Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

lunes, 4 de agosto de 2008

Segundos

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Últimamente me he enfrascado en cierta animadversión hacía los programas televisivos; ¿será por que ahora tengo el tiempo para ver un tanto más de está ridiculización de la humanidad, o bien que apenas me voy dando cuenta y salgo del letargo? Esto es un escrito más en contra de estas técnicas y hechos viles (y “virales”) que se dan cita en nuestra pantalla nacional.

SEGUNDOS.

El tiempo se aproxima, en si una de sus tantas faenas es esa misma – acercarse. Y bien lo logra debido a que su naturaleza es siempre estar lo justo y suficientemente cerca o lejos de lo que se necesita. Claro que este tipo de justicia varia mucho a la que el humano ha ido creando alrededor suyo; digamos que nada es justo para alguien cuando este endeble valor no le favorece. ¿Qué tan naturales seguimos siendo, qué tan alejados estamos de nuestros reales preceptos? ¿Para que poblar un mundo destinado al caos?, se preguntarán algunos, otros tantos, como yo, es el porque de seguir asistiendo a una humanidad con educaciones aparentes, obsoletas e inexistentes de carácter y disciplina. ¿Por qué seguir con simulaciones?, ¿qué todo se ha vertido en un estricto sentido de mercado? ¿Tan baratos somos?
Bien puedo levantarme en la mañana y buscar algún entretenimiento banal en el televisor – digamos que no quiero encajar en la complejidad el mundo, que tan sólo me agradaría sentirme frío ante las causalidades y consecuencias del factor social masa – pero el mismo sistema es en sí ya la causa y la pena de todo ese mediocre sentir. Yo no sé porque le ha dado a las televisoras más poderosas del país resumir toda su paupérrima programación nocturna en la de la mañana. Con programas de revista (cuasi infantil), sólo gastan su efectivo al enfrentar a unos individuos sin carácter y educación formal a las cámaras para poner en pantalla escenas que no resumen sus novelas estelares, sino que las retransmiten en cortos plazos y con comentarios vendidos, cursis e ignominiosos por parte de ese reparto que no logra otra cosa más que desarticular el animo de crecer en espíritu por parte de su “respetable” auditorio. Una vez más repito mi queja sobre su dislocado discurso; no sirven de nada sus buenas intenciones (mediocres también) si mantienen haciendo crecer a la gente en base a estereotipos gastados que no hacen más que las nuevas generaciones sigan siendo las mismas, con los mismos errores, con los mismos defectos que después tratarán de solventar con triviales campañas sociales. ¿Dónde está la buena intención pues? ¿El tiempo ha sido justo, ha sido el justo?
Entonces, asumiendo el cargo de volátil en mí estilo, debo continuar donde me he quedado, pero claro, después de haber pensado esto, como me sucede cada que deseo banalizar un tanto el día y prender el televisor para encontrar algo que valga la pena en la televisión nacional. Nada vale la pena, por lo menos no en estas dos cadenas que tan sólo mantienen su poder debido a las tinieblas que emanan de sus señales.
El tiempo se aproxima, sigilosamente – como siempre – se acerca desde hace años ya en vano, se acerca para alejarse y dejarnos con su pasado. Por todas partes observó ya la mentada onda retro que no es más que nuestra incapacidad, hoy ya muy sería, de mirarnos en futuro, mejorados, siguiendo explorando nuevos aforos para una humanidad más estable. Somos incapaces; incluso de ver el mismo tiempo correr.
El tiempo se va y nosotros nos hemos de estancar, nuestras prisiones están escapando de sus cautivos, nos aplicamos a la mentira, a la farsa, a la promesa sin cumplir que antes ilusionaba, nos adentramos a un mundo donde las palabras no valen nada, donde el desamparo cultural se pierde en vaguedades y hechos mercadológicos que deberían asombrar. Somos tan poco de lo que debimos que no hay vuelta atrás. Ahora debemos incluso mentirle a la soledad con la que hemos de compartir.
Somos soledad añejada y desempleada del tiempo, somos una masa cada vez más uniforme con ciertos baches hacia el sur. Nadie nunca quiere ver hacia abajo, hacia atrás, es malo, nos dicen. Nos venden un futuro que nadie jamás lo ha siquiera pensado, somos inertes y vagos de un tiempo ya acercado hace tiempo, que se da vueltas y nos ve de reojo. Somos un intento del hecho que debimos ser. Ya lo decía Dylan, “…si el futuro no fue suficiente tiempo, entonces la soledad no significa nada para ti…”

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