EL BOLSILLO IZQUIERDO
La semana Santa siempre ha sido uno de mis momentos predilectos del año, no es más que la representación (por completo física) de la satírica naturaleza de la historia y del sentir mexicano. Donde, una vez más, detona su también otra bella naturaleza surrealista.
PLATA.
La Semana Santa se ha acabado, o muerto, tan mordaz como pueda sonar esa frase, pero es la realidad. Una vez más los católicos cristianos han presenciado el inmutable argumento del ignominioso ciclo de la vida y la muerte, la dolorosa y pasional muerte. La Semana santa se ha ido, dicho adiós entre alguna que otra lamentación, algunas ciertas algunas otras tantas no tanto. Lo digo en todo sentido. No es de preocuparse, tardará aproximadamente un año para reiniciar la desventura de su presencia en si para reacomodar el mundo laboral del mexicano. En ocasiones me pregunto si en esta sociedad conocemos en realidad el mencionado descanso, ¿será acaso eso únicamente una baja al grado de estrés cotidiano?, ¿será acaso únicamente el cambio de horizonte? ¿Qué acaso seguimos creyendo que el único trabajo permisible es el que te hace mover lo físico hasta el punto de la sudoración? Yo conozco a varios que sudan y sudan y apenas levantan un dedo, tanto corporal como del pensamiento. Pero cada quien.
La Santa Semana… como bien deberíamos renombrarle en el calor del folclor nacional, se ha apagado para los fieles, para aquellos que, aún no sé como, les gusta revivir los últimos días – y horas – y durísimos momentos, últimos momentos, de vida de aquel que los guía en su completa fe. Algo de admirarse, debo indicar. Creo que es bueno darse un tiempo para recordar a los caídos, y claro, entre más importantes pues de más calidad el tiempo. Es sólo que no concibo el hecho en sí por completo, pero deben tener alguna razón, o pretexto, eso es seguro, pretextos todos tenemos. Aunque lo concibo más como una causa; ¿perdida o no?, como quiera verlo cada quien.
Para alguno que otro infiel, o bien de fe bígama, la semana santa no comenzó del todo bien, la pasión se adelanto por unos cuantos días al ver como la “casi-sagrada” selección nacional caía ganando. Minuto a minuto sintieron en carne propia lo que es, una vez más, la traición del parlanchín apego al amor – Sí, te quiero, pero como explicarte... El impuesto asignado por la televisora más poderosa del país nos demostraba la realidad del deporte patriota del país. En realidad puede que sea un santo al que rezarle. A los muertos se les pide por muchas cosas, pero pocas veces se les solicita su regreso, ¿no? Sólo los locos lo hacen, ¿cierto? Pues, los bígamos, auto-creyentes del juego (retozo) o bien los ateos, emprendieron el vía crucis de al-revesada manera, con la lanza ya incrustada en el orgullo que debe sanar con un poco de turismo salvaje, improvisado, con la clásica extensión territorial de la costumbre; si bien se vive al día en cierto lugar, hay que ir a experimentar lo mismo en otro lugar, la playa no suena mal. Todos los caminos llevan a Roma, ¿qué no fueron ellos lo que sacrificaron al que le debemos estos curiosos días de asueto?
La Semana Santa, pues, murió. En realidad debo admitir que cada año me hace creer más en ella, muy lejos de que la cotidianeidad del mundo se vuelve un poco menos habitable, un tanto menos habitual, siempre nos regala la misma cartera de postales, nada más exagerado, nada más recargado. Siempre concluye con un alto grado de similitud para con el ayer, para con el pasado. Ese tal vez sea su milagro. El mundo se resquebraja por debajo y encima nuestro y estos días sueles estar llenos del mismo material con que se construyen los objetos y las personas que al mirar por vez primera, parece que ya las hemos conocido en alguna otra ocasión.
El delirante proceso de luto de la religión católica se ha esfumado como lo ha hecho en tantas ocasiones durante unos cuantos miles de años, se ha marchado como lo seguirá haciendo. Ha sido criticado, re-evaluado, bendecido y mal entendido. Nada fuera de las reglas, nada fuera de la costumbre, somos una especie llamada a siempre parecernos. Aunque a veces sí me desconozco. Pero para eso estará la muerte, que según se dice en estos días, es otro tipo de vida. Tal vez por eso las vacaciones continúan para algunos.
La semana Santa siempre ha sido uno de mis momentos predilectos del año, no es más que la representación (por completo física) de la satírica naturaleza de la historia y del sentir mexicano. Donde, una vez más, detona su también otra bella naturaleza surrealista.
PLATA.
