EL BOLSILLO IZQUIERDO
Para mí columna de este lunes decidí burlarme un poco de este nuevo emperador mediático que es el Internet - tantos años coexistiendo con el y nunca se me había pasado por la mente tratar de adjetivarlo.
Como es mi baja y vaga costumbre – debido a lo cascarrabias de mí personalidad – no le va muy bien en mí escrito, aunque sí opino que la penitencia que carga no es culpa de el sino de sus usuarios, en fin…
SIDERAL.
Abrir el Internet siempre es una sórdida sorpresa, un golpeteo constante a la cabeza que no cesa hasta que alguno de los dos contrincantes, el hombre o la maquina, ceda por completo ante los pedimentos del otro.
Por ejemplo, durante todos estos años en que he tenido que convivir con estas nuevas tecnologías- como vulgarmente se les han nombrado - he descubierto con igual asombro mi alienación ante ellas. Aunque claro, nunca he creído eso de que inmerso en su universo, uno puede viajar por la entereza del mundo, en todo caso, el traslado virtual que uno hace dentro de este espacio, es, para mí, sólo el éxodo de la pena del mundo; la vagancia de todo el errar y posible acertar humano.
Debo aceptar que en ocasiones, cuando me despego un poco del mundo - en pos de un poco de paz - debo retornar a el para encontrar un motiv que explote el texto que debo escribir a cada semana para este espacio; cosa que me agrada en demasía por que me doy cuenta de lo ruin e indignos que somos como raza.
Y apartado, debo enterarme de lleno de todo este ramplón colectivo de referencias sociales. Por lo que me dirijo a la herramienta más pueril y tramposa de todas con la que cuenta este piadoso ordenamiento humano; la afamada red - entonces me queda la eterna duda de si quedamos como las arañas o como las moscas, como la victima o el victimario.
Todas las semanas entonces, llenamos estos espacios virtuales de todo y nada, de pocas cosas que realmente valen la pena y la sobajamos de pura hablilla política, deportiva o del vulgar espectáculo nacional que maltrechamente nos representa en un mundo sobajado por videos de bromas pesadas (humillantes), fotos amarillistas, músicos mediocres y oportunidades sin cesar para echar a perder el lenguaje, con el llamamiento mediático para que todos apliquemos las triviales e improvisadas técnicas de grabación, captura y composición. En fin, al pueblo hay que hacerlo sentir importante, ¿o no?
Para mí es risible y fascinante el adentrarme al mundo del Internet, pues es en su discurso lleva la penitencia, la mentira que ofusca su verdadero brillo. El mundo no se encuentra en nuestras manos, sino el instinto de cada ente a tratar de discernir entre la regla y lo opuesto a ella (abriendo el campo totalmente a la interpretación) para poder expresar algo - y que en muchas de las ocasiones no rebasa esa categoría (del vil intento).
El Internet para mí, en su mayoría, es la más grande broma jamás desarrollada, una más de las promesas del postergado progreso mundial. Es claro, también un pretexto para andar disponiendo de la sapiencia popular y adoptarla al discurso global, es un momento relegado en el tiempo, es la manifestación de la faltante cultura, el disimulo para la creencia de una pertenencia; la del ciudadano mundial.
Cada que me abro paso sobre este campo de información internacional, me percato de lo ya percatado, digamos que sólo puedo evidenciarlo de alguna manera. Percibo más lo que somos y menos lo que no; la lógica pues, revuela ante los incrédulos ojos de las nuevas generaciones que cada vez olvidan más la capacidades reales de expresión artística, acercándose a actividades de la boga contemporánea tratando de ubicarlas como subculturas que parten, según ellos y nadie más, de movimientos de décadas pasadas que en su trasfondo contenían elementos de revelación social; cosa que no logran entender del todo pero que no valen la pena, la imagen es y será la importante. Lo que me hace pensar que la red es usada de la misma forma en que toman un libro, dígase claramente, sólo ven los dibujitos. ¿Por qué la quieren tanto entonces? Pues en ella existe la diametralmente oportunidad de cortar y pegar información sin ser revisada, (ilusos aquellos que impliquen aquí el concepto de análisis). La Internet, pues, es siempre una sórdida sorpresa que nunca cambia, sólo se llena de lo mismo. Bienaventurados.
