EL BOLSILLO IZQUIERDO
Esta entramada de letras, frases y enunciados nace de mí muy particular visión del 14 de Febrero. Lejos de tener mi particular humor negro mezclado con rencor, es de los escritos más optimistas que he realizado.
FELIZ “MAÑANA”.
Título en está ocasión de esta manera por dos razones muy diferentes: una que tardará en explicarse en casi todo el escrito por su ambigüedad social y la otra con la que terminaré y que al igual que los máximos misterios del mundo, se resuelve de la forma más simple y sencilla.
Empiezo con el mañana inmediato, que es como suele pensar nuestra mortal y temerosa memoria.
Mañana es mañana, o séase, el afamado día de los enamorados, porque para ser sinceros eso de la amistad queda a un lado, a menos que usted aún tenga pensamiento de secundaria y la posibilidad del fracaso le mantenga en el límite entre el temor y la aventura del “lance”. En todo caso, usted siempre buscará de manera más ahondada el amor que la amistad el día de mañana.
Y solos, pero no tan solos, es como estaremos un buen número de personas deambulando por la ciudad pensando en cosas triviales (como todos los días) mientras la economía circula alrededor de los puestos de flores, globos y regalos de ultimo momento.
Pero al igual que el resto, engalanaremos nuestras cajas vacías que tenemos por cerebro (quien puede decir que la utiliza a su máxima capacidad) con un papel multicolor y moñitos realizados con finos materiales. Y no obstante es que no andemos concientes de lo que acontece (aún si uno quiera pasarlo por alto, las parejas en los parques y los incluyentes anuncios de moteles nos lo recuerdan) sino que hemos logrado convertir la soledad en un ente colectivo, donde cabe más de una persona, donde el caminar dialéctico no se haga más en un género de monologo, sino en un debate en pro de un buen momento, donde el enigma social sea respetado de igual forma en aquellos que figuran en la minoría. El amor no se compra en cajas, se construye con regaños y años. El día de mañana es tanto un buen día como para recordarlo como para bien obviarlo.
En estas cuestiones amorosas ha habido un cambio un tanto radical en cuanto a la perspectiva del buen regalo, del “especial” momento. Ahora veo con asombro que los momentos especiales no son aquellos en que uno se sienta homogeneizado con el otro, ahora se debe fabricar con grandes y costosos detalles. En todo caso, quien lo haga, lo hace por que quiere y en ese instante lo sentía. La oposición no es el contexto de este escrito, tan sólo el perdón social de aquellos que la pasaremos en nuestra soledad colectiva (como todos los días en que queremos conversar y reír) y no congeniamos con la idea “de mañana”, no así con la “del mañana”.
El mañana es mañana, previendo en nuestro derivar de actitudes una mejor afinación de remembranzas con nuestro diario quehacer, el cual se ejecuta entre charlas, risas, cervezas y de vez en cuando una partida de recuerdos.
Así que titulé en esta ocasión con un mensaje simple, un mensaje que bien podría considerarse como doble pero que en realidad es tan sólo uno: propositivo y bastante sencillo. Sea como usted sea y sea como yo sea, nadie se merece tener un desagradable día.
No hablemos de mañana únicamente (y creo que es aquí donde todo empieza a tener dirección) sino del mañana también, no cercenemos a todos aquellos de frescos pensamientos o viejos pesares, elevémosles o bajémosles a nuestro territorio, creemos una unidad social y levantemos los tragos (finos o no, embotellados o en algún recipiente de plástico, sea cual sea) y deseémosle suerte. Es así que escribo hoy, sin saber en que mañana piense usted, deseándole un sincero y feliz, muy feliz “mañana”.
Esta entramada de letras, frases y enunciados nace de mí muy particular visión del 14 de Febrero. Lejos de tener mi particular humor negro mezclado con rencor, es de los escritos más optimistas que he realizado.
FELIZ “MAÑANA”.
Título en está ocasión de esta manera por dos razones muy diferentes: una que tardará en explicarse en casi todo el escrito por su ambigüedad social y la otra con la que terminaré y que al igual que los máximos misterios del mundo, se resuelve de la forma más simple y sencilla.
Empiezo con el mañana inmediato, que es como suele pensar nuestra mortal y temerosa memoria.
Mañana es mañana, o séase, el afamado día de los enamorados, porque para ser sinceros eso de la amistad queda a un lado, a menos que usted aún tenga pensamiento de secundaria y la posibilidad del fracaso le mantenga en el límite entre el temor y la aventura del “lance”. En todo caso, usted siempre buscará de manera más ahondada el amor que la amistad el día de mañana.
Y solos, pero no tan solos, es como estaremos un buen número de personas deambulando por la ciudad pensando en cosas triviales (como todos los días) mientras la economía circula alrededor de los puestos de flores, globos y regalos de ultimo momento.
Pero al igual que el resto, engalanaremos nuestras cajas vacías que tenemos por cerebro (quien puede decir que la utiliza a su máxima capacidad) con un papel multicolor y moñitos realizados con finos materiales. Y no obstante es que no andemos concientes de lo que acontece (aún si uno quiera pasarlo por alto, las parejas en los parques y los incluyentes anuncios de moteles nos lo recuerdan) sino que hemos logrado convertir la soledad en un ente colectivo, donde cabe más de una persona, donde el caminar dialéctico no se haga más en un género de monologo, sino en un debate en pro de un buen momento, donde el enigma social sea respetado de igual forma en aquellos que figuran en la minoría. El amor no se compra en cajas, se construye con regaños y años. El día de mañana es tanto un buen día como para recordarlo como para bien obviarlo.
En estas cuestiones amorosas ha habido un cambio un tanto radical en cuanto a la perspectiva del buen regalo, del “especial” momento. Ahora veo con asombro que los momentos especiales no son aquellos en que uno se sienta homogeneizado con el otro, ahora se debe fabricar con grandes y costosos detalles. En todo caso, quien lo haga, lo hace por que quiere y en ese instante lo sentía. La oposición no es el contexto de este escrito, tan sólo el perdón social de aquellos que la pasaremos en nuestra soledad colectiva (como todos los días en que queremos conversar y reír) y no congeniamos con la idea “de mañana”, no así con la “del mañana”.
El mañana es mañana, previendo en nuestro derivar de actitudes una mejor afinación de remembranzas con nuestro diario quehacer, el cual se ejecuta entre charlas, risas, cervezas y de vez en cuando una partida de recuerdos.
Así que titulé en esta ocasión con un mensaje simple, un mensaje que bien podría considerarse como doble pero que en realidad es tan sólo uno: propositivo y bastante sencillo. Sea como usted sea y sea como yo sea, nadie se merece tener un desagradable día.
No hablemos de mañana únicamente (y creo que es aquí donde todo empieza a tener dirección) sino del mañana también, no cercenemos a todos aquellos de frescos pensamientos o viejos pesares, elevémosles o bajémosles a nuestro territorio, creemos una unidad social y levantemos los tragos (finos o no, embotellados o en algún recipiente de plástico, sea cual sea) y deseémosle suerte. Es así que escribo hoy, sin saber en que mañana piense usted, deseándole un sincero y feliz, muy feliz “mañana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario