Replicantes.

Replicantes.
España, 2009.

Sunset Boulevard

Sunset Boulevard
España, 2009.

El que Busca Encuentra

lunes, 31 de diciembre de 2007

Fantasía 2009

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para cerrar el año decidí mostrarme un poco más como verdaderamente soy; un tipo con un sentido de la ironía bastante vulgar y nada sobresaliente. Dicho sentido me lleva un poco a la irascible amargura con la que me divierto de vivir y coexistir con tanto ser dispar a mis refutables y cascarrabias pensamientos. Bien, he dejado un poco de mí en este espacio para cerrar el afamado ciclo de año nuevo. Nos vemos en el que entra, que miserablemente será dentro de una semana.

FANTASÍA 2009.

Diciembre 31, 2008. En alguna parte, a alguna hora.
- ¡Mírate nada más!, que bien te ves, haz adelgazado mucho, resulto muy bueno el tratamiento ese que viste en la tele ¿verdad? Yo lo acabo de pedir, le dije a Gerardo que lo pidiera, ya sabes que yo no soy muy buena con eso del Internet, pero ¿que crees? ya estoy tomando clases, en esa academia donde aprendiste tú, también llevo ingles y francés. En fin, te ves muy bien, casi no te reconocía, y yo que no creía en esas cosas, ¿recuerdas? , yo y ese escepticismo que me hizo perder grandes oportunidades. Que bueno que me abriste los ojos, ahora soy una persona distinta, feliz, pero es que mírate, no puedo dejar de ver lo bien que te ves, ¡que diferencia!, y… ¿te cortaste el pelo? ¡No!, no me digas que también te hiciste esos implantes capilares de los que hablamos con tu mamá aquella vez, ¡que bien!, se te ven súper naturales, no los había notado, eres otra persona Carlos, otra persona, tienes ese aroma de persona importante, me alegro por ti. Desde que te ganaste la camioneta a principios de año supe que tu vida te iba a deparar grandes sorpresas, que bien, me alegro mucho por ti Carlos. ¿Cómo van los negocios?
- Bien, bien, gracias, a mediados de Enero abro mi tercera y cuarta tienda, en el centro, voy a rentar dos locales en la calle principal, voy a extender un poco el negocio, voy a surtir un poco más y bueno… que te puedo decir, si todo sale bien, como espero, podré empezar a exportar.
- ¡Que bien!, me alegro mucho, no podría irte mejor, pero dime ¿Alicia?, ¿cómo está Alicia? No la he visto desde ese día que nos invitaron a cenar en su nueva casa, hermosa por cierto, bueno; un castillo para una princesa ¿no? (risas). Que buena mujer te encontraste Carlos, también me alegro por eso, su historia es tan bella, no me canso de escucharla. “Como la viste, te vio, como se fueron encontrando, como se fue desarrollando todo”. Yo ya la había visto, ya te he contado, pero ya sabes, como es uno; creía que por ser bella no era humana. ¡Quien iba a decir que una mujer como ella tuviera tantos valores y sentimientos! Que bien, me alegro por ti. ¿Cómo sigue?, ¿Cómo esta?, ¿Cómo van?
- Bien, bien, muy felices, no podría ser mejor, créeme. Ella ahorita está con su madre, una mujer impresionantemente alegre y gentil, me trata con un cariño enorme, debes de conocerla, te va a encantar, una súper mujer… En fin, las dos fueron a dejar juguetes y dulces para los niños del orfanato, yo en un rato las alcanzo, sólo vine a recoger a mi primo, a Roberto ¿te acuerdas de él?
- ¡Claro! Gran tipo, sí, supe que se iba a venir a vivir con ustedes un rato, que bien, me alegro. Me contó tu mamá lo de sus problemas con las drogas, y el choque; que casi pierde la vida. Que bueno que recapacito, que bueno que entendió que ese no es el camino… y que bueno que tú lo apoyas. Dile que se prepare, que estudie fuerte, que no vea hacia atrás, dale ánimos. Que bueno que va tener cerca un ejemplo como el tuyo. Y bien, ¿cómo te fue este año? Bueno, que te pregunto, fue un año de fantasía para ti; ¡te ganaste tu camioneta, conociste a Alicia, abriste tus dos primeras tiendas, pudiste comprar tu hermosa casa, adelgazaste, te hiciste tus implantes… tantas cosas, la vida te sonríe, ¿cómo te sientes?
- Bien, bien, a veces uno cree que no se lo merece, créeme, en ocasiones me pongo a pensar en todo lo que se me ha dado y, bueno, ya sabes, quisiera poder donarle esta suerte a otra persona, pero he aprendido a seguir adelante, ha sortear los obstáculos y enfrentar los retos. Así ha de ser, ya sabes...
- ¡Me alegro!, ¡me alegro mucho!… (bla, bla, bla)
¡Y ya basta!
¡Basta!
¡Basta!
¡Basta!
Para cerrar el año, pues, un poco de ironía para acabar el año, ¡que mejor que mostrarme un poco como realmente soy! Así bien decidí terminarlo. Deseándoles lo mejor, excepto, claro, una vida como en las líneas de arriba. Feliz año.

lunes, 24 de diciembre de 2007

De Paso

EL BOLSILLO IZQUIERDO

La agraciada navidad nos ha alcanzado de nueva cuenta, no hay otra cosa que hacer que tratarla de disfrutar con el mejor espíritu que tenemos, el humano. Lejos de los accidentes, gastos excesivos, compras compulsivas y recelos sociales, siempre he intentado retratar a la navidad como algo carnal – año tras año. Bien, este no es la excepción.

DE PASO.

La navidad es una vieja amiga, de cara alargada y un poco aprisionada por todo el maquillaje utilizado - suele no salir de su casa sino lleva por lo menos algo que le cubra el verdadero color de su tes - es innegable que el paso del tiempo también ha trastocado aquella vieja belleza con la que la conocí en mi infancia. Procura sostener la risa para que no se le noten las arrugas. Suele comportarse sería, recatada, disimulada y un tanto reservada, la edad la ha llevado a sentirse toda una “Femme Fatale”, digamos que siempre ha sido una perseverante – y camaleónicamente influenciable – amante del séptimo arte.
Desde hace un par de años le ha dado por usar pelucas en vez de pintarse el pelo, se justifica mediante el ahorro que ha visto en su bolsillo; suele ir a las tiendas con mejores ofertas – lejos han quedado esos años en que presumía de su solvencia económica y alejamiento de las rebajas. Se divorcio, espiritualmente, hace ya algunos años de aquel viejo caballero del que siempre estuvo enamorada, aquel príncipe azul al que siempre, únicamente, espero. Suele caminar sin rumbo fijo cuando su recuerdo le sorprende en alguna esquina de su hogar.
Hace poco tuvo que vender su coche, no tanto por la necesidad, sino por el desuso que hacía de el, nunca fue muy buena manejando y sinceramente, no le interesaba en demasía el asunto. Sus amigas frecuentan ir por ella para las cotidianas excursiones a las tiendas de ropas y accesorios; siendo las bolsas sus favoritas. Desde siempre ha tenido esa fascinación por guardar y esconder las cosas, por sorprender con algún obsequio mediante el suspenso fabricado - entre más caro y más pequeño, mejor, reiteraba con una sarcástica y punzante risa que dejaba ver su falta de humildad, hoy permaneciente con un forastero eco de dolor.
Los años han pasado y las caras largas se han ido manifestando, incluso en los cafés que frecuenta de toda la vida junto a esas compañeras que suelen convertirse de enemistades a amistades y viceversa con cada frase mencionada. Hace meses que no revisita la experiencia, siempre que se acerca el fin de año, el estrés se hace cargo de que el maquillaje usado se agoté con mayor fluidez.
Cuando la conocí era una mujer naturalmente bella, un poco disparatada y banal, si así lo queremos ver, pero es de esa clase de personas que caen bien, que refrescan el sentido y alejan un poco los pesares, por lo menos mientras las locas, absurdas e irracionales frases salen de su boca con la plena conciencia de no tener una docta personalidad.
Tenía apenas unos años de tener una cierta conciencia de lo que significa estar vivo - en un mundo con civilizaciones dispares - cuando aprendí a utilizarla para crearme mejores escenarios. Hoy muchos de esos tablados han pasado, muchos bailes y canciones no bailadas, muchas melodías mal entonadas y líricas reinventadas para con el grado del festejo. Muchos besos, abrazos e intentos de ir más allá y terminar acostados en la cama. Muchas noches buenas y muchas otras tantas bastante malas.
De alguna u otra manera, siempre he estado al pendiente de ella y ella, digamos, suele no olvidarse del todo de mí, por eso aún suelo considerarla como una amiga. Nunca le he contado algún secreto, ni creo alguna vez tenerle la confianza para que ella me cuente uno, no contamos el uno con el otro, no solemos darnos apoyo pero siempre nos encontramos para restregarnos a la cara lo aburado del dolor. En realidad no es una amiga, es una vieja amistad que se ha forjado con algunos años de paso y de costumbre.
Jamás nos daremos la mano a la mitad de un verano (tal vez), pero al envejecer sé que los dos nos reiremos de la vida, contandonos todas esas historias no contadas y mirandonos a los ojos, apostando en silencio quien será el primero en morir.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Lecter, Harris & Viva México Ca…

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para esta semana decidí hablar sobre nuestro – ahora difunto – caníbal. Desde que empezamos a saber de su historia, la trama se fue acomplejando; acercándolo cada vez más a uno de tantos personajes surrealistas que bien cohabitan en nuestro territorio (y de los cuales podríamos establecer buenas obras), pero que bien terminan como historia nada digna de videohome. En paz descanse, pues, nuestro caníbal.

LECTER, HARRIS & VIVA MÉXICO CA…

Posiblemente no se encuentre en México una versión amable y notable de aquel veterano y mítico personaje del séptimo arte, Clarice Sterling para poder relatarnos los últimos días de nuestro caníbal, poeta, cuentista, novelista, actor y amante. ¡Lastima!
Al parecer, los fuertes lazos de esa circundante atmósfera de realidad – ficción en que cohabitamos como personajes de una trama melodramática con tintes surrealistas (lejos de un realismo y un montaje fino), no ha desaprovechado la oportunidad – de nueva cuenta – que le hemos otorgado en nuestra amplia cultura de penumbra para cuando las cuentas deben ser dilucidadas.
¡Fue droga!, nos dicen, cosa que debemos tomar bastante cuenta, pues cabe en la gama de posibilidades, sí, pero siempre queda esa duda, esa ambigüedad e incertidumbre en la palabra de las autoridades, esa paranoia y sentir de que debajo de todo hay algo que se mueve sin el consentimiento del “sentimiento de la nación” – para ponerme un poco rosa con la versión, igualmente, rosa de nuestra historia. Pero ya hablamos de eso la semana pasada con resultados bastante jocosos.
Fue droga, sí, nos dicen, ¿por que no creerlo? Una persona tan dedicada – “y a tantas cosas” – tal vez necesitaba un poco de inspiración de vez en cuando; los “videohomes” nos lo han enseñado (sobre todo esas pobres pero divertidísimas producciones cristianas). Por, ende, cual fan de esos relatos “meta surrealistas”, espero con ansias la cinta hecha con la clásica tecnología casera (bien podrían justificar ellos como calor de hogar), de este nuestro nuevo personaje citadino. La versión polémica, pues, provendrá de este tipo de realizaciones, mientras la versión oficial de la angustiada familia saldrá en una de las afamadas mini series de la Pinal.
El único ruido que me causa este asunto de la explicación oficial es el asunto de la Droga en sí; no del dolor, ni el llanto, ni las declaraciones de su apesadumbrado núcleo familiar. Digamos que el argumento de inculpar al mundo de los estupefacientes de todo el mal de este país es ya un estandarte oficial – al parecer el relator de los pretextos oficiales ha sido renovado para colocar en su lugar a los ex -guionistas de aquel cine de ficheras que impusieran anteriores gobiernos.
Fue droga, sí, tal vez, ¿por qué dudarlo? El caso aquí es no opacar la obra de tan celebre muchacho. Aquel conocido con el admirable seudónimo de “El Poeta Caníbal”.
Pues, tan cuestionable, discutible pero serafín protagonista furtivo de nuestra capital nacional, se ha ido, nos ha abandonado. Nos deja en las manos del extraño destino, el que posiblemente decidió llevárselo para contar con uno más de esas caricaturas humanas en que nos convertimos, sobre todo después de la pobre educación recibida hasta nuestro nivel medio superior. ¡Que mejor! La fama se puede encontrar en todo rincón de este país, desde las corbatas de los pasmosos dueños de las televisoras (por medio de realidades no reales, no creíbles pero muy vendibles) hasta crímenes que rememoran a los más grandes antagonistas de la cinematografía mundial. Bien, dejen citó a ese otro arquetipo de caricatura, Homero Simpson: “Que bonito es mí país” (Con todo y el tono irónico, critico y contextual a que se me asemeja el a su patria natal).
Bien, yo escribo estas líneas, últimas de este año – antes de dedicarme, en forma, a mis ya tradicionales reseñas en contra de las celebraciones navideñas y metas de fin de año – en dedicatoria explicita a nuestro querido caníbal, poeta, cuentista, novelista, actor y amante – pues la cúspide de su obra, ha sido su salida estrepitosa y altercada de este mundo.

