REDONDO.
El Día que la Tierra se Detuvo.
The Day The Earth Stood Still. (Scott Derrickson, 2008)
Al parecer, muy a mí parecer, en estas temporadas de estima polar (por aquello de lo polarizado de cada quien en su cada cual) todo se puede. Se puede dar un abrazo sin pensar en el amor, se puede descansar con desvelos continuos (y progresivos), se pueden crear esperanzas sin estados de calma y sobre todo, se puede hacer una recitación al pasado, creando, de por medio, una mediana pieza de ciencia ficción basada en una de las obras más conocidas del género. Todo es posible, es navidad.
He elegido reseñar esta cinta por la exquisita razón de que todo en su entorno daba por sentado un resultado de mediana envergadura, además porque era - y soy - un asiduo a la historia original. He optado por centrarme en la película de ciencia ficción de las navidades porque fue la apuesta de la temporada, la heredera de los Harry Potters y Señores de los Anillos de fines de año anteriores. Y es que si en todo caso resultara cierto ese mito en la industria de que un director no es sino más que su última película, pues el público no se ha de quedar atrás, de alguna manera obtiene lo que exige en otras tantas actividades. En esta temporada tenemos pues, desde vampiros enamoradizos (que en otras ocasiones fueron ángeles) hasta ultimátum(s) a la tierra (que en otras ocasiones fueron pura fantasía rodeada de amistad). En efecto, el mundo se está agotando.
Ésta es, pues, la cinta de este fin de año, de un año que todos habremos de poner en la balanza dentro de poco, si la supuesta bella costumbre logra ganarle a aquella otra de beber. Lejos han quedado esos fríos decembrinos, he dicho, donde uno salía con trucos de magia bajo el brazo o un mundo fantástico que cada vez nos encariñaba más con la desconfianza hecha carácter. Ahora todo recae en la supuesta conciencia del entorno ecológico tan cantado ya desde hace años. América siempre queriendo salvar al mundo a su modo, a base de golpes.
Y es que el discurso de El Día que la Tierra se Detuvo es por más obvio y no deja en duda el juicio del estudio productor y el director, un realizador que ha pasado por breves etapas en la manufactura de un cine apegado a la catástrofe, el oscurantismo y la fantasía. Si bien la cinta original recae en esa ciencia ficción que ha envejecido mal por la azarosa creciente de efectos especiales a favor de un impacto visual, dejando de lado las exigencias dramáticas y narrativas que se exige como parte básica del cine, no deja duda de su fuerza y de su calidad, superiores a este remake que termina por quedarse inconcluso.
La película que dirigiera Robert Wise a principios de los 50 recaía en el discurso de toda una generación, en las emociones de esta, en los miedos extrapolados en una serie de cuentos de índole extraterrestre, analogías hoy claras de una verdad incipientemente escondida bajo una dura política por parte de un gobierno que desaparecería las opciones de un camino diferente, de un futuro que podría venir después y reclamar el sitio. Es por eso que ese final gris, esas pocas palabras de carente aliento de Klaatu ante las mentes más brillantes del mundo dejan certeza del hecho vivido, esa nave que se aleja sin respuesta, ese futuro que se va.
El principal error de este remake concierne a este enfoque, y es que todo lo enseña, nada se calla y en verdad no dice mucho (la homónima de décadas atrás decía bastante más) y termina con la magia del cine, esa de poder decir más de lo que se muestra, esa construcción subtextual con que en aquellos años la ciencia ficción denunciaba ciertos hechos que se suscitaban ante los ojos de la sociedad, que atroz, veía tanto la realidad como las películas. Y es que el tema no da de si, todos sabemos del problema por diversos medios de información. No hace falta el golpe.
Tratar de revalorizar una trama que en sus años fue considerada de pacifista y con elogios por parte de ese devenir generacional, no debe nunca ser parte de un debate. Si se tratan de configurar ciertas escenas claves de la cinta original en esta nueva versión, uno puede percatarse de un guión débil y una dirección en pos de llegar a las grandes escenas de efectos especiales, tratando de disfrazar todo con cierto oficio en un suspenso no logrado. A veces pareciese que Scott Derrickson creyese que toda la gente se conoce el filme original y deja ciertos caminos sueltos que se pueden cerrar recordando elementos de la cinta de Wise. Los elementos fuertes en la original como el profesor (líder real del mundo, usando plena acción de su razón y alejado de la estrategia política siempre cercana a la violencia) y la legendaria secuencia donde la prueba mayor de poder de una inteligencia superior es el solo hecho de hacernos ver lo que somos en un mundo que se detiene ante nuestros ojos, son mal leídas y erradamente presentadas. Una se queda bien como una anécdota que se pudo eliminar sin mayor dificultad, y la otra no logra jamás entenderse en el sentido en que se debía. Lo peor es que así se llama la película, en fin.
