EL BOLSILO IZQUIERDO
Esta columna, la cual nunca llegó a cuajar del todo, la redacte con la tesitura de una cuestión fundamental para mí. ¿Qué hubiera sido si los grandes artistas de la historia hubieran sido mexicanos?
MOMIAS.
En ocasiones me pregunto muy ilusoriamente, por no decir insignificante y sin sentido, ¿que habrían realizado tantos grandes autores si hubieran sido partidarios de nuestros coloquiales dolores?, ¿si hubieran estado inmersos de toda esa magia que mueve los ánimos de las historias callejeras; en ocasiones sin sentido, en otras, con un sentido mayor al de la misma comprensión mortal? Y es que siendo un extraño amante de estas tierras, debo exteriorizar mis más profundos y secretos anhelos imaginarios: “Un frenético país donde algunos peritos del arte, predilectos por varios sectores de la sociedad, cohabiten en un estado anacrónico de la eternidad”. Es decir, siempre me pongo a pensar, estupefacientemente, que habría sido de la obra de aquellos que algunos admiran de haber nacido en estas latitudes de elegante extrañeza natural.
Es así que en mis alargados ratos de ocio me pongo a ubicar a todos esos hábiles - en algo - dentro de esta sociedad nuestra. Entonces me cuestiono si su trabajo habría sido el mismo. Por razones de la lógica uno bien supone que por el simple hecho de estar en otro lugar, la obra en si, hubiera cambiado. Pero debido a lo fútil del ejercicio, pues bien invento que esa suposición no existe y empiezo a divagar entre toda esa gama de personalidades que han escrito alguna buena oración en las imborrables, y siempre amarillentas, paginas de la historia. Meramente, si soy sincero, es una vil y corriente acción en contra del aburrimiento que me sobrepasa por no querer leer algún libro.
Así que en mis alegatos “mexicaneros” (permitiéndome inventar este nuevo vocablo) la duda me sobrepasa siempre que miro al sol de frente. ¿Habría sido la cerveza el referente favorito de Bukowsky en su poesía? ¿No habría conjugado, tal vez, otras tantas bebidas populares como el pulque, el aguarrás, el mezcal o bien, toda esa gama de marcas surrealistas de caña barata? ¿Hubiera sido necesario para Leonard Cohen ese resguardo de años en el Tibet? ¿No habría sido un equivalente nacional de pureza; el simple hecho de encerrarse una semana en su casa sin prender el televisor ni la radio? ¿Habría escrito esa frase de que ir a la casa de empeño no lo hace adicto? ¿Y Lovecraft? ¿Habría escrito sobre tantos demonios, o bien hubiera simple y llanamente escondido los nombre reales de tanto político de miedo? Y si nos ponemos más “poperos “¿La banda esta de “The Beatles” hubiera cantando sinceramente eso de “All you need is love”? ¿No habría sido más sensato algo así como “All you need is a joke”, o bien “All you need, sucks?
Ejemplos hay para tirar y jamás terminar de recoger, el asunto preocupante aquí, es que en esto de la divagación se me pasa un tiempo serio que bien pude utilizar para hacer algún bien. En fin, yo sí vivo aquí y bien puedo tomar esa fortuna como una excusa perfectamente sensata.
Y el otro asunto de desconcierto es que por razones de ignominia social, pues el artista mexicano debe alejarse de esta forma natural de expresión para ir al extranjero a recibir verdaderos y merecidos elogios. Lamentablemente, el eco de esos logros sólo lo logran los pseudos-artistas o nada-artistas nacionales (o bien los que apoyamos aquí y los hacemos sentir como locales) y que llenan los mediocres espacios mediáticos de espectáculos con sus muertes. Repletas de un cierto halo de misterio sobre una vida conglomerada en prepotencia, plebeyez y adicción. O bien, mientras la muerte no arriba, llamar la atención con falsos amores y rumores sobre esto y aquello, y que en realidad no debería importarnos.
Así que siendo parte natural del ocio nacional, en ocasiones me pongo a errar sobre los destinos de aquellos que bien solemos conservar por saber errar mejor que nosotros.
