Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

viernes, 14 de septiembre de 2007

Hoy

EL BOLSILLO IZQUIERDO

Esta columna fue escrita pensando un poco en el pesar cotidiano de los días. Vienen, se van y regresan de nueva cuenta. Es un ciclo malicioso que ha de terminar algún día con nuestra vida. Sintiéndome aprisionado, fue que traté de darle un poco más de sentido a esa cárcel.

HOY.

“Los días comienzan y se acaban”, nos dice una canción, y si mal no recuerdo, nos lo decía también una película. “Y es que ahí el tiempo es muy largo” acababa diciendo, repito, si mal no recuerdo.
Pero es que al final de los casos, todos los casos - incluyendo los de la cocina - es de ahí que parte el encanto del cotidiano accionar de todas las funciones que nos dan la vida; el saber que en algún momento han de detenerse para dar paso a un tiempo aún más largo.
“Los días comienzan y se acaban”, y mientras ese transcurrir sucede, a mí me da el tiempo exacto para salir a caminar un rato, saludar a unos cuantos conocidos en el camino y platicar un rato con el aire todas sus historias; mientras ellos van quedado atrás. - Ese de allá es Orlando, un adicto al desamor, ¿Qué cómo es un adicto al desamor? Digamos que le encanta enamorarse de quien sabe, lo va a dejar. De esa manera siempre está un poco a la búsqueda de alguien más (según él, el amor verdadero) y mucho muy triste por aquella que lo acaba de traicionar (el que no lo fue, según él, claro). Posiblemente después de Orlando nos encontremos a Raúl, él cree en la resurrección, es más, dice estar en su sexta vida. Un día le cuestione que si después de tanta experiencia no se ha percatado de la ineficacia de seguir siendo humano, pero no supo que contestarme en realidad.
Orlando y Raúl, o tal vez al revés, o tal vez otras personas; no siempre he de tomar las mismas calles para llegar al mismo sitio. En ocasiones, incluso, camino sin rumbo fijo, sin oficio propio, con faena ajena; dejándome llevar por los momentos que se van suscitando a mis alrededores. Sé que por mucho que me apure, se me irá haciendo tarde; al fin y al cabo, “los días comienzan y se acaban”.
Los días…
Comienzan cuando uno abre los ojos con el objetivo de acabar cansado de trabajar y disfrutar de dichas pláticas, cuando uno requiere de dicha comodidad para acabar en los brazos de una bella mujer, o pareja, o bien de la suma - en importancia - tristeza que corteja desde hace algunos años el buen Orlando, y a la cual, no ha logrado conquistar del todo.
Terminan cuando se decide cerrar los ojos con la esperanza de reabrirlos en un lugar mejor, o bien, por lo menos, en el mismo sitio que uno dejo al retirase para dirigirse a la onírica experiencia de volar, de volar y ser acompañado por esos mismos brazos en los que uno se está reconfortando en la plena experiencia de vivir soñando.
“Los días comienzan y se acaban” Esa es su naturaleza, al igual que la nuestra, en ocasiones hasta pienso que todos estamos hechos, verdaderamente, de tiempo y no de ese amor del que habla todo el mundo.
Claro está que en ocasiones ni siquiera salgo de casa, me guardo un poco de la lluvia, el sol, el polvo, el frío, el calor, o cualquier situación en que nos ponga la eterna y repetitivamente, moribunda jornada.
En ocasiones, únicamente, me doy el tiempo para comer un pequeño pedazo de pan para “bajármelo” con un poco de leche fresca o un buen café en compañía de alguna buena plática; (las pláticas con pan y café son buenas). Y claro, siempre he de encontrarme con aquellas buenas conversiones que me sitúan, no como el que camina y deja todo atrás, sino como el estático que es dejado atrás. Me pongo del otro lado de ese diario rolar y me rió en la soledad del hogar. Espero que la última gota de sangre del día caiga y yo pueda irme con el (de la mano).
Todos tenemos nuestros ratos en que no queremos saber de todas esas “malas-nuevas”, tan sólo queremos recordar las calles como bien las dejamos y no enterarnos del nuevo bache noticioso. Al fin y al cabo, algún día tendremos que volver a sentirnos parte de la lluvia, el sol, el polvo, el frío, en fin, del mundo, “Y es que ahí el tiempo es muy largo.”

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