La Semana Santa se ha acabado, o muerto, tan mordaz como pueda sonar esa frase, pero es la realidad. Una vez más los católicos cristianos han presenciado el inmutable argumento del ignominioso ciclo de la vida y la muerte, la dolorosa y pasional muerte. La Semana santa se ha ido, dicho adiós entre alguna que otra lamentación, algunas ciertas algunas otras tantas no tanto. Lo digo en todo sentido. No es de preocuparse, tardará aproximadamente un año para reiniciar la desventura de su presencia en si para reacomodar el mundo laboral del mexicano. En ocasiones me pregunto si en esta sociedad conocemos en realidad el mencionado descanso, ¿será acaso eso únicamente una baja al grado de estrés cotidiano?, ¿será acaso únicamente el cambio de horizonte? ¿Qué acaso seguimos creyendo que el único trabajo permisible es el que te hace mover lo físico hasta el punto de la sudoración? Yo conozco a varios que sudan y sudan y apenas levantan un dedo, tanto corporal como del pensamiento. Pero cada quien.
La Santa Semana… como bien deberíamos renombrarle en el calor del folclor nacional, se ha apagado para los fieles, para aquellos que, aún no sé como, les gusta revivir los últimos días – y horas – y durísimos momentos, últimos momentos, de vida de aquel que los guía en su completa fe. Algo de admirarse, debo indicar. Creo que es bueno darse un tiempo para recordar a los caídos, y claro, entre más importantes pues de más calidad el tiempo. Es sólo que no concibo el hecho en sí por completo, pero deben tener alguna razón, o pretexto, eso es seguro, pretextos todos tenemos. Aunque lo concibo más como una causa; ¿perdida o no?, como quiera verlo cada quien.
Para alguno que otro infiel, o bien de fe bígama, la semana santa no comenzó del todo bien, la pasión se adelanto por unos cuantos días al ver como la “casi-sagrada” selección nacional caía ganando. Minuto a minuto sintieron en carne propia lo que es, una vez más, la traición del parlanchín apego al amor – Sí, te quiero, pero como explicarte... El impuesto asignado por la televisora más poderosa del país nos demostraba la realidad del deporte patriota del país. En realidad puede que sea un santo al que rezarle. A los muertos se les pide por muchas cosas, pero pocas veces se les solicita su regreso, ¿no? Sólo los locos lo hacen, ¿cierto? Pues, los bígamos, auto-creyentes del juego (retozo) o bien los ateos, emprendieron el vía crucis de al-revesada manera, con la lanza ya incrustada en el orgullo que debe sanar con un poco de turismo salvaje, improvisado, con la clásica extensión territorial de la costumbre; si bien se vive al día en cierto lugar, hay que ir a experimentar lo mismo en otro lugar, la playa no suena mal. Todos los caminos llevan a Roma, ¿qué no fueron ellos lo que sacrificaron al que le debemos estos curiosos días de asueto?
La Semana Santa, pues, murió. En realidad debo admitir que cada año me hace creer más en ella, muy lejos de que la cotidianeidad del mundo se vuelve un poco menos habitable, un tanto menos habitual, siempre nos regala la misma cartera de postales, nada más exagerado, nada más recargado. Siempre concluye con un alto grado de similitud para con el ayer, para con el pasado. Ese tal vez sea su milagro. El mundo se resquebraja por debajo y encima nuestro y estos días sueles estar llenos del mismo material con que se construyen los objetos y las personas que al mirar por vez primera, parece que ya las hemos conocido en alguna otra ocasión.
El delirante proceso de luto de la religión católica se ha esfumado como lo ha hecho en tantas ocasiones durante unos cuantos miles de años, se ha marchado como lo seguirá haciendo. Ha sido criticado, re-evaluado, bendecido y mal entendido. Nada fuera de las reglas, nada fuera de la costumbre, somos una especie llamada a siempre parecernos. Aunque a veces sí me desconozco. Pero para eso estará la muerte, que según se dice en estos días, es otro tipo de vida. Tal vez por eso las vacaciones continúan para algunos.
1 comentario:
Que bien. Faltó hacer una crítica a los que cargaron cruces y se coronaron con espinas, los crucificados y autoflagelados... ¿A caso no sabrán que es PECADO MORTAL lastimar el cuerpo?... Esta es una de las grandes incongruencias y la mayoría de las religiones cristianas.
Y gracias por aquello de "católicos cristianos". Por fin veo que alguien nos reconoce como CRISTIANOS... no entiendo porque sólo los hermanos separados o protestantes se adjudican cierto adjetivo.
Y que decir... benditas vacaciones... lástima que duraran tan poco...
¡Excelentes Líneas!
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