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miércoles, 5 de septiembre de 2007

Vírgenes Suicidas

REDONDO

Vírgenes Suicidas.
(The Virgin Suicides. Sofia Coppola, 1999).

Paul Valéry dijo alguna ocasión que “no existe un ser capaz de amar a otro tal como es. Lo que es real no puede ser deseado, pues es real”. El amor, pues, no es palpable, es un ideal que en ocasiones queda en las reminiscencias de una vida que flota en nuestros más profundos recuerdos, carentes, obviamente, de una respuesta lógica. De un entramado que nos guía a armar el rompecabezas de lo que nunca se dio, del misterio pasado que enjaula un presente que igualmente flota en esta la primera cinta de Sofia Coppola como directora.
Vírgenes Suicidas, pues, abandona la razón y el ser de sus protagonistas desde los primeros minutos de la trama, las aleja de todas sus razones y pertenencias, desde su sangre (que cae ensimismada en la carta de un santo) hasta la ilusión juvenil representada por una corona. De esta manera, las ubica como la conciencia del misterio, la contemplación de un colectivo que nunca logra detallar la secuencia de eventos que les dieron fin, un colectivo inocente que bien se da a la tarea, ocasionalmente, de tratar de unir las piezas para encontrar una lógica, una lógica desaparecida por los años que, inconcientemente, les devuelve su propia inocencia.
A través de la mirada de unos jóvenes, representados por una voz unitaria, Sofia Coppola se da a la tarea de inscribirnos en la historia de las hermanas Lisbon, 5 bellezas imposibilitadas para todos aquellos que han soñado con tenerlas.
Por medio de una vida dura y disciplinar que modela el encrespado misterio que las envuelve, pues pocas veces las sentimos humanas, Coppola disfraza y detiene el destino de sus protagonistas claramente mediante los atributos de lo que será, inminentemente, su último destino; su hogar; pues nunca saldrán de el con vida. Un amenazador baúl que les ha hecho perder la oportunidad de sentido común, convirtiéndolas en símbolos precisos de deseo, detrás siempre de algo, de una puerta, de un carro, de un salón, un cuarto, un árbol que anuncia su sentencia detrás, también, de un aviso de tala.
Una incógnita que despierta el nacimiento de un placer que se nos revela al final de la película, en un espacio – tiempo donde el olvido opaca la leyenda de estas hermanas ya desaparecidas; cuando el aire envenenado está y en las adineradas y poderosas familias se trazan los destinos de un pueblo también destinado a morir - bajo máscaras con que brindar en una ceguera social ante los problemas reales. Las futuras generaciones se alejarán de la ciudad, se convertirán en artistas, abogados; en demás egresados de grandes universidades.
Los fantasmas pues, reinan en el presente de este colectivo que narra los hechos en los que está fabricada la cinta de Sofia Coppola. Un entramado que abraza, hasta asfixiar, los principios morales de un mundo moderno que impera bajo los lineamientos de los derechos humanos y la equidad de género. Una duda que no se borra, pues el amor no es palpable.
La voz unificada de estos jóvenes, testigos fieles y fatales del origen de su duda, como guía de tantos años no descritos en que han tratado de amar el rompecabezas. Un acertijo que comenzó a tener sentido - con tintes heroicos - con una comunicación indirecta y a distancia, por medio de teléfonos y frases de música popular de le época. El rol del héroe, pues, está presente en el colectivo al ser el último eslabón, el contacto directo justo para verlas morir y con ellas su rol. No obstante, la figura clave en la pérdida de sus esperanzas, se representa en un campo de fútbol con el abandono del posiblemente verdadero héroe que aún, en el presente representado, no logra captar que su pena se basa únicamente en el haber entendido el destino fatal e inminente de estas bellezas. La muerte, igualmente, colectiva.
Sofia Coppola personifica el misterio desde los sombríos ojos de una inocencia crecida que intenta, recalcitrantemente, olvidar un amor que no se tuvo. Nos coloca de frente a esa casa abandonada que juntos vimos cambiar y nos aparta de la mirada que nos tuteló. Al final, todo recae en la mortalidad de los seres que nos mostraron lo impalpable del amor. “Lo que es real no puede ser amado, pues es real”.
Vírgenes Suicidas es, pues, un presente flotante que narra, por medio de una voz unificada, el misterio del primer amor, el fantasma de un misterio que jamás será respondido - en primera para no dejar de ser misterio y en segunda para no dejarse olvidar. Reescribe una leyenda que se conserva en el pasado habitado de un hogar de modestos detalles que pide a gritos - silenciados - una vida moderna. Un mito para siempre perdido, que al igual que el presente, deja flotando los años de inocencia perdida. Un recuento falaz de la ignominiosa creencia de la eternidad de la belleza.

Vírgenes Suicidas de Sofia Coppola.
Calificación: 3.5 De 5 (Muy Buena).

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Pareciera que si pero no, no leí tu reseña justa y precisamente para que no interfiriera con el desarrollo de la mía, pero mas sin embargo en cambio aún, creo que se parecen mucho ambas dos, cosa terrible porque tu puedes interpretar que me la piratie... que tristillo