martes, 11 de diciembre de 2007

En respuesta... (a los comentarios)

En fin, agradezco con vehemencia los pocos o muchos comentarios que he recibido de algunos de estos textos, que con gusto redacto para que alguno que otro despistado pueda elegir perder un poco el tiempo en la inmensidad de opciones que tiene este universo virtual. Agradezco sinceradamente la visita, esperando que de un comentario (dígase que aquel individuo que de plano se tomo la molestia de escribir), por lo menos tres hallan sido los lectores del texto.
En cuanto a la solicitud de información del último comentario, pues debo indicar que mi columna se publica en el Diario AZ Xalapa los días Lunes en la sección de cultura (que por azares bizarros del destino se encuentra en los interiores de sociales). En cuanto a otras publicaciones, pues oficialmente – como para poder presumir – no tengo más que en revistas independientes al norte del país y ya hace algunos años (son sólo como dos cuentos, uno de ellos en entradas anteriores). Empero, todos estos años en que me he dedicado a escribir en el diario y revistas de amigos y órganos oficiales en universidades (¡que flojera!) y otras tantas cosas donde se me da derecho, pues se resumen en este mí blog; desde poemas con alto grade de rencor, hasta que uno otro cuento que invisiblemente trata de contener un poco de amistad con ese humor negro que me caracteriza.
En cuanto al lector (o lectora) que suele comentar puntualmente mis publicaciones (en veces sinsentido) pues un agradecimiento mayúsculo. La red siempre se me ha figurado algo vacío - como ya escribí en alguna ocasión – pero es reconfortante saber que alguien lee tanto folclor. Gracias, pues, y que mejor que citar (te) ante las criticas. Pues, esos comentarios son ¡Excelentes Líneas!

lunes, 10 de diciembre de 2007

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Debo admitir las carcajadas con que respondí al rostro de Chávez el día en que no pudo cambiar la constitución de su nación para poder reelegirse por toda la eternidad y convertirse así en el papa del socialismo – osease, prometer el paraíso mientras transita su vida hacia la muerte como ninguno de sus fieles vivirá (lujo, lujo, lujo). Entonces, debido a esta ranfla cuestión, decidí titular con una negativa este escrito, aunque el texto no se refiera en si al contexto dado anteriormente (no obstante el cierre). Muy lejos de trastocarlo, decidí narrar uno de mis primeros acercamientos a esos - ahora - extraños artilugios llamados libros (que en efecto, creo la mayoría de los políticos no ha de conocer, así como el presidente citado. ¡Y nuestro ex, como olvidarlo!)

NO.

Recuerdo que a mis 6 años me hallé por primera vez con ese librero que aún hoy casi se mantiene intacto en la casa de mi madre - hoy lejos (a veces más, a veces menos). Las páginas que contenía en los tantos o tan pocos volúmenes - dependiendo el ánimo con el que se les vea (en ese entonces yo infante) - en sus maderas poca finas, resulto ser el primer viaje largo que hiciera fuera de mi casa. La migración, pues, indicaba más que un camino coherente con el tiempo vivido, era el transcurso anacrónico de viajes que me llevaron a parajes espaciales y mundo antiguos, algunos incluso donde el hombre jamás había coexistido con la naturaleza -¡que mejor!, digo hoy.
El tiempo, relativamente, se fue perdiendo como el poder del mito y prisión que suele ejercer en muchos de los denominados ciudadanos del mundo – sobre todo en aquellos que habitan las grandes ciudades. En aquellos entonces viajaba entre espacios y tiempos tanto existentes como irreales; solía colocarme en las visiones de décadas pasadas, en contextos que al final de cuentas me lograron enamorar, conocía pues las versiones románticas de personajes “héroes”, protagonistas de parte de la historia “real”, pero sobre todo, de sus propias leyendas. Después de un buen bonche de experiencias en que la carne, el hueso y el dolor me soltaron ante la siempre cambiante “actualidad” y las verdaderas circunstancias de la experiencia, pude percatarme de que todo lo que bien se escribe se convierte en ficción – (no obstante de ser un buen número de datos), la milenaria tradición del relato de boca en boca la convertiría en tal.
Pues ojeé parte de esas recitaciones del espacio sideral, de la historia antigua, del inicio de esa otra historia que hoy tiene dividido al mundo en dioses y creencias, de la vida paleolítica, de los relatos de conquista y hasta del cuento aquel del primer hombre en el Everest que jamás leí pero que siempre estuve a casi - digamos que desde muy niño empecé a negar el valor de aquel viejo refrán de que “la intención es lo que cuenta” - así como de las peores catástrofes naturales (en el factor del daño ocasionado hacia nosotros; los sociales; siempre, con respecto a nosotros).
Recuerdo que a mis 6 años me hallé por primera vez como una parte más – ínfima y ejecutante (lectora) – de una industria que en efecto, al igual que otras, únicamente coloca en el mercado lo que elige en base a sus valores éticos y morales (por parte de una derecha o centro derecha), y en base de todo el rencor, odio y animadversión (por parte de una izquierda que jamás deja caminar los planes que ellos no propusieron). Pues, estos caminos nos han llevado a la perdida de confianza, de cordialidad y certidumbre de uno como individuo. Nos raciona fuertemente con un sentimiento profundo de paranoia social y colectiva (que es muy hilarante). ¡Cuantas veces no me he divertido al ver a estos hombres que creen que todo es un plan malévolo que se tiene en contra suya! ¡Cuantas veces no me han logrado contagiar en dosis ese sentimiento de culpa, de antipatía, de resentimiento! ¡Cuantas veces no me encuentro en medio de ese camino y me burlo de mí mismo como el tipo ignorante que se dejo caer - una vez más - en el poder de los otros (que siguen zombie-mente a alguna figura política que suele ser más imperiosa e ignorante que ellos mismos.)! En fin, la vida es demasiado bella y compleja - por eso este tipo de acciones se dejan crear, tan sólo desearía que no fueran en primer plano.
A mis 6 años – pues – me encontré con algunas hojas que en sus líneas presentaban relatos que hoy me tienen al borde de una sazonada locura de letras y frases, de ideas e historias, de vidas y muertes, de dimes y diretes. De ocasionalmente decir sí y a veces gritar no.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Mal-ogro

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Hay momentos en que ciertos asuntos se colocan como una coqueta moda a las que hay que vestir de galanura o preocupación, dependiendo, claro, de la calidad moral de quien la represente o bien de quien sea el afectado. Yo recuerdo muy bien aquella vieja usanza del mocha-orejas y como todos los santos días teníamos que escuchar una más de sus fechorías. Pues bien, en ocasiones, cual terremoto, ciertos asuntos como que retornan esporádicamente a nuestros territorios; es así que escribo acerca de la extorsión - boga ocasional (si es que el termino existe o es permitido) - que se suscitó la semana pasada aquí en la nación.

MAL-OGRO.

Titulo así, de esta manera; porque la extorsión fue el tema de moda de la semana pasada, algo que me dejó con la estima un poco más hundida que en las anteriores semanas - en que me había estado recuperando después de que Fox pidiera cerrar filas en pos de su situación a sus anteriores colegas de partido (algo hilarantemente exquisito).
Y es que al enterarme de los ya - por fin - populares secuestros virtuales por parte de los representantes del pueblo, no me dio por más sentir que no soy nada ni nadie en este desprestigiado y cada vez más caliente mundo (o eso nos dicen). Y es que esa serie de actos - valientes para algunos, cobardes para otros - sólo se les ha de realizar a la gente importante; son meros gritos, pues, de un puñado de personas que quieren llamar la atención de alguna manera. Lo más lógico, obviamente, es hacérselo saber a la gente que, gracias a su disfrazada personalidad, puede masificar la nota. Dígase de otra manera, yo no recibí ningún mensaje o llamada de chantaje porque no tengo ni suelo pagado para dejarme caer a descansar un poco.
Por otra parte, en uno de esos días de la recién desaparecida semana, me levanté con una muy coqueta nota en los desaliñados noticiarios que suelo presenciar al despertarme, esto con el objeto de percatarme que el mundo sigue siendo el mismo caso vacío de razón como para no preocuparme al salir a la calle y reírme de las cosas que me alegran sin sentirme socialmente culpable. La nota, pues, fue aquella del agente muerto en el enfrentamiento entre policías judiciales y policías de la secretaria de seguridad. Resulta, como ya todos sabrán, que los “Buenos Muchachos” de los judiciales (o “Judas” como coloquialmente se les dice) llevaban a un secuestrado; de esos objetos humanos que bien utilizan para sacar “pa´l chesco”. Esta vez no fue le excepción, los muchachos querían, tal vez, lograr un acuerdo para no pagar demás en lo que respecta a vinos y licores en estas celebraciones navideñas. En fin, hay que entenderlos; los tiempos son difíciles y se acerca cada vez más la temida cuesta de enero - posiblemente la respuesta sea aquella de la vieja fabula “gringa” del Grinch, esa de secuestra la navidad.
El exhorto de este tópico malogrado fue, pues, la inspiración de este presente escrito, ya que fuera de este par de ejemplos, todos sabemos que como estas, hubo bastantes versiones similares en centenares de ciudades en el país, eso sí, de manera mucho más humilde, muchos más imponente e impotente, pero sobre todo, mucho más silenciadas. Que se le va a hacer, ya lo dije, se acerca el fin de año y a todos nos entra la necesidad ¿de qué?, no sé, pero es necesidad. Hay que regalar ¿por qué?, ni idea, pero hay que gastar. Hay que celebrar ¿qué?, una festividad pagana de un dios romano pero disfrazada en el catolicismo, ¿cómo?, a la vieja usanza de la mismísima celebración romana; bebiendo como desquiciados en un sin fin de reuniones pecaminosas donde de lo menos que se habla es de la espiritualidad y la fe. Los buenos desean se dejan para el lecho de muerte, ¿que no?
El último mes de este año ha empezado ya a desvanecer todos nuestros anhelos y metas dictados con ahínco en el delirio mortal del año pasado. Es hora del olvido y la populachera visión a futuro, es hora de ser políticos, es hora de borrar todas esas promesas no cumplidas y empezar a formular las venideras; las que han de ir desapareciendo poco a poco hasta estas mismas instancias en el año que entra. Nótese mi descortesía al no colocar años fijos; posiblemente utilice el mismo texto durante toda mí vida, posiblemente este redactando el mejor texto de toda mí existencia. Posiblemente en realidad me este auto-secuestrando. Maldita sea, soy demasiado influenciable.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cristal

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Sinceramente me encontraba un poco presionado por otras tareas cuando emprendí la tarea de escribir, no obstante, una foto de la populachera pista de hielo de la Ciudad de México despertó mis ansias de hablar acerca de ella y de todo lo que podría llegar a significar.

