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lunes, 24 de septiembre de 2007

El Desesperar de los Muertos

REDONDO.

El Desesperar de los Muertos.
(Shaun of the Death. Edward Wright, 2004).

Cuando George Romero presentó al mundo su primer filme “La noche de los muertes vivientes” en 1968, dictaba con un muy bajo presupuesto un discurso más inteligente de lo que implicaba una película independiente acerca de muertos que despertaban de su eterno letargo. En el entramado de su historia advertía un alejamiento humano de la humildad, la compasión y la humanidad misma. Romero ubicaba al humano rendido ante una cultura de consumo bajo el naciente género del cine gore, abrazando parte básica y fundamental de las religiones sincréticas de Haití.
Después de esto, generaciones de realizadores se desbordarían ante la creciente hechura de este tipo de cine, un cine que no muchos aceptaron en ese momento y que aún sigue siendo rechazado. Bien dice Andrés Pascoe Rippey, experto en el cine zombi: “La gente educada, culta y fina suele ver con desprecio las películas de muertos vivientes. En parte tienen razón. Los fans del cine zombi – y del cine de terror en general – son una especia con una gran tolerancia a las malas películas, dispuesta a ver cosas que la mayor parte de la gente nunca vería.”
A casi 40 años de la aparición de los muertos vivientes en el cine, y posterior a que muchos de los cineastas que comenzaron en este estilo pasarán a las grandes ligas de la industria, encontramos a Romero aún enamorado de sus seres, de su doctrina acerca del humano contaminado por la política y la mercadotecnia. En una etapa de rezago ante este culto, salvo remakes que no agregan nada al género, es que nos topamos con el filme “El desesperar de los muertos”; comedia tributo a este mundo dentro del séptimo arte; un entretenido largometraje que nos divierte partiendo del culto que nos atrapa con una hechura pocas veces vista dentro de este tipo de cine.
Lejos de acercarse a la doctrina de Romero de manera eficaz - y en varias partes de fina manera - lo que absorbe a la trama principal de esta película es el quebranto irónico en una avanzada premisa de romance. Un muy sutil humor negro que avanza ironizando el modus vivendi de una contemporánea sociedad inglesa.
Edgard Wright, su director y Simon Pegg, coguionista en conjunto con el director - y a la vez personaje principal - nos contextúan desde el inicio en el bunker que siempre establece el género. Lo irónico se establece desde la naturaleza del tributo, ahora no es un centro comercial el retenedor de la masa consumista, sino un bar inglés el que será el testigo fiel de todas las resoluciones habidas y por haber en un mundo contextuado en el presente. El amor, el dinero, la vida, la muerte y la familia se basarán en las últimos pedimentos que se encargan ante el misterioso ser que ha de verter en nuestros vasos - Algo ya llevado a la pantalla de buena manera por Fred Schepisi en el 2001 en su filme “The Last Orders”.
El desesperar de los muertos despierta bajo el manto tendido de la rendición de un tributo, sin más miramientos que el exacerbar un poco los clichés de una situación de crisis de identidad personal, que se ve reflejado en una homogénea relación amorosa - que pide a gritos un cambio y una renovación - y el alejamiento familiar causado por el rencor de los años que mantienen a Shaun, nuestro protagonista principal, recluido en un trabajo adolescente al ya casi llegar a la tercera década de su vida. ¿Cómo te va?, le pregunta Yvonne, en cada encuentro casual que tienen durante el filme; obviamente el concepto de sobrevivencia cambia, madura. El amor, la lucha por la vida y el derrocamiento de la muerte bajo el ímpetu del consumo por un casual consumidor fiel a su proveedor es, tal vez, el máximo discurso que tiene esta película. Pero no podemos pedirle más a esta enternecedora comedia que garantiza un atrevimiento dentro del género, tal vez el único después de “Bad Taste” del entonces debutante Peter Jackson. Este filme es en realidad lo que promete ser, una divertida comedia romántica británica repleta de zombis de buena manufactura.
El hecho consumado de un buen rato frente a la pantalla y de unas buenas risotadas es algo ya no tan visto ni siquiera en las comedias burdas de los estadounidenses. El desesperar de los muertos es un buen momento, un tiempo ganado en la sonrisa y en el recuerdo de una película que recomendar sin más miramientos que el hecho de disfrutar de una agradable pesadilla.

El Desesperar de los Muertos de Edgard Wright.
Calificación: 2.5 De 5 (Regular, divertida).

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