran árboles ni letreros, que no moverán carros ni montañas - como la fe. Entonces reí, no me encontraba descansando sino malgastando las oportunidades de la vida, dejando pasar la ocasión para demostrarme que puedo ante la adversidad. Situado debajo de un par de colchas, la vida transcurría mientras nos justificábamos por medio de los mandatos ajenos a nuestra propia experiencia de vida. Digamos que eso somos: una simple oración no enunciada que encaja en la apatía de nuestros ya ilocalizables sueños. ¡Que mejor!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja!...

Buenas líneas... es verdad, fueron días desperdiciados... en fin, depende... cada quien encontró el lado positivo... para mí, fueron simplemente dos días más pensando en... banalidades como el amor...

Pero ¿Quién demonios (fuera de la gente de escasos recursos) no disfruto el excelente aroma que dejó el viento a su paso?

Anónimo dijo...

Y sí,las lunas de Octubre son las mejores (frase muy comercial)...