CRISTAL.

Varios pares de piernas han de desfilar por la nueva alfombra blanca que ha de colocarse en la plaza central de nuestro país. Muchas de ellas caerán cual soldado tricolor en el intento de mantenerse en píe, de sostenerse luchando por lograr el objetivo de viajar entre ese espacio histórico. Al fin de cuentas, por ahí han desfilado desde mercaderes mesoamericanos hasta encapuchados (los ídolos del pueblo que luchan en la arena para ganarse la vida, y los que se ganan la vida sentados en la arena pidiendo por el pueblo) pasando, claro, por soldados españoles, ejércitos trigarantes y uno que otro vendedor de tepache, tamales, atoles o tacos de canasta - hasta yo he cruzado la susodicha plaza que esta navidad se teñirá de blanco para que los camaradas rían un poco más que en el verano.
Durante la noche, las luces alzaran la imagen blanca hacia el cielo. Un instante del cual extrañarse mientras en el avión se emprenda o se culmine el viaje, posiblemente alcancemos a percatarnos de una que otra hormiga que se caiga mientras otros deambulan por el mágico suelo que oculta aquel viejo templo que denomina aquella leyenda, según nos han educado desde hace décadas - cual “héroes olímpicos”, muchos han de intentar giros, saltos y maniobras.
Blanco, blanco y más blanco; así se observará por poco tiempo el centro histórico de nuestra nación, será de ese tipo de blanco que es mejor verse de lejos, de ese tipo de bellezas que se pierden en la cercanía. Habría que contemplarla de lejos para no ensuciarla, pero entonces no quedaría espacio para el divertimento, debate que no tarda en resolverse en pos de la distracción de los gobernados… si es que esa especia mítica existe.
Varios pares de piernas, pues, circularan por una pista de hielo poco usual; frente al cielo contaminado de la ciudad en espera del horizonte nocturno. Entre risas, llantos de niños y vendedores de alguno que otro invento improvisado con el cual se ha de disfrutar mejor el momento, han de transcurrir los próximos días. Para muchos, sinceramente, el retoque de las campanas en un domingo, sólo será un pretexto para llevar su tempo en el deslizar.
Pocos concentraran su atención al hecho de saber lo que antes había; la conformidad del presente es suficiente compromiso como para seguir creyendo en las promesas, al final de cuentas, es así como se han ido creando las plantas altas de este país, fomentadas por los débiles cimientos de una sociedad bonachona y resignada. ¡Que mejor!, esperemos la siguiente tragedia para hablar de nuestra hermandad.
Yo sinceramente debo parte de mi aflicción al hecho de que nunca fui de los infantes temerosos que desafiaban al peligro; digamos que me mantenía feliz caminando, corriendo y jugando baseball, fútbol soccer y americano, así como de otros juegos triviales, como de mantener amistad con aquellos temibles pubertos que trataban de mostrar su masculinidad rompiéndose las piernas, tobillos, cabeza y uno que otro miembro del cuerpo, al tratar de contorsionarse en el aire con sus patines, bicicleta, moto o patineta.
El blanco no será para mí, aunque debo admitir que me gustaría mucho asistir a observar - a la distancia - de todo ese proceso de olvido, de barrido y de desliz.
Sobre el límpido blanco que reinará en estos días sobre aquel histórico lugar - en que miles de personas deambulan a diario - centenares de pares de piernas se darán cita para errar entre la inmensidad de una historia que se pierde entre discursos de centenarios y rendiciones de cuentas de primeros años - deslizando sus alegrías en una época que está desarrollada para eso. Entre el deambular de ese lago helado ficticio, el quebrantadizo regodeo ira perdiendo el poder de su encanto. Entonces un año más, y otro, y otro…

martes, 20 de noviembre de 2007

Cajita Musical

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Una vez más, hartado de la ignominia televisiva nacional, relato una ficción más que combino con una foto observada en un bar, colocada como “curiosidad” y de la cual no tengo ni la menor idea de cómo llegó a estar ahí. En fin, basado en todo un devenir de sentimientos es que escribo lo siguiente en contra de la tele, y de todos aquellos que no hacemos nada por cambiarla.

CAJITA MUSICAL.

Un hombre embarnecido cuelga de las paredes de un bar, los que ahí beben y logran percatarse de su presencia, sienten una pequeña pero extraña sensación de interés y repulsión. Algunos se acercan para mirar más cerca; ríen, otros, en cambio, tan sólo piden otra cerveza y se alejan con la mirada fija a la de la fotografía que representa al rollizo ser. Un hombre embarnecido - parcialmente desnudo - cuelga de las paredes de un bar.
Posiblemente nunca lo veamos frente a nosotros, es parte de la magia moderna que combina a las tecnologías, los medios y el desarrollo globalizado. Para muchos, ese tipo no puede ser mexicano; un tipo regordete de esta nación no puede llegar a ser tan interesante, un tipo con tales dimensiones y venido de esta tierra no puede llegar a ser parte importante en los foros internacionales de la afamada red. Para mí, sinceramente, se llama Juan, es un tipo depresivo que ha perdido todo; su hogar, su familia y su amor por la vida.
Sentado por meses en la sala de su casa, sin nada más que hacer mas que tragar helado y entretenerse con la programación de las cadenas nacionales, ha perdido la mitad de todo el desarrollo cognitivo que había logrado en la educación publica hasta el nivel medio superior (no mucho, pero algo). En tan sólo un par de meses, su sentido del humor ha ido en detrimento; ahora los chistes que contienen vulgares y excesivamente claros dobles-sentidos (que combinan a estudiantes de primaria con minifaldas, religión, alcohol y clichés venidos a menos), son las mejores bromas que jamás ha escuchado. Dentro de dos semanas, se habrá reído del mismo chiste un centenar de veces, creyendo - fervientemente -que la originalidad y el talento en esas casas productoras es inagotable. ¿Para que salir a la calle?, se pregunta a menudo - Aquí está la vida, se dice repetidamente mientras juega enternecedoramente a completar letras de canciones mientras cierra los ojos para no hacer trampa. Asimismo, el control le ha dado el poder de convertirse en juez anónimo de pasos de baile que jamás podría realizar, así como de observar con deseos la “exitosa” vida de otros que se resume en pertenencias y encierros ridículos de gente, que en realidad, no tiene un trabajo fijo más que la explotación ramplona de su imagen pública (que después quiere mágicamente tener una vida privada). Todo es hilado en una bella y alargada trama por Juan, en ocasiones espera los noticiarios de la noche para obtener un poco de drama, pero a menudo se lleva grandes decepciones al ver meras repeticiones de los contenidos de sus programas de espectáculos. Es el juez de jueces, el hombre poderoso que siempre había deseado; sentado es su trono - que no es más que un sillón carcomido por el gato que un día tuvo hasta que dejo de darle de comer - y su helado cual corona.
Un día Juan intento aparecer en esa ventana, esa pantalla que enseña el mundo (como dice él). Apuntó un número telefónico e hizo un par de llamadas para que alguien viniese a retratar la miseria en la que habita (“Para hacernos saber cuanto sabes de nuestras estrellas” decían ellos). Para su gran sorpresa, salio ganador. Y ese día, con las camionetas con los logotipos de la televisora y las cámaras y los cables y un “famoso”, Juan fue la persona más importante de la colonia, ahora él era parte de esa ventana al mundo. En un momento de descanso, justo antes de que todos se marcharan, alguien tomo esa foto. La de Juan, semidesnudo, tirado en un su sillón. La fama término ahí, en un par de días volvió a encerrarse en su mundo. Nadie volvió a dirigirle la palabra, su sueño de popularidad había sido arrebatado por el tiempo y el infortunio. Hoy, simplemente es la imagen que más capta la atención en un bar como parte de una “curiosidad” que viaja por la red. ¡Que mejor!
Aunque ya viéndola bien, en realidad no parece mexicano. Se ve bastante güerito.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Ensueños

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Sumado, muy a mi manera, a las tragedias que se ha suscitado en este territorio (nacional) escribí un texto para poder desahogar la impresión que me ocasionan este tipo de acciones, hechos que sí bien son desventuras de la sociedad mexicana no dejan de ser parte del gran adeudo de la risible y fachosa familia política y mediática.

ENSUEÑOS.

El sol aparece por mi ventana, es un domingo caluroso y radiante, el sonido de las aves despierta melódicamente al vecindario mientras mí vecino, el melómano, acompaña eses hermoso cántico con “Sunday Morninmg” de “Velvet Underground”. Las ventanas del vecindario comienzan a abrirse a la vez que los saludos entre vecinos no se hacen esperar; el rezo de los ¡buenos días!, se repite constantemente entre los muros de la pintoresca calle, a la par que los ecos los multiplican en un arco de tonalidades que acompañan el dueto musical de las aves y la melodía, perfectamente elegida, por el filarmónico del barrio. El sol aparece por mi ventana en una experiencia casi onírica, Tabasco sigue bajo el agua y la desgracia.
No quiero parecer el amargoso ser que represento casi todas las semanas en este espacio; en efecto apoyo a todos aquellos que en desgracia están, pero al parecer, el asunto, como en todo en lo que la política mete la mano, tiene sus “bemoles”. Mucho se ha repetido en frases - únicamente frases - que este tipo de desgracias no debe de ser un canal para los propósitos de partidos políticos y/o individuos que intenten desarrollar algún tipo de discurso que no sea el del humilde apoyo sin más miramientos que el auxilio al que necesita de ayuda, claro que eso queda ensombrecido por los rituales mediáticos, gubernamentales y sociales de este extraordinario país que una vez más, tendrá que poner el rostro de aquí no ha pasado nada.
Esta pesadilla kitch con la que comencé este escrito es parte de la realidad de aquellos que en realidad negocian con este tipo de desgracias, claro que muchos lo sabemos, claro que muchos lo obviamos, claro que muchos apoyamos a los que viven en la desdicha poniendo ese rostro de insipiencia y virginidad. En ocasiones me uno parcialmente por que suelo tener un poco más de suerte con las damiselas que me llaman la atención en mis viajes como transeúnte urbano, claro que esa parcialidad tiene su precio y ningún costo.
Esta temporada decembrina será dura, muchos habremos de tener que apretarnos un poco el cinturón, lo que no involucra un real sacrificio. Otros, en cambio, tendrán que imaginar que mejores tiempo han de venir; implícita mentira que salivan los enunciados de los gobernantes de este país, pero ¿qué opciones hay? No queda más que escucharlos con atención cuando las ganas ya no dan para más - cuando la desesperanza le gana el terreno a la fe humana. Yo ofusco sobre lo que está por venir; gastos que se han ido creando por parte de los medios para hacernos sentir mejores personas: colectas de cobijas, ropa, juguetes, comida, etcétera, etcétera, etcétera. Algo en lo que la naturaleza ya no tiene más piedad; cosa que debo admitir, me da gusto, muchos gusto. Todo el daño que le hemos hecho debe ser retroactivo para ella de alguna forma; ahora bien, que sus métodos no sean muy tenues no es nuestro problema, nosotros tampoco hemos sido muy sinceros con este nuestro hogar. ¿Nos lo merecemos? Claro que sí y aún faltan peores cosas por ver. Por ende, el discurso de los futuros tiempos mejores sigue en incremento como la más coqueta de las falacias políticas.
El otro día alguien me recordaba del mentado Teleton, cosa que me traslado a varios amargos recuerdos de navidades pasadas, pero luego vi un comercial en la tele que hacía alusión a tal evento y fui feliz. Ahora veo que hasta apuestas y premios se hacen para aquel que atine la “sufrida” cifra que mágicamente siempre se logra ¿Que no sería mejor dar ese dinero al evento? En fin, si la pregunta fuese ¿Cuánto ayudan estos eventos a la nación? Diría que nada y juro que saldría siendo todo un ganador. ¡Viva el infortunio!

lunes, 5 de noviembre de 2007

Ese dulce olor...