Para mí columna de este lunes decidí burlarme un poco de este nuevo emperador mediático que es el Internet - tantos años coexistiendo con el y nunca se me había pasado por la mente tratar de adjetivarlo.
Como es mi baja y vaga costumbre – debido a lo cascarrabias de mí personalidad – no le va muy bien en mí escrito, aunque sí opino que la penitencia que carga no es culpa de el sino de sus usuarios, en fin…
SIDERAL.
Abrir el Internet siempre es una sórdida sorpresa, un golpeteo constante a la cabeza que no cesa hasta que alguno de los dos contrincantes, el hombre o la maquina, ceda por completo ante los pedimentos del otro.
Por ejemplo, durante todos estos años en que he tenido que convivir con estas nuevas tecnologías- como vulgarmente se les han nombrado - he descubierto con igual asombro mi alienación ante ellas. Aunque claro, nunca he creído eso de que inmerso en su universo, uno puede viajar por la entereza del mundo, en todo caso, el traslado virtual que uno hace dentro de este espacio, es, para mí, sólo el éxodo de la pena del mundo; la vagancia de todo el errar y posible acertar humano.
Debo aceptar que en ocasiones, cuando me despego un poco del mundo - en pos de un poco de paz - debo retornar a el para encontrar un motiv que explote el texto que debo escribir a cada semana para este espacio; cosa que me agrada en demasía por que me doy cuenta de lo ruin e indignos que somos como raza.
Y apartado, debo enterarme de lleno de todo este ramplón colectivo de referencias sociales. Por lo que me dirijo a la herramienta más pueril y tramposa de todas con la que cuenta este piadoso ordenamiento humano; la afamada red - entonces me queda la eterna duda de si quedamos como las arañas o como las moscas, como la victima o el victimario.
Todas las semanas entonces, llenamos estos espacios virtuales de todo y nada, de pocas cosas que realmente valen la pena y la sobajamos de pura hablilla política, deportiva o del vulgar espectáculo nacional que maltrechamente nos representa en un mundo sobajado por videos de bromas pesadas (humillantes), fotos amarillistas, músicos mediocres y oportunidades sin cesar para echar a perder el lenguaje, con el llamamiento mediático para que todos apliquemos las triviales e improvisadas técnicas de grabación, captura y composición. En fin, al pueblo hay que hacerlo sentir importante, ¿o no?
Para mí es risible y fascinante el adentrarme al mundo del Internet, pues es en su discurso lleva la penitencia, la mentira que ofusca su verdadero brillo. El mundo no se encuentra en nuestras manos, sino el instinto de cada ente a tratar de discernir entre la regla y lo opuesto a ella (abriendo el campo totalmente a la interpretación) para poder expresar algo - y que en muchas de las ocasiones no rebasa esa categoría (del vil intento).
El Internet para mí, en su mayoría, es la más grande broma jamás desarrollada, una más de las promesas del postergado progreso mundial. Es claro, también un pretexto para andar disponiendo de la sapiencia popular y adoptarla al discurso global, es un momento relegado en el tiempo, es la manifestación de la faltante cultura, el disimulo para la creencia de una pertenencia; la del ciudadano mundial.
Cada que me abro paso sobre este campo de información internacional, me percato de lo ya percatado, digamos que sólo puedo evidenciarlo de alguna manera. Percibo más lo que somos y menos lo que no; la lógica pues, revuela ante los incrédulos ojos de las nuevas generaciones que cada vez olvidan más la capacidades reales de expresión artística, acercándose a actividades de la boga contemporánea tratando de ubicarlas como subculturas que parten, según ellos y nadie más, de movimientos de décadas pasadas que en su trasfondo contenían elementos de revelación social; cosa que no logran entender del todo pero que no valen la pena, la imagen es y será la importante. Lo que me hace pensar que la red es usada de la misma forma en que toman un libro, dígase claramente, sólo ven los dibujitos. ¿Por qué la quieren tanto entonces? Pues en ella existe la diametralmente oportunidad de cortar y pegar información sin ser revisada, (ilusos aquellos que impliquen aquí el concepto de análisis). La Internet, pues, es siempre una sórdida sorpresa que nunca cambia, sólo se llena de lo mismo. Bienaventurados.