Replicantes.

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España, 2009.

Sunset Boulevard

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El que Busca Encuentra

sábado, 1 de septiembre de 2007

A Primera Luz

EL BOLSILLO IZQUIERDO.

El consecuente escrito fue realizado después del paso del huracán Dean, una broma más de la naturaleza para fomentar la paranoia colectiva en esta ciudad (no obstante que en otros lugares sí llegó a afectar). Pretexto de más para que desde este puerto - sin mar - donde el asunto no pasó a mayores, conmemorará – en una analogía bastante sosa - aquella vieja anécdota de mi hermana que siempre ha de recordarme que odio a Luis Miguel (el “artista”).

A PRIMERA LUZ.

Mí hermana afirmaba que no existía peor manera de despertarse que prender la radio y sintonizar - como el primer sonido del día - el ascendente grito de Luis Miguel en el coro de la ya casi olvidada frase de “quiéreme Isabel, quiéreme”. Pero lejos de esta afirmación hipotética, el tiempo fue formando la leyenda consecuente que ella contaba; esa de que en alguna ocasión, en efecto, había vivido tal desgracia, aunque nunca lo supe.
El caso aquí es que desde que por primera vez escuche tal alegato, en mí ya desvirtuado anecdotario de los 8 años, me he dormido y despertado un millar veces tal vez, un centenar quizás, la cantidad es lo de menos. Lo relevante es que, evidentemente, sí es incontable el número de veces que he emprendido el viaje hacía el onírico mundo de los sutiles extremos, así como el regreso al mundo de los nada-sabios. Y nunca, pero nunca, he tenido la fuerza espiritual suficiente para accionar mi mecanismo hacia la radio y encenderla como primer acto después del sueño. Supongo que hay frases que se quedan en el inconsciente y que con el tiempo van pesando, y van pesando cada vez más. Así que creo, sobriamente, tener un terror significativamente alto a encontrarme como primer sonido del día, alguna (cualquiera) entonación de “El Sol”. Y aquí deberán perdonar mi corriente analogía, pero prefiero que amanezca nublado, como con el huracán.
Dean se ha marchado, dejando a su paso escombros, cascajos, derribos y una que otra lagrima por la significativa perdida de algún objeto simbólico en la vida de quien lo poseyó antes del azote de los vientos.
El huracán se fue, la tormenta se ha apaciguado; bien dice el refrán: “Después de la tormenta, viene la calma”. Pero una vez más, el colectivo de sabia popular se ha visto abatido por el mundo moderno.
Sí, Dean ya no es más que una imagen que guardar en los archivos. Persistentemente será una estadística en la historia a la que acudir. Se ha ido, pero volverá, regresará a saludarnos con otro embate y otro nombre, con otra historia, con más escombros, más cascajos y más significativas lágrimas.
Hoy se encuentra perdido entre las nubes y el viento, dejando claro el horizonte para lo que está por venir, y lo que está por venir no es para nada una prodigiosa señal de orgullo nacional, pues mientras algunos se encuentren reconstruyendo su legado - que en alguna ocasión volverá a ser derribado - otros se enfrentarán en el clásico juego de niños que es la política en los últimos meses del año. Sí, el año ha comenzado a menguar y grisáceamente tirará sus hojas para dar paso a su frío despido anual.
Yo he de palpar mis ojos cada que me despierte en estos dos últimos pares de meses que restan. Acomodadamente esperare mi tradicional reunión con mi padre frente al televisor para ver la serie mundial, y aguardare mi cuerpo para los mejores llamados de mis borrachines colegas - con el exquisito y clásico pretexto de que, posiblemente, ya no nos veamos el año entrante -.
Despertare mal, sí, pero en el colectivo familiar que se quedo impregnado en mí polvoriento álbum de 8 años, no me quedará más que aceptar que hay peores formas de amanecer. Posiblemente en una de esas tenga el coraje de acercarme a la radio y dejarle a la fortuna la oportunidad de hacerme saber sí mi hermana estaba en lo correcto, ¿quien sabe? Posiblemente, de la misma manera, sepa a fin de cuentas sí tuvo a bien crear esa leyenda consecuente, de la cual, jamás supe si era real o no, digo ¿a quien no le gustaría resolver algún misterio de la infancia a cada día?
El huracán se marchó mientras mis más vagos pensamientos de infante permanecen. Mis gustos musicales, cinematográficos y de lectura evolucionan y re-evolucionan a la par que el mundo se hace cada vez más, un lugar menos habitable para futuras generaciones. Tal vez sea tiempo de rendirnos y apagar para siempre el sol. Aunque jamás lo sabremos.

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