EL BOLSILLO IZQUIERDO

El día de muertos, siempre una de mis creencias favoritas. El ritual asentado en México es, creo yo, una de los más románticos y enternecedores que podemos presenciar en el mundo, una entrega de cariño y afecto para lo imperceptible, para lo que no está pero se trato y conoció, una muestra de que el olvido es ajeno al tiempo.

ESE DULCE OLOR...

Los muertos ya se han ido…
Dos, tres horas se quedaron charlando entre ellos antes de tomar el camino que había de llevarlos a casa, ese lugar al cual aún no estamos invitados pues no somos dignos - ni siquiera de eso - dicen ellos, que ya lo saben. Este año estuvo concurrida la recepción, se encontraban ahí varios compañeros que recientemente habían obtenido, por parte de este burlón contexto social, los atributos necesarios para conseguir su boleto.
Algunos novatos observaban, sorprendidos, su primera experiencia en este luctuoso festín de creencias; algunos bien devoraban sagazmente la fe mientras otros dejaban las marcas de sus nuevas dentaduras en alguna que otra religión. Los trabajadores de Campeche estaban ahí, tratando de encontrarse unos a otros en lo que bien era un reencuentro sin mucha conciencia; uno de los más numerosos que se recuerden. A la postre, se convertirían en el momento más memorable y sentimental de la noche.
Detrás de ellos llego el primer cajón victimario, en su interior se encontraban las primeras almas caídas de las inundaciones, vientos y calores del desierto, quienes los cargaban eran los náufragos celebres de las costas de Oaxaca. Detrás del cajón vendrían más y más paisanos con le incertidumbre reflejada en su extrañada mirada que no dejaba de observar el enorme mitin del cual formaban parte. Nadie, si quiera, intento preguntar que era lo que sucedía.
Las risas se escuchaban en todas direcciones…
La música a ritmo de swing puso a todos a bailar, incluso algunos - irónicamente - se movían cual esqueleto danzante a la vieja usanza de cualquier fantasía mortal. Algunos reían por el hecho, aunque los novatos aún no reconocían el sentido del poco recuerdo que aún les quedaría por el tiempo necesario de esa eterna permanencia.
Al calor de las copas los alimentos empezaron a ser compartidos, en tanto la banda fúnebre que amenizaba el cortejo decidió darse un descanso para después regresar con la última tanda de melodías. Para acabar la velada (musicalmente hablando) se interpretó un tango que recordaba a todos aquellos que no emprenden los primeros pasos del viaje - algunos entristecieron pero la mayoría seguía entrelazado con el ambiente, que era de vil alegría.
La charla, pues, comenzó, y todos aquellos ya veteranos mediaban el asunto, nadie podía hablar en demasía de lo que se fue, pero si de lo que se quedo. La nostalgia se mezclaba cual bello color con el alcohol otorgado por aquellos que han de seguir recordando hasta que el cansancio los lleve a reír junto a la comunidad que ocasionalmente los conmemora.
Los novatos se integraban cada vez más a la plática; sus dudas cada vez eran menos, el sentimiento de verdadera conformidad los hacia olvidarse de toso aquello conocido como rencor, celo, dolor. Al final de cuentas, dicen, siempre que se trata de debatir con el pasado, salimos ganando.
El silencio empezaba a reinar, el cansancio a gobernar el sitio. Los temas acerca de los vivo cada vez eran menos interesantes, y eso que habían comenzado sin serlo de fuerte manera. La divagues de lo que pasa en su anterior territorio sólo los colmaba de alegría.- Aquí estamos mejor, decían con una sinceridad total. Al fina, esa fue la frase que más se repitió durante la noche, nada extraño, pues suele ser esa, o bien una variación bastante parecida. ¿Quien desearía estar vivo? Se preguntan con bastante sarcasmo todos los años mientras se comen la esencia de todo aquel sentimiento ya perdido.
Después de dos, tres horas de charla, ya se habían ido…

lunes, 29 de octubre de 2007

Borrasca

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para este lunes decidí improvisar un poco sobre los espontáneos días de asueto que tuvimos la semana pasada, algo en lo que me sale lo total mexicano. Dígase de otra forma, no estuve muy de acuerdo pero bien que disfrute de la celebre flojera.

BORRASCA.

Antes de dirigirme a mi querida sección de nota roja, aprecié un poco las imágenes de los diarios locales que presentaban los daños que ocasionaron los vientos de la semana pasada. Benditos pero irracionales vientos debo admitir, pues gracias a su repentina aparición se me otorgaron dos días de descanso que no supe aprovechar como siempre.
Los vientos, pues, fueron, de nueva cuenta, parte de esa paranoia colectiva que aprecio tanto; esos momentos de debilidad en el razonamiento que se defienden con el discurso del bienestar ajeno. Obviamente cada uno de estos rubros puede llegar a ser sincero - merecidamente debo aclarar - pero en la mayoría de los casos, como en esta ocasión, sólo fueron parte de una estrategia más de los anhelos…
Sinceramente no encontraba razón importante para que se suspendieran labores en muchos de los lugares de esta capital, pero así fue, el mandato me llevó a dormitar unas cuantas horas más en mí arropada cama, algo que en efecto mí cuerpo aprecio pero que sinceramente me pareció fuera de orden, sobre todo después de ver como el sol iluminaba con ansias todo el terreno, que si bien no era del todo calido; por lo menos sí hacia menos antiestético el horizonte. Incluso las noches eran bellas. ¿Alguien alzó la mirada durante la noche del miércoles para ver el espectáculo? Incluso, si se ponía un poco de atención, se podía observar a un grupo de aves deambular hacia lugares mejores.
Durante aquel par de días de asueto no hice mucho de buena labor - debo reconocer. La mayoría del tiempo me la pase tiradote en la cama - o bien en un sillón - viendo un poco de la embutida (de ignorancia) programación de la televisión comercial; algo que no hacia en mucho tiempo y que disfrute ampliamente. Hacía ya un buen rato que no me reía y me asombraba tanto del analfabetismo de la gente que sale a cuadro; algo verdaderamente impresionante y reconfortante. Me sentí, pues, parte de la sociedad en su entereza.
Esta paranoia colectiva que asombró a aquellas frágiles mentes que aún creen en el discurso Hollywoodense del fin del mundo, me acercó a la hermosa vida común del hombre y mujer - habitantes de México. Algo que, siendo sincero, es atrayente pero a la vez burdo, falso, incoherente, irracional y demás bellos adjetivos que se le pueden agregar a la televisión mexicana. Ese surrealismo del que tanto hablo con mucho agrado.
En realidad no sé que hubiera sido mejor; si en efecto una tragedia se hubiera suscitado, que no estaría mal para ver si es justificable tanto borlote, o si todo hubiera caído en la realidad y todos nos hubiéramos aguantado la fuerza de los vientos y el frió con un rostro impávido; con un semblante de aquí no pasa nada. Algo a lo que estamos realmente acostumbrados desde hace ya varias décadas, sobre todo políticamente.
Después, claro, me devolví a mi realidad; a la que no es artificiosa y no declara a la agente bella como símil de gente importante. La de la nota roja, la que comenzó este relato y la que emprendió mi viaje mental ante tanto ilógico y desatinado juicio. Ahí descansaron mis ganas; se revolvieron un poco con el infértil terreno de los sueños y comencé de nuevo a creer que peores vientos están por venir, vientos que no azotaran árboles ni letreros, que no moverán carros ni montañas - como la fe. Entonces reí, no me encontraba descansando sino malgastando las oportunidades de la vida, dejando pasar la ocasión para demostrarme que puedo ante la adversidad. Situado debajo de un par de colchas, la vida transcurría mientras nos justificábamos por medio de los mandatos ajenos a nuestra propia experiencia de vida. Digamos que eso somos: una simple oración no enunciada que encaja en la apatía de nuestros ya ilocalizables sueños. ¡Que mejor!

lunes, 22 de octubre de 2007

Herencia

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para esta semana había decidido hablar del caso Fox; directa y claramente de todo lo que se dice aquí y allá, de los enojos y todo ese humo pasado que en alguna ocasión lo vanaglorio -o por lo menos él y su esposa intentaron de la manera menos humilde. Así que intenté relatar alguna opinión sobre el asunto pero se me hizo demasiad corriente. Opté, pues, por una historia que no tuviera mucho que ver pero donde el ex-presidente ya estuviera muerto (poéticamente) como bien se ha estado asesinando últimamente.

HERENCIA.

¿Y si toso muy fuerte? Me cuestionaba, preocupado, un amigo del tipo acongojado, digamos que todo lo que pasa - así sea lo menos preocupante posible - es razón suficiente para desear jamás haber existido. Algo que le preocupaba mucho a su novia, pues ella es del tipo honrosa, de aquellas mujeres de la pretérita guardia que se propone seguir durante toda su vida con una vida jovial y juvenil (dígase de otra forma; de las que se reúnen y se reunirán, bien vestidas, todas las tardes a platicar en el café para desarmar y replantear los arquetipos de la vida social). Obviamente, los conflictos se acomplejaban en demasía en la inconsistente y frágil vida de uno de más de mis amigos/personajes, estereotipos pues, de esta oblicua percepción que me caracteriza.
Estábamos arribando a un funeral donde varias personalidades de envergadura se darían cita; yo llegaba con un desvelo de dos días y él con un cuadro contagioso de gripa y tos severa, de esas que cuando empiezan no paran sino hasta varios minutos después. ¿Y si toso muy fuerte?, me pregunto justo antes de ingresar a la sala donde se encontraba el muerto - algunos llantos se oían a la distancia. No te preocupes, le dije, lo más seguro es que yo ya este bien muerto (de dormido) y reímos, después de unos segundos tensos en que nos miramos fijamente por el mal uso de mis palabras en el contexto.
Al ingresar, percibíamos al fondo el ataúd; muy parecido al de todas las demás salas por cierto; digamos que el fallecido había escogido una fecha bastante concurrida para darse a la fuga de la vida. Y es que en un momento de la trasnochada, nos llegó el hastió y decidimos dar una ejercitante caminata por todo el lugar, mientras recopilábamos todas las secciones del diario que estaban esparcidas entre todos los llorosos seres que empezaban con el eterno - y nostálgico - recuerdo de sus difuntos.
En un momento de la lectura; después haber conseguido en su entereza el ya moribundo ejemplar del diario, me cuestioné mi presencia en el lugar; en realidad no sabía ni conocía al fallecido. Lo único que me unía a él es que estaba cerca de los ahora dueños de su cuerpo, pero eso aún estaba por verse. Había logrado escuchar, por medio de rumores, que existían ciertos grupúsculos de la familia que querían obtener sus restos, así como el sombrero, las botas y los carros.
¿Y si se levanta el muerto? Comencé a imaginarme y cuestionarme en mi muy particular sentido de representación de la realidad. ¿Se enojaría, o bien, decidiría en vida hacía donde repatriar todo su legado? ¿Qué pasaría?, ¿se asustaría la gente?, ¿correrían a aclarar ciertos asuntos?, ¿se le acercarían con pedimentos de anhelos pasados?, ¿saludaría de nueva cuenta a sus familiares y seres queridos? ¿Qué ocurriría en el caso de que el cuerpo se levantase con el grito publicitario de que aún no ha muerto? Al fin de cuentas, sería únicamente un cuerpo, un zombie con gemidos semejantes a la voz humana.
Desperté del letargo esquizofrénico quince minutos después, proporcionado, claro, por el insípido café que otorgaban en la sala; presumiendo, claro, de que provenía de uno de los cultivos más celados (por no decir secretos) de alguna de las propiedades más cuidadas del difunto. Me encontraba ya en la última sección del diario, la de sociales. Había pasado por todas las hojas mostrando interés en ellas pero planteándome y replanteándome todas las dudas antes descritas. Ahora sólo me quedaba observar la gente “bien” que maneja intereses por medio de sus apellidos. El día comenzaba a mostrase, la luz empezaba a iluminar el lugar; el diario que sostenía también estaba muerto y yo estaba a punto de desfallecer entre la aburrición de la situación y los exagerados ronquidos de mi compañero.

lunes, 15 de octubre de 2007

Poli...