Estamos ante una cinta débil, no podemos negarlo, es una cinta débil incluso para aquellos que no conocen la película original, una trama que se marea a si mismo tratando de volver moderno un filme de culto, de rendirle tributo y al mismo tiempo de crearse un look de cinta de miles de millones de dólares, de dejar huella en escenas de alta tecnología y de crear cierta conciencia en el auditorio. Aunadas estas razones, se suman obvias razones del porque este trabajo queda inconcluso en la mayoría de sus facetas. Este filme remake de aquel legendario de 1951 no es del todo digno y bien podría dejarse pasar si es que se tiene una opción medianamente semejante. Y es que ni las escenas de efectos especiales son tan espectaculares, las actuaciones son sosas y la trama se ofusca entre varias subtramas que no despegan, que no se logran explicar del todo. Hay guiños, guiños de lo que podría ser la cinta original llevada al tema de moda, pero sólo se queda en eso, guiños.
El día que la Tierra se detuvo es, como ya he mencionado, el filme de este fin de año, un acercamiento a esta visión de baja estima y discursos de índole autoritaria, violencia y catástrofe que se exige y reclama, no lo podemos negar. Por supuesto vendrán otras producciones grandes como The Spirit (la siempre “alternativa” sangrienta decembrina que ahora tiene cabida por la creciente boga del cómic de culto en el cine), Australia (el drama obligado de la temporada) y The Changeling (otro dramón) que se presenta como una opción que se antoja mayormente, sobre todo porque el señor Eastwood nos ha mostrado que es uno de los mejores directores desde hace muchos años; su técnica, visión y puesta en escena son impecables.
Se nos ha ido el año y la tierra sigue, pues, moviéndose de un lado a otro, con muertes y guerras y asuntos ecológicos que se denuncian y se quedan en eso, mera denuncia. El destino aún no nos alcanza, pero ya le tocará su turno.
P.D. Y para aquellos, como yo, que queríamos ver de nuevo a Gort en pantalla, pues no hay las grandes sorpresas. Un decepción mayor, tanto en su aparición como en función.
El Día que la Tierra se Detuvo de Scott Derrickson
Calificación: 2.5 de 5 (Regular).
El Día que la Tierra se Detuvo.
The Day The Earth Stood Still. (Scott Derrickson, 2008)
Al parecer, muy a mí parecer, en estas temporadas de estima polar (por aquello de lo polarizado de cada quien en su cada cual) todo se puede. Se puede dar un abrazo sin pensar en el amor, se puede descansar con desvelos continuos (y progresivos), se pueden crear esperanzas sin estados de calma y sobre todo, se puede hacer una recitación al pasado, creando, de por medio, una mediana pieza de ciencia ficción basada en una de las obras más conocidas del género. Todo es posible, es navidad.
He elegido reseñar esta cinta por la exquisita razón de que todo en su entorno daba por sentado un resultado de mediana envergadura, además porque era - y soy - un asiduo a la historia original. He optado por centrarme en la película de ciencia ficción de las navidades porque fue la apuesta de la temporada, la heredera de los Harry Potters y Señores de los Anillos de fines de año anteriores. Y es que si en todo caso resultara cierto ese mito en la industria de que un director no es sino más que su última película, pues el público no se ha de quedar atrás, de alguna manera obtiene lo que exige en otras tantas actividades. En esta temporada tenemos pues, desde vampiros enamoradizos (que en otras ocasiones fueron ángeles) hasta ultimátum(s) a la tierra (que en otras ocasiones fueron pura fantasía rodeada de amistad). En efecto, el mundo se está agotando.
Ésta es, pues, la cinta de este fin de año, de un año que todos habremos de poner en la balanza dentro de poco, si la supuesta bella costumbre logra ganarle a aquella otra de beber. Lejos han quedado esos fríos decembrinos, he dicho, donde uno salía con trucos de magia bajo el brazo o un mundo fantástico que cada vez nos encariñaba más con la desconfianza hecha carácter. Ahora todo recae en la supuesta conciencia del entorno ecológico tan cantado ya desde hace años. América siempre queriendo salvar al mundo a su modo, a base de golpes.
Y es que el discurso de El Día que la Tierra se Detuvo es por más obvio y no deja en duda el juicio del estudio productor y el director, un realizador que ha pasado por breves etapas en la manufactura de un cine apegado a la catástrofe, el oscurantismo y la fantasía. Si bien la cinta original recae en esa ciencia ficción que ha envejecido mal por la azarosa creciente de efectos especiales a favor de un impacto visual, dejando de lado las exigencias dramáticas y narrativas que se exige como parte básica del cine, no deja duda de su fuerza y de su calidad, superiores a este remake que termina por quedarse inconcluso.
