Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

lunes, 10 de septiembre de 2007

De Monos y otras cosas

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Fue después de una premiación de fotografías de la World Press que escribí lo siguiente acompañado de mi cotidiana divagues. En aquella ocasión (cuando escribí la consecuente columna que podrán leer) me imagine; no una buena foto, sino un fatídico e hilarante momento para plasmar una; así como su invariable historia detrás. Todo lo combiné con un poco de moneros (que en ese momento leía mucho) y le di fin.

DE MONOS Y OTRAS COSAS.

Estaba pues divirtiéndome con estos personajes de los moneros mexicanos, y es que ante todo debo admitir que mi parte favorita del día es cuando el diario llega a mi casa. Extraña esta palabra con que también se nombra a los periódicos: diario. No es más que certera y a la vez no tan apta, pues si bien en estos ejemplares de diversos tamaños se coloca el acontecer del país, la región y el mundo entero, no deja de tener un hueco en la realidad tan extensa que no logra redactar: ese espacio vació que nos deja (a nosotros los lectores humanos) por el simple hecho de saber más que el. El diario del mundo tal vez tenga los ojos un poco cerrados para los eventos que gratamente recordaremos en nuestros últimos días de vida.
Mi diario no muestra la figura de Don Pedro cayéndose del techo de la tienda de la esquina segundos después de haberse robado el cable, ni enseña la fotografía de este en su cama de hospital con la otrora y legendaria bendita pata goleadora del barrio allá por los 80´s. No señala en su titular la historia de tantos campeonatos ganados ni las palabras de este arquetipo de campeón en la colonia en forma de declaración oficial. No obstante, encuentro parecida su manifestación con la de aquel que dijo que no nos volverían a saquear.
Las medias horas se empiezan a conjugar en medios días cuando llego a la sección Internacional, es ahí cuando me dirijo a las fotos de las agencias internacionales, no dejo de especular en como una tragedia puede ser una imagen tan bella, bien compuesta tanto en líneas como en color, esos ángulos tratando de captar la poca luz de esos cuerpos necesitados a través del sol y sus siempre acompañantes rayos.
Así que no paro de imaginarme como sería la foto de Don Pedro en esa sección, tal vez lo hubieran captado cayéndose, o tal vez su rostro lleno de dolor cerca de su cabecera en la habitación de hospital, claro que la mejor imagen hubiera sido la de él robándose el cable de la tienda de la esquina dando espacio, en la misma fotografía, a ver como existen estas ilegales conexiones en todos los techos de la colonia. En fin, esto es un hecho implícito en la sociedad, nunca aparecerá en mi tan querido diario. ¿Qué sería si el presidente se cayera frente a los reporteros, aunque no le pase nada? Recuerdo de aquel que se quedo atorado en el elevador.
Justamente es mi parte favorita del día cuando abro la puerta y veo a sus pies mi periódico, me encanta leer el encabezado principal desde el aire y en dirección opuesta, después le trato de tomar forma a la foto y levanto ese conjunto de papel, le doy la vuelta y puedo observar todas esas noticias secundarias. Don Pedro no apareció en esta edición, tal vez en la diurna.
Pero seamos sinceros, ¿quien pone las cosas habituales en su diario personal? (si es que alguien todavía tiene ese vago recurso de autoestima y apoyo de memoria y desenfreno al miedo del olvido total). Todos tratan de colocar esas cosas especiales, de tal forma que si alguien abre ese libro, tan mal redactado, piense que está leyendo la vida de alguien que tuvo la fortuna de vivir todas esas experiencias maravillosas que la vida nos da. Todos editamos parte de nosotros todos los días, por eso sigo queriendo mi diario.
Me encanta saber que alguien ve al mundo de forma general (en ocasiones de forma más que general), dejándome contar la historia de Don Pedro como se me plazca. Yo también edito cosas que pasan por estos lares.
Así que leo el periódico todos los días, para recordar las pequeñas historias que pasan y que nadie sabrá, entonces me detengo con los moneros, me rió media hora y sigo leyendo.

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