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Bueno, la semana fue demasiado para mí; hubo muchos casos de los cuales poder hablar, lamentablemente no pude ahondar en uno más que en la emoción de tan peculiar y agradable semana.

POLI…

Hay semanas malas, sí, donde me es difícil encontrar alguna historia que escribir, donde la complicada experiencia de observar los pequeños detalles me lleva al hastío. Entonces, me siento frente al monitor y exacerbo pequeños relatos de la penosa política mundial, de la vaga humanidad de la que está hecha la sociedad, sus ambivalentes valores que no admiten, o de cualquier otro asunto que quiera externar. Sentado, en la nocturna experiencia del desvelo, tomó (ocasionalmente) una copa de vino y me pongo a escuchar alguno que otro bossa nova. Pues, me siento a escribir. Terminando prendo el televisor para observar alguna película de Wes Anderson - o bien secuencia de alguna. Creo que prefiero ir a dormirme con una sonrisa en la boca; sabiendo, claramente, que el mundo y todo este universo de perdedores que habitamos en él, aún puede darme y darnos muchas alegrías.
Hay semanas malas, claro, todos las tenemos. Hasta las historias se ocultan un poco para no llamar tanto la atención, pero como todo, hay veces que se dejan venir en cascada. La semana pasada, pues, fue para mí un regocijo tal que no supe ni en que centrarme para ponerme a escribir. Los relatos eran tales y tantos que no había en mis interiores otra cosa que alegría desenfrenada; se podía hacer tanto con tales seres que llenaría una buena parte de mí anecdotario de vida.
Uno de mis personajes favoritos reapareció con fuerza; fiel a sus oblicuos actos que realiza con un alto grado de soez improvisación (o bien por mandato femenil), nuestro ex presidente estrenó un libro sobre sus memorias en la presidencia, bien esto puede llegar a significar dos cosas; o ya se percató de que su mandato ha muerto (por fin, ¡que bueno!), porque sino, ¿con que otro objeto escribir los relatos de una experiencia pasada? O bien, tenemos en nuestras manos el primer tomo de una publicación con tintes de ser tomada en serio, relatada (de alguna forma) por un limitado - de conocimientos - publicista (como lo son casi todos) que cuenta con toda una gira de estrenos cual estrella de música popular (aunque con tintes de sacar un segundo álbum en la onda ranchera). ¿Será que tenga que ser lectura obligada para los diputados de la comisión que lo investigará?
Por otra parte, y sin hacer menos el evento, está la ingrata trampilla “estudiantil” que realizo Madrazo en cierto evento deportivo. Pero muy a pesar de todos los que con ironía han tratado el suceso, yo he de entenderlo por medio de una lógica espiritual. Una travesía fantasmal sólo podía ser realizada por un espíritu chocarrero - y más que mangoneado - de la política nacional. Yo opino que para el siguiente maratón ni esté en el balazo inicial, que se aparezca así de repente como el espiritú de los maratones pasados, en clara alusión al ya también más que mangoneado cuento de Dickens (al fin, tal para cual). O mejor aún, que aplique la de su gobierno, que ni participe y salga triunfador.
Para lo último dejó algo que llego al hecho de darme bastante ternura. En este semana - gloriosa repito - se nos dio el berrinche terrenal de un ser que tiene poder celestial, ¿qué como es eso?, yo también me lo he preguntado. En otras palabras, más seculares y menos vanagloriadas por el vaticano; me refirió a la demanda del Cardenal (ustedes saben cual), por supuestas - pues aún no se comprueban - amenazas de muerte. Yo sinceramente no encuentro sentido al temor social que expresa el jerarca de la iglesia católica mexicana. ¿Qué no todos ellos esperan algún día poder estar de frente con el creador? ¿Qué no está matrimoniado con el mismísimo hacedor de los cielos y el tiempo? ¿Qué no son ellos los que nos quitan ese temor al último aliento cuando está por suceder? ¿Qué no ellos son los que alientan a los pobres de fe? ¿Qué no son ellos los regidores de la eterna palabra? Al parecer no; pero yo la verdad compruebo una vez más la existencia de un ser todopodersoso, pues esta semana fue todo un hermoso milagro.

lunes, 8 de octubre de 2007

Se me olvidó que te olvide

EL BOLSILLO IZQUIERDO

En está ocasión me di a la tarea de politizarme - como si eso fuera una gran labor. Mi intención antes de empezar a escribir era otra (como se leerá en la columna) pero como también explico ahí, me ubique en el tema de moda; ya cuando este había pasado de estar en boga. ¡Que mejor!

SE ME OLVIDÓ QUE TE OLVIDE.

En fin, la semana pasada fue otro 2 de Octubre más, que para enojo de los pseudo-socialistas posrevolucionarios que tenemos en la ciudad, pues ha sido rebasado ya en los dos lemas (interpretados como cánticos futboleros) que existen desde hace algunos años; el histórico “2 de octubre no se olvida” y aquel, un poco más moderno, que parafrasea irónicamente el anterior “2 de octubre sí se olvida.” Y es que particularmente, observo como esta fecha ha pasado ha ser un artilugio más para el desmane sinsentido por parte de ciertos sectores sociales que sólo ubican pretextos, en cualquier fecha del calendario moderno de la vida política/social del mexicano. Ahora sólo falta que quieran conmemorar el día del levantamiento de los maestros y el sindicato en Oaxaca. - pero todo se puede esperar.
El 2 de Octubre, pues, ya no tiene derecho a cánticos legendarios que en alguna ocasión, en efecto, sí tenían un trasfondo real y de mucho peso. El 2 de Octubre ya se olvido, es por eso, que ya ningún lema, de los antes citados, le hace honor. Esa época esta muerta, y para aquellos que buscan que los inculpados toquen la cárcel, deben repatriar su fe al hecho de que en este país ya se conoce mayormente el hecho. ¿Acaso será nuestro JFK? ¿Dónde está entonces nuestro Oliver Stone? ¿En los Three Amigos?, no lo creo.
La semana pasada bien pude escribir sobre esta fecha pero no quise, se me hizo algo irrelevante, sería darle una importancia ya pérdida. Todos conocemos los hechos en alguna de las versiones existentes; todos tenemos nuestra postura ante como se ha llevado este caso durante todos estos años. Y por todos me refiero a aquellos que en alguna parte de nuestras vidas nos documentamos y estudiamos (en cierto nivel) el evento suscitado en una de las colonias más injuriadas en la historia de este país. La fecha tal, que se celebro el martes pasado, es más una industria en pos de ir y reventar vidrios con piedras por parte de los preparatorianos y universitarios, que de rendir tributo a los caídos en uno de los eventos políticos más embarazosos de esta nación, en una época donde la juventud requería de un cambio global. Es, pues, un recorrido anual de diversión “rebelde” - como en la telenovela - para aquellos que han de heredar el mando del país.
Así que la semana pasada obvie el suceso; decidí que sería hasta esta en que hablaría de ello. Sí es que no encontraba algo más interesante, claro; algo que sucedió, pues moría de ganas de hablar del artista caído del cielo; el otrora presidente municipal, pero bueno, en fin. Fue en una conversación relámpago con algunos colegas en donde todos departíamos sobre lo obsoleto de la fecha, lo que me instó a inclinarme por este tema.
Ahora bien, el hecho de haber dejado pasar la fecha, de poner a un lado la nueva moda de la inmediatez en los medio de información, se refirió a esta debilidad humana ante el olvido, a todos nos encanta relegar en el tiempo los sucesos para poder recordarlos a nuestra manera, instaurar fechas en los calendarios para solventar nuestros odios ante modelos económicos - y políticos - que difieren del estilo que nutre nuestra ignorancia.
El 2 de Octubre se olvidó. Hace tiempo que sólo es una fecha más que a algunos les hace rascarse la cabeza para poder recordar algo. Es parte de un olvido colectivo que ya no sirve de mucho para exigir un mejor desarrollo social, es un pretexto para todo aquello que se quería abolir. Ya quedará en aquellos que en efecto lo registran, el cuestionarse si en efecto sirvió. Yo diría que sí, que su labor está hecha y ahora debería guardarse en las doradas páginas de la historia, nada más.
La semana pasada celebramos, mayormente, una marcha de pedradas y barbarie. Se han borrado ya los factores de abolengo, como en otros países ya se ha hecho.
Yo espero, ferviente y sinceramente, el momento en que en el 11 de septiembre sólo celebremos la caída de dos deleznables edificios. Libertad, horrible libertad.

viernes, 5 de octubre de 2007

Los 400 Golpes

REDONDO.

Los 400 Golpes.
Les Quatre Cents Coups (François Truffaut, 1959)

El cine de Truffaut es un bello embalsamamiento de vivencias propias de una época hallada, la suya propia - un sutil pincel que antecedió a los movimientos estudiantiles de los 60. Como uno de los fundadores de la Nouvelle Vague, fue un crítico que dio el difícil paso a la realización - un autonombrado discípulo del otrora maestro del “suspense” Alfred Hitchcock - un auteur.
En su opera prima antecede y prevé una problemática social; divaga sobre las nuevas necesidades en un mundo que no logra enfrascar a dos grandes bloques sociales encontrados en un mismo espacio tiempo; una joven y apenas naciente - que no logra aún encontrarse en el camino - y otra desentendida de la que le proveerá. Estamos, pues, en la antesala de un encrespado movimiento de quiebre general, un desentendido colectivo que se desarrolla en el desentendido mismo; una obligación al espectador a mediar los espacios de la conciencia y el entendimiento social, un lienzo en blanco que se llena de golpeteos constantes contra un advenimiento ineludible. Antoine Doinel, nuestro protagonista, es el eje guía de un grito generacional; una voz callada por una moral relegada en el tiempo; una esencia que se escucha y escucha únicamente en prisión - en ese lugar no muy diferente a la institución escolar - que enmudece en el aletargado encuentro con el mar; con el limite de la libertad humana.
Los 400 Golpes de Truffaut es una victoria ante una industria que llena los recovecos que se da el lujo de fabricar, un golpe que se hunde en las carencias de una modernidad que aún se encuentra en ese último trayecto con la ilusión de escapar. Un camino que asciende ante los ojos del desentendimiento humano, ante su misma raza, ante su propio desarrollo. Es una extraordinaria combinación de elementos irascibles, hilarantes, ridículos, irritables, incontrolados y poco festivos; es una representación digna de la realidad. Una visión que se logra ante los ojos de los que no esperan ninguna conjetura disciplinariamente descrita y urgida de presentarse en el cine como manufactura industrial. Es un respiro que da miedo, el halito de lo que va morir y de lo que está escapando.
Truffaut debuta en el cine con este largometraje, no obstante de contar con dos cortometrajes anteriores, demostrando fuertemente un control total sobre un lenguaje cambiante, sobre el asentado discurso de quiebre de la nueva ola del cine francés a mediados de los 50. Redime al autor y delinea su entorno, no globaliza su contexto, explora su naturaleza, nos pone de frente al rostro de un niño con vida adulta y sueños de un concepto incomprendido de libertad. Retrasa su destino con la mano amiga que desparece cuando el limite de la aventura peligrosamente se acerca, cuando el beneficio personal es más que el colectivo. Cuando el individuo sobresale ante la masa, cuando el escape es personal y el salvamento es propio.
La carrera de Truffaut comenzaría con el pie derecho, con los ojos de su personaje central retrocediendo la guardia, con la mirada pérdida y desconsolada observando que no hay más que regresar. Con el destino por delante y las promesas de la independencia por detrás, con la realidad de frente y los sueños perdidos en el mar.
Antoine Doinel es un niño que declina su juventud ante los problemas que suscita su vida; cada vez más rápidos, cada vez más fuertes. Es un destino trazado en un desarrollo trunco, un largo caminar hasta la mirada deseada, ante la oferta de la libertad.
Los 400 golpes de Truffaut es una ventana ante su mirada, un espejo tras otro espejo que refleja (y refleja) y deforma y desnuda, una sombría experiencia que de vez en cuando recibe un fragmento de luz en un rayo, una sombra que en ocasiones se traga el humo llevado en los bolsillos. Un niño que se encara ante la necesidad de su destino y es golpeado rotundamente. Los 400 golpes de Truffaut y Antoine no quedan dispersos en la trama, son los nuestros también.