La película que dirigiera Robert Wise a principios de los 50 recaía en el discurso de toda una generación, en las emociones de esta, en los miedos extrapolados en una serie de cuentos de índole extraterrestre, analogías hoy claras de una verdad incipientemente escondida bajo una dura política por parte de un gobierno que desaparecería las opciones de un camino diferente, de un futuro que podría venir después y reclamar el sitio. Es por eso que ese final gris, esas pocas palabras de carente aliento de Klaatu ante las mentes más brillantes del mundo dejan certeza del hecho vivido, esa nave que se aleja sin respuesta, ese futuro que se va.
El principal error de este remake concierne a este enfoque, y es que todo lo enseña, nada se calla y en verdad no dice mucho (la homónima de décadas atrás decía bastante más) y termina con la magia del cine, esa de poder decir más de lo que se muestra, esa construcción subtextual con que en aquellos años la ciencia ficción denunciaba ciertos hechos que se suscitaban ante los ojos de la sociedad, que atroz, veía tanto la realidad como las películas. Y es que el tema no da de si, todos sabemos del problema por diversos medios de información. No hace falta el golpe.
Tratar de revalorizar una trama que en sus años fue considerada de pacifista y con elogios por parte de ese devenir generacional, no debe nunca ser parte de un debate. Si se tratan de configurar ciertas escenas claves de la cinta original en esta nueva versión, uno puede percatarse de un guión débil y una dirección en pos de llegar a las grandes escenas de efectos especiales, tratando de disfrazar todo con cierto oficio en un suspenso no logrado. A veces pareciese que Scott Derrickson creyese que toda la gente se conoce el filme original y deja ciertos caminos sueltos que se pueden cerrar recordando elementos de la cinta de Wise. Los elementos fuertes en la original como el profesor (líder real del mundo, usando plena acción de su razón y alejado de la estrategia política siempre cercana a la violencia) y la legendaria secuencia donde la prueba mayor de poder de una inteligencia superior es el solo hecho de hacernos ver lo que somos en un mundo que se detiene ante nuestros ojos, son mal leídas y erradamente presentadas. Una se queda bien como una anécdota que se pudo eliminar sin mayor dificultad, y la otra no logra jamás entenderse en el sentido en que se debía. Lo peor es que así se llama la película, en fin.
Estamos ante una cinta débil, no podemos negarlo, es una cinta débil incluso para aquellos que no conocen la película original, una trama que se marea a si mismo tratando de volver moderno un filme de culto, de rendirle tributo y al mismo tiempo de crearse un look de cinta de miles de millones de dólares, de dejar huella en escenas de alta tecnología y de crear cierta conciencia en el auditorio. Aunadas estas razones, se suman obvias razones del porque este trabajo queda inconcluso en la mayoría de sus facetas. Este filme remake de aquel legendario de 1951 no es del todo digno y bien podría dejarse pasar si es que se tiene una opción medianamente semejante. Y es que ni las escenas de efectos especiales son tan espectaculares, las actuaciones son sosas y la trama se ofusca entre varias subtramas que no despegan, que no se logran explicar del todo. Hay guiños, guiños de lo que podría ser la cinta original llevada al tema de moda, pero sólo se queda en eso, guiños.
El día que la Tierra se detuvo es, como ya he mencionado, el filme de este fin de año, un acercamiento a esta visión de baja estima y discursos de índole autoritaria, violencia y catástrofe que se exige y reclama, no lo podemos negar. Por supuesto vendrán otras producciones grandes como The Spirit (la siempre “alternativa” sangrienta decembrina que ahora tiene cabida por la creciente boga del cómic de culto en el cine), Australia (el drama obligado de la temporada) y The Changeling (otro dramón) que se presenta como una opción que se antoja mayormente, sobre todo porque el señor Eastwood nos ha mostrado que es uno de los mejores directores desde hace muchos años; su técnica, visión y puesta en escena son impecables.
Se nos ha ido el año y la tierra sigue, pues, moviéndose de un lado a otro, con muertes y guerras y asuntos ecológicos que se denuncian y se quedan en eso, mera denuncia. El destino aún no nos alcanza, pero ya le tocará su turno.
P.D. Y para aquellos, como yo, que queríamos ver de nuevo a Gort en pantalla, pues no hay las grandes sorpresas. Un decepción mayor, tanto en su aparición como en función.
El Día que la Tierra se Detuvo de Scott Derrickson
Calificación: 2.5 de 5 (Regular).
1 comentario:
Me gustó tu review, me daré mas vueltas por acá.
Saludos.
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