Esta columna, la cual nunca llegó a cuajar del todo, la redacte con la tesitura de una cuestión fundamental para mí. ¿Qué hubiera sido si los grandes artistas de la historia hubieran sido mexicanos?
MOMIAS.
En ocasiones me pregunto muy ilusoriamente, por no decir insignificante y sin sentido, ¿que habrían realizado tantos grandes autores si hubieran sido partidarios de nuestros coloquiales dolores?, ¿si hubieran estado inmersos de toda esa magia que mueve los ánimos de las historias callejeras; en ocasiones sin sentido, en otras, con un sentido mayor al de la misma comprensión mortal? Y es que siendo un extraño amante de estas tierras, debo exteriorizar mis más profundos y secretos anhelos imaginarios: “Un frenético país donde algunos peritos del arte, predilectos por varios sectores de la sociedad, cohabiten en un estado anacrónico de la eternidad”. Es decir, siempre me pongo a pensar, estupefacientemente, que habría sido de la obra de aquellos que algunos admiran de haber nacido en estas latitudes de elegante extrañeza natural.
Es así que en mis alargados ratos de ocio me pongo a ubicar a todos esos hábiles - en algo - dentro de esta sociedad nuestra. Entonces me cuestiono si su trabajo habría sido el mismo. Por razones de la lógica uno bien supone que por el simple hecho de estar en otro lugar, la obra en si, hubiera cambiado. Pero debido a lo fútil del ejercicio, pues bien invento que esa suposición no existe y empiezo a divagar entre toda esa gama de personalidades que han escrito alguna buena oración en las imborrables, y siempre amarillentas, paginas de la historia. Meramente, si soy sincero, es una vil y corriente acción en contra del aburrimiento que me sobrepasa por no querer leer algún libro.
Así que en mis alegatos “mexicaneros” (permitiéndome inventar este nuevo vocablo) la duda me sobrepasa siempre que miro al sol de frente. ¿Habría sido la cerveza el referente favorito de Bukowsky en su poesía? ¿No habría conjugado, tal vez, otras tantas bebidas populares como el pulque, el aguarrás, el mezcal o bien, toda esa gama de marcas surrealistas de caña barata? ¿Hubiera sido necesario para Leonard Cohen ese resguardo de años en el Tibet? ¿No habría sido un equivalente nacional de pureza; el simple hecho de encerrarse una semana en su casa sin prender el televisor ni la radio? ¿Habría escrito esa frase de que ir a la casa de empeño no lo hace adicto? ¿Y Lovecraft? ¿Habría escrito sobre tantos demonios, o bien hubiera simple y llanamente escondido los nombre reales de tanto político de miedo? Y si nos ponemos más “poperos “¿La banda esta de “The Beatles” hubiera cantando sinceramente eso de “All you need is love”? ¿No habría sido más sensato algo así como “All you need is a joke”, o bien “All you need, sucks?
Ejemplos hay para tirar y jamás terminar de recoger, el asunto preocupante aquí, es que en esto de la divagación se me pasa un tiempo serio que bien pude utilizar para hacer algún bien. En fin, yo sí vivo aquí y bien puedo tomar esa fortuna como una excusa perfectamente sensata.
Y el otro asunto de desconcierto es que por razones de ignominia social, pues el artista mexicano debe alejarse de esta forma natural de expresión para ir al extranjero a recibir verdaderos y merecidos elogios. Lamentablemente, el eco de esos logros sólo lo logran los pseudos-artistas o nada-artistas nacionales (o bien los que apoyamos aquí y los hacemos sentir como locales) y que llenan los mediocres espacios mediáticos de espectáculos con sus muertes. Repletas de un cierto halo de misterio sobre una vida conglomerada en prepotencia, plebeyez y adicción. O bien, mientras la muerte no arriba, llamar la atención con falsos amores y rumores sobre esto y aquello, y que en realidad no debería importarnos.
Así que siendo parte natural del ocio nacional, en ocasiones me pongo a errar sobre los destinos de aquellos que bien solemos conservar por saber errar mejor que nosotros.
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