Los Cuatrocientos Golpes de François Truffaut
Calificación: 5 De 5 (Un clásico).

El Gigante de Hierro

REDONDO.

El Gigante de Hierro
(The Iron Giant. Brad Bird, 1999)

Mucho es sabido ya acerca de la llamada Guerra Fría; ese enfrentamiento político entre las dos más grandes potencias mundiales de las décadas de los 50, 60,70 y 80 que con esquemas económicos distintos, estuvieron a punto de dar paso a la tan temida tercera guerra mundial, el enfrentamiento nuclear que la generación de los escritores Beat declaraba como el fin del mundo. En el documental “No Direction Home” de Martin Scorsese, se nos presenta a uno de estos grandes literatos Beat indicando una de sus más grandes dudas; ¿si todos desaparecemos quien nos recordara? La guerra fría tuvo su más lúgubre etapa cuando la carrera espacial era el eje rector del orgullo de dichas naciones; el espacio debía ser conquistado. Algo que aún hoy se declara en guerra por el actual presidente de los estados unidos.
Los finales de la década de los 50, así como el inicio de la de los 60 fue, pues, una época repleta de paranoia colectiva comandada por la ignorancia de dos gobiernos aún más obsesos, perturbados e ignorantes que la sociedad regida. Fue una era donde se administraba el miedo para los beneficios que todo eso pudiese tener.
De la mano de Brad Bird, uno de los mejores directores de animación de los últimos tiempos - posiblemente de la historia, por que no - se nos presenta a detalle lo acontecido en una de los períodos políticos más absurdos y penosos de la historia. Brad Bird se centra de manera muy inteligente en el problema, nos muestra como primera imagen el Sputnik I soviético (a un año de su lanzamiento) para posteriormente regirnos en lo que será su historia; el problema antes mencionado medido únicamente por uno de los bandos, el de los estados unidos. De por si sabido el más trastornado (hasta nuestra actualidad), debido a su también obsesiva manía de preservar y documentar todo lo hacen.
Un extraño ser, un hombre - o infante - gigante, de hierro; llega por error a nuestro planeta, a un pequeño poblado que jamás volverá a ser el mismo (como lo fue en realidad Rockwell). Un ser, pues, cegado a su propia naturaleza, a la razón por la que fue construido. Un ente de tierras lejanas que aprende de la mano de un niño (humano) a seguir las normativas de una vida con estricto sentido a una inocencia en vías de desarrollar el instinto colectivo de la paranoia antes descrita. El contexto que ubica el director es en sí tan sutil, que muchos lo han de pasar por inadvertido, o bien, como parte secundaria de un disertación meramente visual, un vil miramiento a la época. No obstante, es el grito de un gobierno que representa su odio en vía de un desarrollo social que ha de mantener el orden jerárquico de las cosas tal cual son, dicho de otra manera, una dictadura tan invisible como endeble - que tiembla por cualquier pequeño detalle salido de su control. Todo es una amenaza.
En este caso, las negaciones de una cultura tal, que llegan al grado de la falaz posibilidad de delinquir en el facto de expresar un sentimiento. La amistad, pues, está prohibida - hay que recordar que en esos años, el gobierno de estados unidos pedía a sus ciudadanos el acusar a cualquier vecino o familiar que tuviera ideas comunistas.
El Gigante de Hierro rebasa el relato de una amistad de proporciones épicas que trastoca de frágil manera los incidentales comienzos de la ciencia ficción, cuyos incipientes pasos eran parte de esta cultura que educaba, primordialmente para ir en contra de los “rojos”.
En una parte clave del filme, Dean, el niño amigo del robot, le enseña los valores del bien y el mal por medio de estas publicaciones con trasfondo nacionalista. Los buenos como gente bien parecida con superpoderes que lo pueden todo - invencibles, los malos, al contrario, como gente desapegada a la imagen y semejanza de esta raza (y cultura dicho sea de paso) en la que se refleja físicamente el propio robot que, en efecto, aún desconoce su mordaz realidad. Él es un arma, las armas matan y matar es malo, no obstante, el discurso moralista del filme reincide en el poder humano - y ahora universal - de la elección; una secular opción que deliberar en pos de que aún así exista la ambivalencia del bien y el mal, podemos elegir lo que queremos ser.
El Gigante de Hierro traspasa de manera eficaz las barreras estilísticas de lo que solía ser una película de cartones animados, abriendo paso a discursos visuales y de contenido mucho más complejos que vendrían después de ella. Se aleja de la narrativa melodramática y nos muestra la dualidad que existe en la naturaleza de todo ser viviente, rompe esquemas y no sólo se da el lujo de poner el buen mensaje a su público (que implica elección), sino que juega inesperadamente con la estética y la emoción de una manera que nos estremece, nos pone al filo de la silla y nos hace creer, efectiva y acertadamente, en que todos podemos sortear el destino, la cultura, la naturaleza, el odio y el rencor; no para ser mejores personas, ni para hacer de este mundo algo mejor, sino para poder convivir con todo lo anterior.

El Gigante de Hierro de Brad Bird
Calificación: 3.5 De 5 (Buena).

lunes, 1 de octubre de 2007

Replicante

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para este lunes decidí hablar, tardíamente, del “buen uso” discursivo de nuestros políticos. Digo tardíamente por que se me ocurrió al tratar de encontrarle un sentido verdadero y funcional a lo expresado por nuestro presidente la semana pasada. Ya saben, después todo medio hablando de eso; aquí, allá, etc. Yo no quise quedarme atrás.

REPLICANTE.

Llueve, no se me ocurre otra manera de empezar; llueve. Llueve por que el agua cae, desde arriba y hasta abajo, donde rebota unos cuantos centímetros al caer al suelo, posiblemente sea la inercia, posiblemente sean sus ganas del volver al origen.
Las palabras no dejan de ser una analogía barata de las palabras, pero en el sentido estricto de la política, creo que no esta de más implementar esa baratez. El don de la palabra en la tan cotizada oratoria política, no es otra cosa más que una tormenta de proporciones olvidadas en un contexto diseñado. No es sorpresa para nadie saber que los discursos pronunciados en las altas esferas del poder son escritos por gente dedicada a implementar una realidad a futuro y meramente en papel, que encaje - junto al carisma y talento para el dominio publico del lector - con los anhelos de los más combatientes contrincantes políticos - muy de vez en cuando, con el pueblo.
A veces creo que los escritores de discursos son gente que gana su pan ingeniando pretextos y perdones para aquellos que no pueden conseguirlo. En tal ejercicio de imaginación, los analistas de dichos textos es gente similar; tratando de desnudar tales verdades bajo una visión nada real de la necesidad. Todo es un supuesto, ¿pero quien no lo sabía? Lo mejor es seguir conjeturando.
Por eso, cuando veo que alguno de esa raza gangsteríl que osa nombrarse representante del pueblo emprende su discurso, no asumo condición alguna sobre sus palabras que el sentido irónico del mismo relato; el completo vacío. Nadie sabe la verdad detrás de esas palabras escritas, pronunciadas, analizadas e interpretadas. Diseñadas, pues, con el objeto primario de enternecer la preocupación del poderoso - del “héroe” “asegún” - y dar posibilidad a la precisión y clarificación del mensaje entre líneas; que no deja de ser un reclamo al grupo opositor. Maravilloso. ¡Redondo! ¡Redondo!
Hace unos cuantos días tuvimos la oportunidad, nuevamente, de vivir este tipo de situaciones de manera masiva. El presidente se apodero de nuestras pantallas, cortando las tramas de las telenovelas favoritas de la nación; dando el paso de una disertación bofa a una de trasfondo semejante pero de mayor envergadura.
Llueve, pues, llueven palabras en estos momentos, vienen desde arriba y caen hasta abajo; desde la instancia más alta de la pirámide de una democracia fallida hasta los suelos de aquellos a los que los toco pasar la vida aquí. Aprendiendo diariamente a burlarse de la muerte; de ese inminente destino que se ha de experimentar en una pobreza que mayormente vive nuestra sociedad, pero que algunos, los que aquí leemos y escribimos, sólo nos queda imaginarnos.
Yo no caeré en el rol de hablar en nombre de ellos, yo no vivo su vida; yo hablo desde mí, desde un discurso que igualmente se estructura de palabras vagas, llenas de un hartazgo creado y sostenido por el humor negro que me fue inyectado hace muchos años.
Hablo desde la visión propia de que escucho gritar por un país mejor sin observar en las bocas el anhelo a dar el paso ineludible para la revolución necesaria, una no forzosamente violenta. Yo no quiero cambiar el mundo, creo, en todo caso, que lo que ha de sucedernos como raza, ha de estar justificado por todo lo que hemos edificado o destruido.
Oigo, pues, los gritos por una mejor nación ahogados en las pretensiones de concernir al rugido mayor, él que exclama por el mundo. Ironía que circunda alrededor del testimonio nacional. Queremos formar parte del cambio del mundo sin voltear a nuestra pobre realidad; llena de momentos, de palabras y de gotas que caen desde arriba, desde el poder (eclesiástico, político o de fe) hasta el más bajo (que siempre es el mismo en cada caso) con la inercia, posiblemente sus ganas de volver al origen para no caer jamás. Es como dijera aquella bella frase; “…todos estos momentos se perderán en el tiempo como lagrimas en la lluvia.” Buena Vida.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Sideral

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Para mí columna de este lunes decidí burlarme un poco de este nuevo emperador mediático que es el Internet - tantos años coexistiendo con el y nunca se me había pasado por la mente tratar de adjetivarlo.
Como es mi baja y vaga costumbre – debido a lo cascarrabias de mí personalidad – no le va muy bien en mí escrito, aunque sí opino que la penitencia que carga no es culpa de el sino de sus usuarios, en fin…

SIDERAL.

Abrir el Internet siempre es una sórdida sorpresa, un golpeteo constante a la cabeza que no cesa hasta que alguno de los dos contrincantes, el hombre o la maquina, ceda por completo ante los pedimentos del otro.
Por ejemplo, durante todos estos años en que he tenido que convivir con estas nuevas tecnologías- como vulgarmente se les han nombrado - he descubierto con igual asombro mi alienación ante ellas. Aunque claro, nunca he creído eso de que inmerso en su universo, uno puede viajar por la entereza del mundo, en todo caso, el traslado virtual que uno hace dentro de este espacio, es, para mí, sólo el éxodo de la pena del mundo; la vagancia de todo el errar y posible acertar humano.
Debo aceptar que en ocasiones, cuando me despego un poco del mundo - en pos de un poco de paz - debo retornar a el para encontrar un motiv que explote el texto que debo escribir a cada semana para este espacio; cosa que me agrada en demasía por que me doy cuenta de lo ruin e indignos que somos como raza.
Y apartado, debo enterarme de lleno de todo este ramplón colectivo de referencias sociales. Por lo que me dirijo a la herramienta más pueril y tramposa de todas con la que cuenta este piadoso ordenamiento humano; la afamada red - entonces me queda la eterna duda de si quedamos como las arañas o como las moscas, como la victima o el victimario.
Todas las semanas entonces, llenamos estos espacios virtuales de todo y nada, de pocas cosas que realmente valen la pena y la sobajamos de pura hablilla política, deportiva o del vulgar espectáculo nacional que maltrechamente nos representa en un mundo sobajado por videos de bromas pesadas (humillantes), fotos amarillistas, músicos mediocres y oportunidades sin cesar para echar a perder el lenguaje, con el llamamiento mediático para que todos apliquemos las triviales e improvisadas técnicas de grabación, captura y composición. En fin, al pueblo hay que hacerlo sentir importante, ¿o no?
Para mí es risible y fascinante el adentrarme al mundo del Internet, pues es en su discurso lleva la penitencia, la mentira que ofusca su verdadero brillo. El mundo no se encuentra en nuestras manos, sino el instinto de cada ente a tratar de discernir entre la regla y lo opuesto a ella (abriendo el campo totalmente a la interpretación) para poder expresar algo - y que en muchas de las ocasiones no rebasa esa categoría (del vil intento).
El Internet para mí, en su mayoría, es la más grande broma jamás desarrollada, una más de las promesas del postergado progreso mundial. Es claro, también un pretexto para andar disponiendo de la sapiencia popular y adoptarla al discurso global, es un momento relegado en el tiempo, es la manifestación de la faltante cultura, el disimulo para la creencia de una pertenencia; la del ciudadano mundial.
Cada que me abro paso sobre este campo de información internacional, me percato de lo ya percatado, digamos que sólo puedo evidenciarlo de alguna manera. Percibo más lo que somos y menos lo que no; la lógica pues, revuela ante los incrédulos ojos de las nuevas generaciones que cada vez olvidan más la capacidades reales de expresión artística, acercándose a actividades de la boga contemporánea tratando de ubicarlas como subculturas que parten, según ellos y nadie más, de movimientos de décadas pasadas que en su trasfondo contenían elementos de revelación social; cosa que no logran entender del todo pero que no valen la pena, la imagen es y será la importante. Lo que me hace pensar que la red es usada de la misma forma en que toman un libro, dígase claramente, sólo ven los dibujitos. ¿Por qué la quieren tanto entonces? Pues en ella existe la diametralmente oportunidad de cortar y pegar información sin ser revisada, (ilusos aquellos que impliquen aquí el concepto de análisis). La Internet, pues, es siempre una sórdida sorpresa que nunca cambia, sólo se llena de lo mismo. Bienaventurados.

¿Dónde estas Hermano?

REDONDO.

¿Dónde estas hermano?
(O Brother, Where Art Thou? Ethan & Joel Coen, 2000).

Se escucha un disparo mientras un tranvía pasa, es la década de los 40. Tom Reagan sabe que alguno de los dos que aún quedan con vida ha muerto, su plan está a punto de ser culminado. Lentamente sube por las escaleras mientras se delata el rostro desangrado de Johnny Caspar. Acorralado, en una esquina, se encuentra Bernie Bernbaum. Tom establece una inteligente y muy desarrollada charla para el poco cerebro e inventiva de Bernie, lo desarma y le hace confiar en el por última vez en su vida, minutos después le confiesa que debe matarlo. Bernie cree tener la solución, se arrodilla ante él a llorar como en la anterior ocasión en que debía de matarlo. Bernie sollozadamente le pide que escuche su corazón, a lo que Tom responde: ¿Cual corazón? Y le atraviesa la cabeza con un balazo.
Una de las primeras imágenes con las que me topé al enfrentarme al cine de los Hermanos Coen fue la muerte, aunque estoy seguro de que a muchos les pasó lo mismo, y es que hablar de la inventiva de esta pareja de realizadores uno no puede quedar conforme. Su ingenio traspasa la vida misma de sus personajes que divertidamente matan una y otra vez.
Ocasionalmente se dan a la tarea de aligerar la carga de su excéntrico e impresionante humor negro bajo uno de los discursos más crudos de los últimos años. El círculo narrativo que manejan siempre ha de guiarse temporalmente, originando como solución a sus conflictos más conflictos aún. Sorpresa tras sorpresa en lecturas aparentemente simples, permanentemente complicadas; cargadas siempre de una de las filosofías cinematográficas más originales de las últimas generaciones.
¿Dónde estas hermano? es un viaje regido por todo menos por la fe. Es la miseria, la sordidez y la codicia la que nos guían por esta variación libre de la Odisea de Homero; tres convictos de los años 20, prófugos de la justicia - bendecidos por la inventiva de uno de los héroes más memorables de la historia, Odiseo (Ulises; un líder nato que nos guía por este vagar, no en aras de la libertad, sino en pos de un desarrollo secular) - entablan el mediocre viaje hacía la promesa.
El tesoro prometido está por perderse, el desarrollo ha de llevárselo bajo el manto del futuro venidero, la modernidad - el sur va a cambiar nos dicen, y el sur cambió. El viaje, pues, no es otra cosa más que el despido de toda razón de fe; las esperanzas se han ido, se le ha dejado el destino a las manos de la nueva política, la que no cree en tratos sino en la deshonra del contrincante. La moral, entonces, queda varada en un anillo perdido en medio de un rió hecho por el hombre en pos de la renovación - justo en el mismo sitio en el que el mal es negado y enterrado; justo como para nunca dejar ese lugar. La inundación fue anunciada, el desarrollo prometido. La vida moderna llega en tiempo y forma, sin retrasos ni demoras; la vida no espera y es la vida de estos tres corrientes y grises hombres la que creyentemente se salva, justo después de la noche en que los hombres los habían condonado por sus errores; el desarrolló ahora lavara los pecados.
El mundo ha muerto, el futuro se aproxima y con él las nuevas manías del hombre. El Blues (el grito del individuo común) se ha vendido, se ha dejado vencer en un crucero donde su voz - la del hombre de las penas constantes - le ha cedido su alma al diablo, los hombres se convierten en animales, pues el amor ha descubierto el encantamiento de su veneno, los humanos se han deslumbrado por el artificioso poder capital y han perdido parte de su vista; ahora concentran todos sus sentidos al dinero. El mestizaje ha sido borrado, ahora todos seremos parte del mismo pecado; el génesis de la vida, dictado mucho antes de las doctrinas de Homero, ha sido ostentado en una soez campaña política, en una vulgar fama que es dada por necesidad y talento, por un insignificante viaje sin sentido, inmerso y originado por medio en una mentira y repleto de traidores, ladrones, charlatanes, racistas y asesinos – todos ellos, justificados por la necesidad de ese mundo moderno prometido por una voz silente que se escucha entre las líneas del dolor de aquellos que picaban piedra para curar su pena y rogar su perdón.
Los hermanos Coen nos golpean con risas y burlas, nos arrojan a la cara nuestra propia naturaleza humana, nuestra debilidad principal, nuestro razonamiento pueril sobre los malos actos que siempre se quieren ocultar bajo las faldas de la fe. La natural ignominia que significa ser humanos.
Los Coen desarrollan su trama, nos insultan y se insultan, nos ignoran en un tiempo; - nunca hemos de cambiar parecen decirnos - y se dan el lujo de sacarnos una que otra risotada. ¡Que mejor que burlarnos de nuestra mísera pena, ajena a dios, al diablo y a todos a los que los acompañan ya muertos! ¿Será por eso que maten a tanta gente?
Necesitamos del mal para seguir siendo humanos. Desde muy temprana su carrera nos lo han dicho con magistrales obras que no dejan de sorprender, es un discurso negro - oscuro internamente pero que de frente nos llena de un gran rato de buen cine. ¿Dónde estas hermano? no puede ofuscarse de las obras que le anteceden así como las que le continúan. Es parte del maravilloso discurso del demérito humano, del antisueño americano, de la falaz fragilidad de la naturaleza humana, del saber que la vida es tan sólo un paso más para de nuevo encontrarnos, frente a frente, con la muerte. En está ocasión, como un viaje que ha vencido el mortal paso del tiempo. La musa nos ha escuchado, roguemos.

¿Dónde estas hermano? de Ethan & Joel Coen
Calificación: 3.5 De 5 (Muy Buena).

El Desesperar de los Muertos

REDONDO.

El Desesperar de los Muertos.
(Shaun of the Death. Edward Wright, 2004).

Cuando George Romero presentó al mundo su primer filme “La noche de los muertes vivientes” en 1968, dictaba con un muy bajo presupuesto un discurso más inteligente de lo que implicaba una película independiente acerca de muertos que despertaban de su eterno letargo. En el entramado de su historia advertía un alejamiento humano de la humildad, la compasión y la humanidad misma. Romero ubicaba al humano rendido ante una cultura de consumo bajo el naciente género del cine gore, abrazando parte básica y fundamental de las religiones sincréticas de Haití.
Después de esto, generaciones de realizadores se desbordarían ante la creciente hechura de este tipo de cine, un cine que no muchos aceptaron en ese momento y que aún sigue siendo rechazado. Bien dice Andrés Pascoe Rippey, experto en el cine zombi: “La gente educada, culta y fina suele ver con desprecio las películas de muertos vivientes. En parte tienen razón. Los fans del cine zombi – y del cine de terror en general – son una especia con una gran tolerancia a las malas películas, dispuesta a ver cosas que la mayor parte de la gente nunca vería.”
A casi 40 años de la aparición de los muertos vivientes en el cine, y posterior a que muchos de los cineastas que comenzaron en este estilo pasarán a las grandes ligas de la industria, encontramos a Romero aún enamorado de sus seres, de su doctrina acerca del humano contaminado por la política y la mercadotecnia. En una etapa de rezago ante este culto, salvo remakes que no agregan nada al género, es que nos topamos con el filme “El desesperar de los muertos”; comedia tributo a este mundo dentro del séptimo arte; un entretenido largometraje que nos divierte partiendo del culto que nos atrapa con una hechura pocas veces vista dentro de este tipo de cine.
Lejos de acercarse a la doctrina de Romero de manera eficaz - y en varias partes de fina manera - lo que absorbe a la trama principal de esta película es el quebranto irónico en una avanzada premisa de romance. Un muy sutil humor negro que avanza ironizando el modus vivendi de una contemporánea sociedad inglesa.
Edgard Wright, su director y Simon Pegg, coguionista en conjunto con el director - y a la vez personaje principal - nos contextúan desde el inicio en el bunker que siempre establece el género. Lo irónico se establece desde la naturaleza del tributo, ahora no es un centro comercial el retenedor de la masa consumista, sino un bar inglés el que será el testigo fiel de todas las resoluciones habidas y por haber en un mundo contextuado en el presente. El amor, el dinero, la vida, la muerte y la familia se basarán en las últimos pedimentos que se encargan ante el misterioso ser que ha de verter en nuestros vasos - Algo ya llevado a la pantalla de buena manera por Fred Schepisi en el 2001 en su filme “The Last Orders”.
El desesperar de los muertos despierta bajo el manto tendido de la rendición de un tributo, sin más miramientos que el exacerbar un poco los clichés de una situación de crisis de identidad personal, que se ve reflejado en una homogénea relación amorosa - que pide a gritos un cambio y una renovación - y el alejamiento familiar causado por el rencor de los años que mantienen a Shaun, nuestro protagonista principal, recluido en un trabajo adolescente al ya casi llegar a la tercera década de su vida. ¿Cómo te va?, le pregunta Yvonne, en cada encuentro casual que tienen durante el filme; obviamente el concepto de sobrevivencia cambia, madura. El amor, la lucha por la vida y el derrocamiento de la muerte bajo el ímpetu del consumo por un casual consumidor fiel a su proveedor es, tal vez, el máximo discurso que tiene esta película. Pero no podemos pedirle más a esta enternecedora comedia que garantiza un atrevimiento dentro del género, tal vez el único después de “Bad Taste” del entonces debutante Peter Jackson. Este filme es en realidad lo que promete ser, una divertida comedia romántica británica repleta de zombis de buena manufactura.
El hecho consumado de un buen rato frente a la pantalla y de unas buenas risotadas es algo ya no tan visto ni siquiera en las comedias burdas de los estadounidenses. El desesperar de los muertos es un buen momento, un tiempo ganado en la sonrisa y en el recuerdo de una película que recomendar sin más miramientos que el hecho de disfrutar de una agradable pesadilla.

El Desesperar de los Muertos de Edgard Wright.
Calificación: 2.5 De 5 (Regular, divertida).

lunes, 17 de septiembre de 2007

Eme, e, acento, equis, i, ce y o.

EL BOLISLLO IZQUIERDO

Esta es la primera columna que sale al mismo tiempo en que se publica en cierto diario local.
Como es de algunos sabido, hace unos cuantos días se celebró en nuestro país el dizque grito de independencia; y como bien menciono en alguna parte del siguiente texto, todos los años me doy a la tarea de escribir sobre este disimulo. He aquí la de este año…

EME, E, ACENTO, EQUIS, I, CE Y O.

Los tequilas se fueron traspapelando. Lenta y sigilosamente mutaron “milagrosamente” en unos muy comunes - y por tanto corrientes - whiskys escoceses, en la igual tarda y falsa celebración de la primera quincena de Septiembre.
Los tricolores adornos que engalanaban con mísero intento el techo - muy a principios de la ya tradicional fiestas de pretexto - formaban parte ya de la impureza del suelo; todos los pesos y centavos que habían costado los papeles maché y china eran ahora pisoteados por los ex-bebedores de tequila.
Confieso abiertamente que entre todas las dudas que me han mantenido incesantemente con vida durante todos estos años; una es la que en particular nace y renace siempre cuando se acerca el ya rebasado 15 de septiembre. ¿Por qué si celebramos la independencia disimulamos todo a la usanza de la revolución? Ya saben; sombreros de palma, adelitas, rebozos, nopales, botas de piel tipo charro, hebillas vistosas y el ya exhibido tequila (la fiel voz de la sinceridad del mexicano). En lo personal, preferiría un estilo más Victoriano.
En fin, supongo que hay cosas que no tienen una respuesta del todo clara; cosa que me he respondido románticamente en cada ocasión con el sencillo rezo de vivir en una tierra surrealista por naturaleza. ¿Por qué nos vestimos como revolucionarios en la “celebración” de independencia si eso fue 100 años después? Es el México surrealista me digo, me apapacho y me alejo del tequila, prefiero el Ron y esa es mi libertad.
Los tequilas, pues, se habían traspapelado, mejorado o empeorado según el gusto del cliente. Los tricolores eran ya parte del prado urbano del festejo, el fin se había perdido como en todo fin de semana, el pretexto inicial yacía oculto y sedimentado en la botella de tequila que poco tenía de morir. Y mientras los corazones rotos se zurcían de nueva cuenta en los primeros compases del estereotipado y vulgar cántico puertorícense, los cuerpos se fundían en un candente baile sin sentido, dejando atrás toda tradición vencida, se dejaban conquistar, pues, por el sentido común de una vida cualquiera. Los símbolos eran pisoteados por todo el conjunto.
Algunos - los recalcitrantes puristas - bien pudieron sentirse ofendidos. ¡Miren que dejar atrás todo lo que implica ser conacionales! Pero yo no, no me ofendo, ni cristianizo ni maldigo. Año tras año escribo en este espacio acerca del sobrevaluado festejo de independencia. Todo pasa/ nada pasa.
Mucho se ha dicho ya de que en realidad no somos ni independientes, ni libres y muchos menos autónomos, pero en un discurso ampliamente más vencido como el mío, lo razonó de una manera un poco menos acorde con la moral patriótica que nos debería enorgullecer. Lo más cercano a la libertad que podemos llegar a tener, es simple y llanamente la subordinada elección de la cultura de masas.
El mexicano es una mezcla de todo aquel que nos ha vertido (y de los que nos verterán) un poquito de flagrante cultura populachera (no tanto popular), multiplicada a la potencia de la irracional naturaleza surrealista que siempre he defendido. El mexicano, pues, es un coqueto muñeco voodoo vestido de charro futbolero con cerveza en mano - por aquello de que se nos desarrolle la costumbre del deporte - y actitud de galán machista pueril y contracultural que en ocasiones le da por vestirse con la camisa de moda (en los tonos de la temporada), con la absurda creencia de que siendo una homogénea plasta para con el todo, llamará más la atención. El mexicano es creencia vil, por eso la virgen, la policía y el fútbol, por eso cuando El Papa vino a esta tierra lo inmortalizamos con la rola de un brasileño. Por eso adoptamos a cuanto “artista” de las bajas legiones del mundo; porque somos creencia y creemos en él. Por eso celebramos la independencia con toques mexicanos que después pisamos; porque pretendemos lo que se debe en cada contexto que nos es dado.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Ar-ma-ge-dón

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Un día me encontré con la cruel realidad de un domingo ya entrada la tarde - cuando uno quiere distraerse un poco del mundo y este lo abofetea fuertemente con la programación del televisor. No importa que sistema de cable o satélite se tenga, uno nunca encuentra nada bueno; lo que envuelve con una misteriosa tela de interesante a la programación nacional. En aquella ocasión estuve tentado a ver los maltrechos y penosos “realitys” de televisa. Me detuve, me regañé, me imaginé en el fin del mundo y me petrifiqué. He aquí lo que escribí inspirado en ese instante.

AR-MA-GE-DÓN.

Ruinas, ruinas y más ruinas. Posiblemente debemos irnos acostumbrando a observar dichas imagines en el televisor (el verdadero mejor amigo del hombre… …flojo), instruirnos a la visión del post-apocalíptico mundo que desde niños se nos mostraba en caricaturas como Thundar el Bárbaro. Puentes caídos en estados unidos (sí en minúscula), China y próximamente en… (mejor no profetizo nada), así como la mina derrumbada en Utah que dejó sepultado a todos sus trabajadores, que como severa lección para todos nuestros conacionales, nos demuestra que este tipo de tragedias no son exclusivas de nuestros territorios. Y ya para que todo quedase más claro, dentro de dicha desventura internacional, mandamos a nuestros representantes nacionales; en eso sí nadie nos gana - el otro día, por ejemplo, rememoraba aquello del fuego eterno en Francia que resulto no ser tan eterno después de su encuentro con un paisano en el mundial -.
Y es que con esto de dichos paisajes derruidos, el calentamiento global y sumando el estado de las carreteras que tenemos en el país, así como los agobiantes topics de los reallity shows (con todo su nombre cache), empieza a formarse en mi mente la imagen que muchos han tratado de imponer desde algunas décadas atrás, respondiendo aquella milenaria pregunta ¿Cómo será el futuro?
Es ahora que empiezo a observar el futuro, como presente inmediato y luego como un pasado no lejano que no deja de ser elemento para una lectura más a futuro, que me doy cuenta que malgaste parte de mi fe al confiarles esa visión a algunos de mis directores favoritos. Siendo el 2007, nada de este mundo tiene una connotación con todas esas cintas de ciencia ficción, que en efecto, si mostraban una vida pos-revolucionada después de un cataclismo natural, mora, ético y/o político que había trastocado los mismos nodos de origen social del mundo.
Revalorando todos estos factores y observando los primeros indicios de mutación (¡cuanto feo se encuentra uno ya en la calle!), me he tirado ya a un vicio imprescindible de nostalgia y terror. Jamás me imagine un futuro tan caótico e hilarantemente surrealista como el que estamos viviendo, es más, no creo que ninguna mente, por más imaginativa e inteligente que fuera, lo habría llegado a pensar.
Cautelosamente camino por las calles sin saludar a mucha de esa gente con la que he de luchar por un pedazo de pan y una gota de agua en unos cuantos años, a la que dentro de poco tendré que acusar de traición a la soberanía autoritaria de los que se quedaron con el poder, el dinero, las bellezas naturales y todo lo que nos unía con el medio ambiente para sentirnos parte de una creación divina (sin tener que manifestar un sentido de deidad).
Posiblemente cohabite debajo de uno de los tantos puentes caídos (y no gracias al cataclismo), sobrellevando el hambre, la sed y sobre todo el placer cultural. Me imagino que para esos años podré comprar otro tipo de placer con algún buen disco de antaño, de esos que desde hoy he empezado a cuidar más para poder sobrellevar la post-apocalíptica que nos deparará a todos.
Y varado en ese terreno de lo que alguna vez fue, meditare lo que alguna vez observe y viví, los niños se me acercarán para que les cuente historias fantásticas llenas del ya inexistente color verde. Así será mi vida, sí, un poco cruel y triste pero que a ciencia cierta, debo admitir, tendrá un nexo con el pasado más bochornosa de esta época. Puedo jurar que en ese árido e infecundo mundo que heredaremos, los timbiriches seguirán siendo escuchados y tocados; como una muestra de lo que debimos erradicar para los que recordamos, y aún como una hipnosis social para los ignaros que no deben de pensar en el mal que se le hace a la comuna. No cabe duda, televisa lo logrará.

De Regreso

EL BOLSILLO IZQUIERDO

En forma de cuento escribí en la ocasión en que tuve que presentar esta columna. No tenía mucha tela de donde cortar para una opinión acerca de lo que en ese momento se presentaba en las noticias, así que me dirigí a mi buena e imaginaria banca de parque donde todo pasa… … he aquí otra de esas cosas que suceden.

DE REGRESO.

…Y nos encontrábamos sentados en la misma banca del parque; ella con el sol de frente – había decidido no sentarse en la parte en la que daba sombra el edificio contiguo – contando cierto relato de abandono y desazón; y yo, apacible, únicamente respiraba su historia.
Nos habíamos encontrado súbitamente mientras me sentaba en la banca que ella había elegido para tomar el sol. Su rostro estaba sonriente de lágrimas, deslumbrante ante ese sol que lentamente quemaba el daño de quincenas pasadas – en el último par de años había aprendido a contabilizar las fechas por medio de las fechas de pago -.
En cambio, para mí, ese día no había tenido nada en especial; salvo el instante aquel en que casi nos atropellaba (a unos cuantos y a mí) uno de esos camiones de servicio urbano, y los momentos en que mi miedo “animal” se había manifestado al ladrarme un perro y al abalanzarse sobre mí una de esas malditas palomas del parque; hechos ya bastante comunes y coloquiales, no obstante, eran lo más parecido a algo que pudiesen darle color al grisáceo día que había amanecido para mí, - juro que no volveré a levantarme por la parte de enfrente de la cama.
Cansado de buscar una aventura, y agotado de correr por aquella empinada subida después de oír el rugir de un perro enorme (basándome en el decibel de su consecuente ladrido), opte por buscar una sombra. El único rincón en que se asomaba un lúgubre espacio para descansar del quemante sol era a lado de esta mujer que estaba por conocer.
No puedo decir que no era bella, pero creo que todos sabemos aquí que alguien con un dejo de tristeza nunca ha de mostrar su mejor rostro. Ese siempre viene acompañado con el desfigurado semblante de una buena carcajada, y más si esta proviene de una burla con trasfondo de tragedia humana. En fin, no puedo decir que no era bella; lo que agradezco de sobremanera, digo, era una mujer bastante atractiva, y si bien me la hubiera topado en su rutina de alegría, no se que tantos malos pensamientos habrían pasado por mi cochambrosa mente.
Había dejado de llorar aproximadamente media hora atrás. El tostado de sus lágrimas lo delataban casi con exacta precisión. Yo me senté, un poco consumido por el temor infundido de aquellos pesados ladridos, y segundos después de un ataque aviar.
Al principio no me percate de su desconsuelo; eso sucedió cuando mi perversa naturaleza empezó con su accionar, y mi alocada lógica comenzó a preguntarse porque esta loca mujer – nótese ya como el calificativo predominaba – no había elegido la parte con sombra y dejar a algún mísero ser la parte con sol en este día con exceso de calor (en este caso yo). Estaba en eso cuando mire de reojo el rostro de esta loca mujer, estaba en eso cuando me percate que al parecer, ella ni siquiera sentía el calor de ese sol que quemaba su sonriente olor a tormento.
Al verse acompañada cerró sus ojos y agacho la mirada; pero no pudo contener el habla. Platicaba sola su desgracia, yo respiraba su historia de una manera apacible, tratando de entender el lenguaje extraño pero familiar con el que la contaba.
Éramos dos personas que se habían conocido como sólo las personas se pueden conocer; de una manera tan común que se convierte en especial.
Ella era una mujer bella, alejada por mucho de su hogar – lejos de casa como suele decir un amigo – y que cargaba un penar ajeno, no muy justo que digamos. Yo era un tipo asustado por lo coloquial y común de mi territorio – de mi casa –. Éramos dos personas que no se podían del todo definir…
…Y nos encontrábamos sentados en la misma banca del parque; ella con el sol de frente, y yo, en medio de las sombras…